1. Radio Ángel
Los hermanos Winchester junto a su fiel amigo, Castiel. Regresaban de una de las tantas cacerías que tenían a diario; en esta oportunidad habían acabado con un nido de vampiros, un problema fácil, teniendo en cuenta de los problemas monumentales que enfrentaban los hermanos. El único inconveniente con el que se habían topado en esta ocasión, era en lo sangriento que resultó acabar con aquellos vampiros. Los tres terminaron con la ropa manchada de sangre de vampiros, ni hablar del búnker, el piso también se encontraba manchado de las pisadas de ambos cazadores.
—Dean, ¿era necesario que uses tu lanzagranadas?—el menor estaba molesto por el accionar de su hermano, pero quien no estaría molesto si termina así como estaba el, todo lleno de sangre.
—Si que eres un amargado, Sammy—rodó los ojos—. Y si, era muy necesario. Lo importante era acabar con el nido, no importa el arma ni el método—argumento.
—En eso te equivocas, Dean. Recuerda que tenemos un plan para todo, y esta vez no lo seguiste.
—No te quejes, hasta Cas esta de acuerdo con lo que hice. ¿Cierto, Cas?
Castiel quien era el último en ingresar al bunker, ladeo su cabeza a un costado, era claro que no había escuchado lo que hablaban los hermanos. Pero para no quedar como un tonto, respondió que si.
—Dean tiene toda la razón—Dean río, eso era un triunfo, pues eran dos contra uno.
—Eso no cuenta, Cas ni sabe de que estamos hablando.
—Pareces mujer con tantas quejas, hombre. Más bien debemos bañarnos—dijo mirándose—, tenemos que quitarnos este feo olor.
—Como digas, pido la ducha primero—Sam aprovecho el momento y se fue casi corriendo al lavado.
Sin poder sentarse, no tuvieron más opción que permanecer parados; el momento a solas se volvió incómodo. Para Dean la cercanía del su angelical amigo le resultaba algo aterrador, pero no porque Castiel le produjera miedo, sino era los sentimientos que empezó a experimentar.
Para Castiel también resultaba incómodo quedarse con el cazador, y todo por el secreto que guardaba, cada vez era más difícil mentir a los hermanos sobre sus “escapadas nocturnas” y también estaba el hecho de sus sentimientos por el rubio.
En el fondo se podía escuchar el agua correr, eso significaba que Sam ya había empezado el proceso de limpieza corporal. El ojiazul que ya no aguantaba las ganas de hablar, lo hizo.
—Dean, yo…—ante la mención de su nombre se giró en dirección a su amigo. Castiel por su parte no sabia que decir—, este…
—¿Estas bien, Cas? No me digas que te afecto la sangre de vampiro—el rubio estaba preocupado.
—No, no es nada de eso, solo que…—todavía no podía decir nada para iniciar una simple conversación. Dean notó eso.
—Seguro me quieres decir que te vas nuevamente, es eso, ¿no?—preguntó con una ceja alzada. Dean sabía que como ser celestial que era su mejor amigo, este tenía responsabilidades celestiales y en ocasiones no lo veía en días, semanas o meses; cosa que estaba bien pues era parte de su trabajo, pero no le gustaba que en esas ocasiones no le contestara el teléfono ni contara lo que pasaba en aquellos trabajos.
En realidad Castiel no pensaba salir esa noche, pues el motivo por el que salía cada noche había salido de viaje.
—No, no es eso. En realidad sólo quería hablar, pero no se me ocurría un tema de conversación—dijo finalmente.
—Ah… —solo asintió el ojiverde—. Si no tienes nada que hacer, podemos mirar una película—esperaba que Cas dijera que si, le agrada mucho su compañía.
—Aceptó —contestó mostrando una pequeña sonrisa.
Se quedaron mirándose, como ellos solían hacerlo. Esas miradas llenas de cariño y amor. Ellos podían quedarse así mirándose por horas; ya había pasado eso, pero siempre lo bueno debe acabar o mejor dicho cierto hombre de cabello largo solía interrumpir aquellos momentos, como ahora.
—Dean, el agua está fresca—El menor tenia una toalla en su mano, con la cual se secaba su cabello—, será mejor…
En esta ocasión fue Castiel quien giró su rostro hacia el otro lado, las otras veces había sido el rubio. Sam por su parte se dio un golpe mentalmente, sabia bien que había interrumpido algo.
—Bien, ahora es mi turno—hablo Dean, quien camino en dirección a la ducha. Dejando solos a su hermano y amigo.
Sam dejó la toalla colgada en la silla, abrió su laptop y tomó asiento frente a su portátil.
—¿Vas a buscar otro caso?—pregunto el Ángel.
—Sí—contestó sin dejar de ver la pantalla—, tu sabes como es este negocio—esta vez levantó la cabeza para mirar a su amigo. Se percató que este todavía estaba sucio—Cas, ¿no vas a cambiarte?—le señalo la ropa.
Castiel se echó un vistazo, no se había dado cuenta que seguía cubierto de sangre.
—Mis disculpas—con un solo tronar de dedos este lucia como nuevo—. Ahora si.
El de cabello largo sonrió.
—¿Sabes? —cerro su portátil—. Deberías probar cosas simples, como una ducha con agua fría.
—Y quien dice que no lo he hecho—el menor lo miro sorprendido.
—¿De verdad?
—Sí, también intenté comer, pero sigue sabiendo a moléculas.
—Ja, ja, ja —esta vez río de manera fuerte. En eso, su hermano mayor se hizo presente.
—¿De que te ríes? —pregunto Dean a su hermano. El rubio vestía su pijama y bata ploma.
Para Castiel era una hermosa visión.
—De nada, ¿Sabias que nuestro buen amigo sigue sin probar alimentos?—Dean dejo de mirar a su hermano para observar a Cas.
—Pero se supone que es normal en el, es un ángel.
—Si, eso lo se genio. Solo que… Olvídalo, seguiré buscando un caso.
—Espera —le hizo detenerse Dean a su hermano—. ¿Estas buscando otro caso? Pero recién acabamos de llegar, hombre.
—Eso mismo le dije yo—intervino Cas—. Dijo que tu estarías de acuerdo; pero si me lo preguntas no deseo saber de monstruos por lo menos dentro de 24 horas.
—Cas tiene razón, viejo. Acabamos de terminar bañados con cesos de vampiros y quieres que salga a cazar.
—Esta bien—dijo empujando su portátil—. Tendremos unos días de descanso, además no hay un Apocalipsis acechándonos—se puso de pie—, iré por una bebida, ¿desean algo?
—Una cerveza —dijo su hermano, el menor asintió; este dirigió su mirada a su amigo.
—Yo no, gracias de todas formas.
—Por favor, Cas. Debemos celebrar, Sammy trae tres cervezas—ordeno Dean.
—A la orden—dijo, para después dirigirse a la cocina.
Dean aprovecho el momento y se tomó el portátil, tenía una sonrisa, parecía un niño feliz, eso pensaba el ángel. Castiel decidió que ya había sido suficiente tiempo mirando a Dean; dirigió su vista a la mesa y encontró un pequeño libro, se puso a leer, fue cuando escuchó aquellas voces…
"Se ha descubierto un nephilim” Escucho decir Cas por la radio Ángel; no podía creer lo estaba escuchando.
“¡¿Qué?! ¡Imposible! Encima es un adolescente, se supone que debimos sentir cuando este fue concebido”. No había duda, estaban hablando de la misma persona.
Dean que estaba escogiendo la película que iba ver con Castiel, se giró para avisarle cual iban haber. Pero su cuerpo se llenó de angustia y preocupación cuando lo vio tambalearse, mientras se sujetaba la cabeza.
—¿Cas?—se levantó de la silla—. ¡Cas!
“No hay de otra, debemos matar a esa abominación. Nunca debió nacer y no solo lo acabaremos con el chico, sino también con el padre”
“Si" gritaron todos.
“Entonces que comience el juego”. La comunicación se terminó con la última frase.
El de ojos azules sentía su cuerpo pesar, su cabeza le daba vueltas. Su mayor secreto estaba en peligro, pero ¿cómo pudieron encontrarlo? Se aseguró de poner muchos bloqueos, algo debió pasar para que lo ubicaran.
Tan metido estaba en sus pensamientos que no se había dado cuenta que el rubio se encontraba a su lado. Dean, quien no dudo un instante en ponerse junto a su amigo; el cazador estaba realmente preocupado, todo porque este no contestaba sus llamados. El miedo a que algo muy malo le estuviera pasando en sus narices creció cuando vio como el angel caía al suelo.
—¡¡CASS!!—no pudo evitar gritar, estaba asustado.
En eso Sam hace acto de presencia, al ver la escena dejó caer la bandeja que traía en la mano.
—Dean, ¿qué pasó?
—No solo se, estaba… Fue todo tan rápido—el mayor todavía no salía de su trance.
—Ok, lo primero será llevarlo a su habitación y después llamar a un experto en cosas de ángeles.
—Si.
Ambos levantaron al ojiazul del suelo, cargándolo hasta la habitación de este mismo. Lo depositaron en la cama.
—Bien, buscaré ayuda—dijo el menor, que salió de la habitación.
Dean por su parte no dejaba ver el cuerpo del angel que yacía inconsciente en la cama, se preguntaba ¿Qué había pasado?, y sobre todo ¿podrá salvarlo?
—Ya estoy aquí, ¿alguna novedad? —quiso saber Sam.
—No, nada. Y a todo esto, ¿a quién llamaste?
—Bueno—se paso sus manos por su cabellera—, no tenía opción—Dean no tenía un buen presentimiento; lo más seguro es que su hermano había contactado con alguien que no era de su agrado, ya lo iba a descubrir.
—Hola chicos—se escucho en la puerta, ambos se giraron—. Tanto tiempo sin verlos chicos.
—¡Crowley!—dijo Dean.
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A miles de kilómetros de distancia del bunker, exactamente en Illinois. En una casa de campo, un joven de aproximadamente trece años yacía en el suelo echo nudo, con sus brazos alrededor de sus piernas, mientras lloraba desconsoladamente. Frente a el tres cuerpos, dos hombres y una mujer.
El adolescente entre sus llantos llamada a sus padres, pero estos no contestaban y la razón era que de esos tres cuerpos, dos de ellos eran sus progenitores.
—¡Mama! ¡Papá!
En eso la puerta es abierta abruptamente, el chico se asustó, pero no se trataban de personas malas sino de la policía.
—Señor, encontramos al chico, esta vivo—aviso el efectivo por su radio. Con mucho cuidado se acercó al pequeño—. Tranquilo, todo está bien, ya estás a salvo.
—Johnson—llamó su compañero—. Hay tres cuerpos.
—Ya lo vi genio. Más bien aprende las luces que con las linternas no se ve nada—Su compañero obedeció, pero el grito de este lo asustó—. ¿Qué sucede, Fischer?
—No- No tienen ojos…
—¿Qué? —no podía creer lo que escuchaba. Se levanto y camino hasta los cuerpos y efectivamente, ninguno de los tres cuerpos tenían sus ojos.
—Debemos llamar a una ambulancia.
—Si, ya lo hice. ¿Qué haremos con el chico?
—Llevarlo con nosotros, debe declarar—retorno con el joven, pues debía decirle lo que iba pasar con el—Oye, se que es difícil para ti, pero debemos salir de aquí, pronto el FBI vendrá. ¿Cómo te llamas?
El joven alzo su rostro, al oficial le dio pena verlo, tenía los ojos rojos e hinchados.
—Bob, me llamo Bob Harris.
—Bien, Bob. Yo me llamo Steve Johnson—señaló su insignia donde estaba su nombre—, es hora de irnos.
Así pasó, los oficiales se llevaron al chico a la comisaría, y en la casa donde lo habían encontrado comenzaba las averiguaciones para saber lo que había pasado.
¡Hola!
Bueno, damos inició a esta nueva aventura. Si, otra historia destiel 😒. No puedo hacer nada, me encanta esta pareja.
Este es el primer capítulo, espero les guste y si es así, por favor agradecería sus votos, también me gustaría saber que piensan sobre este primer capítulo, así que comenten.
Gracias por todo el apoyo que le dan a mis fic.
Nos estaremos viendo en el siguiente capítulo; recuerden, cada viernes se actualizara la historia, atentos.
Eso es todo de mí parte, cuídense mucho y bendiciones.
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