Un maravilloso plan.

Capítulo 2.

Un maravilloso plan.

Duncan sentía las manos sudar. La información que Julián y Mauricio le habían dado sobre Jared era valiosa, pero escasa. Al parecer el delta era bastante reservado y sólo hablaba de temas referente a su trabajo, incluso la interacción recreativa con los miembros de la escolta a la que pertenecía parecía nula.

Faltaba poco para que la fiesta anunciando el compromiso de Bernardo y Gina diera inicio, donde habría un banquete; los padres de Julián y Bernardo eran algo conservadores en ese aspecto. La importancia que Adolfo le estaba dando a la unión de su hijo menor en vez de ofender o incomodar a Julián, le había tranquilizado, ya que la condición que el alfa había puesto para reconocer su enlace había sido que Mauricio finalizara sus estudios en medicina veterinaria, para ello ambos serían enviados a vivir a la capital. Hasta hace dos días, Duncan había aceptado ir con ellos sin chistar, ahora ya no estaba seguro.

Cuando vio al pelirrojo por uno de los pasillos, el beta se plantó frente a él.

—Hola, creo que no nos han presentado, mi nombre es Duncan— dijo, esbozando la mejor sonrisa que pudo, estuvo tentado a ofrecer su mano para estrecharla, pero se contuvo.

Horas antes, cuando había hecho más preguntas a Mauricio sobre Jared, e incluso pedido su ayuda para hablarle, Julián se había burlado: ¿Dónde quedó el Duncan casanova?, le había dicho entre risas. Entonces decidió que él mismo debía hablarle.

El delta lo miró con sus ojos hipnotizantes y bicolor, luego dio un gran paso hacia atrás, guardando su distancia.

—No, no lo han hecho— dijo sin emoción alguna.

Duncan se relamió los labios, el aroma del sujeto era delicioso, y lamentó que este disminuyera al incrementar la espacio entre ellos.

—Eres del círculo íntimo de la manada De la Rosa, ¿no es así?— dijo para poder iniciar una charla.

—Creo que usted entiende la importancia de no revelar esa información, señor.

¿Usted? ¿Señor? El castaño parpadeó confundido y sorprendido, pero en seguida habló de nuevo, —no tienes porqué hablarme así, seguramente somos de la misma edad; tutéame.

—Lo siento, beta; pero yo sigo las reglas.

Por un instante Duncan se sintió decepcionado, pero luego la chispa regresó a él cuando notó que había mencionado su rango de nacimiento, —entonces, sí sabes quién soy— afirmó algo entusiasmado.

Jared miró el suelo por un instante, al mismo tiempo que tragó saliva, luego volvió a mirarle de frente; —el alfa Bernardo me ha hablado de usted, al igual que de su hermano y su compañero Mauricio.

—Genial, que el tonto sea un bocón tiene sus beneficios.

—Le pido, por favor, no se exprese así del futuro consorte de mi alfa.

Las cejas de Duncan se elevaron, —¿defiendes al mocoso?

—Beta, debo continuar con lo que se me ha encomendado— explicó al rodearle para seguir su camino, —si me permite...

—Espera, no te vayas aún— volvió a cortarle el paso.

El pelirrojo suspiró, parecía un poco molesto; y lo que menos quería Duncan era hacerle pasar un mal rato, así que decidió concluir ese encuentro con una petición.

—Sólo... sólo una cosa más.

—¿Qué desea?— preguntó el delta con los dientes apretados.

—Tu nombre, te he dicho el mío, me he presentado; por cortesía podrías decirme el tuyo.

Asintió y dijo, —Jared.

Duncan usó la sonrisa que varias veces había arrancado suspiros a sus conquistas, —muy bien, Jared, ha sido un gusto conocerte.

El nombrado dio media vuelta y dijo, —lamento no poder decir lo mismo, señor.

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—No entiendo. ¿Qué sucede conmigo?— Duncan elevó el brazo derecho y aspiró cerca de su axila, —¿acaso huelo mal?

Mauricio rodó los ojos mientras terminaba de atarse el cabello en una pequeña coleta. Julián, en cambio, rio.

—Es bueno que tengas que esforzarte— dijo el joven alfa.

—¿Esforzarme? Jared pasó de mi por completo, se refirió a mi como "usted" y me llamó "señor".

—La manada De la Rosa se toma muy enserio lo de los rangos y jerarquías— le recordó Julián antes de mirarse al espejo; faltaba menos para el banquete.

—Sí, lo sé. ¿Pero no se supone que la atracción va en ambos sentidos? Él debe saber que hay algo diferente en mí, ¿no es así?

—Estás asumiendo los hechos desde tu perspectiva— intervino Mauricio, —las cosas ocurren diferente para todos, tal vez él aún no ha identificado lo que ocurre y sólo piensa que eres alguien chocante y molesto— le sonrió.

Duncan entrecerró los ojos, —ja, ja, ja; muy gracioso— ironizó, —pero aun así, creo que fue muy frío conmigo.

—¿Qué esperabas, Dun?— volvió a hablar Julián, —¿Qué se echara a tus brazos apenas te viera?

—Por supuesto que si— respondió sin chistar.

—Estás loco.

—¿Y qué esperaban ustedes uno del otro cuando se conocieron? Eran torpes, pero no recuerdo que se anduvieran con estúpidas formalidades— dijo con algo de desesperación.

—Oye, tranquilo— Julián se acercó y le empujó con suavidad para que ocupara la silla cerca de la cama, él se sentó en el borde del colchón y agregó, —tal vez has mal interpretado lo que sentiste; probablemente sólo es atracción física, Jared llama la atención con su cabello largo y ojos diferentes.

—Lo sé, es muy atractivo— sonrió.

Mauricio se acercó también y dijo, —no te precipites y no dejes que la primera impresión arruine las cosas, ten más fe en ti.

Duncan le miró y asintió en un gesto mudo de agradecimiento, luego pareció saltar de la silla hacia la salida de la habitación; —iré a prepárame para el banquete, tengo una idea, un maravilloso plan.

—Sea lo que sea, sólo tienes treinta minutos— le recordó Julián.

—Con eso es más que suficiente— exclamó antes de partir.

.

—Ahí viene— susurró Lya, la otra delta de la escolta de Gina, al notar a Duncan, —es muy guapo.

Jared resopló y se alejó de su compañera de equipo, evitaría estar cerca de aquél beta, no quería distracciones. Así que, con paso fluido, atravesó el recinto y se posicionó cerca de Gina y Bernardo, la pareja estaba hablando con Dafne y Alberto, ambos betas de la familia residente.

—No dudo de las habilidades de su manada— escuchó a la mujer beta, —pero conociendo a Adolfo y Beatriz, querrán que Bernardo lleve también su propia escolta.

—Lo comprendo, y también sé que mis padres estarán de acuerdo— dijo Gina.

—Josué y Constanza son de los mejores y más calificados para esa encomienda— intervino Alberto, —pero tú puedes decidir sobre ello igualmente— miró a Bernardo.

—Sé que mi hermano y su pareja también estarán fuera de Rilltown, deberíamos considerar eso y decidir cuál sería la mejor formación para que ellos de igual manera lleven una escolta— explicó Bernardo.

—¿No permanecerán aquí?— Gina le miró confundida, por costumbre, los primogénitos permanecían en la casa que los vio nacer, los segundos eran los que se mudaban, pero en los matrimonios arreglados se negociaba eso. Según, Gina iba a permanecer en Rilltown durante los primeros años su matrimonio con Julián, luego ambos se harían cargo de los negocios de la familia De la Rosa, cuando Bernardo fuera apto para liderar Rilltown; pero las cosas habían cambiado: Bernardo se iría pronto al territorio De la Rosa, y a Julián le correspondía Rilltown.

—Por supuesto— respondió Bernardo a su pareja, —es sólo que primero Mauricio debe finalizar unos asuntos pendientes, él y Julián estarán una temporada en la capital.

Gina asintió, comprendiendo que la guardia de los Arrieta debería dividirse de la mejor forma estratégica posible.

Jared permaneció a una distancia prudente, pero atento a su alfa, él siempre había sido muy dedicado a su trabajo, en el cumplimiento de su deber, y también discreto; por la naturaleza de este, algunas veces escuchaba cosas que era mejor guardarse o ignorar. Pero la voz del sujeto que llegó inesperadamente no pudo pasar desapercibida, era el beta que le había abordado esa tarde insistiendo en evitar las formalidades.

—Madre, por fin te encuentro— exclamó Duncan cuando se acercó a Dafne, la rodeó con su brazo cariñosamente, a él nunca le importó mostrarse de esa manera con ella.

—Duncan, pensé que estabas con Julián y Mauricio.

—No, ellos están ahora con Beatriz— miró a Bernardo y luego a Gina, ante la chica inclinó la cabeza, mostrando respeto.

Ella asintió, aceptando esa leve reverencia; entonces cuando Duncan se enderezó, miró al delta que estaba unos pasos más atrás de Gina; Jared parecía no mirarlo siquiera, entonces el beta se obligó a ignorarlo por el momento también.

—Estábamos hablando sobre el viaje que harán— dijo Alberto, —tengo entendido que tú iras con Julián y Mauricio.

Duncan meneó la cabeza, —ese era el plan.

—¿Era?— exclamó Dafne.

—Julián y yo hemos sido cercanos por toda la vida, es mejor que tenga ahora su espacio, no quiero estar alrededor de él y su pareja— se justificó, —sería algo incómodo.

—Es muy considerado de tu parte, hijo— le elogió Dafne.

—¿Eso quiere decir que podemos contar contigo para formar parte del equipo que se quedará con Adolfo y Beatriz?— inquirió Alberto.

—Por supuesto— le sonrió al segundo beta de la manada. Luego miró a Bernardo, —¿podemos hablar en privado?

—¿Quieres hablar conmigo?

—Sí— respondió con firmeza, sin perder los estribos ante el gesto de superioridad que Bernardo le dedicó.

—Claro, ¿por qué no?— sonrió mordaz, tomó a Gina de la mano, le dio un ligero apretón al mismo tiempo que le besaba en la mejilla y luego se disculpó con los presentes.

Duncan también se disculpó y siguió a Bernardo a una de las habitaciones contiguas; no podía creer lo que estaba a punto de decirle, pero saberse ignorado por Jared le animó a dar marcha a su plan.

—¿Qué quieres?— dijo Bernardo cuando por fin estuvieron en privado.

—Oye, eres un adulto, un hombre comprometido, deberías ser más educado con tus súbditos.

—¿Admites que eres mi lacayo?

—Tal vez— se encogió de hombros, evitando que esa palabra le afectara.

—Ya era hora— se cruzó de brazos, mostrándose arrogante.

—Como sea— Duncan ondeó la mano, —quiero hablarte sobre la escolta que llevarás.

—¿Qué hay con eso? Alberto ha sugerido a Constanza y Josué. Supongo que él y tu madre se quedarán con la manada. ¿Tienes una mejor propuesta?— ahora se puso serio, Bernardo no era tonto y sabía cuándo "ser o no infantil".

—La última vez, cuando Julián y yo estuvimos en la ciudad fuimos atacados; creo que será mejor que Alberto vaya con ellos, será más seguro.

El alfa entrecerró los ojos; —¿y tú no irás? ¿Era cierto lo de darle su espacio a Julián?— sonrió lentamente al ocurrírsele algo, —ser la tercera rueda no parece divertido, ¿eh? Mi hermano seguramente ya no participará en tus locuras y te ignorará.

Duncan rio, —por supuesto que ser la tercera rueda es divertido, por eso voy a ir contigo, para arruinarte la luna de miel.

—Estás loco, no lo harás.

El beta cesó su risa y dijo más serio, —por favor, quiero ir contigo.

Bernardo le miró dubitativo, deshaciendo su pose, —¿qué estás tramando?

—Lo del ataque es verdad, que Alberto vaya con Julián y Mauricio es una buena idea, pero yo no me quiero quedar aquí, quiero ir como parte de tu séquito.

—¿Por qué?— el alfa ya no sonaba bromista, sino intrigado.

—Sería aburrido quedarme aquí.

—No te creo— negó con la cabeza, —dame una buena razón.

—Soy leal.

—Eso lo sé, pero hay algo aquí que no encaja. ¿Por qué no se lo pides a tu madre o a Alberto? Ellos son quienes hacen las formaciones y equipos.

Duncan suspiró, tendría que decírselo tarde o temprano; —quiero que intervengas por mí, he encontrado a mi pareja, en un lobo de la manada De la Rosa; por eso quiero ir con ustedes.

Bernardo boqueó antes de preguntar, —¿Ee-estas seguro?

—¿Tú lo estabas cuando conociste a Gina?

—Sí— respondió al instante.

—Creo que él aún no lo sabe, o es tímido; lo que sea que ocurra tengo que averiguarlo, y necesito más de veinticuatro horas para hacerlo— se refirió a que al día siguiente partirían.

—Probablemente Gina está al tanto, ella puede ayudar.

—No lo creo, te lo he dicho, él no está consciente de ello o no quiere revelarlo aún.

Bernardo asintió, recordando que él también estuvo temeroso y algo avergonzado cuando supo que la prometida de su hermano era quien el destino había escogido para él.

—Entonces, ¿qué dices?— indagó Duncan tras unos instantes.

—Por supuesto, pero con una condición.

—No querrás que te llame majestad, ¿o sí?— entrecerró los ojos.

—Eso no— sonrió con malicia, —ruégame.

—¿Rogarte?

—De rodillas— Bernardo señaló el suelo.

—¡Estás demente!— exclamó.

—¿Quieres ir o no?

El beta exhaló con fuerza, —preferiría llamarte por algún título noble.

—No es lo que tú prefieras— se cruzó de brazos, —ahora póstrate ante mí.

Apretando los dientes y los puños, renuente, Duncan dobló sus rodillas, luego se acomodó y se postró ante él, bajando la cadera y pegando casi el pecho y rostro al suelo, con las manos a los lados de su cabeza.

Entonces alguien llamó a la puerta.

—Ah-ah, ni lo pienses. Quédate allí— musitó Bernardo, luego se alejó un par de pasos y levantó la voz para indicarle a quien estaba fuera, —¡Adelante!

Duncan se sintió tonto y ridículo cuando Gina, Lya y Jared lo encontraron en una pose vulnerable, arrodillado ante el alfa.

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ESPACIO PARA CHARLAR: ¡Hola! Los primeros capítulos siempre son como un poco aburridos. ¿No les parece? Espero mantener su atención de ahora en adelante, muchas gracias por su tiempo. 

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