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Daniel no tenía piedad, Seongwoo sentía que había salido de un infierno a otro. Una de sus torturas favoritas era amarrarlo con cuerdas de agua bendita, era soportable cuando él estaba y era totalmente sexy; sin embargo había momentos que tenía que hacer la tarea o rezar y lo dejaba con un audio libro de la biblia. Él llevaba las torturas algo lejos.
No lloró aunque las cuerdas quemaban la piel de su muñeca y sus tobillos, cuando no había nada que pudiera sacar el lado sexy de la situación era insoportable. No quiera moverse, abriría heridas en sus muñecas por la cuerda y estas tardarían en cerrarse.
Esta vez vio la imagen de Jesús y dudo. Pidió una muerte lenta, no un verdugo playboy que le daba frustraciones sexuales dolorosas y cuerdas que sentía que le iba cortar sus manos y pies. Estuvo a punto de gritarle a la imagen cuando la puerta se abrió y vio una señora con el ceño fruncido.
— Por Jesús sacramentado, ¿Qué es esto? — se acercó a quitarle las cuerdas al demonio que era obvio que le lastimaban drásticamente. — ¡Daniel, te he dicho que nada de torturas en el cuarto!
Lo vio en la puerta, pensó que iba a tener miedo de la mujer. Pero no, solo se acercó a quitar las cuerdas de mala gana.
— Dijo groserías y cosas del acto del pecado entre hombres — se defendió.
— Lo siento tanto, Daniel... Vino especial de la adopción — sólo logró decir al terminar de desatar al demonio que los miraba sin entender.
Él normalmente era golpeado si hacía cosas que no le gustaba a su madre. La mujer acariciaba sus muñecas y le indicaba a su hijo que debía abstenerse un poco sobre algunas cosas.
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Cuando termine esto, voy a subir el final de Hands On me
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