XXIII: SÍMBOLO
Por otro lado, mientras Noah era el encargado de vencer a Peter, Avril y Karamat tenían la misión de infiltrarse por el lado norte del castillo. Cuando Noah destrozó la pared en la torre, los herederos de Hielo comenzaron su misión.
Atravesaron la deteriorada cerca y se adentraron en el primer piso.
Primero encontraron una de las cocinas: los taburetes estaban desordenados, algunas mesas volcadas y el resto en ruinas. Más adelante, conocieron lo que parecía ser un patio en medio del castillo. El antiguo rey solía vivir aquí, así que parecía lo más normal del mundo. Fue entonces, cuando siguieron su camino, que llegaron a una habitación inmensa: de techo ridículamente alto, de paredes extensas y mucho, mucho espacio y polvo.
La puerta se cerró detrás de ellos y no les quedó otra que avanzar a la siguiente. Entonces, cuando estaban por llegar a la puerta, esta se abrió suavemente y mostró a un deteriorado niño. Su delgado cuerpo se balanceaba ligeramente y su mirada estaba en sus pies.
Avril no lo conocía, pues apenas salía de la cueva en Deigh, pero Karamat sí. Había visto a aquel niño muchísimas veces cuando se arrimaba a buscar frutas cerca de la aldea.
—¿Neil? —dijo el chico, y el niño no se movió— ¿Neil, eres tú?
El niño levantó la mirada, solo para que Karamat se diera cuenta que aquel no era Neil hacía tiempo. Sus ojos, exponentes máximos de la perdición del alma, parecían haber llorado demasiado antes de su inevitable muerte. Una sensación de lástima y dolor inundó el pecho de los hermanos Coxgreen, sabiendo que aquel niño que yacía frente a ellos no tenía motivo alguno para morir.
—¿Qué le pasó? —susurró Avril.
—Lleva un tiempo muerto... Este niño vivía en Deigh y desapareció el día del ataque de Allvar... ¿Peter lo buscaba desde el principio?¿Por qué a un niño?
La víctima abrió la boca como quien busca hablar, pero no emitió más que un débil gruñido. Su huesudo brazo se alzó hacia Karamat y sujetó, débilmente, un dedo de la mano del chico.
Karamat se dio cuenta al instante y retrocedió de un salto, manteniendo las distancias.
—¡Avril, no dejes que te toque! —gritó.
—¡¿Qué?!
—¡¡Retrocede!!
La chica llegó al lado de su hermano cuando el niño trato de sujetarla.
—¿Por qué no puede tocarme?
—El cuerpo de Neil se mueve solo a pesar de que no tiene vida. Eso es producto de la magia de Trastorno de Peter. Pero no es solo eso: cuando me sujetó el dedo, por un segundo, sentí magia venir del niño. Además, mira —dijo Karamat, levantando su brazo y mostrando sus dedos—. No puedo mover el dedo que Neil me sujetó. Debe usar algún tipo de magia extraña.
—¿Y qué hacemos?
—No podemos matarlo más. Vamos a tener que destruir el cuerpo.
Avril dudó por un segundo y su hermano le gritó:
—¡Ya está muerto! ¡Eso no va a cambiar! No podemos dejar que nos mate a nosotros también.
La chica miró con lástima al niño que se movía como un zombie hacia ellos, y entonces entendió que lo que Karamat decía era cierto. El suelo se comenzó a congelar y pequeños trozos de hielo saltaron hacia el niño que, en un movimiento hábil, los esquivó y se lanzó a correr hacia Karamat. El chico puso su mano en forma de pistola y comenzó a disparar trozos de hielo de la punta de su dedo mientras retrocedía. Neil se las arregló para no ser tocado y darle un manotazo en la pierna al chico.
Karamat cayó al suelo de golpe. Entonces, Avril comenzó a usar el mismo ataque que su hermano y Neil comenzó a cazarla a ella también. La chica deformó el suelo congelado y creó un desnivel. Neil sujetó el brazo de Avril, pero ella pateó el pecho del niño y lo lanzó al agujero.
—¿Estás bien? —preguntó ella cuando se acercaba a Karamat.
—Ya entiendo lo que se siente ser un cojo: no siento mi pierna.
Justo como había pensado Avril, Neil logró salir del agujero y volver a la superficie. Ella comenzó a correr al lado contrario a Karamat y el niño la persiguió. En aquel momento, la chica frenó en seco frente a Neil.
—"Insane" —susurró.
Alrededor de ella apareció un centenar de trozos de hielo, más afilados que los de su hermano. La ráfaga se disparó hacia el niño que, esta vez, no tuvo más remedio que recibir el ataque.
Sabiendo que eso no lo detendría, Avril siguió corriendo. El niño, con los trozos de hielo incrustados en todo su cuerpo, comenzó a seguir a la chica. Avril se subió encima de un pequeño muro que había cerca y levantó una de sus manos en dirección al niño. Alrededor de él comenzaron a surgir varios pilares de hielo, uniéndose cada vez más y dejando menos espacio dentro para el cuerpo del niño. Cuando su pequeña mano se apoyó en uno de los pilares, este reventó y así le siguió el resto.
La chica congeló los pies de Neil, aferrándolos al suelo y evitando que diera otro paso. Avril sintió mucho dolor al fijarse en la mirada de sufrimiento que poseía el niño. Cerró sus ojos con fuerza, evitando sentir de más, y solo logró escuchar el sonido de los huesos romperse.
Una jabalina de hielo atravesó la espalda del niño y destrozó su pecho. Luego llegó otra a traspasar su cráneo y el hielo de estas se fue expandiendo por el pequeño cuerpo de Neil hasta haberlo congelado por completo. Entonces, deseando no tener que hacerlo, Karamat detonó sus jabalinas y el cuerpo del niño reventó en pedazos.
Avril lloraba desconsoladamente y su hermano trató de aguantar, pero no pudo evitar que una lágrima recorriera su rostro.
—Espero que encuentres paz del otro lado, Neil...
Karamat abrazó a su hermana y limpió las lágrimas en su mejilla.
—No le perdonaré esto —dijo Avril, rabiosa.
Karamat la abrazó aún más fuerte y dijo:
—No tienes que decírmelo.
Sus ojos irradiaban odio y furia. La vena de su frente aguantaba para evitar explotar y su mandíbula estaba al límite de tanto apretarla. Compartieron una mirada determinada y, después de atravesar la puerta, tomaron camino hacia las escaleras para buscar a Peter.
A lo lejos se escuchaban gritos, y entre el bullicio Avril juraba haber escuchado la voz de Cameron.
Sin otra opción, siguieron las extensas escaleras arriba hasta llegar al siguiente piso. Allí todo parecía más ordenado: las lámparas colgaban alegremente del techo, el suelo estaba demasiado limpio y las plantas que ocupaban las macetas en las esquinas estaban perfectamente cuidadas. Karamat examinó el área con cuidado y caminó a través de los extensos pasillos solo para, al final, volver al punto de partida.
—No hay escaleras además de la que usamos para llegar aquí. No podemos seguir subiendo a pesar de que arriba hay otro piso. No hay habitaciones o ni siquiera puertas. Lo único relevante aquí es esto en medio del suelo.
Karamat se puso de pie encima del extraño símbolo que estaba pintado en el centro del círculo que formaban los pasillos. Después de examinarlo por un momento, subió su mirada al techo.
—Quiero saber qué hay en el piso de arriba —dijo.
—No tenemos cómo subir. Estas escaleras acaban aquí —explicó la chica.
—Pues volveremos a bajar y buscaremos otra forma de subir. Lo que sea que esté allá arriba es lo suficientemente importante como este símbolo. Hay que darse prisa.
Karamat emprendió una pequeña carrera hacia las escaleras. Avril contempló por última vez el paisaje, fijándose en la característica marca triangular en el suelo.
Por un momento volvió a escuchar una voz, esta vez demasiado baja. Levantó su mirada y supo que la voz venía del piso de arriba. Cuando volvió a hablar, Avril pudo identificar a Peter casi sin problemas.
Su hermano tenía razón: algo había pasado y Peter se había librado de Noah por un momento. Seguramente buscaba proteger lo que sea que estuviera allá arriba. Al parecer, era algo muy importante si Peter decidía esconderse allí.
Avril apretó los puños a sus lados y, agarrando fuerzas, siguió a su hermano escaleras abajo.
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