08
El beso seguía y la japonesa tomaba el control de la situación, acarició el pecho de la castaña pasando sus manos por la camisa de esta, sensualmente desabotono dos botones de ésta.
──E..espera ──pronunció la castaña separándose del beso. ──, n..no creo que esto sea b..buena idea.
Fue callada por los labios de la pelinegra, al instante se olvidó de lo que iba decir, era el efecto de la mayor en ella, no podía hacer nada, se dejaban ir por el momento, la pasión inundaba la habitación.
──¿Sana, tienes el control de m... ──era la voz de Riki arruinando el momento y entrando en el cuarto sin previo aviso, su cara era un dilema. ──Wow, wow...
──Enano, estoy algo ocupada... ¿qué quieres? ──habló Sana volteando su vista hacia su hermano, pero sin quitar la posición encima de la menor quien tenía la cara roja de vergüenza
──¿Tienes el control de mi televisión? ──preguntó.
──No, creo que esta en la sala. ──respondió la mayor.
Para estar en esa situación ambos hermanos hablaban bastante relajados, mientras la morena quería que la tierra la tragara. ──¿sabes?, deberías poner un calcetín en el pomo de la puerta. ──comento Riki con una sonrisa burlona.
──Solo cállate y salte. ──inquirió Sana con molestia.
El hermano salió y la pelinegra fue a cerrar la puerta con seguro, al volver a la cama Tzuyu estaba recostada, sostenía un cojín en su cara.
──¿Qué haces? ──preguntó Sana.
──Podría morir de vergüenza en este instante... ──dijo la menor aun con el cojín en su rostro.
──Vamos, Chou no seas bebé. ──inquirió la pelinegra con una sonrisa. ──ni siquiera presto atención... lo he visto en peores situaciones, créeme.
La castaña se quito el cojín, sus mejillas estaban ruborizadas a la japonesa le dio cierta ternura. ──y..yo voy al baño... y..ya vuelvo. ──se paró con el mismo cojín en su entrepierna caminando con el hasta el baño
──¿Te entusiasmaste demasiado, Chou? ──preguntó Sana con burla y una gran sonrisa sensual.
──¡Oh, cállate! ──replicó la morena entrando al baño.
Después de unos instantes, salió de este, la pelinegra veía algún documental con mucha sangre y órganos... ya saben bastante... Sana. La menor se recostó a su lado intentando no ver demasiado la pantalla plana que tenía enfrente, que ahora mismo veían el interior de la garganta de alguna persona.
──¿Cuándo aprendiste a pelear? ──inquirió la japonesa tomando el control y bajando el volumen de la televisión. ──quiero decir, cuando me invitaste al concierto y... pasó lo de Jongin, en serio, jamás creí que pudieras tumbar a más de una mosca o... a Taehyung.
──No es para tanto, sólo los asusté un poco. ──habló Tzuyu.
──¿Un poco? ──preguntó Sana con sarcasmo. ──juro que mas de uno se hizo pipí en los pantalones, y... Jongin es uno de ellos.
La morena comenzó a reír. ──si, supongo que del trabajo en la granja he aprendido algunas cosas.
──¿Cómo ser un Hulk o algo así? ──dijo con gracia la pelinegra.
──Si, digamos que algo así...
──Otra vez, la misteriosa Chou Tzuyu.
──¿De qué hablas? ──preguntó la menor.
──Nada, solo... vamos a dormir. ──seguido de decir esto la mayor se acurrucó en el regazo de la morena, quien se inmuto al principio, para después relajarse y abrazarla por el costado, pequeñas respiraciones se escuchaban por el silencio del cuarto, "buenas noches" fue lo que dijeron ambas antes de caer dormidas.
Pasaron algunas horas, suficientes de sueño, la pelinegra despertaba aturdida por el canto de los pájaros y la luz que se intercalaba por su ventana, con los ojos semiabiertos camino hasta sus persianas cerrándolas de golpe, para que su habitación quedara a oscuras, al acostarse de nuevo en la cama, tanteo esta varias veces, descubriendo la ausencia de cierta castaña en esta, se apresuro a salir de su cuarto, miró el reloj de la pared 9:37 marcaban, sus padres llegarían por eso de las 11, pero igual tenía que descubrir dónde se había metido la menor, entonces escucho unos gritos, caminó con prisa hacia el sonido, llego al cuarto de su hermano, la puerta estaba tapizada con negro y algunos carteles de vídeojuegos o deportes, entró sin pedir permiso.
──¡Oye eso es trampa! ──era el grito de la morena viendo el televisor con el ceño fruncido.
──¡No te escucha! ──exclamó con una sonrisa Riki. ──vaya forma de destrozar a un zombie.
──Si te dije que con el revolver era más fácil. ──aclaró Tzuyu con simpatía.
──Solo que es difícil, apuntar tan rápido a sus cabez... ──hablaba Riki cuando al fin percato de la presencia de su hermana en el cuarto, rápido presiono el botón de "pause".
──¡Hey! ──reclamó Tzuyu. ──¡¿por qué lo qui... ──decía cuando vio de repente a la japonesa. ──b..buenos días Sana. ──saludó.
──Chou, Riki. ──fue el saludo de la pelinegra. ──pensé que te habías ido ¿qué haces aquí, Chou?
──¡Oh! mira esto es... es una historia graciosa... ¡ja, ja!... Eh... lo que paso es... es que. ──empezó a explicar Tzuyu, viendo como Sana arqueó su ceja con disgusto. ──tenía algo de sed, entonces salí del cuarto y caminé... ¿sabías que los pasillos de tu casa son muy, muy largos? ──sin obtener respuesta continuó. ──bueno... en un punto de ir por agua a la cocina, me encontré con Riki y me dio una soda y... terminamos jugando videojuegos... aquí... no quería que te asustaras o algo así, debí avisarte, lo lamento.
──¡¿Qué?! ¿asustarme? ──dijo con indignación la mayor. ──estás loca Chou, solo creí que estabas agonizando o algo y... por Dios no quería perderme de eso
──¿Alguien quiere desayunar? ──interrumpió Riki bostezando.
Luego de eso los 3 bajaron a la cocina, Riki solo traía unos bóxers a cuadros azules y una camisa roja, Tzuyu insistió en ponerse sus pantalones para bajar pues los padres de Sana llegarían en unas horas, la japonesa preparaba hot cakes mientras la morena preparaba café, Riki rondaba preguntando "¿falta mucho?";después de unos minutos todos estaban en la mesa, la castaña dio a la pelinegra una taza blanca con el típico café negro con dos de azúcar. Todos comían en silencio.
──Entonces... ¿Tzuyu, eres lesbiana? ──preguntó de una Riki tomando con tranquilidad leche de un vaso.
──Sí. ──afirmó la morena. ──¿pasa algo?
──No, me alegro, es genial que te vayan las chicas, supongo que por eso no te molestaron las revistas y pósters que tenía en mi cuarto.
Sana frunció el ceño. ──¿qué revistas, enano? ──preguntó.
──De elmo y sus amigos. ──contestó con sarcasmo el menor Minatozaki. ── ...obvio pornográficas hermanita.
──¡Agh! Eres un pervertido. ──exclamó la pelinegra con molestia
──Y... ¿tú Sana? ──preguntó con una sonrisa maliciosa Riki.── ...digo, encontrarte encima de Tzuyu ¿no eras heterosexual?
En este punto la castaña empezaba a hundirse en su silla. ──Soy bisexual. ──declaró la japonesa.
──Oh eso, aclara las cosas. ──dijo calmado Riki metiendo un gran trozo de hot cake a su boca. ──igual Tzuyu tiene pene... así que.
──¡Riki! ──reclamó la morena.
──Eso es cierto, entonces se podría decir que no sería tan gay, ¿verdad? ──pronunció con burla la pelinegra.
──¡Sana! ──reclamó de nuevo la castaña "sin duda alguna, son familia".
En eso suena la puerta principal, la perilla gira con lentitud al resonar de unas llaves, la puerta se abre para mostrar a los padres Minatozaki.
──El tío Kentaro está loco, y punto. ──era la voz del señor Minatozaki con una sonrisa aunque su rostro se volvió mas serio al ver a la morena en casa
──¿Qué pasa cariño? ──preguntó dulce la señora Minatozaki. ──¡Oh, Tzuyu! ¿cómo estás?
──Muy bien, Sumire. ──contestó la castaña con gracia.
──Sana. ──habló Ryuto quien se veía un poco molesto. ──no me dijiste que tendrías visitas mientras no estábamos
──¡Ah! ¿Qué, te refieres a Chou? ella llegó a saludar y le ofrecimos pasar a desayunar, de hecho ya se iba. ──habló Sana con nerviosismo. ──¿verdad, Chou?
──Sí, si, yo ya me iba. ──dijo Tzuyu checando un reloj imaginario en su muñeca. ──mire la hora, es tardísimo, para ya sabe. ──Ryuto empezó con ese gracioso tic en el ojo. ──trabajar en la granja y eso... ──tomó rápido sus zapatos y seguido de un "Pasen buen día" salió de la casa Minatozaki.
El señor Ryuto veía con duda a sus hijos, quienes comían en silencio, para suerte de Sana, su hermano no dijo nada, solo le guiñó el ojo juguetonamente con una sonrisa, prometiendo así, guardar el secreto.
El fin de semana paso rápido, era inicio de semana en JYPE, la japonesa tenía un debate en su cabeza, mientras cerraba con fuerza su casillero.
──No creo que el casillero tenga alguna culpa. ──pronunció con una sonrisa Momo.
──No estoy para bromas Hirai. ──inquirió la menor con el ceño fruncido.
──Bueno, será que estás de mal humor, porque no has podido ser honesta. ──habló con tranquilidad la mayor alzando las cejas.
──¿Cuántas veces tengo que decírtelo? ──exclamó con molestia la pelinegra. ──no hay sentimientos hacia Chou, solo nos gusta divertirnos un rato pero solo eso, no hay emociones ni cosas cursis.
──Solo lograrás herirla y lo sabes. ──advirtió Momo con su típica mirada de sabia.
──No se de qué hablas. ──dijo Sana con una mueca de disgusto.
──B..buenos días Sana. ──saludo Tzuyu uniéndose a la conversación. ──Hola Momo.
──Chou. ──saludó Sana, Momo la vio con reproche.
──Yo ya me voy, adiós chicas. ──se despidió la japonesa mayor.
──¿Café? ──preguntó con una sonrisa encantadora la castaña enseñando un vaso en su mano.
──No. ──negó la pelinegra caminando por el pasillo para alejarse.
──¿Qué? ¿por qué? ──preguntó la morena. ──esta hirviendo, negro y con dos de azúcar.
──Okay, tal vez el café sí. ──habló San tomando el vaso. ──tú, aléjate.
──¿p..por qué? ──pregunto la menor sin entender. ──no pude hablar contigo, no contestas mis mensajes, ni mis llamadas, solo... quiero hablar contigo.
──No tenemos nada de qué hablar. ──pronunció la japonesa con desdén dando unos pasos hacia atrás por la cercanía de la castaña.
──Sí, sí tenemos. ──exclamó Tzuyu, posando su mano en la pared al lado de la pelinegra acorralándola. ──y lo sabes, lo sabes muy bien, déjame hablar. ──su ceño estaba levemente fruncido y su mirada decía mucho.
Sana se dio media vuelta y escapó del lugar donde estaba, camino fingiendo no escuchar a Tzuyu, sin tomarla en cuenta, los pasillos empezaban a vaciarse por el inicio de clases, la castaña ya había hecho de todo, Sana no la volteaba siquiera a ver, pasaban las clases y entre ellas, la morena volvía a insistir solo perseguir, la japonesa caminaba sin rumbo, solo escapaba, intentando no escuchar, era hora del recreo, Sana seguía ignorando a la morena, ésta se cansaba por momentos, pero nunca se rendía.
Los días empezaron a pasar, ¿qué pasaba por la cabeza de la pelinegra? Nadie sabe, dicen que si no vez algo se olvida, ¿no?, yo opino que en un intento de omitir algo, solo lo tienes más presente en tu mente, las noches eran largas para la morena, el insomnio la dominaba, ¿qué había hecho mal?, el consuelo de sus amigos no la ayudaba, y ella solo quería declararse, pero como lo haría, si no la escuchaba.
Era viernes, la morena estaba cansada, pero no se notaba, el insomnio no era algo que le afectara la imagen, vestía unos jeans grises oscuros, botas cafés claro, una camisa del mismo color con un abrigo negro. Veía como Sana tomaba algunos libros de su casillero, probablemente para tarea de fin de semana, se veía muy bien, el negro siempre le quedaba, era lo suyo.
──Sana. ──habló la morena con media sonrisa, al instante vio el cuerpo de la pelinegra tensarse pero siguió haciendo lo que hacia. ──Sana. ──repitió la castaña de nuevo no obtuvo respuesta.
La japonesa se disponía a irse, cerró su casillero, y sin mirar atrás donde estaba Tzuyu, caminó hasta la puerta principal, tomando tiempo al abrirla.
──¿Qué puedo hacer para que te des cuenta de que existo? ──fue el susurro que salió de los labios de Tzuyu con tanta nostalgia y tristeza que ella misma se sorprendió.
En un instante la mayor no pudo, no pudo más, la arrastro hasta el armario del conserje, con miedo a que alguien escuchara su conversación.
──Solo di, lo que tengas que decir y me iré. ──habló la pelinegra cerrando con seguro la puerta.
──T..te quiero hablar de mis sentimientos, al estar contigo. ──inquirió la morena.
──Chou, creo que no me expliqué bien, solo no hables de sentimientos, no hubo sentimientos. ──habló indiferente Sana.
──¿Y... y qué significaron los besos? ──preguntó con temor Tzuyu. ──¡¿no significó nada?! ──dijo rápido con pesar. ──Pode..podemos ser algo más, te llevaría al cine, al teatro, conciertos, parques, restaurantes, no... no ha acabado. ──su voz empezó a quebrar. ──Te llevaría a donde quisieras...
──Chou, no soy gay. ──habló dura la pelinegra no sabía cómo esas palabras rebotaron de su boca y no se sentía bien, no es lo que quiso decir.
──Oh... ya veo... era eso... ──"no soy gay" resonó una vez mas en su cabeza. ──Lo siento... yo p..pensé... ──entre los mechones que cubrían su rostro se veía una sonrisa triste. ──La verdad no sé ni qué pensé... ──quitó el cabello de su cara para ver los ojos avellana de la japonesa. ──Y..yo lamento mucho si te moleste. ──sus ojos reflejaban inmenso dolor, junto con el esfuerzo por no dejar caer las lágrimas. ──Solo... ──sus manos temblorosas pasaron por su pantalón quitando el sudor de estas. ──Perdóname. ──con eso se alejó.
──¡Espera, Tzuyu! ──fue el grito de Sana tomando la muñeca de la menor antes de que se alejara demasiado, esta se volteó, las lagrimas ya recorrían sus mejillas que estaban coloradas, la pelinegra no podía decir nada, viendo así a la castaña.
Sentía que el mundo se le venía encima.
──¡¿Qué?! e..es una tontería. ──inquirió Tzuyu con melancolía. ──Yo en verdad... pen..pensé que podría funcionar. ──pasó una manga de su camisa para limpiar una lágrima de su mejilla. ──Ya no soporto seguir ocultando lo que siento y fingir que solo quiero ser tu amiga. ──con seriedad volvió su vista hasta la japonesa, viéndola, una sonrisa adornó su rostro, algo confuso pues una lágrima cayó en el mismo instante. ──Tú, me gustas mucho. ──se confesó. ──Lo siento. ──pasó una mano por su cabello con frustración. ──¡enserio, joder! yo... lo siento. ──chilló, su voz era entrecortada junto con respiraciones fuertes y suspiros. ──Tú... nunca lo entenderás... cuánto... de verdad... te amo. ──las lágrimas caían sin parar. ──No me mires así. ──reprochó viendo la expresión de la pelinegra que tenía la cara bastante contrariada.
──¿C..cómo?
──¡Tú sabes cómo! ──pronunció en un suspiro la morena acercándose a Sana. ──con... pena, con lástima... n..no me mires así, lo que más me gusta de ti es como miras a todos con superioridad. ──tomó con cuidado la mejilla de la japonesa con delicadeza la acarició. ──Estaré bien, lo prometo, pero dame tiempo. ──inquirió firme sus ojos seguían rojos. ──yo... tal vez no te vea en un rato, así olvidarme, es decir, sacarte de mi cabeza. ──mostró una sonrisa triste. ──al menos te dije lo que siento. ──suspiró pesadamente. ──gracias por escucharme... te vi hace rato hablando con Momo, ella te quiere, es una buena chica. ──comenzó a recoger su mochila del suelo, con pasos lentos caminó a la puerta de salida, una mirada hacia atrás "Una ultima vez..." ──Esté o no esté contigo, siempre te quiero ver feliz...
Antes de abrir totalmente la puerta, esta fue cerrada ruidosamente, con duda Tzuyu volteó a ver a la mayor, está la tomo con fuerza de la camisa levantándola un poco pues la castaña era más baja, no pudo decir nada cuando la estaban besando, era un beso intenso y desesperado, la menor empujo un poco el pecho de la pelinegra. ──¡No! ¡Espera! ¡p..para ti, no significa nada, no me toques! ──era su queja mientras las lagrimas volvían a caer. ──no... no me toques... por favor... si no sientes nada... no me toques... no seas amable... me lastimas. ──"No podré vivir, sin tus besos" aún haciendo fingido esfuerzo en zafarse, Sana la retenía, ahora estaban en el suelo, Sana encima de ella, el aire les faltaba, sus lenguas se habían unido al juego, bruscamente la mayor aprisionaba los brazos de la mas alta hacia arriba, al separarse ambas respiraban con dificultad.
──Chou. ──la llamó esta, la morena todavía estaba algo aturdida por el beso. ──Escúchame. ──dijo más segura. ──Tú, tú.. me haces feliz, idiota. ──fueron sus palabras. ──Yo debo pedirte disculpas, ¡diablos! cuando se trata de ti, no sé... ¡no tengo una puta idea de cómo actuar!, solo sé una cosa... no quiero que te alejes de mí... ──con cariño abrazó a la castaña despeinando con ternura el cabello de esta. ──Quédate conmigo... Tzu.
No bastó más, el llanto vino a la morena, pero esta vez era de felicidad, bueno... no de felicidad... eso no existe, cuando lloras de "felicidad" es en realidad... ¿cómo decirlo?; es alivio, por todo ese miedo, toda esa angustia, simplemente la estás soltando... pues si, eso hace Tzuyu ahora mismo, esta soltando toda la tensión, el estrés, la angustia y sobretodo, el miedo, ahora al saber que Sana la corresponde.
──Ya no llores. ──era el consuelo de la japonesa, ambas se encontraban recargadas en la pared, la cabeza castaña caía en el hombro de la pelinegra quien con un brazo la tomaba el hombro con afecto.
──¿Sana?
──¿Si?
──Te quiero.
──Yo también, Chou. ──otra vez el lloriqueo resonó por el pequeño cuarto. ──¿Vas a llorar cada vez que te diga te quiero? ──preguntó con gracia Sana.
──Tal vez...
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