#4: La Caída de Krypton

Grandes edificios se encontraban en llamas, mientras las calles se llenaban de gente corriendo como hormigas. En una situación donde muchos se entregarían a sus instintos más básicos y solo buscarían su propia supervivencia, había cientos de personas intentando ayudar a sus conciudadanos. Eso es lo que Superman les había enseñado.  

Pero a pesar de toda la ayuda, esta no podía llegar a todo el mundo. Y una niña solitaria observaba entre lágrimas un edificio en llamas, estando peligrosamente cerca de los restos de unos escombros. Tan peligrosamente cerca, que una parte de estos empezó a caerse.  

—¡Cuidado!

Un hombre corrió y tomó del suelo a la pequeña, llevándola consigo y evitándole una muerte segura.

—Hey, niña —exclamó el hombre, conocido como Bruce Wayne, bajando lentamente a la pequeña—. Tranquila, todo estará bien—. El varón se quitó su saco para cubrir a la niña con este mientras hablaba—. Te ayudaré a buscar a tus papis. ¿Tienes idea de donde puedan estar?

La niña sin dejar de llorar apuntó hacia un edificio que se encontraba en llamas. Bruce, comprendiendo inmediatamente lo ocurrido, sintió como si su corazón se paralizara. Mientras cerraba sus ojos un momento, recordó como el llanto, la tristeza, la desesperación y la muerte podían destrozar el alma inocente de un niño. Y al abrir los ojos, vio en el cielo un combate entre dos seres que solo podrían ser catalogados como dioses para los mortales. Y sin dudarlo abrazó con fuerza a la niña mientras sus furiosos ojos no perdían detalle de aquel encuentro.  

«Acaba con ese hijo de puta, Clark».

Ambos superhombres cayeron estrepitosamente al suelo, dejando un enorme cráter y separándose por el impacto.  

—¡Eres un necio, Kal-El! —gritó furioso Zod, con un pequeño hilo de sangre cayendo de su boca—. ¿Cómo es posible que traiciones a tu gente por estos seres inferiores? ¡Naciste en Krypton! —afirmó Zod, señalando con el dedo índice a Superman—. ¡Tu deber es para con Krypton! El bien más preciado que uno tiene en la vida es su pueblo y por el bien de ese pueblo uno nunca debe dejar de luchar, nunca debe ceder y nunca debe perder la fe y la esperanza —aseguró Zod, apretando su puño derecho frente a su torso.  

—Este mundo es mi hogar —aseguró Superman, apoyándose en su rodilla derecha para poder levantarse—. Estas personas, son mi pueblo. Los humanos no serán perfectos ni tan avanzados, pero ellos merecen usar su oportunidad para mejorar. Y te juro por mi alma, que no permitiré que alguien como tú venga a quitársela.  

Zod salió volando hacia Superman pero este le disparó con su visión de calor para ralentizarlo. Zod se cubrió con  sus antebrazos sin dejar de avanzar, usando su súper oído para saber donde se encontraba su enemigo. Superman avanzó sin cesar su ataque, y solo dejó de disparar cuando estuvo a pocos metros de Zod. Moviéndose velozmente a un costado, le propinó un gancho a las costillas que lo mando a volar. Zod logró mantenerse en pie pero no tuvo tiempo de reaccionar cuando la visión de calor de su enemigo cayó sobre su rostro. Pronto aquel ataque fue reemplazado por los poderosos puños de Superman, quien le conectó un primer golpe a la mandíbula. El segundo impacto fue un izquierdazo también a la mandíbula, seguido por un golpe a la nariz. Zod retrocedió ante aquellos golpes, pero no se hizo menos. Logró bloquear un nuevo puñetazo dirigido a su rostro, y respondió con un rápido golpe a los ojos de su enemigo. Sin darle tiempo a reaccionar le conectó un codazo en la boca, tras lo cual lo tomó del hombro derecho para obligarlo a inclinarse. Aprovechando la posición le conectó un rodillazo en el pecho junto a un codazo en la columna. Tras esto lo tomó de la capa y arrojó bruscamente a un costado, disparándole su visión de calor para seguir castigándolo. Pero un gran rayo de energía verde cayó sobre Zod y lo arrastró varios metros por la calle. Pronto ese rayo envolvió a Zod, capturándolo en una especie de crisálida.

—¡Se acabó, Zod! —afirmó Abin-Sur, notablemente lastimado—. Como Green Lantern de este sector, te ordeno...

La crisálida empezó a agrietarse hasta que finalmente se destrozó por completo, dejando salir a un Zod más que furioso. Abin-Sur género un escudo frente a él para protegerse, pero cada golpe de Zod lo hacia salir volando. El general perseguía a su enemigo sin dejar de azotarlo con sus golpes, hasta que finalmente rompió su escudo. El primer golpe le destrozó las costillas derechas, mientras que el segundo le fracturó parte del tórax e incluso le atravesó la piel. Zod tomó del cuello a Abin-Sur mientras se preparaba para darle un último golpe, pero el guardián espacial junto energía en su anillo para conectarle un golpe ascendente al mentón, logrando sacárselo de encima. Antes de volver al ataque, una serie de disparos impactaron en la espalda del kryptoniano, quien vio a varios aviones caza detrás suyo. Abin-Sur aprovechó la pequeña distracción para caer con un demoledor derechazo contra el rostro de Zod, haciéndole escupir bastante sangre. Le intentó conectar otro golpe pero Zod pudo atraparle el antebrazo antes de conectarle un izquierdazo feroz que llegó a desprenderle un ojo.  

—Te estas quedando sin energía, Lantern —aseguró Zod—. Eso será tu muerte.  

Zod le conectó otro golpe en el rostro, y otro, y otro, todos a una velocidad increíble. El rostro de Abin-Sur se baño en su propia sangre morada antes de ser arrojado hacia el grupo de aviones, atravesando algunos sin poder evitarlo. Uno de los aviones logró moverse a tiempo para no ser atravesado del todo, pero el Linterna impactó y destrozó una de sus alas, haciéndolo caer. Zod destruyó rápidamente los demás aviones antes de tomar del rostro a su enemigo. Ignorando el avión que caía, permitió que el piloto se eyectara de este para evitar su muerte.  

—Quiero que sepas que no tengo nada contra el Corps —afirmó Zod mientras le rompía la mano derecha a Abin-Sur, haciéndolo gruñir—. Fuiste un buen soldado, y te daré una muerte digna.  

Los ojos de Zod se iluminaron en rojo, pero antes de efectuar su ataque fue embestido por Superman y alejado rápidamente del Green Lantern. Abin-Sur quiso ir en ayuda de Kal-El, pero vómito una gran cantidad de sangre antes de caer estrepitosamente al suelo, siendo observado a la lejanía por el piloto sobreviviente.  

Nam-Ek atravesó un edificio junto con Detective Marciano, intercambiando feroces golpes que hacían temblar todo el lugar. El kryptoniano lanzó un izquierdazo pero J'onn se volvió intangible para esquivarlo. Rápidamente recuperó su forma sólida y le conectó un derechazo que mando a volar a su enemigo, tras lo cual estiró su mano para tomarlo de la pierna y azotarlo contra el suelo. Nam-Ek disparó su visión de calor contra el Detective Marciano, provocándole grandes quemaduras que lo hicieron retroceder.  

—¿No te gusta el fuego, marciano? —preguntó Nam-Ek con una gran sonrisa—. Voy a quemar tu maldito cadáver.  

Nam-Ek volvió a disparar su visión de calor, pero esta impacto con los rayos ópticos del héroe. 

Wonder Woman intercambiaba feroces golpes con Faora, notándose el cansancio en ambas guerreras. La amazona logró bloquear con sus brazaletes un golpe de la kryptoniana, tras lo cual le conectó un revés en la boca. Faora respondió con un gancho al hígado que casi deja sin aire a la princesa, pero esta no se quedó atrás y le propinó un izquierdazo en el rostro a su enemiga. La descendiente de los dioses le conectó una doble patada al pecho a la invasora, logrando apartarla varios metros. Sin dudarlo se lanzó tras ella, pero Faora respondió con su visión de calor. Wonder Woman logró cubrirse a tiempo con sus brazaletes, pero la presión del ataque la hacia retroceder.  

—Si esto es lo mejor que tus dioses pueden ofrecer, ¡entonces ellos también caerán ante el poder de Krypton!  

—Zeus, por favor dame fuerzas —exclamó Diana entre dientes, mientras sentía como sus brazaletes empezaban a quemarle la piel.  

Wonder Woman dio un salto a un costado para esquivar el rayo calorífico, tras lo cual se impuso con sus poderosas piernas y saltó hacia Faora. Antes de que la kryptoniana pudiera responder, la amazona chocó sus brazaletes entre si y provocó una enorme explosión.  

Superman cayó estrepitosamente al suelo, con bastante sangre cayendo por su rostro y gran parte de su traje roto. El hombre de acero se arrastró mientras intentaba levantarse, mientras Zod aterrizaba bruscamente frente a él. Sin darle tiempo a una reacción le conectó una poderosa patada al rostro que mando a volar al héroe de Metrópolis.  

—Vine hasta ti en paz, Kal-El —aseguró Zod, caminando hacia Superman—, con los brazos abiertos en honor a tu padre ¿Y es así como me tratas? ¿Como te atreves a alzar tu mano contra mi, maldito niño presuntuoso?

—Eres un demente —afirmó Superman mientras escupía grandes cantidades de sangre—; un lunático delirante. No permitiré que lastimes este planeta y a sus habitantes.

—No permitiré que me habla así una basura que prefiere a estos insectos antes que a su propia gente —aseguró Zod, mientras veía a su enemigo levantarse—. Te has ablandado en la Tierra, viviendo bajo sus leyes y sintiendo vergüenza por tu herencia kryptoniana. Criado por débiles padres humanos.

—¡No te atrevas a hablar de mis padres!

Superman se puso de pie, respirando con enorme fatiga y sintiendo el dolor apoderarse de sus cansados músculos. Sabía que no podía ganar solo, pero la ayuda no tardo en aterrizar a su lado.  

—Tus soldados han caído, Zod —afirmó Detective Marciano, arrojando a Nam-Ek a los pies de Zod—. No tienes forma de ganar.  

—¿Crees qué llegué a general por rendirme ante las adversidades? —preguntó Zod, con sus ojos rojos largando humo—. Yo soy la salvación de Krypton, y ustedes solo son una barrera que me impide alcanzar mi objetivo. Una barrera que voy a destruir.  

El piloto sobreviviente caminaba por el interior de un edificio destrozado por la feroz batalla. Adentrándose cada vez más, logró visualizar al Green Lantern moribundo en el suelo.

 
Sin dudarlo corrió hacia el héroe caído, quien lo observó con inquietante calma.  

—Tranquilo —habló el humano, arrodillándose junto al alienígena para examinar sus heridas—, voy a pedir ayuda por la radio.  

—No hace falta —afirmó Abin-Sur—. Ya es muy tarde para mi, humano.  

—No puedes rendirte —dijo el hombre de cabello castaños—. Debes luchar.  

Abin-Sur sonrió ante aquellas palabras, incluso llegando a reír un poco lo que le provocó una fuerte tos con sangre.  

—Tu nombre. Dime tu nombre, humano.  

—Hal. Me llamó Hal Jordán.  

—Hal Jordán, puedo sentir una gran fuerza de voluntad en ti. Yo soy Abin-Sur —dijo mientras se sacaba el anillo de su mano rota—, y te doy la bienvenida a los Green Lantern Corps—. Abin-Sur le entregó su anillo a Hal, quien lo tomó con ciertas dudas—. Repite después de mi... en el día más brillante.  

—En el día más brillante —repitió Hal, sin notar que tres luces verdes descendían detrás de él.  

Superman atravesó varios autos y escombros debido a un poderoso golpe. Zod se dispuso a ir tras él, pero el Detective Marciano logró interceptarlo. Convertido en una serpiente humanoide con brazos, el héroe cerró su cuerpo sobre los brazos y el torso del kryptoniano para inmovilizarlo, mientras le conectaba feroces golpes al rostro que llegaban a sacarle grandes cantidades de sangre. Zod, preso de su incontrolable furia, logró disparar su visión calorífica al estómago de su enemigo. El rayo de energía atravesó la carne y los nervios del marciano, que gritó del inconmensurable dolor mientras aflojaba su agarre. Pero antes de que Zod pudiera seguir atacando, Superman le conectó un derechazo al rostro que lo hizo volar algunos metros.

—¡John! —exclamó Superman, volteándose inmediatamente hacia su compañero.

—No te preocupes, Kal-El —habló el marciano tras volver a su forma humanoide—. Aunque mi herida tarde en sanar por el fuego, me recuperaré.

Zod escupió sangre mientras se ponía en pie, con demasiados pensamientos chocando en su mente. Él, quien fue héroe y líder militar en su mundo, se veía superado por un marciano y un traidor a su raza. Su sueño de reconstruir la civilización kryptoniana estaba al alcance de su mamo, y no podía tomarlo. Ignorando el cansancio y el dolor, logró ponerse completamente de pie pero inmediatamente tuvo que cubrirse con sus antebrazos de los rayos oculares del Detective Marciano. Retrocediendo un poco por el impulso, gruño como animal herido antes de que el ataque cesara. El marciano se siguió aproximando y Zod se preparó para recibirlo con sus puños, pero Superman atravesó el suelo debajo suyo y le conectó un golpe ascendente al mentón. Dru-Zod se elevó por el impacto, cosa que J'onn aprovechó para golpearlo con ambos puños en el estómago. Ambos combatientes se apartaron cuando cayeron al suelo, cosa que Superman aprovechó para disparar su visión de calor contra la espalda de su enemigo. Zod se volteó furioso y recibió una patada descendente en el rostro que lo sacó de equilibrio. Rápidamente le lanzó un izquierdazo al rostro, seguido de un gancho a las costillas y rematado con un uppercut al mentón. Zod intentó defenderse pero el Detective Marciano -quien había alargado sus extremidades- le sujetó los brazos desde atrás, dándole oportunidad a Superman de propinarle cientos de golpes a supervelocidad en el estómago y las costillas. Cuál animal acorralado, Zod reaccionó con una ferocidad instintiva. Saltó en el lugar para darle una doble patada a Superman en el pecho, logrando sacárselo de encima. Inmediatamente giró su mirada encendida hacia uno de los brazos del Detective Marciano, logrando cortarlo en el acto. El héroe gritó ante el ardiente dolor y se volvió invisible para protegerse. Zod, agitado y con sangre saliendo de su boca, iba comprendiendo que alcanzar la victoria no seria posible en tales condiciones, y eso le era más doloroso que todas sus heridas.

—«Desearía haber muerto con mi mundo —pensaba Zod, mientras se tomaba de las costillas—. Y ahora moriré sabiendo que falle en restaurarlo. Le falle a mi gente. Doy mi vida, por un mundo que ya no existe». ¿¡Qué es lo que están esperando!?

Detective Marciano apareció por debajo de Zod y le conectó un feroz golpe al rostro que lo hizo salir disparado al cielo. Y mientras se alzaba, observó como Superman iba volando hacia él con ambos puños por delante y sus ojos rojos echando humo por la furia. Y aceptando con honor su derrota, los dos puños del hombre de acero impactaron estruendosamente la cabeza del general, llevándolo nuevamente al suelo.

El pavimento se desmoronó por el impactó y el cuerpo desmayado de Zod quedó semisepultado por este. Superman se encontraba de pie sobre él y pronto se le unió el Detective Marciano.

—Tu brazo —dijo Superman, observando a su compañero.

—Ya reintegre la parte amputada a mi cuerpo, solo es cuestión de tiempo para que me regenere.  

Un resplandor verde se hizo presente en los cielos y este empezó a descender, revelando a un nuevo Green Lantern.

—Tú debes ser J'onn J'onzz —habló el Linterna de piel magenta—. Soy Thaal Sinestro. Vinimos para tomar bajo custodia a los kryptonianos invasores.

—¿Dónde está Abin Sur? —preguntó Superman.

—Murió —afirmó Sinestro antes de alzar la mirada—. Sus heridas eran muy graves y su cuerpo no aguanto. Su anillo escogió al humano que carga su cuerpo como sucesor.

Superman y Detective Marciano observaron por un momento al humano de cabellos castaños, sin saber que en el futuro sería uno de sus grandes aliados.

—Puedes llevarte a Zod —dijo finalmente Superman.

Sinestro rodeó a Zod con energía verde y se alzó hacia donde sus compañeros lo esperaban para salir todos del planeta.

—¿Y ahora? —preguntó Hal.  

—¿Es necesario llevar al novato? —preguntó uno de los Lanterns, el más grande en tamaño.

—Paciencia, Kilowog —habló otro Lantern, con apariencia de pez—. El anillo lo escogió por algo.

—Ya veremos, Tomar-Re —dijo Sinestro—. Ya veremos.  

Horas más tarde, el general Samuel Lane se encontraba sentado en su oficina, con vendajes en la cabeza y en su brazo amputado.  

—¿No debería guardar reposo en una cama? —preguntó con mordaz ironía Lex Luthor, sentando frente al militar.  

—No tengo tiempo para eso ni para tus chistes, Luthor —dijo con molestia el general—. Nuestro mundo acaba de ser invadido. Mataron a nuestro presidente y humillaron a nuestro ejército. Quedamos mal parados ante el mundo.  

—Desde que Superman apareció les he advertido del peligro que representa, pero prefirieron confiar en un alienígena que baja gatitos de árboles antes que en un miembro de su propia especie —exclamó Luthor con desprecio.

—Y ahora que el mundo sabe de lo que Superman es capaz, es el momento justo para deshacernos de él.

—Necesito acceso a la nave donde llegaron los kryptonianos —dijo Luthor.

—Superman y su amigo verde se la llevaron —exclamó Lane, con cierta decepción—. Pero tenemos acceso a una de las mejores tecnologías del planeta —aseguró Lane mientras le pasaba unos planos a Luthor.

—La armadura de Iron Man —afirmó Luthor mientras observaba los planos.

—Es justo lo que necesitamos para poner en marcha el proyecto Metallo —aseguró Lane—. Y sea lo que sea que este haciendo Superman ahora, espero que este disfrutando el poco tiempo que le queda de vida.

Superman sobrevolaba Metrópolis con su traje aún roto y sucio. La noche ya había cubierto con su manto espectral a la ciudad y el hombre de acero no se había tomado ningún descanso desde que la invasión kryptoniana fue detenida. Tomándose todo de forma personal, no había cesado en ayudar con la destrucción que el ataque de su raza había causado.

—¡Superman!

El héroe volteó y observó a Lois Lane sobre un tejado, vestida con ropa igualmente sucia por las tareas de búsqueda y rescate. El hombre de acero se tomó un momento para descender frente a la fémina en busca de saber lo que esta necesitaba.

—¿Estas bien? —preguntó Lane de forma inmediata—. Te ves... cansado.

—Lo estoy —admitió Superman—. Pero esto es mi responsabilidad, y no puedo detenerme hasta que los haya ayudado a todos.

—Lo que paso no es tu culpa —afirmó Lois.  

—Si hubiera sido capaz de detener a Zod de forma inmediata, cientos de vidas se hubieran salvado —afirmó Superman mientras agachaba la mirada—. He visto los cuerpos entre los escombros. Todas esas personas muertas, por mi culpa.

Lois, de forma instintiva, se aproximó a Superman y lo tomó del rostro para hacer que este la mirara. Conectando sus miradas, Clark dejo de sentirse solo por primera vez en mucho tiempo.

—No es tu culpa —aseguró Lane—. Diste todo por esas personas, y lo sigues dando en este momento. Pero incluso tú necesitas descansar. Incluso Superman necesita ayuda. Y no tienes que lidiar solo con esta carga. Déjame ayudarte.

Lois abrazó con gran fuerza a Superman, sorprendiendo al poderoso hombre que no pudo hacer más que corresponder. Pudiendo relajar por un momento sus músculos, se despejó por unos segundos de todo. Y comprendió que -ya sea como Superman o como Clark Kent- a pesar de sentirse aislado y rechazado por la mayoría, mientras hubiera una sola persona que le extendiera la mano no estaría realmente solo.

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