17. La Prueba-Parte 2
Sam mirada su celular, era la onceava o doceava ves que miraba la pantalla; el cazador esperaba la llamada de su hermano, ya eran tres horas de no saber noticias de el ni de Cas, quien era otro que no contestaba las llamadas.
—No deberías estar así, ellos están bien. Además, dicen que las malas noticias llegan rápido —Gabriel trataba de calmar a su pareja.
—Si, pero… tengo un mal presentimiento. Como si algo hubiera ocurrido.
—No llames a la mala suerte, ellos están bien. Lo más seguro es que Egipto, saco su lado salvaje y ahora están en un harem.
Sam negó con la cabeza, ay veces detestaba el humor que tenía su pareja, pero igual lo consideraba adorable.
—Siempre debes decir algo fuera de lo común.
—Claro, soy un bromista. Recuerda que soy un espécimen raro y en peligro de extinción.
—Creo que tienes razón —dejo su celular en la mesa de noche—. Vamos a ver una película. —propuso el cazador.
—Yo traeré los dulces.
La pareja decidió pasar un rato agradable, sin imaginar que el rubio y Cas, atravesaban un gran peligro.
Castiel, no podía dar un solo paso, estaba envuelto en un circulo de fuego sagrado. Se preguntarán, ¿cómo llegó a eso? Pues es fácil, Thot le puso la trampa. El dios al ver que su amigo a pesar de sus advertencias de no acercase al cazador, este lo hacía, no le quedo otra que encerrarlo.
—Thot, por milésima vez libérame.
—No, no puedo permitir que intervengas, el tiene que pasar esa prueba o ¿acaso no le crees capaz de superarla?
—Lo conozco muy bien, es fuerte, valiente, claro que puede superar tu prueba. Solo que… no puedo evitar estar asustado por el.
—Bueno, si tanto te preocupas por ese tipo, te puedo enseñar que esta pasando con el, pero eso si, no intervengas, ¿ok?
—Acepto.
Thot golpeó su báculo contra el piso y de la cabeza del ojiverde salió humo, que se formó en forma de nube, pero no era simplemente humo, si no que dentro de este se podía apreciar a Dean, sentado en la mesa del gran mapa, pero no estaba solo.
—¿Qué es eso?
—Ese no es su mundo, es otra dimensión. Lo envié ahí para que pase su prueba.
—Dime, ¿cuál es la prueba que debe pasar?
—Tener su corazón libre de dudas y revelar la verdad que ha ocultado por años.
—¿Una verdad? ¿Cuál? —Castiel desea saber que verdad ocultaba el cazador.
—Lo siento, pero no puedo decirte. Si no ya no seria una prueba.
—Y según tu, ¿cómo eso podrá ayudarnos a tener el libro?
—En todo, si tu amor pasa la prueba, el podrá tomar el libro con sus manos, pero para que eso pase debe tener un corazón limpio y sin mentiras.
Castiel cruzó sus dedos, rogaba dentro de sus adentros que Dean, cumpliera con pasar la prueba. Aunque, eso estaba algo lejos de suceder.
Castiel y Sam estaban mirando a Dean, el rubio los miraba como si no los conociera y eso era exactamente; ese Sam, no era su hermano al igual que ese Castiel. Tanto el menor, como el ser celestial no comprendían lo que sucedía.
—Te digo que ayer nos acostamos como siempre, encima hicimos el amor.
—Cas… Te he dicho que te ahorres… detalles.
—Lo siento, Sam. Pero me preocupa Dean, ya viste no me ve, no se acerca a mi, creo que ha vuelto a ser el de antes.
—No lo creo, solo… esta algo raro.
—Estoy aquí, no hablen como si estuviera ausente —Dean se enojó.
—Disculpa, Dean. Pero estas… extraño.—le dijo su hermano.
—Es que yo no soy…
“Ni se te ocurra decirle que no eres de ese mundo, si no doy por finalizado la prueba”
El cazador escucho la voz del dios egipcio en su cabeza, mejor dicho la amenaza de este.
—Diablos…
—¿Dean? —Castiel le tomó de la mano—. Me preocupas, amor.
El ojiverde se alejó de el. El ángel lo miró con tristeza, reconocía la mirada que el cazador le daba; esa mirada llena de prejuicios y rechazo.
—Perdón… no… no volveré a tocarte si es lo que quieres —Castiel no soporto el rechazo del cazador y desapareció.
Sam al ver el comportamiento de su hermano, le encaró.
—¿Qué te pasa, Dean? Pensé que habías cambiado.
—¿Qué?
El menor se llevó sus dedos a la punta de su nariz, estaba harto de ese comportamiento del mayor.
—Me refiero a esos prejuicios, acabas de herir a Cas, ¡dijiste que no lo harías de nuevo! —alzo su tono de voz.
—Yo no hice eso.
—Claro que si, le miraste con rechazo, como si fuera un bicho raro, Dean.
En eso la puerta del búnker se abrió. De las escaleras bajo un joven; Dean lo conocía muy bien, se trataba de Bob.
El adolescente saludó a Sam.
—Hola, tío Sam. —El menor estaba alegre —Conseguí mis chocolates favoritos.
—Me alegro—Sam le desordeno el cabello.
—Tío… —se quejo el menor.
El menor se giró par a ver a su padre. Cuando sus ojos chocaron con los verdes del mayor. Mostro una gran sonrisa.
—¡Hola, papá! —el chico corrió y rodeó el cuerpo del rubio con sus brazos.
Dean se quedó en estático, no sabía como reaccionar. Era la primera vez que tenía contacto con el menor.
El rubio miró a Sam, le pedía ayuda con los ojos. El menor solo le indicó que abrazara al niño.
—H-Hola —saludo Dean.
El adolescente soltó al cazador.
—¿Qué tienes papá? —El chico lo miró a los ojos, como si lo estuviera analizando.
—Na… nada, no me pasa nada, Bob.
—¿Bob?
—Eh…
—Papá, soy Theriel. Seguro, ¿qué estás bien?
—Ya dije que sí, solo… tome anoche.
—Si sobrino, tu padre amaneció mal —comento Sam.
Dean le agradeció internamente.
—¿Dónde esta papá Cas?
—Bueno, el… yo…
—Salió a comprar pie, a tu padre se le antojó, ya lo conoces —volvió a intervenir el peli-largo.
—¡Oh!—el menor miró a su padre —. Nunca cambias, pero que bueno que mi papá te consienta —lo abrazo—, te quiero.
El chico se alejó y se fue corriendo del lugar. Una vez que la figura del chico desapareció, Sam giró su cabeza donde estaba su hermano, el rubio por la mirada que le lanzó su hermano sabia que estaba en problemas.
—Sam, escucha, yo…
—No deseo escucharte, Dean. Será mejor que pienses las cosas, estás a tiempo.
—¿A tiempo de qué?
—Tu boda, Dean. Te casas en dos días.
—¡¿Qué?!
Dean se encontraba en la ducha, el agua recorría su cuerpo; la temperatura del agua era como le gustaba, pero no estaba disfrutando del baño. En su cabeza tenía las palabras de su hermano.
“Te casas en dos días"
Cerro la llave de la ducha, ya era suficiente agua para su cuerpo, abrió la cortina y se quedó helado al ver a Castiel frente a el y con la toalla en mano.
—¡Ca…! ¡Cas! —se llevo su mano a su entrepierna —Que te dicho sobre el espacio personal.
—Dean… no se si te has dado cuenta que el “espacio personal” ha quedado atrás entre nosotros.
—Bueno, pero… debes respetar mis espacios —Le arrebato la toalla y se la enredó.
—Me lo dice el que no respeta mis espacios, si eres tu el que se mete en mi cama.
Dean se quedó con la boca abierta, eso no era posible, el no podía actuar así. No con Castiel.
El ojiazul se dio cuenta de la consternación en el rostro del cazador.
—¿Qué pasa? Ayer estábamos bien —le tocó el brazo —me hiciste el amor con delicadeza.
—Ese no fui yo… jamás haría una cosa así —salió de la ducha dejando a Castiel de pie.
—¡Dean! —Castiel lo siguió fuera del baño y lo tomó del brazo —¡Escúchame, Dean!
—No… —se zafó del agarre.
—Pensé que habías cambiado, me lo juraste, pero veo que solo buscabas tenerme… Bien, no te volveré a molestar, me iré del búnker y me llevaré a mi hijo.
—¿Qué?
—Ya escuchaste, me iré de tu lado y nunca me vas a volver a ver. Me cansé, te ha amado por más de diez años, me entregué por amor, dejé el cielo por ti, morí por ti, porque te amo… —Los ojos de Castiel se cristalizaron—Pero no más, ya no —se seco las lágrimas—. Adiós, Dean.
En ese momento las alarmas del búnker sonaron, ambos se pusieron en alerta.
—¿Quién será?
—No se… ¡Theriel! —Castiel grito el nombre de su hijo, salió corriendo de la habitación, era seguido por el cazador.
Llegaron a la mesa del gran mapa, encontraron una escena de espanto, Sam tumbado en el suelo con una herida en la cabeza y sin rastro de su hijo. Castiel lo llamaba, pero no respondía.
—¿Sam? —Dean se acercó a su hermano —No, no, no. Por favor, despierta.
Por su parte Castiel buscaba a su hijo como loco.
—¡Theriel! ¡¿Dónde estás?!
—¿Cas? ¡Cas! —le llamo Dean. El Angel de buscar a su hijo para acercarse al cazador.
—Se lo llevaron, Dean. Se llevaron a nuestro hijo.
—Sí.—Ambos se giraron a ver a la recién llegada—. Hola.
—Ra… Racheel —dijeron los dos.
—Si, no se preocupen por su hijo, el esta en el cielo. Va trabajar con nosotros, puede que le dejemos visitarlos.
—¡Tráelo de regresó! ¡Ahora! —exigió Cas.
—No estas para exigencias, si deseas estar con el, deja a estos cazadores y ven con nosotros.
—No, eso nunca. Ustedes me dieron la espalda, me quieren muerto.
—Tu fuiste el que nos dio la espalda, te enamoraste de ese cazador. Nos traicionaste.
—Hice lo que mi corazón me dictaba, amo a ese hombre —Dean miro a Castiel con los ojos abiertos —Lo amo, no puedo dejarlo.
—Entonces muere con el…
Racheel sacó su espada y la incrustó en el cuerpo de Castiel, su gracia empezó a salir del recipiente.
—¡Nooo!
—Adiós… —Racheel desapareció.
Dean dejó a un lado a su hermano para ir con Castiel, vio con horror que en donde debía estar los ojos, no había nada.
—Otra vez no… ¡Cas! —sacudió su cuerpo —. ¿Qué se supone que debo aprender? En todos los mundos te pierdo… Eres importante para mi, Cas… te amo. Solo quiero una oportunidad para decirte lo que siento.
Dean cerró los ojos, siento como su cuerpo se volvía pesado, muchas imágenes pasaron por su cabeza. Claramente escuchaba una voz que lo llamaba. Reconocía aquella voz.
—Dean… Dean…
El ojiverde abrió sus ojos, al hacerlo, pudo ver aquellos ojos azules que tanto amaba. Castiel lo ayudó a ponerse de pie.
—¿Estas bien? ¿Dean?
—Cas… —sus ojos se llenaron de lágrimas, abrazo al ángel.
—¿Qué sucede, Dean?
Dean se alejo del ojiazul, pero no lo soltó. Se quedo mirando aquellos ojos que tanto le gustaba.
“Solo quiero una oportunidad para decirte lo que siento”
—¿Dean?
—Cas, te amo.
Hola.
Espero que se encuentren bien. Yo por mi parte me sentí mal. Disculpen por no actualizar el día de ayer.
Espero que el capítulo sea de su agrado. Si les gusto no olviden dejar su voto y sus comentarios.
Muchas gracias por su apoyo.
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