4. No es robo si lo tomas prestado
Después de haber acordado de encontrarse con Crowley, Cass espero a que diera la media noche, sabía que para esa hora los cazadores estarían profundamente dormidos. Abrió la puerta de su habitación con sumo cuidado, evitando hacer rechillar los pernos. Sacó su cabeza para asegurarse que nadie pasara o se asomara por el pasillo, cuando estuvo seguro, salió de su habitación y cerró con delicadeza la puerta.
Castiel que había visto una película de espías con Dean hace meses, y viendo que los agentes caminaban de puntillas para no hacer ruido, imito aquello para desplazarse por el pasillo. Llegó al final del corredor, pero recordó que no tenia gracia para poder movilizarse hasta el cementerio.
¿Qué hago?
Entonces, se le ocurro algo inaudito, algo que haría a Dean enloquecer si se llegara a enterar. Su idea era tomar las llaves de baby e irse manejando hasta el cementerio.
—Sí hago eso, será ángel muerto —habló a la nada.
No deseaba hacerlo, pero necesitaba un medio para transportarse y el vehículo de Dean era el único que conocía. Volvió a caminar de puntillas, pero esta vez retornando hacia las habitaciones, se detuvo en la puerta del alcoba del mayor Winchester. Giró la perilla con sumo cuidado y entró sin hacer el mínimo ruido. Fue directo a la silla, donde colgaba la chamarra del rubio, busco en el bolsillo derecho; donde sabía que guardaba la llave y la tomó.
Camino hasta la salida, ya creía haberlo logrado, pero…
—¿Cass? —susurro Dean con los ojos entrecerrados, causando que Cass se sobresalte—. Cas, ¿qué haces?
Castiel quedo congelado en plena acción y escondió sus manos hacia atrás. Observó a Dean, quien lucia más dormido que despierto, contemplándolo con intereses. En ese estado podía mentir fácilmente al cazador, porque luego no recordaría nada.
—Nada, fui al baño y como estoy soñoliento —fingió bostezar—, me confundí de habitación, eso es todo.
Dean atino a asentir antes de caer profundamente dormido.
—¡Uff! —suspiro aliviado. Salió de la habitación y guardo las llaves en su bolsillo—. Eso estuvo cerca, será mejor que me prisa.
Fue hasta la cochera, colocó la llave en Baby, encendió el motor e inicio su marcha al cementerio, al menos no tendría que caminar.
(…)
La entrada del cementerio yacía cerrada, la única manera de entrar era trepando el muro. No deseaba hacer aquello, no era un delincuente, pero no había otra forma. Le costó mucho lograrlo, pero finalmente subió el muro, lo difícil fue saltar, por poco pierde una pierna.
Ahora soñó tenía que ubicar a Crowley, el cementerio era grande y sería una larga caminata. Luego de veinte mintió de andar en nicho en nicho, divino al demonio frente a un tumba, camino hasta su dirección.
—Siento llagar tarde —saludó mientras metía sus manos a sus bolsillos—. La entrada al cementerio estaba cerrada, tuve que saltar el muro para entrar.
El hombre con traje negro giró y le miró de pies a cabeza intentando identificar si era él a quien esperaba. Utilizo sus habilidades de demonio, vio gracia en el cuerpo del chiquillo, gracia que conocía bien.
—¿Plumitas? —El adolescente rodo los ojos.
—Quién más, yo fui quien te cito, ¿no?
—Lindo recipiente, pero me gustaba más el otro. ¿Qué dicen los Winchester de ese cambio?
—Lo odian, pero no fue voluntario.
—Explícate.
—Una bruja.
—Entiendo, esa cosa hizo de las suyas. ¿Cómo así? Se supone que un ángel ni puede ocupar otro recipiente si el envase no da su autorización.
—Eso es cierto, pero no cambie de envase, la bruja me transformó en esta cosa.
—Oh… —asintió el demonio—. Vaya que te hizo un daño, si los demonios se enteran van a querer aprovecharte. ¿Para eso me citaste?
—No exactamente, necesito que encuentres a Rowena.
Un bufido de fastido salió de la boca del demonio. Seguía sin agradarle escuchar el nombre de su madre. Aun no la perdonaba del todo.
—Ya imagino para que, sin embargo, no se donde podría estar. Esa mujer es muy escurridiza, se meterá en un agujero cuando oiga que la estoy buscando.
—Se que pido mucho, pero estoy desesperado. Los Winchester no me tratan como antes.
—¿Y como es eso?
—No me tienen respeto.
—¿Enserió? Pero nunca te han tratado con respeto.
—Vuelve a decir eso y te haré demonio al horno.
—Ok, niño. No te alteres. Haré lo que puede, no prometo nada.
—Esa respuesta me basta.
—No hay de que… Bueno mini plumita, fue un gusto verte —Lo dijo en tono burlón. Castiel lo dejo pasar—. Te llamo si tengo alguna información.
—Gracias, Crowley.
El demonio se despidió con una sonrisa y segundos después desapareció. Castiel quedo solo en el cementerio, sabía de muchas leyendas e historias de tenían al panteón como protagonista, un escalofrío recorrió su pequeño cuerpo.
Es cierto, los adolescentes temen sitios como estos.
Dejo esos temores a un lado, camino hasta la salida del cementerio y como había ingresado salió del lugar.
Suspiro aliviado cuando que el impala seguía estacionado donde lo había dejado. Sólo que noto algo raro. Se acercó al auto y vio a alguien sentado en el asiento del piloto.
—Hola, Cass —saludó el individuo—. Bonitas horas de salir a dar un paseo, sobre todo a un cementerio.
—Dean…
—Sube —ordenó abriendo la puerta el mayor. Castiel tuvo que obedecer.
—¿Cómo supiste que estaba aquí?
—Sam rastreo tu celular y el GPS de baby.
—Yo…
Dean levantó la mano, no quería oírlo.
—Hablaremos en casa, Castiel.
¿Castiel?
Solo había un motivo para que Dean le llamara con su nombre completo y eso era que el cazador estuviera muy cabreado.
—Estoy en problemas, ¿verdad?
—Cass, nadie roba a baby sin sufrir las consecuencias —gruñó el rubio—, ni siquiera tú.
******
Dean luego de la corta visita de Cass a su habitación no pudo seguir durmiendo, Cass no era de equivocarse de alcoba, además, él tenia su baño propio en su cuarto y sobre todo, los ángeles ni ocupaban los servicios. Se levantó de su cama y salió de su habitación, quería hablar un rato con el chico.
Toco la puerta como tres veces, pero nadie respondió. Decidió entonces entrar, sabia que eso era considerado una intromisión, pero se trataba de Cass y eso era válido.
—¿Cas? —llamó al ojiazul al ingresar, nadie respondió. Fue al baño, pero igual que la habitación lucia vacía—. ¡Mierda, Cass!
Salió de la alcoba y fue hasta la de su hermano. Sam por el sueño tardo en responder.
—¿Uhm? —El menor se sobo los ojos—, ¿Dean?
—¿Has visto a Cass?
—Eh…
—Que ese chico no está.
Ese comentario hizo que Sammy despertara por completo.
—¿Cómo qué no está?
—Eso, Sammy, no está. Su habitación está vacía.
—¿Buscaste en la sala o la biblioteca? —salió de su habitación y camino junto con su hermano a la alcoba del ángel —Recuerda que los ángeles no duermen y a él le gusta leer.
—No, no lo busque.
Efectivamente, Sam se dio cuenta que su hermano decía la verdad. Cass no estaba en su habitación, pero aquello no significaba nada, ya que el ojiazul prefería pasar más tiempo de ocio en la biblioteca que en su cuarto.
—Aquí no esta, busquemos en la biblioteca, es su lugar favorito.
Fueron hasta la biblioteca y Cass no estaba, buscaron entonces en cada rincón del búnker. Era como si al ángel se le hubiera tratado la tierra. Dean ya comenzaba a preocuparse, confiaba en Cass, era un ser poderoso, pero ahora estaba en el cuerpo de un chico y con sus poderes sellados eso le hacía vulnerable.
—¿Crees qué haya salido? —preguntó el menor, mientras abría su computadora.
—Es media noche. No lo creo.
—Eso lo veremos en las cámaras —Sam tecleo y en la pantalla se empezó a ver las grabaciones de la cámara de esa noche. Dean se puso a costado.
Hasta las once marchaba todo bien, pero a las doce en punto notaron como la puerta de la habitación del ángel era abierta por él mismo. También lo vieron caminar discretamente por el corredor, un par de minutos regreso y es cuando entró a la habitación de Dean.
—Ese hijo de perra… —murmuró Dean—. ¿Hay cámaras en la habitación?
—Las hay, pero la apago por las noches. Además, la alcoba es privada.
—¡Maldita sea! —golpea la mesa con su puño.
—Tranquilo, Dean. ¿Acaso no recuerdas que pasó? ¿Conversaron de algo?
—Cosas muy estúpidas en realidad, dijo que había ido al baño y por el sueño a su retorno se equivoco de habitación, luego salió.
—Si, aquí se ve que un par de minutos después de su ingreso a tu alcoba él salió, pero no retorno a su habitación sino que fue hasta la cochera.
—¡¿Qué?!
En el video se puede observar a Cas ingresando a baby y saliendo del búnker.
—Dean…
El de cabellera rubia estaba echando humo por las orejas, sus mejillas estaban rojas. Sam no tenía que adivinar el motivo de su enojo, baby era sagrada, nadie más que él podía tocarla.
—Rastrea a ese hijo de perra.
—¿Iras?
—Claro que iré, tengo que salvar al mi nena.
—Ok… Según el gps y la ubicación de Castiel son el mismo paradero.
—¿Dónde esta?
—Cementerio central.
Así ocurrieron los hechos. Por su parte Castiel se encontraba en serios problemas y sabía que se le venía una tormenta, no como la que estaba cayendo esa noche; la tormenta que se le venia era la furia de los Winchester, si bien Dean no decía nada durante el trayecto eso no significaba que no le reclamaría su accionar.
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