20. Corta Almas

Rowena hacia acto de presencia en la gran sala, donde se encontraba la mesa del gran mapa. Pero no lo hacia con las manos vacías, pues tenía una bandeja con tazas de café.

El grupo se hallaba reunido desde muy temprano; Sam miraba de mala manera al demonio, ya que este había sido el culpable que Castiel este vagando en el mundo de los muertos.

—Entonces… Castiel se fue—hablo el dios egipcio.

—Sí —contesto el demonio.

Thot dio un sorbo a su taza de café.

—Va estar muy difícil sacarlo—Thot dejo su taza sobre la mesa—, el inframundo es un laberinto infernal, pero ustedes ya deben saber eso.

—Por eso te estamos pidiendo ayuda—Le hablo Sam—, pero no solo queremos que traigas a Castiel, también a mi hermano.

—Eso va estar aún más difícil. Les recuerdo que no tengo poder en ese lugar.

—Tienes a tus hermanos, los otros dioses.

—Digamos que no tengo buena relación con ellos, al igual que Castiel con sus hermanos, sin mencionar que Lucifer mató algunos dioses.

—Debe haber una forma.—Sam estaba reacio a recibir una negativa—. Eres un dios, debes tener algo bajo la manga.

Thot miró a Bob.

—Yo no puedo abrir portales, no es mi don, pero ese niño…— señaló al nephilim —si puede. Su poder le permite hacerlo.

Todos fijaron sus miradas al chico. 

—¿Qué yo puedo qué?

—No es nada difícil, solo debe concentrarse y listo, portal hecho. —retomó a beber su café—. Este café está muy bueno.

—Gracias—contestó la bruja.

—¡Silencio! —les gritó el cazador. Observo a su sobrino, este último estaba con la mirada perdida—. Bob… ¿qué te sucede?

El joven alzó su cabeza y miro a su tío; sus ojos rojos demostraban que estuvo llorando. Sam se levantó de su asiento y fue donde su familiar. Lo abrazó y depósito un beso en su frente.

—Yo también los extraño, sobre todo a tu padre Dean, claro que me preocupa Cas, es mi mejor amigo. Solo que…

—Lo sé, Dean es tu hermano, es lógico que te preocupes más por él. —soltó un suspiro—. Ese tipo dice yo puedo ayudarlos a regresar, pero no sé como, mi papá me enseñó solo lo básico, dijo que… Bueno, me explico que por ser un adolescente mis poderes son inestables y si trato de obligarme hacer más de lo que puedo podría lastimar a los que quiero y no deseo eso.

Sam abrazó con más fuerza al menor.

—No te voy a obligar a nada, pero…Tus padres te necesitan, ten presente eso.

El de ojos verdes soltó a su sobrino y despeino su cabello, luego de eso fue a lado de su pareja.

—Gabriel, tenemos que buscar otra forma de traerlos—dijo Sam—Bob no esta disponible en estos momentos.

—Hay diferentes formas de ir al inframundo, alce y créeme, todas hablan de muerte.

—Muerte…  —sus ojos se abrieron como platos—¡Eso es! —exclamó, cosa que llamó la atención de todos.

Fue hasta el estante de libros y empezó a sacarlos uno por uno, tirándolos sobre la mesa.

—¿Sam? —Gabriel lo miraba incrédulo.

—Ahora no, Gabriel, estoy tratando de encontrar algo.

Después de casi dejar el estante vacío, encontró el libro que buscaba. Empezó a hojearlo.

—¡Aquí esta! —enseño la página—¡Esto nos ayudará!

—¿Una hoja?

—No, Gabriel. Es lo que contiene, esto...—colocó el libro sobre la mesa—nos llevará al inframundo.

Gabriel tomó el libro, leyó la hoja que había señalado su pareja, al acabar de leer miro con enojo a su pareja y negó con la cabeza.

—No pienso dejarte hacer eso, es una locura, Sam Winchester. —dijo tirando el libro a la mesa.

Thot cogió el libro, cuando acabo de leer se le formó una sonrisa en el rostro.

—Como no lo pensé antes, esto podría resultar.

—No te metas Thot—reprochó el arcángel —. Y tu —señaló al cazador —ni se te ocurra hacerlo, porque termino contigo.

Samuel lo miró con decepción.

—Gabriel… ¿estás hablando enserio? —Se llevo su mano a la cabeza, luego a la cintura—Esto puede salvar a Dean.

—Es muy arriesgado.

—Una vez lo hice con Dean y funcionó. Está ves pasará lo mismo, sólo… Gabriel, necesito hacer esto y lo voy hacer, aunque eso signifique que tengamos que rompe.

Gabriel no quiso escuchar más y desapareció del búnker, causando un gran dolor en el menor Winchester.

—¿Estás seguro, cazador? —consultó el dios.

A lo que Sam contestó.

—Muy seguro.

—Entonces no perdamos tiempo y hagamos que la bruja se ponga manos a la obra.

—Los dioses siempre tan arrogantes, tengo nombre por si lo has olvidado.

—No soy bueno recordando nombres, querida.

—Ok, ok… será mejor que paren con sus dramas, necesitamos estar concentrados. —pidió Sam al grupo.

Rowena puso sus ojos en blanco, no le gustaba que le dijeran que hacer, pero ya estaba metida en esto, así que no le quedaba de otra que acatar.

La bruja camino hasta la mesa, de donde tomó el libro en sus manos y leyó lo que deseaba hacer Sam, su expresión de fastidio cambio por una de asombro.

—A ustedes si que les gusta los retos.

—¿Puedes hacerlo?

—¡Claro que puedo! Pero la pregunta aquí sería, ¿si de verdad quieres hacer esto?

—Por mi hermano, hago lo que sea, a si signifique bajar al mismo infierno nuevamente —Dijo muy seguro el de cabello largo.

Bob al escuchar la determinación de su tío se dijo así mismo.

Yo también haré lo que sea por traerlos, padres. Se los juro.


Castiel abrió los ojos, miró en todas las direcciones, él reconocía donde estaba. Se puso de pie e inició su búsqueda, no podía darse el lujo de perder el tiempo.

Le hubiera gustado utilizar sus poderes angelicales para ubicar a Dean más rápido, pero si hacia eso llamaría la atención de los guardias del inframundo y eso es lo que menos quería. Lo ventajoso de caminar por la tierra de los muertos era que podía ver el paisaje y las almas errantes.

Al notar que Dean no se hallaba en esa zona decidió ir donde Caronte, el barquero del inframundo. Este al verlo le dijo:

—Tú no deberías estar aquí, este lugar es para las almas humanas.

—No te pregunté, ten…—le dio tres monedas de oro—Llévame al otro extremo.

—Se a quien buscas, ángel. Déjame informarte que se lo llevaron hace una hora.

—¿Quién?

—La líder del cielo y otros ángeles.

La expresión de Castiel era de preocupación absoluta, su pareja estaba en peligro, pero eso no era la única información que le daría el barquero.

—Yo también estaría preocupado, esa mujer tenía el corta alma.

Si por si Castiel se hallaba preocupado, ahora estaba aterrado y su rostro lo reflejaba; eso llamó la atención de Caronte.

—Eres diferente a todas las almas que he transportado por los diferentes ríos del inframundo, sin mencionar que ustedes los seres celestiales no sienten —El hombre se quitó la capa que cubría su rostro dejando al descubierto la cara de un bello joven —. Ya que me has fascinado puedes hacerme otra pregunta.

—¿Cruzaron el río? —Castiel quería saber si Racheel se había internado en el interior del inframundo.

—De Aqueronte no, pero de Lete, sí.

El desconcierto de apoderó de Castiel, no sabia que planeaba su hermana, si ya tenía el arma para acabar con el alma de Dean, ¿por qué llevarlo al río del olvido?

No quiso perder más tiempo y subió al bote.

—Llévame a Lete.

Caronte se cubrió el rostro y su voz amigable se esfumó.

—Son tres monedas de oro—dijo estirando su mano hasta el Ángel.

—Pero dijiste que…

—He dicho que son tres monedas.

Castiel llevo su mano a su bolsillo y saco las tres monedas de oro, el barquero dejó de lado las almas que deseaban subir al barco y llevo a Castiel atraves del río.

«Espérame mi amor, ya pronto estaré a tu lado.»

Dean corría por tierras desconocidas, se había dejado llevar por Racheel, pero cuando tuvo la oportunidad se escapó de ella y los otro ángeles. Por lo que había escuchado el tenía la ventaja, ya que era un alma. A pesar que se sentía seguro, al mismo tiempo no, porque la sensación de estar olvidando quien era lo perseguía.

Lo que el cazador desconoce es que la tierra que rodea el río Lete, es el lugar escogido por las almas que han sufrido por amor o alguna decepción en su vida, para olvidar su vida mortal. Esa era la razón que sentía que estaba olvidando cosas.

Sin saber eso, el cazador se adentró más por la tierra del olvido, sólo se detuvo cuando no olvidó el nombre de su hermano; sentía que esto ya lo había pasado, pero no estaba seguro si era verdad lo que su mente le quería mostrar. De lo que si estaba seguro era en que debía salir de esa tierra y buscar al barquero para que lo saque.

Fue en esos instantes que bajo su guardia, lo que permitió que lo encontraran. Dos ángeles lo sostuvieron de sus brazos, intento zafarse, pero no lo logró.

—¡Suéltame! —exclamó enojado.

En eso Racheel apareció en escena.

—Muy bien hecho chicos, por esto serán recompensados —saco la daga corta almas —. Querido, me has dado mucho trabajo últimamente y todo por no entregar al nephilim.

Dean la escupió.

—Eres un maldito... —Racheel había a darle un golpe, pero uno de sus hermanos lo detuvo.

—Racheel, será mejor acabar de una vez. No podemos cometer el mismo error dos veces.

—Tienes razón, voy acabar con el alma de Dean Winchester, para siempre.—Eso era el corta almas, una daga celestial creada por Dios para cortar las almas humanas y que están no vuelvan a renacer—. Hasta nunca, Dean Winchester.

Sin mostrar contemplación alguna, Racheel encerto la daga.

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