¡Quiero un bebé!

ADVERTENCIA: Contenido +18.

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—No puedo creer que realmente vayas a hacerlo. –El joven terminó de delinearse los ojos y se giró hacia su hermana mayor con una sonrisa.

—Por supuesto que lo voy a hacer, ya hablé con el líder del clan. Todos salimos beneficiados, él quiere más gente en la manada y yo al fin tendré a un bebé mío en brazos. –Acomodó correctamente los brazaletes dorados en su cuerpo y la —escasa— ropa ceremonial.

—Pero Denki, sabes que la gran mayoría de los participantes no piensan hacerse cargo de todos los niños que engendran. –Naomi miró con preocupación a su hermano pero éste sonreía tranquilamente.

—Lo cual es aún mejor para mi, más en ésta época dónde hay más concentración de clanes. Para mi sería lo ideal que el padre de mi niño no esté presente, sólo necesito su ayuda para la concepción.

Naomi aún no estaba contenta pero respetaba la opinión de Denki, después de todo sabía cuánto deseaba tener un hijo.

—De acuerdo, espero que tengas suerte y atrapes a alguien de un buen clan, quizás de los Todoroki, los problemas paternales van de acuerdo a tu plan. –Denki rió por lo bajo y siguió preparándose mientras charlaba con su hermana.

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—Apuesto que será otro año más en el que decepciones al jefe, ¿Verdad? –Preguntó Tamaki tímidamente.

Hitoshi sonrió de forma burlesca.

—Creo que decepcionaremos nuevamente a nuestros respectivos jefes, ya va siendo hora de que abandonen ese sueño de que tú y yo... –Apuntó entre ambos e hicieron una mueca.

El pelimorado no podía creer que ya había pasado otro año, nuevamente tenía atrás de él a su padre y a los mejores guerreros implorandole que éste año termine el ritual y ya no sabía dónde esconderse para evitarlos, por eso había terminado en la casa del hijo mayor del líder del clan Amajiki.

No era que consideraba innecesario el ritual de la luna, es más, le parecía casi mágico escuchar sobre las personas que realmente sintieron sus instintos guiándolos hacia su persona elegida. Era muy importante puesto que los instintos eran una parte esencial para los hombres lobo pero aún así él se retiraba antes del final de la ceremonia porque no le apetecía simplemente dejarse llevar por sus deseos carnales como hacían muchos, aunque lo consideraran iluso él creía firmemente en que algún día sus instintos lo llevarían hacia el o la indicado/a.

—De todas formas, nuevamente voy a tener que pedirte éste favor Hitoshi. –Pidió Tamaki haciendo que el pelimorado salga de su ensoñación. —Perdón sé que no recibes nada a cambio y...

El pelimorado alzó la mano haciendo callar al mayor.

—Créeme que es suficiente premio poder hablar contigo sin que quieras esconderte, de todas formas yo debo asistir o sino mi padre no me dejará en paz nunca más. Supongo que irás a esconderte con Mirio, ¿Verdad? –Tamaki se sonrojó levemente mientras asentía y eso hizo sonreír a Hitoshi. —Es uno de los más fuertes que hay yo creo que tu padre aprobaría aún más su unión que la nuestra.

Tamaki no soportó las vergüenza por las palabras del menor y tomó la decisión de esconderse bajo la gran capa que llevaba puesta. Hitoshi optó por no seguir torturando al pobre joven y lo palmeó amistosamente en el hombro.

—Como sea, mejor me voy a ir preparando que ya falta poco para que la ceremonia de inicio.

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Los hombres lobos no eran gustosos de las grandes construcciones, preferían vivir cómodamente en tiendas que eran hechas con los elementos que la naturaleza le otorgaba; aún así contaban con un enorme castillo milenario que era el templo de la luna, donde se realizaba el ritual.

Todo daba inicio a la noche, por supuesto, donde se llevaban a cabo dos ceremonias en simultáneo; por un lado los que podían concebir, también llamados Omegas y por otro lado los que tienen más posibilidad de fecundarlos, mayormente Alfas y algún que otro Beta. Hitoshi desconocía los pasos que debían llevar a cabo los Omegas pero en la ceremonia de Alfas se ofrendaba a la luna y se pedía por el nacimiento de una camada fuerte y vigorosa, se bebía del agua que había recibido la luz de la luna durante siete días seguidos y después se procedía a la última parte, que era la que Hitoshi siempre se saltaba.

Justamente estaba a punto de escabullirse cuando fue interceptado por uno de los guardianes del templo y, para horror suyo, un gran amigo de su padre.

—Hitoshi, por favor ven así te pasamos la defumación de hierbas para que te brinden claridad. –El pelimorado hizo una mueca pero no sé atrevió a desobedecer al guardián por lo que lo siguió cabizbajo. Mientras le pasaban el cuenco, que contenía las hierbas y un poco de brazas para que las hierbas emitieran su característico aroma, el hombre le explicó lo que debía hacer. –Detrás de la puerta encontrarás un amplio pasillo que deberás recorrer despejando tu mente de cualquier duda y entregandote por completo a tus instintos, luego comenzarás a encontrar puertas, no puedes abrirlas si están marcadas o si tu instinto no te guió a ellas. Si encuentras la puerta elegida debes marcarla con tus garras y entrar a completar el ritual, en caso de que tus instintos no te hayan llevado a nadie llegarás al final del pasillo donde está la puerta por la que podrás salir.

Fue la última parte la que interesó al muchacho, ahora tenía en claro lo que debía hacer: caminar recto y sin prisa para así poder largarse de allí con mayor facilidad, con ésto en mente asintió hacia el guardián y cuando le abrieron la puerta caminó con seguridad.

El pasillo estaba en penumbras lo que le provocó escalofríos y a medida que avanzaba sintió como su corazón se desbocaba en contra de su voluntad. Intentó mantenerse sereno pero cuando llegó a la zona de las puertas sus pasos se habían acelerado lo suficiente como para denotar sus ganas de salir de allí. Hitoshi sentía un dolor punzante en su cabeza y estaba tan concentrado en la puerta al final del pasillo que ni siquiera observaba de reojo las que tenía a los costados, comenzó a sentirse tranquilo cuando el fin del recorrido estaba a tan sólo unos pasos y suspiró aliviado cuando su mano entró en contacto con el frío pomo de metal.

Estaba a punto de girarlo, en serio, pero sintió como un hilo invisible tiraba de él con fuerza y pese a que intentó resistirse no pudo vencerlo, así que se giró y sus ojos viajaron directo a una puerta a su izquierda, lo suficientemente cerca de la salida que lo hizo sonreír con ironía.

Sentía que ese hilo lo instaba a acercarse y él simplemente se dejó llevar, cuando terminó frente a la puerta sintió como su corazón aceleraba el pulso y todos sus instintos se activaron cuando tocó con su mano la madera, su respiración se agitó y sus pupilas se dilataron, fue consciente de que alguien estaba esperando detrás de esa puerta, esperándolo a él. Sintió un agradable ronroneo envolviendo su pecho y una sonrisa victoriosa se plasmó en su rostro cuando marcó aquella madera con sus garras.

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Denki se sentía incómodo por la falta de visión.

Un paso muy importante en el ritual era la venda sobre los ojos de los Omega, ésta simbolizaba la confianza que tenían a sus instintos, demostraban la devoción hacia la luna y cuanto respetaban sus elecciones.

Podría tener miles de significados lindos pero no dejaba de ser incómodo y más aún al saber su función una vez que se hubiera concretado el ritual, se suponía que el Alfa debía atarlo en su muñeca para así a la mañana siguiente pasar a mostrarle al líder del clan la autenticidad de su unión y bla, bla. Todo hermoso si no fuera porque en los últimos años los Alfas simplemente decidían hacer caso omiso de los Omegas con los que estuvieron y se habla en plural porque muchos estaban con más de uno esa noche.

Denki sintió como su corazón se aceleraba mientras se removía inquieto en la cama donde estaba sentado, se encontraba debatiendo sobre si estaría mal que se quitara la venda durante algunos segundos cuando sintió como sus pelos se erizaban y una corriente eléctrica lo sacudía de la cabeza a los pies, obligandolo a levantarse de la cama.

Se giró hacia donde sus instintos le decían que era la puerta y lo confirmó cuando oyó un suave rasguño en la madera, sentía su pulso acelerarse mientras oía como la puerta se abría y se cerraba con un suave murmullo. La velocidad de sus latidos incrementó cuando sintió que aquella persona se paraba frente a él, por los latidos que oyó parecían igual de nerviosos. Olfateó disimuladamente y se inundó por un olor llamativo que despertó curiosidad en él.

Se sentía muy nervioso porque el recién llegado no emitía palabra alguna y estuvo a punto de bromear al respecto pero una cálida mano posandose en su mejilla ahuyentó las palabras de su cerebro.

—No sé bien qué es lo que estoy haciendo pero, por favor, sólo dime si no quieres. –La voz ronca le despertó una gama de sensaciones nuevas al rubio y se sintió ansioso cuando notó que le desanudaban la venda, Denki sintió que la tela tardó una eternidad en liberar sus ojos para devolverle su apreciada vista pero cuando al fin pudo ver se sintió sorprendido por la persona que tenía enfrente.

Era un poco más alto que él, extremadamente pálido pero bien tonificado, con diversos tatuajes que hablaban del importante rango que debía tener en su clan, unos ojos y cabellos de tono violáceo, según podía apreciar en la escasa luz que tenía en la habitación. El joven aún sostenía en alto la venda que le había quitado a Denki y parecía examinarlo atentamente tal como él había hecho, el rubio no podía descifrar lo que le decía aquella mirada pero se sintió extrañamente aliviado al verlo sonreír.

—Ciertamente eres alguien digno de admirar. –Le dijo sonriente el joven desconocido. —¿Podría saber cuál es tu nomb...? –Denki no pudo aguantar la ansiedad y lo tomó con fuerza del cuello para estampar sus labios con avidez.

El pelimorado se permitió estar sorprendido por apenas unos segundos y finalmente correspondió alegremente mientras colocaba firmemente las manos en la cintura del de ojos dorados, apretándolas de forma posesiva lo que desató un incendio dentro del cuerpo de Denki.

Sus lenguas se unieron al encuentro y el rubio bajó sus manos para sentir el fornido pecho del otro, quien tomó eso como señal para poder comenzar a aventurar sus traviesas manos y posarlas donde más quería, en los firmes glúteos de Denki que jadeó aprobando aquella picardía y pegando más sus cuerpos para sentir por completo el calor que el otro emitía.

Retrocedieron hacia la cama y cuando el rubio quedó apresado bajo el otro se separaron levemente.

—¿Estás de acuerdo con ésto? Si te sientes obligado por la ceremonia o lo que sea dime, no quiero hacer nada que tú no quieras. –Le murmuró el pelimorado dándole el espacio para que piense con claridad.

Denki sonrió agradecido con el joven.

—No te preocupes, estoy aquí por mi propia voluntad y estoy completamente a favor de lo que está pasando y de lo que pasará. –Lo atrajo con fuerza hacia él. —Eres libre de hacer lo que quieras conmigo, por favor. –Pidió mientras su mano se deslizaba por el abdomen del joven hasta llegar a un área tentadora.

El pelimorado sonrió.

—Eres bastante travieso, ¿No? –Tomó la mano del rubio y la alejó para ponerla en su propio rostro. —Eso me fascina. –Murmuró antes de dejar un suave beso en la muñeca del de ojos dorados. Denki se sintió encantado por la ternura que su acompañante era capaz de mostrar en una situación como aquella y embelesado por aquel sentimiento acarició el rostro del joven que le sonreía dulcemente. —¿Acaso no planeas decirme tu nombre?

El rubio enredaba en su dedo un mechón de cabello del más alto mientras respondía:

Soy Denki.

El pelimorado sonrió y acercó sus rostros.

Me gusta tu nombre Denki, yo soy Hitoshi. –Murmuró en respuesta antes de unir sus labios.

Poco a poco la ternura le cedió el paso a la lujuria y sus bocas comenzaron a danzar al compás de los latidos de sus corazones, las manos traviesas empezaron un recorrido cada vez más electrizante y ambos sintieron que aquello era como estar en el paraíso.

Hitoshi fue capaz de quitarle la ropa al rubio en tiempo récord y su respiración se entrecortó cuando vió la exquisitez frente a sus ojos.

—Eres deliciosamente encantador. –Le dijo mientras con la yema de sus dedos recorría tortuosamente lento la piel expuesta de Denki, comenzó a entretenerse en ciertas zonas acercándose de a poco al lugar que más le interesaba pero sonrió traviesamente antes de volver a subir, específicamente a su pezón izquierdo. —Vamos a ir lento cariño, quiero tomarme el tiempo debido contigo.

Denki sentía que su corazón quería escapar de su pecho mientras veía como el pelimorado metía un pezón en su boca y hacía maravillas con su lengua; no pudo evitar arquearse de forma lasciva queriendo juntar toda la piel posible pero su torturador no se lo iba a dejar tan fácil, apoyó su mano en la cadera del rubio y lo mantuvo firme en la cama mientras volvía a subir para encontrar sus labios.

Entre beso y beso la mano de Hitoshi volvió a descender y tomó el miembro del rubio para comenzar a masturbarlo de tal forma que el joven tuvo que separar sus labios para poder gemir gustoso.

—Por favor, por favor quítate la ropa. –Suplicó Denki mientras tanteaba la tela que cubría la cintura del pelimorado sin apartar sus ojos de él.

Hitoshi sonrió y se separó brevemente, una vez que quedó completamente desnudo Denki lo atrajo a la cama y se colocó seductoramente encima de él, desde esa posición alta se deleitó con la mirada cargada de lujuria que el Alfa le dedicaba, porque lo sabía, Denki estaba seguro de que aquel era un Alfa y se sentía extasiado por el embriagante aroma que emitía, su interior se sentía satisfecho de sentir como poco a poco se mezclaba con su propio aroma.

Mío, tiene que ser mío. Pensaba el de ojos dorados.

—No vayamos lento. –Suplicó moviéndose en un suave vaivén que hacía que el miembro del pelimorado chocara con sus glúteos. —Hazme tuyo, lo quiero dentro, destruyeme... –Ya ni siquiera era consciente de las cosas que balbuceaba pero Hitoshi comprendió todo a la perfección y con un ágil movimiento cambió la posición y lo aprisionó bajo su cuerpo.

—Oh Denki presiento que serás mi perdición. –Canturreó mientras abría lentamente las piernas del rubio y admiraba como su entrada se veía lista para él.

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Hitoshi hizo acoplo de toda su voluntad para ingresar de forma lenta y así no causarle demasiado dolor al más bajo pero una vez que estuvo adentro comprobó que era más que bienvenido y el suspiro complacido emitido por Denki sólo lo hizo desear más, subió una de las piernas de rubio a su hombro y comenzó con un vaivén que poco a poco hizo que ambos perdieran la poca cordura que conservaban; una vez que el ritmo aumentó las palabras desaparecieron de sus mentes y únicamente fueron capaces de transmitir lo que sentían a través de sonidos de placer y besos fogosos, disfrutaban de cada roce de piel y cada marca que era dejada en su cuerpo.

El mundo externo dejó de existir y únicamente eran conscientes el uno del otro, les parecía imposible el haber estado tanto tiempo sin probar el afrodisíaco sabor del otro.

Llegando al momento final Denki se aferró con fuerza a los hombros de Hitoshi y se besaron apasionadamente una vez más antes de llegar al climax casi al mismo tiempo y caer derrotados sobre la cama, no sentían energías más que para aferrarse al otro y cerrar sus ojos.

Lo encontré, finalmente lo encontré. Pensó Hitoshi antes de dormirse profundamente.

Fue una pena que, cuando despertó, a su lado no había nadie. Si no hubiese sido por las marcas en su cuerpo y la venda atada en su muñeca Hitoshi pensaría que todo se había tratado de un sueño.

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—Según dicen fue una buena temporada para el ritual, muchos embarazos y seis parejas enlazadas de forma oficial, dos de ellos son hijos de líderes importantes. –Comentó Naomi mientras observaba de reojo a su hermano menor, que parecía ido. —Y dime, ¿Estás seguro de que tú no quieres...?

Denki negó suavemente.

—No soy tan tonto como para cambiar mi plan ahora. –Respondió el rubio mientras acariciaba su vientre. —Aún no me confirman si estoy en estado o no e igual no creo que él realmente quiera saber quién soy o enlazarse conmigo. –El joven de ojos dorados suspiró. —De seguro ni siquiera me recuerda.

Naomi se cruzó de brazos.

—¿Y realmente no recuerdas nada sobre él? –Le preguntó, desconfiada.

Denki asintió y no se atrevió a mirarla a los ojos, no podía confesarle que recordaba cada rasgo de Hitoshi porque temía que ella fuera a buscarlo y no lo quería, no quería obligar al joven a que se hiciera cargo de él, no valía la pena que alguien perdiese su tiempo por eso.

Aquel último pensamiento provocó malestar en el rubio que finalmente llegó a tal punto que se sintió bastante mareado, agradeció el estar sentado ya que no quería preocupar aún más a su hermana, esperaba que éste malestar se debiera a un posible embarazo.

Volvió a colocar la mano en su vientre, deseoso y melancólico al mismo tiempo.

—Iré a recostarme un rato, aún sigo agotado.

Naomi lo dejó ir pero Denki sabía que tenía unas cuantas opiniones guardadas.

Una vez que estuvo acostado cerró sus ojos y su mente, traicionera como toda esta última semana, rememoró aquella noche, recordando el reconfortante calor del otro fue que logró quedarse dormido.

—¡Denki, despierta, Denki es urgente!

El rubio se despertó aún más cansado que antes y miró con reproche a su hermana.

—¿Qué sucede? Espero que no me despierte por una estupid... –Denki sintió como su corazón se aceleraba mientras aquel aroma llegó a sus fosas nasales. —Él está aquí. –No fue una pregunta pero aún así su hermana asintió.

Se levantó de la cama y caminó dejándose llevar por sus instintos pero cuando vió parado en la entrada de la tienda que compartía con Naomi los nervios afloraron con mayor intensidad, se veía igual de guapo que aquella noche pero con la luz del día pudo apreciarlo con mayor atención.

Era un poco más alto que él y seguía igual de pálido, sus mejillas estaban ligeramente sonrojadas y se veía un tanto agitado, como si hubiera corrido todo el camino hasta allí.

—Vaya que eres escurridizo Denki, irte y tan sólo dejarme ésto. –El pelimorado señaló su muñeca donde estaba enroscada la venda del ritual, aquel acto enterneció al rubio. —Tampoco me dijiste tu clan, ¿Por qué fuiste innecesariamente cruel conmigo?

Denki miró el suelo apenado.

—No creí que vendrías a buscarme, he oído que la gran mayoría no lo hacía y... No quería que te sientas obligado o algo así. –Se sentía muy avergonzado como para levantar la vista pero incluso así sentía como el Alfa se le acercaba, una electricidad recorrió su cuerpo cuando el joven le levantó suavemente el mentón e hizo que lo mirase a los ojos.

—¿Sentirme obligado? Denki, todo lo que hice y todo lo que hago es por mi propia voluntad. –Le murmuró antes de dejarle un suave beso en la frente, Denki cerró los ojos disfrutando aquel afecto. —Bueno, ya te encontré. –Lo tomó de la mano. —Ahora vamos a presentarte a mi clan, aún no creen que realmente lo he hecho.

El rubio abrió sus ojos y escuchó un grito detrás de él, su hermana miraba con sorpresa al pelimorado que lo agarraba firmemente de la mano.

—Denki... ¿Cómo es que no sabías quién era? –Naomi inclinó ligeramente la cabeza en señal de respeto. —Es un placer conocer al heredero del clan Shinsou.

El rubio sintió como su cerebro entraba cortocircuito y miró atontado por un largo rato al más alto.

—Yo... Tú...

Hitoshi sonrió ante la actitud del rubio y acarició el dorso de la palma de Denki para tranquilizarlo.

—Eso ahora no importa demasiado. Vayamos a hablar con nuestros líderes, aún necesitamos el permiso. –Hitoshi volvió a intentar irse pero el rubio aún seguía estático en su lugar. —¿Qué pasa?

—¿De qué permiso hablas?

El pelimorado bufó divertido.

—Denki, hay un noventa porciento de probabilidades de que lleves a mi hija o hijo en tu vientre. Por supuesto que debemos ir a pedir el permiso para nuestra unión, ¿Cuánto crees que tardarán en aceptar a que te unas a mi manada? –Miró en dirección de Naomi. —La invitación también se extiende a ti, obvio. –La duda en los ojos dorados lo asustó un poco por lo que tomó el rostro del joven entre sus manos y lo miró con preocupación. —Es lo que quieres, ¿No? Porque si no es el caso no me ofenderé si tú... –La frase se vió interrumpida cuando Denki besó rápidamente sus labios.

—Sí quiero. –Dijo con seguridad. —Es sólo que hablaste muy rápido, deberias tomar un poco de aire. –El rubio rió suavemente. —Naomi, parece que habrá unos cuantos cambios. —Le mencionó a su hermana mientras acariciaba su vientre.

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