One shot


Con los ojos vendados, las manos atadas detrás de su espalda para evitar cualquier oportunidad de tocarse, Quackity estaba sentado, completamente desnudo, con sus piernas abiertas y la espalda apoyada en el respaldo de la cama, dejando todo su escultural cuerpo a la vista, solo para Luzu.

Según el mayor, Quackity se había portado mal, en su ausencia había hablado demasiado bonito y muy de cerca con Rubius.

Luzu los había encontrado justo antes de que sus labios pudieran tocarse.

Tenía que admitir que el chico era rápido, apenas lo había dejado menos de una hora, dándole permiso para quedarse en el bar sin su compañía mientras él hacia otras cosas. Y apenas en un rato ya estaba sentado sobre aquel tipo con cara bonita.

No eran novios, no tenían la intención de serlo, pero en su extraña relación de buen sexo eran una pareja, pero más que nada, Quackity pertenecía únicamente a Luzu, y nadie más.

Había arrastrado con furia a Quackity hacia el auto, y luego discutieron hasta llegar a casa, dónde la frase de "Te follaré tan duro y tan bien que no querrás ni imaginar estar con otras personas" marcó el inicio de un desafío.

A lo que el pelinegro había respondido con un "Ni siquiera vas a escuchar un puto gemido de mí boca, porque cualquiera puede dar una buena follada, Lusu".

Así que ahí estaban, ambos en el cuarto que siempre era testigo de todos sus encuentros.

El castaño caminaba de un lado del cuarto a otro, admirando al chico con ojos lujuriosos, mientras una mano tocaba su mentón, pensativo.

No podía resistirse al menor, menos si estaba tan a su merced, pero el castigo era la razón de eso, y estaba calculando fríamente qué hacer, sin querer caer en golpes, nalgadas o asfixias, no era mucho de ese tipo de cosas.

El sexo duro le gustaba más que todo eso.

El problema era que a Quackity también le gustaba que le den duro, como Luzu lo hacía.

Por algo eran tal para cual.

Aunque eso ahora les jugaba en contra, tenía que hacerlo sufrir.

— ¿En algún momento vas a empezar?— preguntó el pelinegro con fastidio, se estaba cansando y comenzaba a sentir algo de frío, ya que la calefacción estaba baja, la idea era que ellos calentarían el ambiente, así que el cuarto siempre estaba bastante fresco hasta que ellos hacían lo suyo.

Luzu sonrió un poco, con gracia por la actitud del chico, siempre tan contestón y encantador a la vez.

Sin decir nada, se acercó a él, Quackity movió su cabeza en dirección al ruido de las sábanas mientras lo sentía avanzar. Sintió la mano de Luzu tomar su mentón, alzando su rostro y juntando sus labios con fuerza, haciéndole inevitable escapar de aquel húmedo beso.

El mayor se apoderó de su boca con violencia,  recorriéndolo completamente. Sintió la mano del castaño recorrer con la punta de sus dedos su muslo, yendo hacia la parte interna, haciendo que un escalofrío lo recorriera, conforme el otro subía por su piel para acariciar de la misma manera su miembro, aún dormido.

Luzu separó sus labios, escuchando la respiración agitada de Quackity por aquel beso.

— Voy a hacerte rogar para que empiece, sunshine.

Quackity quiso reír.

Sintió a Luzu alejarse de su rostro, pero volvió a sentir sus labios sobre su cuello, lamiendo y succionando su piel, mientras sus manos tocaban sus muslos peligrosamente cerca de su pene, pero nunca lo suficiente, yendo hacia su torso, hasta terminar en sus pezones, retorciéndolos un poco, apretándolos entre sus dedos, mientras la boca de Luzu descendía hacia su miembro, dejando chupetones por todo su pecho y torso.

Quackity comenzaba a agitarse por tanto contacto, Luzu conocía muy bien todos sus puntos débiles, pero mordió su labio con fuerza, para que sus jadeos no se escaparan.

No iba a perder, su orgullo era muy grande.

— Ya te estás despertando— comentó Luzu con gracia, viendo el miembro que comenzaba a levantarse.

Quackity se maldijo por dentro, ya ni su cuerpo podía controlar.

Sintió la humeda lengua de su mayor recorrer su pene, y el aire escapó de sus labios sin poder evitarlo.

Escuchó a Luzu reír un poco, esa risa baja y grave que sonaba casi como un gruñido y que era extremadamente sexy, y su rostro se tiño de vergüenza mientras su miembro se hacía más duro.

Quackity comenzaba a perder.

El castaño tomó el pene del chico para llevarlo hacia su boca, avanzando desde la cabeza hasta todo lo que alcanzó a llegar su garganta, con lentitud, escuchando los bajos quejidos que el menor quería esconderle.

— ¿Te gusta?— preguntó Luzu, separándose del chico un momento, viendo cómo temblaba de placer.

Tomó de su bolsillo el anillo para pene, que sería su mejor tortura para usar con el menor, colocándolo con lentitud, se deslizó con facilidad sobre el falo, lubricado bastante con su saliva.

— ¿Q-Qué me-? Ahh-mmm~— Quackity cerró su boca con fuerza, evitando gemir en cuanto la cálida boca del mayor lo rodeó de nuevo.

Ahuecó sus mejillas, pasando su lengua alrededor del pene de Quackity, succionando, mientras descendía y subía por la longitud de este, viendo al chico agitarse, retorcerse, y como maltrataba sus hermosos labios con fuerza al morderlos, deteniendo gemidos que sonaban atrapados en su garganta.

Sintiendo como el pene del chico comenzaba a crecer, endureciéndose, mientras las venas comenzaban a notarse cada vez más, indicándole que el castaño estaba llegando al orgasmo.

Sintió el sabor del pre-semen, succionando una última vez antes de separarse completamente.

— ¿P-Por qué te detienes?— preguntó Quackity entre jadeos.

— ¿Quieres que siga, sunshine?

Luzu tomó sus caderas, arrastrándolo para que quedara con la espalda sobre la cama, sin esperar más tiempo, lo volteó, haciendo que el pecho del menor quedará sobre las sábanas, alzó su trasero, dejando a su total disposición su entrada, que comenzó a masajear con dos dedos, mientras miraba las expresiones que el chico quería esconder.

— Responde— exigió—. ¿Quieres que tu Daddy continúe? ¿Quieres más?— los dedos de Luzu jugaron un poco más con el orificio del menor.

Mgh~

— ¿Eso fue un gemido, lindo?— preguntó el mayor con gracia.

— P-Púdrete

Luzu rió, le encantaba esa actitud.

Dejó sus dedos, notando un segundo la expresión de Quackity que parecía de decepción.

Un gemido repentino escapó cuando sintió a Luzu pasar su lengua por su entrada, haciéndolo temblar mientras el mayor se apoderaba de esta, penetrándolo con su lengua, lubricándolo con ganas.

Mientras, Quackity intentaba no retorcerse aunque sin mucho resultado.

Su miembro casi palpitaba por atención, dolorosamente duro e incapaz de acabar por el anillo en su base.

Soltó un leve lamento que asomó como un pequeño lloriqueo, que a Luzu le encantó.

— ¿Quieres acabar, sunshine?— preguntó el pelinegro, dejando lo que estaba haciendo.

Quackity asintió sin querer, se detuvo en seguida aunque Luzu ya lo había visto.

— Veremos, lindo, si puedes acabar con el anillo puesto tendrás tu recompensa—. Quackity escuchó como el castaño se quitaba su ropa, para acercarse unos segundos después, sintiendo el pene del mayor en su entrada—. Hagamos un nuevo trato, tienes tu segunda oportunidad de ganar. Si acabas, ganas está discusión.

Quackity visualizó la sonrisa ladeada del mayor, antes de sentir como el pene de Luzu comenzaba a entrar en él, en movimientos lentos pero firmes, cuidadosos, pero que lo hicieron gemir con algo de dolor.

Luzu no se detuvo, sino hasta que estuvo completamente dentro de él, donde comenzó a mover sus caderas, mientras lo estrechó del interior del chico lo abrazaba, haciendo que profundos gemidos se le escaparan entre sus respiraciones.

Los graves gemidos del mayor hicieron que una corriente lo recorriera, siempre tenían ese efecto en él, temblando con cada gramo de su cuerpo.

Luzu dió la primera embestida cuando pudo moverse mejor, y escuchó a Quackity gemir por la sorpresa, sonriendo ampliamente.

Más le siguieron, cada vez más duras, fuertes, abusando de su interior, golpeando con fuerza su próstata.

Y fue inútil cualquier intento de callarse, sus labios ya dolían y sangraban por morderlos tanto, y Quackity dejó sus gemidos escucharse sin intentar nada por evitarlos.

Ya había perdido hacía rato, no se iba a contener.

Luzu lo penetraba con fuerza, dejando que el sonido de sus testículos golpear las redondas nalgas del chico, acompañado por los agudos y hermosos gemidos del menor lo invadieran, echando su cabeza hacia atrás, suspirando profundamente, mientras la presión en su bajo estómago le advertía que acabaría pronto, no bastaron más de unas últimas y violentas embestidas para llenar el interior del pelinegro, quien estiró el gemido al sentir la placentera calidez del mayor en su interior.

Ya sin una gota más, Luzu salió de él; temblando, Quackity cayó hacia un lado, recostándose sobre su costado, respirando agitadamente, aún con algunos gemidos de más, sobre las sábanas.

Con suficiencia, Luzu vió su esencia escurrir de la entrada del pelinegro, resbalando por sus muslos, cayendo hacia las sábanas, en una escena pornosa que lo hizo sonreír.

— Oh, pobre sunshine— murmuró él castaño—. No has podido acabar— rió un poco de forma falsa.

Quackity estaba muy abatido como para mandarlo a la mierda.

Sintió a Luzu acercarse a su rostro, de pronto, la venda en sus ojos había desaparecido, y miró con ojos brillantes y lágrimas al mayor, quien le sonrió con lo que pareció inocencia.

— El puto anillo es para eso, lindura— dijo Luzu con burla.

Lo besó antes de que el menor lo insultara, con lentitud, con paciencia, evitando presionar mucho por lo maltratado de sus labios, calmando sus sentidos, dándole pausas para respirar.

— Creo que mí special sunshine va a necesitar más ayuda—. murmuró, su mano acarició el muslo del menor, hasta llegar a su miembro, erecto y duro, incapaz de eyacular por culpa del anillo en su base.

El castaño comenzó a masturbarlo, apretando sus dedos sobre el pene del chico, sintiendo las venas marcadas. Quackity gimío por el tacto que su hombría palpitaba por tener, sus manos se agitaron, aún atadas, sin poder liberarse; Luzu lo estaba haciendo muy lento, a él lo desesperaba.

El mayor rió por aquello.

Mgh... L-Lusu, D-Daddy— lo llamó, su tono era de ruego— P-Por favor, déjame...— su espalda se arqueó un poco cuando Luzu aumentó considerablemente la velocidad de su mano—. Ahh- Necesito...

— Me encanta que me supliques, cariño— dijo el castaño—. Te dejaré, es malo para tu salud si no acabas, ¿Lo sabías?— está vez, usando sus dos manos, haciendo que el chico perdiera algo de cordura—. Pero antes, dime qué he ganado, admite que perdiste.

Ah-Ah... Lusuu~ P-Por... Mgh...

— Di que nadie puede follarte como yo lo hago, sunshine.

Quackity se sentía a punto de explotar, sintiendo la presión de su semen incapacitado por salir

Mgh... N-Nadie me folla... Cómo tú, Daddy— murmuró, con vergüenza por la derrota.

Escuchó su risa, las manos del mayor se alejaron de su miembro, abandonándolo, mientras lo escuchaba reír, agitó sus manos, sintiendo el nudo más flojo que antes.

Si llegaba a liberarse solo le daría un golpe y luego se masturbaria sobre él.

— Lo has hecho muy bien, sunshine— antes de que pudiera liberarse del todo, Luzu retiró el anillo de su pene, con más facilidad de la que pensaba que podría tener.

Quackity respiró con alivio, y antes de poder siquiera pensar en liberarse, la boca de Luzu volvió a rodear su miembro, haciéndolo gemir bajo, mientras el mayor chupaba con lentitud.

Sus manos fueron liberadas del todo por el mayor, quien sin dejar la mamada, había desatado el nudo al verlo con tantas ganas de liberarse.

De inmediato, sus pequeñas manos viajaron hacia el cabello largo y suave de Luzu, presionando su rostro hacia abajo, sintiendo su pene golpear el fondo de la garganta del castaño.

Luzu no se negó, dejando que Quackity se desquitara un poco follandole la boca, aunque sólo bastaron un par de golpes más para que el sensible pene del pelinegro comenzará a escupir su esencia a chorros.

Sin dejar que se apartara, Quackity aún sostuvo los cabellos de Luzu, apretándolos entre sus dedos, mientras el mayor tragaba lo que había estado aguantando tanto tiempo.

Agitado por todo su castigo, Quackity ya estaba agotado, y al acabar pareció irse la poca fuerza que le quedaba, soltando a Luzu, recostando su cabeza sobre la cama, respirando profundamente conforme los gemidos iban acallando.

Hacía mucho que no terminaba así de agotado.

Aunque no podía decir que, después de todo, se había sentido bien.

Todo aquello era algo que sólo Luzu podía generar en él, el agotamiento y la calma luego de tener sexo con él, nunca lo había sentido con nadie más, y medio dormido en sus brazos admitió para sí mismo una vez más, que nadie follaba cómo él.

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