Capítulo 2: Amphiptere


𝑪𝑨𝑻𝑯𝑳𝑬𝑬𝑵 𝑪𝑨𝑹𝑫𝑾𝑬𝑳𝑳

Las tardes que paso en el bar, se consumen demasiado rápido y si por mí fuese, me quedaría a vivir junto a Leewana, cuidando del Sunsetz. Hoy con tranquilidad logré escribir tres capítulos más de mi libro, estoy muy orgullosa de mí. Un libro de fantasía, donde las personas son inmortales, los dragones existen, e incluyendo las hadas. Mi libro de nombre: "Fantasías de la vida"

De pequeña siempre soñé con ser una princesa y tener un dragón como mascota, sin embargo, solo terminé siendo una escritora aficionada con miles de problemas en la cabeza. Con el libro que estoy escribiendo quiero enseñar y demostrar que las personas viven del soñar, una persona que no tiene un sueño, no es nada en esta vida. Como claro ejemplo estoy yo: No tengo sueños, ni aspiraciones, y siempre espero que todo pase libremente sin importarme nada más.

Desde lejos podía ver a mi vecina apagar las luces de su habitación desde su segundo piso. El frío de la lúgubre noche cubrió mi cuerpo, y por instinto cubrí mis pechos con mis brazos. Me detuve frente a mi casa, observando que las luces aún estaban encendidas.

Pensé si era bueno entrar o planear una huida instantánea.

Me recorrió un miedo por todo el cuerpo, al ver que papá salía con un cinturón en la mano, retrocedí por inercia—¿¡Dónde estabas!? —gritó mirándome furioso—

—En el Sunsetz—respondí sin temor, o bueno eso aparentaba.

—Te dije miles de veces que no vayas a ese maldito bar—se acercó a mí—Y tú sigues sin obedecer.

Me tomó por los hombros y de un jalón me metió dentro de la casa.

—Me han llamado del instituto—me informó—Y la directora dijo que te has escapado toda la mañana. ¿Dónde estabas?

—¡No escapé! —grité llena de impotencia—Ella miente.

—¿Dónde estabas? —volvió a repetir—

Yo perdí la confianza de mi papá meses después de la muerte de mi mamá y hermana, así que él, no creería que fui golpeada brutalmente dentro de un almacén—Me fui al Sunsetz... —respondí simplemente.

Papá me miró con decepción, y sin más levantó el cinturón frente a mí, para luego azotarlo con rabia contra mi espalda. Cerré los ojos, mientras mi respiración se entrecortaba, las heridas que me dejaron los golpes de la tarde se volvieron a abrir.

Arde, quema, duele...

Pero esos golpes por alguna razón, me hacían sentir viva. Al sentir el dolor, sé que tengo vida, aún no me fui de este mundo cruel y abrumante.

—Eres una hija que me sigue decepcionando—volvió a azotar con mucha más fuerza—¿Por qué no eres como tu hermana? ¡¿Porqué?!

Esa última pregunta...

Papá nunca fue alguien que me haya comparado con Coney, siempre nos dijo que éramos diferentes, sin embargo, desde que ella murió, él se encargó de compararme hasta el último de mis movimientos con ella. A veces me hace creer que soy una inútil e inservible, porque en comparación de Coney, ella sí tenía muchas aspiraciones, su sueño siempre fue ser una médica, especializada en Cirugía.

Un tercer y último azote recibí, pero esta vez en mi pierna. Todas las noches era lo mismo, pero, aun así, seguía llegando tarde, pese a sus advertencias. Los azotes que recibía me los merecía, soy una hija sin educación y desobediente. Estaba parada en la misma posición, sintiendo los azotes que sin piedad quemaban mi piel.

—Vete a tu habitación, hoy no cenarás.

Papá pasó por mi lado y se fue a su habitación.

Yo estaba inmóvil, no sentía mi cuerpo. Quería desmayarme por tanto ardor, mi cabeza palpitaba por la impotencia, las lágrimas que derramaba lastimaban mis sensibles y lastimadas mejillas. Cojeé con mi mochila en el hombro hacia las escaleras, mi respiración estaba agitada por la cólera que le tenía a mi directora, y mucho más a las personas que me hacían daño sin pensar que eso estaba destruyendo mi estado mental.

Si tan solo, ellos se hubieran puesto en mis talones el momento que mi hermana y mamá fallecieron, entenderían mi timidez y las pocas ganas que tenía de vivir. Jamás pensé que de la sonrisa que llevaba hace tres años con orgullo, ahora esté llevando una tristeza creada por la sociedad y por las malas decisiones. Todo lo que quiero gritar se queda atascado en mi garganta, no puedo simplemente decir BASTA, YA NO MÁS, ES SUFICIENTE, DETÉNGANSE... Ese miedo de ser ignorada me carcome y aterroriza hasta en mis pesadillas, por eso no hago ni el mínimo esfuerzo por gritar.

Abro la puerta de mi habitación, y está oscuro, así como mi alma. Mi escritorio estaba desordenado por los papeles de unos capítulos mal escritos. La ventana la podía observar frente a mí, y los rayos de un foco público iluminaban la mitad de mi cama. Tiro mi mochila a un lado para luego cojear hacia mi cama, antes de acostarme, me agacho y saco mi baúl de los sueños, me siento en el suelo en posición indio, observando el gran baúl de color café, y me llena de nostalgia siempre que lo veo, porque me recuerda tanto a mamá.

Ella era escritora de novelas románticas, y también era amante de las antigüedades, es por eso que ella se compró este baúl, y en él empezó a guardar los capítulos de sus libros, primero los enrollaba, luego los envolvía con una cinta de seda, y finalizando lo guardaba en este baúl. Cuando ella partió al cielo, supe que este baúl no podía quedar al abandono ni mucho menos ser olvidado, por eso mismo, me apropié de él, sabiendo que conmigo tendría un excelente cuidado. Papá no sabe que guardo el baúl de su esposa, y tampoco quisiera que se entere, porque me castigaría aún peor que hoy. Todo lo que hago o digo, le recuerda a mi hermana o sino a mamá, a veces pienso que cuando me castiga no lo hace por maldad, sino porque extraña al amor de su vida y al fruto de su gran amor.

Abro el baúl y puedo observar los capítulos de mi libro "Fantasías de la vida". Este baúl me recuerda tanto a mi madre, hasta puedo creer que su aroma a flores sacadas del jardín se ha impregnado en la madera y ahora mismo puedo sentirlo. Cierro el baúl, para luego levantarme y caminar hacia mi escritorio, lo ordeno, así mismo botando al tacho de basura todos los papeles inusuales. No tengo la energía suficiente para cambiarme de ropa, solo quiero echarme en la cama y dormir profundamente, tanto que jamás pueda volver a despertar.

Cojeé hacia mi cama nuevamente, y lo que tanto temí escuchar volvió a suceder, las botellas que estaban siendo brutalmente rotas por alguien provocó que se me estremeciera el cuerpo de pies a cabeza. Caminé hacia la puerta, y salí de mi habitación, fui por el pasillo hasta llegar a las escaleras, de ahí podía observar una parte de la sala, y logré notar a mi papá llorar con una botella de licor en su mano. Mi corazón se afligió al ver que lanzó con impotencia la botella, lloraba con tanto sufrimiento, que sus suspiros resonaban como eco en toda la casa. Mis lágrimas no tardaron en resbalar por mis mejillas.

Regresé a mi habitación llorando y sufriendo. Mis fuerzas desaparecieron en tan solo segundos, así que me acosté sobre mi sábana, apretando mi mejilla contra la almohada. En la hora menos esperada, ya me encontraba soñando con mi familia. Los cuatro desayunando en la sala, conversando sobre la comida que prepararía mamá regresando de su trabajo.

***

Desperté adormilada, con los ojos pesados e hinchados, y mi cabeza dolía un poco. Como sea debía asistir al instituto o papá me castigaría nuevamente.

Me levanto despacio, pero aun así mi pierna protestaba de dolor, y con ayuda de mis dedos, alcé un poco mi pantalón para revisarme la pierna, y pude ver los hematomas que esta tenía. Caminé hasta el espejo, y a través de él, observé el dolor clavado en las cuencas de mis ojos, giré hacia atrás un poco, observándome la espalda marcada de golpes, y mis costillas también sobresalían porque hace días que no comía nada.

Solo estiré mis sábanas, no me di la molestia de ordenarlo. Alisté unos libros en mi mochila, mi pluma con su pote de tinta, y por supuesto mis hojas para escribir en ellas los capítulos de mi libro. Bajé a la sala buscando a mi papá con la mirada, mas no lo encontré, así que fui a su habitación. Abrí la puerta despacio, evitando algún sonido crujiente, y ahí lo vi, dormido en su cama. Me quedé mirándolo por segundos, hasta que reaccioné y me dirigí a la cocina.

Busqué en la nevera algo de comida y solo encontré una fría manzana, la cual me destemplara los dientes, pero igual la agarré y la guardé en la mochila, luego sin más, caminé hacia la puerta para irme. Pero antes de salir, me vi en el espejo pegado de la pared, tenía los ojos hinchados, y las manchas oscuras que estaban debajo de ellas me daban a entender que tuve una pésima noche.

Salí de casa, y vi a Kyllian parado en la casa de al frente. Nos miramos unos segundos, hasta que decidí moverme y en vez de tomar el bus, preferí caminar al instituto.

—¡Cathleen! —me gritó, pero yo hice caso omiso a su llamado. —¡Espera!

Seguí caminando, ayer fue suficiente para darme cuenta que él también estaba en contra de mí.

—Detente—me detiene con su mano sobre mi hombro derecho—Mírame, Cathleen.

Con mi mano saqué la suya de mi hombro, y volteé para encararlo. Mis palabras se quedaron en la punta de mi lengua, al ver que su rostro estaba lastimado y tenía un hematoma en su ojo izquierdo, su labio estaba partido con sangre seca. Venas rojas y notorias cubrían su pupila, él revisaba mi rostro también, y con las yemas de sus dedos acarició mi labio lastimado.

—¿Quién te hizo esto? —me preguntó angustiado. No respondí—¿Quién fue...?

—Mi vida no debería importarte—solté, sin mostrar lástima.

—Somos amigos, Cathleen, y me importas—dejó de acariciarme el labio—Me importas mucho.

—¿Te importé ayer? —recriminé—Oh y, por cierto, Lorraine debe estar agradecida contigo, por haberle dado la llave del almacén—me mira confundido—En ese almacén me hicieron esto —le señalé mi labio—, y esto. —levanté mi pantalón y le enseñé todos los hematomas.

Kyllian no podía creer lo que le he enseñado, enarcó las cejas entre confundido y claramente enojado—Ella me engañó—expresó en un susurro—, su grupo de amigos y ella me han engañado.

—¿Debería creerte?

—Las heridas que tengo en mi rostro me los hizo James.

James es el líder del grupo de básquetbol de otro salón, y en su grupo tiene puros chicos arrogantes y narcisistas. Lorraine es novia de James, y aun estando con él, piensa en Kyllian, e inclusive le manda mensajes de texto, en los cuales dice amarlo y si se le presentara la oportunidad de estar con Kyllian, no tardaría en terminar con James, para estar con él.

—Él y Lorraine me mintieron—contó—Yo hablé con ella y pedí que te dejara en paz, increíblemente aceptó, pero con la condición que le diera la llave del almacén. Mi error fue no preguntar para que lo iba necesitar.

—Lo necesitó para lastimarme y ayudarme.

—¿Ayudarte? —preguntó incrédulo.

Le muestro débilmente una sonrisa triste—Sí, me ayudó a tener más clara la idea de que yo no pertenezco en este mundo.

Me mira sorprendido por la declaración que le acabo de dar.

—Ahora déjame en paz—espeté—Tu presencia me da muchos problemas.

—¿No preguntarás por qué James me golpeó?

Sí quería hacerlo, muy en el fondo de mi corazón sentía cólera por lo que le hicieron a Kyllian. Pero recuerdo esas palabras amenazantes de Lorraine y me asusta de una manera inexplicable, tanto que comienzo a temblar. ¿Por qué no lo defiendes? ¿Por qué no haces nada por él? ¿Por qué eres una cobarde? ¡Porque tengo miedo! ¡Tengo miedo de recibir más golpes...! Tengo miedo que a él le pase algo, por mi culpa.

Gritos internos, esos gritos que me atormentan la mente, son angustiantes.

—No me importa tu vida, y a ti no debería importarte la mía—Dejé claro lo que tenía que decir, y sin permitirle responder, me alejé de su presencia.

Perdóname por todo lo que te hago pasar Kyllian, por favor, por eso te pido tanto que te alejes de mí. No te merezco...

Crucé la pista con cuidado y emprendí camino hacia el instituto.

Desde un comienzo supe que no sería bueno tener a Kyllian como amigo, pues él es un chico famoso en el instituto, todas babean y sueñan por él. Yo me estaba metiendo en la boca del lobo al sentarme a su lado, o al hablarle. Por eso prefiero estar sola, ya que la compañía de las personas irrita y hostigan a mi miserable vida. En un minúsculo de mi tiempo, me sentí bien con la compañía de Kyllian, e incluso llegué a sonreír delante de él, pero la depresión es algo que jamás podré sobrellevar, mis recaídas son consecutivas, hay momentos en los cuales yo quiero morir, o simplemente desaparecer. No soy capaz de controlar esos sucesos que aparecen como una garúa rápida en temporadas de primavera.

Leewana me ha ayudado un poco a tranquilizar esas recaídas, sus cariños me recuerdan a los mismos que me hacía mamá, o los chistes que me contaba mi hermana antes de dormir.

Leewana es mi ángel.

Leewana es mi única y verdadera amiga.

Jamás me arrepentiré de haberme perdido esa noche, en la cual mi papá me ordenó comprar cervezas, y deambulé calle por calle hasta que choqué con la esquina del Sunsetz. Ahí estaba Leewana barriendo su vereda a las tantas horas de la noche, por curiosidad le pregunté si vendía o tenía cervezas, y esperanzada me dijo que "Sí", ahí fue cuando me contó que antes que se convierta en su casa, eso era un bar, pero lo tuvo que cerrar, por la falta de clientes. En aquel entonces ya era infeliz, y la conexión que tuvimos fue algo lindo y sincero, le conté sobre mi infelicidad, los problemas que tenía con mi padre, y también sobre las muertes de mis personas favoritas.

Con una sonrisa ella me dijo: "El Sunsetz abrirá sus puertas por ti"

Maravillada le respondí: "Y yo vendré a visitarlo por ti"

No es común ver la amistad de una chica de diecinueve años con una señora de sesenta años. Pero esas amistades son las verdaderas y sinceras, porque podré cometer errores, sin embargo, ahí siempre estaba ella para corregirme como si fuera mi madre.

No cambiaría esta amistad por nada ni por nadie.

Entre pensamientos y recuerdos, llegué al instituto de mis pesadillas. Esta sería la segunda vez que llego temprano, pues aún las puertas estaban cerradas, sin embargo, había personas más madrugadoras que yo. Me acerqué a aquellas personas, percatándome de tomar la respectiva distancia; y para esperar tranquila, saqué mi móvil con los audífonos. Busqué mi biblioteca de canciones y puse una reproducción aleatoria.

Mi cuerpo se relajó al escuchar "The Reason" de Hoobastank, con una simple canción viajaba a otros mundos. Moví mi cabeza y pies al ritmo de la canción. Una persona, bueno, en realidad varias me dijeron que siempre había una razón para vivir, pero yo siempre dije que esas razones viajaron al cielo, y con ellas se llevaron mis ganas incontrolables de vivir al máximo.

—¡Alumnos ingresen a sus cursos! —gritó Frankie, interrumpiendo con su repugnante voz la gloriosa melodía de mi canción.

Yo esperé unos segundos a que ingresen todos. Después de los segundos ingresé relajada caminando por el pasillo del instituto para ir a mi locker, fui con la imaginación de encontrar pintado mi casillero, sin embargo, no hubo huellas de pintura. Eso era extraño, Lorraine jamás me dejaría en paz, con mi mirada la busqué primero a mi derecha y luego a la izquierda, pero no encontré rastros de ella ni de sus amigas. Abrí mi locker, y guardé unos libros, quedándome solamente con el libro de Matemáticas.

—¡Cathleen! —escuché pronunciar la voz de Kyllian con una leve desesperación.

Miré a mi derecha y él venía corriendo hacia mí. No me había percatado que llevaba puesto una casaca negra de cuero, y una camiseta roja de Nirvana, él es verdaderamente fan de aquella banda—Perdóname.

Dejó a un lado su mochila, vi con incredulidad sus movimientos, y se arrodilló frente a mí, agachando su cabeza—Cathleen Cardwell, te pido perdón por haberte lastimado—dijo con los ojos lagrimosos—, y no haber estado para ti cuando más me necesitaste. Prometo que a partir de hoy cuidaré de ti, seré tu escudo, nadie podrá tocarte, te lo...

—Kyllian levántate—le ordené con vergüenza ajena, observando los pasillos.

—Te lo prometo Cathleen, nadie volverá a...

Me agarré de la cabeza—¡Dije que te levantes! —grité atemorizada observando el pasillo, tenía pavor de encontrarme con Lorraine. Estaré en graves problemas si es que me observa junto a él.

—No lo haré hasta que me perdones.

Mi corazón palpitaba con fuerza, golpeándome por adentro—Detente, ya no sigas...

No fue la intención de Kyllian llamar la atención de todos los estudiantes, pero alguien debió avisar que estábamos creando una absurda y patética escena. No tardaron en aparecer como plagas, observándonos con ridiculez. No me importó, porque solo buscaba a una persona, y felizmente no había llegado, tampoco su novio ni sus amigas.

—Señor Novak—lo mencionó Frankie—Vaya a dirección en este preciso momento.

—Cathleen, por favor perdóname —volvió a repetir.

Lo más importante que debe saber un ser humano es aprender a perdonar, sin embargo, había personas que jamás serían merecedoras de un perdón. Sin responder absolutamente nada, lo dejé arrodillado, y pasé por su lado derecho para irme a mi respectivo salón.

—¡Señor Novak a dirección! —le gritó Frankie.

No podía negar el hecho que Kyllian ha sido bueno conmigo en algún momento, pero no merezco su amistad, nunca la mereceré. Ambos nos hacemos daño por igual, y yo estoy segura que él estará mejor sin mí. Así como yo estoy bien sin él.

El profesor Murdoch no ha llegado todavía al salón, mis compañeros estaban riendo y conversando entre ellos. Algunos simplemente estaban estudiando, algo que yo debería estar haciendo, pero Kyllian me hizo perder minutos valiosos. Busqué un asiento libre, pero solo había uno doble, estaba vacío, así que era una buena opción.

Caminé hacia el asiento, el cual quedaba al fondo, eso alegró un poco mi día. No tendré que escuchar las chillonas voces de mis compañeras ni tampoco los sermones de Murdoch. Prefería mil veces estudiar por mi propia cuenta, y también practicar, yo dije tantas veces que odio estudiar, pero tampoco me gustaría desaprobar el curso.

—¡Alumnos, tengan un agradable día! —ingresó al salón el profesor, con cinco libros en su brazo izquierdo y con una botella de agua en su mano derecha.

Saqué mi libro de matemáticas y lo coloqué sobre la mesa.

—Hoy trabajaremos Ecuaciones lineales—gritó—

No tenía ganas de resolver ecuaciones, por lo tanto, me puse a dibujar en la última hoja de mi cuaderno, con puro lápiz plasmé detalladamente un dragón. Siempre he amado desde pequeña los dragones, leí muchísimas historias sobre ellos, tengo una colección entera de dragones, ya sea en películas y libros. Los dragones Amphiptere son mis favoritos, ellos provienen del antiguo Egipto, y eran los más temidos por el mundo.

Dejé de dibujar para alzar la vista hacia la puerta, pues alguien acababa de tocar. Entrecerré los ojos para visualizar de quien se podía tratar, y cuando vi esa silueta mediana de hombre, reconocí con rapidez que se trataba del encapuchado de ayer. Le saludó al profesor con un movimiento de cabeza, y descaradamente ingresó al salón, entonces recordé que el único asiento vacío era el que estaba junto a mi derecha. Efectivamente el chico se dirigió hacia acá, al llegar tiró su mochila al suelo y se sentó a mi lado. Se echó sobre la mesa y cubrió su rostro con sus brazos.

Terminé de observarlo y volví a centrarme en lo que estaba haciendo, con delicadeza dibujé la cabeza de mi dragón, sus ojos no los hice redondos, sino achinados. Este dragón era una combinación de serpiente con pájaro, es un ser extraño, pero me gusta. Las alas que quedan justo detrás de su cuello, traté de hacerlo grande, sus alas eran similares a las de un murciélago. Sin prestar atención a clases, terminé mi dibujo a puro lápiz.

El resultado final es algo bonito, no soy dibujante, ni tampoco me considero una de ellos, pero mi dibujo tiene detalles muy profesionales.

—Yo prefiero los dragones de mar—musitó el chico a mi lado.

Volteé a verlo y estuve tan concentrada dibujando, que no me había percatado la atención que tenía este chico hacia mi hoja, donde yacía mi dragón—¿Reconoces el dragón que acabo de dibujar? —le pregunté.

—Deberías venderlo, ganarías mucho dinero—omitió mi pregunta y volvió a echarse sobre la mesa. —¿Por qué tu dragón favorito siempre fue el Amphiptere?

¿Siempre? ¿Cómo sabe?

No hablé, me quedé en silencio, tratando de asimilar sus palabras, la mayoría de personas le restan importancia a este tipo de criaturas mágicas, pero él dijo que prefiere los dragones de mar y además reconoció el dragón que dibujé. No fui capaz de responder a su pregunta. Él me dejó sin palabras.

Decidí echarme también sobre la mesa, no valía la pena escuchar la clase cuando ni siquiera había prestado atención desde el principio. Solo me quedaba esperar el sonido la campanilla para poder asistir al siguiente curso, uno de mis favoritos, el cual es Literatura. Aunque me sepa todos los temas sobre ese curso, igual me gustaba aprender uno que otro concepto que no lo haya leído o escuchado en algún libro o documental.

***

Las clases de la mañana habían finalizado, no fue un día desagradable, ese día tenía sus pros y contras. Nos dejaron tarea en el curso de Biología, debíamos investigar sobre los animales invertebrados y hacer un resumen de ellos, no era un tema fuera del otro mundo, en realidad era bastante sencillo.

Estaba sacando mis libros y cuadernos de mi casillero cuando escuché gritos de mujeres y silbidos de varones, no estaba segura de donde provenían, por eso le resté importancia. Sin perder el tiempo, seguí alistando mis cosas en la mochila, para dirigirme al Sunsetz.

—¡Están golpeando al nuevo! —pasó corriendo una mujer por mi lado.

—James lo matará. —murmuró otra mujer de cabello corto y azul, quien estaba apoyada contra la pared, desinteresándose del problema.

Terminé de alistar mi mochila, para luego colgármela en el hombro derecho. Cerré con llave mi casillero, lo guardé en el bolsillo de mi pantalón, para luego caminar hacia la salida del instituto. Mi cuerpo exigía descansar.

Antes de que pudiera salir, una compañera de mi salón se acercó a mí.

—Hola Cathleen, llama ahora mismo a la directora —me ordenó asustada, tocándose con conmoción la cabeza.

—¿Pasó algo? —pregunté.

—James, el chico del salón B, está golpeando a nuestro compañero nuevo—me informó angustiada.

—¿El que llegó ayer? —inquirí.

—Sí, debemos hacer algo o James lo matará.

Y sin más, pasó corriendo por mi lado en dirección al patio del instituto.

Nunca me ha gustado entrometerme en las vidas de los demás, pero si se trata de alguna violencia, no me gusta quedarme callada. Soy muy hipócrita conmigo misma, porque no me gusta que los demás sufran algún tipo de abusos, pero yo sí tengo la cobardía de permitírmelos.

Me dirijo a la dirección y toco la puerta de Frankie, pero no me abre. Vuelvo a tocar, y sigue sin abrirme. Decido no insistir, así que voy a la cabina del señor de limpieza. Él odia las peleas, es mayor de edad, y tengo las esperanzas de que me ayudará a poner fin los problemas de agresividad que posee James contra todos los alumnos que son nuevos.

—Señor Linares, buenas tardes, un chico del B está golpeando a un compañero nuevo de mi salón—él dejó a un lado su escoba para prestarme atención.

—¿Dónde están? —preguntó.

—No sabría decirle.

—Seguro es James y lo más probable es que estén en el salón de gimnasia.

Se acomodó su gorro y caminó hacia el salón, yo lo seguí por detrás. Caminamos por el pasillo largo del instituto, después bajamos unas gradas y al cabo de unos segundos llegamos al salón de gimnasia, el señor Linares tenía mucha razón, todos los alumnos de este instituto privado estaban rodeando a dos personas, uno que estaba golpeando salvajemente, y el otro que no hacía nada por defenderse.

—¡James, suelta al muchacho! —gritó Linares, agarrando del brazo a James.

El rostro violento de James me causó estremecimiento, no le importó que sea una persona mayor quien le estaba ordenando, sin respeto empujó a Linares, haciéndolo caer de espaldas—¡Te vas a morir, nuevo! —le gritó James al encapuchado—Nadie le da órdenes a mi novia.

Por dentro moría de miedo, sin embargo, ya me encontraba caminando hacia él.

—¡Déjalo! —ordené.

—Vino tu novia. —James lo cogió de la mandíbula y lo obligó a mirarme—¿Ella sabe lo que les has ordenado a Lorraine?

Vi al chico, y solo esquivó mi mirada, avergonzado. Le estaba brotando sangre por los labios y por la nariz, sin contar las grandes marcas rojizas que las manos de James ejercieron con fuerza sobre su débil y delgado cuello.

—¿Estás diciendo que Lorraine es tu novia? —pregunté.

—¿No lo sabías? —replicó con arrogancia.

—Claro que lo sé, y también sé que Lorraine está perdidamente enamorada de Kyllian.

Se acercó a mí y me tomó por el cuello, provocándome la falta de respiración—¿Qué me estás diciendo, estúpida? ¡Hice todo lo posible por alejarla de ese hijo de perra! ¿Quién te crees que eres, para difamarla?

—¡James! —le gritó Linares—¡Suéltala, James! —apretó con más fuerza mi cuello, lo miré a los ojos directamente, y mi cuerpo comenzó a temblar, él no dejaba de estrangularme, a pesar de que una persona mayor le gritaba.

—James suéltala, he llamado a la policía, si no quieres que te detengan, suéltala—indicó Linares, él trató de acercarse a mí para ayudarme, pero James no se lo permitió.

Acercó su boca a mi oído—Tú y el nuevo, me las pagarán—susurró dándome asco.

Me lanzó al piso, ni bien caí empecé a toser, recobrando la respiración, me toqué el cuello y pude sentir ardor.

—¡Todos váyanse a sus casas! —gritó Linares. —¡Y si los videos que han grabado son publicados en las redes sociales, yo mismo hablaré con la directora para que todos sean expulsados! —los señaló con su dedo—y si hay algún inocente, lo siento, los justos pagan por pecadores.

Todos obedecieron, algunos le lanzaban maldiciones en su cara, pero Linares en todo momento se mantuvo firme como una persona con valores. Sé que su trabajo no es uno profesional, pero todos merecemos respeto, y todo trabajo siempre debe ser honrado.

—Ustedes dos quédense aquí, llamaré a la enfermera—nos ordenó.

Yo seguía tumbada en el suelo, tratando de recobrar la respiración con normalidad, pues aún se me dificultaba, el ardor me picaba las amígdalas por dentro. A mi lado tenía a ese joven encapuchado, cuyo nombre desconocía. De reojo pude observar que ni se inmutaba en limpiar la sangre que corría por su mandíbula.

¿Por qué James había mencionado que era su novia?

—No debiste entrometerte—bufó el ruloso.

—Te hubiera matado—repliqué, observando el techo luminoso.

—Después de todo, eso es lo que estaba buscando—giré mi cabeza para verlo y él estaba echado en la misma posición que yo, observando hacia arriba. Su nariz es respingada, y su mandíbula un poco ceñida—Cardwell —giró su cabeza para verme—, nunca más vuelvas a sentir pena por los demás.

Nos vimos unos segundos, sus rulos estaban desordenados, no tenía la capucha puesta, y entonces centré mi mirada en el color de sus ojos, eran un verde intenso como si se tratase de un frondoso prado.

—¿Cómo te llamas? —pregunté intrigada.

—Mi nombre no es importante, no deberías preguntar por él.

—El mío tampoco, pero aun así te lo dije—sentencié con honestidad.

Iba sonreírme, pero las heridas de su labio se lo impidieron—Arthur Weasley—volvió a girar su cabeza, para seguir observando el techo.

Copié su acción observando el techo, el gran foco podía iluminar todo el salón, pero por alguna razón, la luz solo nos iluminaba a los dos.

Tengo una razón por la cual mi dragón preferido es el Amphiptere. Él es el dragón más temido por humanos, y también por dragones. Este dragón tiene el poder de destruir una ciudad entera con tan solo las llamas del fuego que podía expulsar de su boca. Nunca ha tenido miedo de nadie, ni se preocupaba por nadie.

—Si alguna vez yo muriera, me gustaría reencarnar en un dragón, me gustaría ser un Amphiptere, porque él es fuerte e invencible. Por eso, ese dragón siempre fue mi favorito.

Respondí a la pregunta que Weasley me formuló en el salón.

Sé que algunos criticarán a Cathleen por su comportamiento, pero ella prefiere estar sola, porque cree que las personas que la rodean sufrirán. Pónganse en los zapatos de ella y después vayamos a las críticas. No la odien, por favor. 

¡Los amo! <3 

Sígueme en mis redes sociales, para que no te pierdas adelantos o noticias exclusivas.

Instagram: @fabiana_soto_

Twitter: @fabiana_soto_

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top