Capitulo 6

Me siento libre. El timbre por fin a sonado y escucho  mi corazón bombear de nuevo. Han sido las horas más largas de mi vida. Definitivamente odio el instituto. De repente siento un brazo que me agarra por detrás, haciendo que me gire.
- ¿ Qué vas diciendo de mi subnormal? -Miro a la cara a la chica sin saber que decir.
- Yo... yo... ¡ Ni siquiera te conozco!
La chica me mira con cara de rabia y observo que es bastante más alta y robusta que yo.
- Mira niña, se que me has ido criticando, que si soy muy puta, que si estoy gorda, que si soy imbécil. - Me revientan las niñatas que se hacen las inocentes como tú.
- Yo no me hago la inocente.- niego con la cabeza algo asustada.
- ¡ Por favor! - chilla. Si parece que no hayas roto un plato en tu vida. -Se acerca a mí con una sonrisa. -  Que pena que luego seas tan perra.
- ¡ Yo no he hecho nada!  ¡ Y no soy una perra!  - grito enfadada.
- ¡ A mí nadie me habla así! ¡ Niñata de mierda! - observo su cara y comprendo que es hora de correr. Corro como si mi vida dependiera de ello y consigo esconderme en un baño público al que hecho el pestillo, con la esperanza de que no logre encontrarme.
- ¡ Abre! - ¡ Sé que estás ahí! - grita mientras golpea más fuerte la puerta.- ¡ Mierda! - digo para mí - Pienso unos instantes que  hacer y decido abrir un poco la puerta ya que puede tirarla abajo.
- ¡ No me hagas nada!  - suplico con la cabeza y una mano sacadas por la puerta.
Ella me saca de un tirón del baño y comienza a golpearme.
Me tapa la boca para que no grite mientras me golpea más fuerte. Yo lloro y le pido que pare. Tras un par de golpes más me hace caso y para. Me miro al espejo del pequeño baño público y descubro que tengo un  ojo morado y la cara hinchada. Saco el maquillaje que llevo en mi mochila y comienzo a taparme el moratón.  No quiero que nadie me vea así.

Por fin llego a mi casa y no quiero hacer otra  cosa que tumbarme en mi cama a llorar, o leer en el mejor de los casos. Leer siempre me ayuda a evadirme de la mierda de vida que llevo. Siento a los personajes, sus alegrías, sus penas, y pienso en como sería mi vida si esta fuese una novela. No tendría miedo, no dejaría que nadie me humillase, tendría muchos amigos, sería feliz.
Una lágrima intenta escaparse de mis ojos pero la retengo. Abro la puerta y como mis padres no están, y no tengo que preocuparme porque alguien me vea,  me hecho a llorar dejando que mis penas y mis malos recuerdos salgan.
Tras varías lágrimas más y una buena novela, ya me siento mejor. En ese momento suena el teléfono y veo que  es Jean.
- Hola - lo saludo tímida.
-¿Donde estás?  - pregunta en un ligero tono de enfado.
- En mi casa,  lo siento es que... - respiro - me ha surgido un problema.
- ¿ Estás bien? 
- Si - intento sonar lo más sincera posible, pero fracaso.
- Voy para allá.
Quiero decir que no,  pero la línea se corta impidiéndomelo.
Corro deprisa al baño a limpiarme el maquillaje para que se note lo menos posible que he estado llorando. Mi cara está hecha un asco, el rimel y el delineador corrido se mezclan con el maquillaje con el que cubrí  los golpes.
- ¡ Dios !  - exclamo al ver mi cara sin maquillaje.  Pienso en volver a maquillarme , pero llaman a la puerta.
- Ali - soy yo- Jean.
- ¡ Ya voy!  exclamo olvidando por completo lo del maquillaje. La sola idea de pensar en ver a Jean me pone feliz, aunque no sea en la situación indicada.
- ¡¿ Que te pasado?!
- Me he dado con una puerta- miento haciendo todo el esfuerzo por ser creíble.
Él frunce el ceño y se que me ha pillado.
- Sabes que no me lo creo- confirma mis sospechas y yo asiento. No me siento capaz de decir nada así que me quedo callada.
- ¿ No me lo vas a contar verdad?  - vuelvo a asentir en silencio. Él me mira y acto seguido me da el abrazo que tanto quería y necesitaba. Dejo que sus reconfortantes brazos me rodeo e intento calmarme escuchando el sonido de nuestros corazones latiendo al unísono. Comienzo a llorar, y el me estrecha más fuerte contra su pecho.

Cuando por fin paro de llorar lo miro a los ojos y me doy cuenta de lo azules que son. Él me devuelve la mirada y nos quedamos unos instantes así perdidos en los ojos del otro. Su mirada pasa de mis ojos a mis labios y él se va acercando a mí lentamente. Sin darme siquiera cuenta yo también comienzo a mirarle los labios y pronto estos se funden en un intenso beso. Dejo que este me calme y por unos instantes solo estamos él y yo. Abro la boca dejando pasa a su lengua en busca de más. Nuestras lenguas se mueven en perfecta sincronía mientras él pone la mano en mi cintura profundizando más el beso.
- Lo siento - se disculpa apártandose de mí. Sin dejar que diga una palabra más lo cojo por la nuca y le doy otro corto beso en los labios.
- No lo sientas- suelto dejando que mi corazón hable por mí - me gustas Jean.
Mis palabras le toman por sorpresa y se queda callado unos instantes hasta que por fin dice:
- Y creo que tu a mí.

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