Después de incontables turbulencias, por fin el sol apareció en la vida de los dos, pero todo tiene un fin. Y en nosotros, los problemas llegaron a su final. Nuestros escritos, son el claro ejemplo que la vida sí tiene sentido. Los sueños que ambos tenemos debían realizarse, porque así podríamos sentir la sonrisa y el orgullo de la vida refrescarnos hasta el fin de nuestras existencias.

Ambos teníamos la mirada hacia el horizonte. Observando como el sol se escondía entre los edificios de la ciudad.

—Todas las personas tienen un principio y un final —habla Arthur y yo volteo a mirarlo—, de algunos puede ser desgarrador y de otros, radiante.

Entrecierro los ojos por su sarcasmo, inquietante con el ceño fruncido dándole como referencia que no entendía a que vinieron sus palabras.

Da una calada a su cigarro y deja escapar el humo. —No entiendes nada, ¿verdad Cardwell?

—No—Niego en un severo susurro.

El olor a menta que expulsa su cigarro es verdaderamente agradable, así que cierro los ojos inhalando la combinación de menta con tabaco.

—Contigo tengo esperanzas, Cardwell—abro los ojos, notando que me está observando. Sus ojos verdes tienen cierto destello de felicidad.

No sé si esas palabras las soltó por soltar o es que Weasley realmente sentía las mismas esperanzas que yo sentía con él. Estábamos sentados en medio de la carretera, pudiendo sentir el ligero viento rozar nuestras espaldas, no era frío ni caliente. Era un viento perfecto, justo para los dos en estos momentos.

—Por favor, nunca nos olvidemos, Weasley—Pido casi en súplica.

—Jamás te olvidaría, Sunset.

Esa palabra, cada vez que escuchaba esa palabra podía sentir mi cuerpo con vitalidad.

Me meso hacia adelante con las manos en mis rodillas flexionadas. —Tú eres un fugaz arcoíris y yo una esperanzada puesta de sol—dije, él da una sonrisa torcida, y vuelve a llevarse el cigarro a la boca.

Ambos nos quedamos nuevamente en silencio. Él expulsaba el humo con una infinita paciencia, mientras que yo disfrutaba su presencia y aroma. Siempre que nosotros, teníamos estas coyunturas de reflexión, me perdía en la perfección de hombre que es Arthur Weasley, y yo no me refería al físico, si no a su intelecto, o a la empatía que tenía con los demás. Podía nombrar con mi mano uno por uno, los valores que él poseía, pero si ese fuera el caso, yo me quedaría sin dedos.

—Cardwell—me llama y yo lo observo—Hace rato me refería a que nosotros escogemos nuestro final. —suspira con su cigarro en la mano—Y yo escogí el final radiante, un final de nombre Sunsetz.

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