Capítulo 2: El Naufragio

Mario: (emocionado) ¡Vamos Luigi, tira los dados! Jeje.

Luigi: (tenso) Ugh, ya voy.

El fontanero de ropajes azul y verde toma los dados. En su mano, comienza a agitarlos preparándose para lanzarlos en dirección del tablero de cartón que estaba en frente de él. Se encuentra en un momento crucial que determinará su gloriosa victoria o su derrota definitiva.

Luigi: (susurrando) Espero que salga una suma mayor a nueve, ¡por favor, por favor, por favor!

Segundos después de haber girando los dados, el fontanero se armo de suficiente valor para tirarlos. Al lanzarlos, observó como el fabuloso fenómeno gravitatorio que representa el tiro parabólico actuaba sobre ellos. Nunca antes el fontanero había deseado tanto que la física estuviese de su lado. Durante su caída, uno de ellos apenas y rebotó en el tablero deteniéndose al instante, dejándole una grata sorpresa a su tirador al mostrar su faceta más abundante, que es seis.

Luigi: (emocionado) ¡Si! Jeje.

Debido a que el fontanero lanzó los dados con un impulso desproporcionado, la fuerza con el que lanzó el segundo dado fue mucho mayor comparado con el primero, quien incluso ya dio un resultado, dando como implicación que el segundo dado saliese del área del tablero en el que él y su hermano jugaban, desplazándose mientras giraba por el largo de la mesa, deteniéndose dramáticamente justo en la esquina a punto de caer al suelo.

Ambos fontaneros voltearon a verse por un instante antes de levantarse de su asiento para verificar el resultado que arrojó el segundo dado, fijando su mirada en éste mientras caminaban en su dirección para tener una mejor perspectiva de la sorpresa que les estaba aguardando. Una vez que ambos se acercaron lo suficiente al dado, observaron con suspenso el resultado que arrojó.

Mario & Luigi: (en coro) Tres...

Una expresión de alegría junto con una sonrisa se dibujaba en el rostro del fontanero rojo mientras que en el caso del fontanero verde sucedía exactamente lo opuesto.

Mario: (da un brinco) ¡Yahooo!

Luigi: ¡Noooo, No puede ser!... (Se encorva ligeramente) Y con lo bien que me estaba yendo...

Mario: (Dirigiendo la mirada hacia al tablero) Con esa cantidad te vas a quedar a una casilla de la estrella ¡en el último turno! Y esa ni si quiera es la peor parte.

Luigi: (un poco nervioso) ¿¡hablas en serio, que podría ser peor!?

Mario: Que vas a caer en una casilla de Bowser.

Inmediatamente ambos regresan al tablero, el fontanero verde toma su figura que lo representa en el juego y lo desplaza las nueve casillas, contándolas una por una, solo para toparse con la dura realidad que su hermano mayor le había advertido.

Mario: Mejor suerte la próxima vez jeje.

Luigi: Aún no me lo puedo creer, con lo cerca que estaba de ganarte esta vez.

Mario: Pues cuida mejor tus monedas, no las gastes en trampas donde tú mismo vas a caer jeje (le da unas palmadas en la espalda).

Luigi: (sarcástico) Muy gracioso Mario, la próxima vez te ganaré.

Mario: (Lo abraza de hombro a hombro) Dicen por ahí mi querido hermano, que el que persevera alcanza, solo no pierdas el espíritu.

Era una tarde tranquila y pacífica en la casa de los hermanos Mario, el sol estaba dando sus últimos momentos de luz para dar por concluido el día, demostrando ampliamente lo mucho que puede representar un hermoso atardecer, ofreciendo un clima agradable para los habitantes, con suaves caricias del viento, un cielo despejado cambiando a una tonalidad oscura del color azul, y un ambiente libre y limpio.

Los fontaneros estaban ordenando las piezas del juego de mesa y el tablero para guardarlos en su caja. Mientras realizaban dicha tarea, el hermano menor vio con un poco de tristeza y anhelo la cantidad de monedas que incluye el empaque, imaginándose la cantidad estrellas que podría comprar con ellas, para así poder por fin lograr ganarle a su invicto hermano. Perdido en sus pensamientos, detuvo toda acción fuera de su imaginación.

Mario: ¿Me pasas las monedas Luigi?

Luigi: (saliendo de su pequeño trance) ¡Ah! que, oh si si, todo bien Mario, si todo bien (sonríe con preocupación).

El fontanero rojo mira un poco extrañado a su hermano, esperando a que le de las monedas que tiene en sus manos. Por su parte, al fontanero verde le toma unos segundos reaccionar por completo.

Mario: Luigi, las monedas.

Luigi: ¿Las monedas? ¡Ah si! Las monedas, claro, ¡aquí tienes!

Mario: Gracias... Por cierto, ¿estas listo para disfrutar de esta noche con la princesa Daisy durante el festival?

Luigi: (un poco sonrojado) Ah, sí... (Sonríe discretamente) ¡seguro!

Mario: Me alegra que te haya invitado a ver el festival, es la primera vez que ella te invita a su castillo, ¿cierto?

Luigi: (emocionado) ¡¡Siii!!... Digo, ejem... (Con mucha propiedad) En efecto, es la primera vez.

Mario: Me alegro por ti hermano, te irá muy bien.

Luigi: Gracias.

El sol ya se ha ocultado por completo, y los fontaneros al mismo tiempo terminaron de guardar el juego en su caja para después colocarlo en su correspondiente lugar. Ambos ahora se estaban preparando para salir al festival.

Luigi: (mirándose en el espejo) ¿Y que hay de ti hermano?

Mario: (toma la carta) La princesa Peach también me invitó a su castillo, aunque me pregunto, ¿porque es tan especial este festival?

Luigi: (se cepilla un poco su cabello) Y déjame adivinar, ¡ha hecho una delicioso pastel para su héroe favorito!

Mario: (mira la carta) Esta vez no lo sé. En la carta solo mencionó que quiere darme algo.

Luigi: Hmmm... Misterioso, suena interesante, pero ya después me enteraré.

Ambos hermanos salen de su casa, cada uno se acomoda su gorra y sus vestimentas antes de despedirse.

Luigi: Bueno Mario, me voy adelantando, ya mañana me platicarás como te fue en el festival.

Mario: ¡Claro, bye bye!

En este punto los hermanos separaron sus caminos para dirigirse a su correspondiente reino. Al poco rato, y aún estando cerca de la entrada de su casa, Mario decidió detenerse y voltear para observar a su hermano menor alejarse con emoción en dirección al desierto de Sarasaland. Fue inevitable sentir empatía por la alegría que su hermano menor externa de vivir su primera vez siendo invitado de forma personal.

Por algún motivo el fontanero rojo sonrió discretamente, se volteó una vez más, vio de frente el camino que lo dirige hacia al castillo de la princesa Peach, dio un pequeño suspiro, y empezó a caminar en dicha dirección dándole la espalda a su casa y a la lejana figura de su hermano menor...





















































El héroe abre uno de sus párpados, contrayendo abruptamente su pupila debido a la intensa luz que recibía, moviendo como reflejo su brazo derecho para cubrir parte de la luz que atravesaba su ojo y creando así una sombra que lo protegería, volteó también su cabeza para evitar el contacto directo entre su rostro con dicha luz.

Sus oídos recibían la energía de las ondas sonoras que captaban de su alrededor, interpretándolas como constantes choques de agua en movimiento. Esta información al llegar a su memoria la pudo identificar como los ruidos que produce la acción de un mar tranquilo.

Sin mover aún su cuerpo, volteo a ver sus alrededores, percatándose de que estaba acostado dentro de un pequeño bote café que seguía el movimiento ondulatorio del mar. Para tener entonces una mejor perspectiva de donde podría encontrarse, el héroe optó por levantar la parte superior de su cuerpo para poder sentarse, esta acción sin embargo, le fue un poco complicada ya que aún seguía amodorrado.

Si bien la primera impresión de su panorama le generó una sensación de calma, emociones mixtas no tardaron en manifestarse en el ya confundido héroe al querer cuestionar su situación, ya que si bien puede ser agradable a la vista, se vuelve preocupante si se comprende su situación. Su panorama es, pues, únicamente un enorme océano azul dividido a la mitad por un eje horizontal con el cielo, y con una pequeña parte del frente del pequeño bote de madera en el que se encontraba. Al voltear a ver en otros ángulos solo pudo observar que el mar lo estaba rodeando en todas direcciones, sin si quiera poder ver a la lejanía la presencia de alguna isla o tierra firme que le permitiera desembarcar y explorar la zona.

La únicas circunstancias que mantienen estable la situación son que el mar se encontraba en calma, y el clima era agradable. No se veían nubes y el viento ni si quiera era perceptible, por lo que el riesgo de hundimiento o algún accidente producto de un desastre natural era muy bajo.

La última cosa que faltaba por revisar para concluir la evaluación de su situación, fue el único medio de transporte con el que contaba, que es el bote de madera, el cual aparentemente se encuentra en buen estado. Por su tamaño dedujo que en él solo dos personas pueden andar de forma segura, sin embargo, el bote no es motorizado, no tiene controles y no usa combustible, y tampoco cuenta con remos o algún tipo de herramienta que le permitiese desplazarse por el mar a voluntad, en otras palabras, el rumbo del pequeño bote será determinado por el mismo mar, aunque tampoco es que fuese relevante tener la capacidad de mover el bote si no se tiene un rumbo definido y conocimientos en navegación.

Un detalle adicional que le dio una pequeña y grata sorpresa al héroe, fue que en el pequeño bote había una misteriosa y familiar caja "?" que se encontraba justo detrás de él. Si bien le causó intriga el querer saber qué se encontraba en su interior, prefirió ahorrarlo para otro momento.

Al terminar de evaluar la situación, y dándose un tiempo para ordenar su mente, el héroe solo pudo concluir que no hay algo que pueda hacer para cambiar las circunstancias en las que se encuentra. Es por eso que decidió respirar profundamente para liberarse de la ansiedad que lo empezaba a invadir, y dejar que el bote simplemente lo llevase a donde el océano ordenase. Afortunadamente el sol seguía ofreciendo su luz que le permitía al héroe seguir observando con claridad sus alrededores.

Durante horas, el héroe únicamente permaneció sentado en el bote, organizando en su mente los sucesos que logró recordar, y al mismo tiempo, apreciando el cálido, relajado, y ligeramente húmedo ambiente que un mar bonanza le puede proporcionar durante el día.

Ciertamente le sorprendió que el mar mantuvo su calma durante toda la distancia que el bote pudo recorrer hasta el anochecer. Inclusive, para él, este hecho fue asimilado como terapéutico porque logró calmar toda inquietud provocada por sus pensamientos. Desde el atardecer, su atención la enfocó completamente en el ambiente marítimo donde se encuentra gracias al bello espectáculo que representa, quedando impresionado por los cambios de color por los que el despejado cielo azul tuvo que pasar para finalmente mostrar un rojo anaranjado, así como la posterior desaparición de casi todo rastro de los colores cálidos que el cielo muestra durante los atardeceres, para dejar únicamente unos pocos destellos que el sol mostraba como gesto de despedida al llegar al momento del crepúsculo, dando así casi por concluida la tarde.

Sintiendo un poco de culpa, y recordando su vida en el reino champiñón, el héroe se percató de lo mucho que solía ignorar los paisajes que la minuciosa naturaleza a seguido le ofrecía. Ahora, dada su situación, y teniendo todo el tiempo necesario para apreciar con más detalle su entorno actual, el héroe se hizo la promesa de apreciar los sublimes entornos que llegue a observar en el futuro siempre que pueda.

Finalmente la noche cayó por completo, estableciendo su matiz de colores oscuros en el entorno dada la falta de una intensa luz como la que el sol desprende durante el día, siendo la única fuente de iluminación un pequeño astro de color gris blancuzco que solo se muestra durante las noches. El héroe identifica inmediatamente dicho astro como la luna, satélite natural que rota alrededor del planeta, y que se encontraba en su fase cuarto creciente.

El agua del mar, por sus propiedades, también participaba en la iluminación de la noche, reflejando parte de la luz que la luna puede reflejar del sol, ofreciéndole así al héroe la mínima iluminación necesaria para poder observar su propio cuerpo, el bote donde se encuentra, y parte del agua que lo rodea, y así por lo tanto, permitiéndole ver sus propias acciones dentro de un diámetro limitado.

Después de un largo día, el héroe acabó mentalmente fatigado. Si bien no hizo esfuerzo físico alguno, no significa que su mente no trabajó arduamente durante horas ordenando y generando recuerdos, complementando parte de su cansancio con ciertos momentos de ansiedad. Por tal razón decidió que era un buen momento para relajarse y preparase para dormir, recostándose en el bote mientras observaba el cielo de esta noche.

Mario: (tono de voz bajo) Estrellas...

Entre aquella casi ausencia de color combinada con una oscura tonalidad del azul, las estrellas se encontraban ofreciendo su distante pero brillante iluminación, lo que le hizo recordar que dichos destellos son el resultado de los muchos años que la luz tuvo que viajar para hacerse visible ante este cielo, es decir, la estrella en realidad no se encuentra desde la perspectiva que el héroe observa, sino a muchos años luz de distancia.

La noche tuvo el mismo efecto de asombro para el héroe que el día, un paisaje igual de bello pero por aspectos diferentes. Una ligera excepción sin embargo, sucedió durante la media noche cuando el viento empezó a soplar poco a poco con más fuerza trayendo consigo algunas nubes que cubrirían parte del estrellado cielo, aumentando ligera y constantemente el casi imperceptible oleaje, y disminuyendo también la temperatura del ambiente. Con el pasar de los minutos, más nubes fueron traídas por el viento, cubriendo cada vez más estrellas.

Coincidentemente, cuando el héroe sentía ya la fatiga suficiente para dormir el oleaje había aumentado ya considerablemente, agitando el pequeño bote cada vez más bruscamente, impidiéndole al héroe si quiera sentir la mínima comodidad requerida para entrar a la fase del sueño, orillándolo por lo tanto, a pasar a un forzado estado de vigía.

Al no quedar más alternativas, el héroe procedió rápidamente a despabilarse, observando que con el pasar de los segundos su entorno estaba volviéndose cada vez más oscuro. Las estrellas y la luna estaban casi completamente cubiertas por una gigantesca y oscura nube, restringiendo el paso del la luz, y por lo tanto, limitando su sentido de la vista. El viento por su parte, empezaba a soplar violentamente haciendo su aportación en el aumento del oleaje, y levantando pequeños volúmenes de agua al ambiente, provocando así una mayor humedad, incluso fue capaz de levantar el gorro del héroe y hacerlo volar, pero gracias a sus reflejos impidió que este se escapase logrando recuperarlo antes de que estuviese fuera de su alcance, resguardándolo inmediatamente en el bolsillo de su overol.

Entre las enormes y oscuras nubes, una pequeña gota de agua surgió desde lo más alto del cielo, cayendo inmediatamente por efecto de la gravedad a través de una larga trayectoria vertical, inclinando lentamente su dirección por influencia del viento, esperando a conocer lo que que le aguarda al final de su recorrido.

Después de seis minutos y medio, la gota de agua cayó en una muy extraña superficie, ya que no se trataba de un volumen de agua mayor al que se pudiese unir, como lo es un charco, un río o incluso el mismo mar, tampoco era una superficie lodosa, arenosa, boscosa, o rígida como el concreto o la madera, sino un lugar sedoso y esponjoso, como si de muchos hilos ordenados se tratase.

El héroe sintió una gota de agua caer en su cabello, desprendiendo con su diminuto impacto una parte más de su agonizante esperanza, quien con desesperación busca únicamente que se estabilice su situación, dándole entonces a entender que sin importar que nade, brinque, grite o huya, la lluvia no cesará su desencadenamiento.

Pronto más compañeras seguidoras de la pionera gota de agua empezaron a caer, aterrizando mayoritariamente en el mar y las restantes dentro del pequeño bote del naufrago héroe, incrementando con el paso del tiempo su frecuencia y tamaño, transformando así en cuestión de minutos lo que empezó como una llovizna en un aguacero.

Colosales oleajes mostraban su majestuoso poder, moviendo con gran facilidad al pequeño bote de madera y su tripulante, cambiando de forma definitiva la situación del héroe a una crisis. Cuando ambos alcanzaban la cresta de una ola, la gravedad los obligaba a descender a la parte más baja de la misma como si de una rampa se tratara, ganando así impulso y velocidad para después repetir el mismo proceso con la siguiente ola, generando así un cruel ciclo de constantes impactos con el salado océano.

Las posibilidades de manejar la situación ya eran inexistentes, el control de las acciones que el héroe posee se limita únicamente a sostener el bloque "?"que se encontraba en el bote, y aferrarse a él con todas sus fuerzas para evitar perder lo que podría ser su única posibilidad de supervivencia.

El bote empezaba a perder estabilidad, claramente no fue hecho para resistir golpes de enormes cuerpos de agua como a las que le tocó enfrentarse, sumado a las invasoras gotas de agua generadas por la lluvia que complementaban la inundación del interior del mismo, volviéndolo más pesado y restándole al héroe posibilidades de recuperar suficiente oxígeno después de impactar con las furiosas y alocadas olas por las que se topaba.

Tanto el héroe como el bote que abordaba pasaron por un momento que podría considerarse como la peor pesadilla de su existencia. El precio de los perseverantes intentos salvar su vida se vieron reflejados en la endeble condición en la que quedó el bote como consecuencia de los constantes choques que tuvo con el mar, quien debilitó su estructura al grado de romper pequeñas partes de este, y en su caso, además de tener que lidiar con el dolor del impacto con una masa de agua que es por mucho superior a la suya, tuvo que buscar a ciegas una salida hacia la superficie para posteriormente reencontrarse con el bote, respirar tan profundamente como el momento le permitiese y prepararse para la siguiente ola.

En un aparente último impacto con el coloso, y con las reservas de energía del héroe casi agotadas, el bote perdió estabilidad volteándose al salir del agua, lanzando al héroe a un par de metros de distancia, soltando por accidente su preciado tesoro, el cual se hundió inmediatamente. Su reacción al percatarse de su ausencia fue sin embargo, instantánea y con determinación, y aún con todo el cansancio y dolor que sentía, uso sus casi agotadas y nobles energías en perseguir el bloque nadando tan rápido como le fuese posible para superar la velocidad a la que se hundía.

Un problema inmediato fue sin embargo, la falta de iluminación, con los ojos abiertos o cerrados lo único que observaba era oscuridad, tuvo por lo tanto que confiar ciegamente en sus demás sentidos y en su memoria para estimar la posición en la que soltó el bloque para así predecir a la dirección a la que se dirigía.

Ya sumergido, nadó tan rápido como sus capacidades le permitían, extendiendo en ocasiones uno de sus brazos para buscar la textura que le permitiese identificar la figura de un bloque sólido. Durante los primeros segundos de buceo no lo pudo encontrar, pero tampoco le fue suficiente motivo para abandonar su objetivo, aunque como advertencia empezaba a sentir el considerable aumento de presión en sus oídos. Pasados algunos segundos adicionales, ya no solo le dolía la cabeza, sino que además surgió en él la inquietud causada por la falta de oxígeno en su cuerpo, exhalando burbujas del poco aire que sus pulmones aún atesoraban, viéndose aparentemente forzado a abandonar su propósito si su vida quería salvar.

Pero... Una pequeña sensación que su dedo índice alcanzo a acariciar, fue suficiente motivo para continuar tan solo por un instante más, aún y a pesar del riesgo de fracasar y no poder regresar a la superficie, dando su increíble último esfuerzo de alcanzar el objeto que logró sentir, nadando por un par de segundos con una sorprendente velocidad y desesperación, gritando bajo el agua dada la ansiedad que su cuerpo manifestaba por no disponer del gas vital de todo ser vivo, sujetando el objeto ya sin la capacidad de distinguir su forma, y regresando con extrema desesperación a la superficie. Su regreso sin embargo, fue casi imposible al no ser capaz de ver dónde estaba la superficie, y consecuentemente, no saber a dónde se estaba dirigiendo.

En cuestión de un parpadeo, logró observar una pequeña y puntual luz blanca a unos pocos metros de distancia, que parecía indicarle la salida hacia la superficie. El héroe al no saber ya que hacer, optó involuntariamente por seguirla, olvidándose por un momento de la coordinación requerida entre sus extremidades que una adecuada técnica de buceo recomienda para su mejor eficiencia, haciendo en su lugar movimientos bruscos y con extrema prisa para poder finalmente llegar a la superficie, apenas y lográndolo con ayuda de sus propios mecanismos de defensa, pero con sus energías completamente agotadas.

Cuando su cabeza salió del mar, instintivamente atrapó tanto aire como pudo, tosiendo simultáneamente para expulsar el poco liquido que se le llegó a infiltrar. Al poco rato observó que el bote se encontraba convenientemente a lado de él, dándole nula importancia al como se encuentra allí, y acercándose poco a poco a este.

Al llegar, colocó el objeto que a duras penas logró recuperar sobre del bote, sosteniéndose de los bordes del mismo mientras recuperaba un poco más de aliento, volteando con curiosidad hacia el objeto que hasta el momento no había verificado. Una débil sonrisa se dibujó en su rostro al ver el tan característico color amarillo del bloque y su misterioso signo de interrogación ubicado en solo cuatro caras del mismo.

Ya con la satisfacción de haber cumplido su propósito, el héroe intentó abordar el pequeño bote, ya que pensó que era buen momento de averiguar cuál es el contenido de la caja dado que necesita energía de algún modo, y que mejor que un power-up para recuperarse, desafortunadamente, aunque parezca una tarea sencilla, al héroe le resultó imposible completarla porque ya no contaba con la fuerza suficiente para poder levantar su cuerpo. Sus brazos únicamente temblaban al intentar cargar con su cuerpo incluso cuando este se encontraba mayoritariamente en un medio más denso que el aire. Al ver que era inútil seguir intentándolo, conservó la posición en la que se encuentra sostenido del bote y permanecer así todo el rato que pudiese.

Sin embargo, parece que algo simplemente no cuadra en este momento, y es que viendo que la situación era igual que hace unos momentos, exceptuando que aparentemente el oleaje se tranquilizó, el héroe no se explicaba cómo había luz, aunque sea algo tenue, si las nubes aún seguían cubriendo todo el cielo.

La respuestas a su pregunta fue inmediatamente contestada y al mismo tiempo ignorada gracias a un último oleaje de al menos veinte metros de altura y que sutilmente continuaba creciendo, acercándose lentamente desde atrás hacia el héroe, y cubriendo todo el bote de madera con una inevitable sombra, regresándolo por lo tanto a la oscuridad.

Atónito, al percatarse de la sombra, el héroe lentamente volteó mostrando una expresión cansada, asombrada y derrotada a la vez, pensando únicamente en lo muy despreciable que es su fuerza frente a la del grandioso océano. Solo era cuestión de tiempo para que el mar le demostrara de manera definitiva de lo que es capaz cuando una tormenta lo acompaña.























































Al caer, con su gran peso destrozó el bote de madera en pedazos, aplastó al héroe y lo hizo revolotear bajo el agua, provocando finalmente la pérdida definitiva de la consciencia y apagando todas sus funciones motoras, perdiendo una vez más la caja "?", mientras los tres se hundían en las profundidades del mar.

La misteriosa luz blanca que mientras el héroe estuvo consciente pudo mirar de reojo, se acercó al incidente revelando su forma esférica y el brillo que desprende de su interior, sumergiéndose en la dirección del héroe y siguiéndolo hasta acercase a el.

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