Eres genial.

Capítulo 20.

Eres genial.

Comió con rapidez, cinco bocados grandes y dejó una pieza de pan tostado para el final. Duncan lo mordió con más fuerza de la necesaria, luego con suma lentitud comenzó a masticar y engullir mientras miraba a Johan.

El joven lobo había pedido perdón enérgicamente, expresado lo arrepentido que estaba y reconocido lo mal que había actuado, incluso explicó que pronto le darían a conocer su castigo, el cual, si fuera por su padre, probablemente consistiría en recluirlo en alguna institución militar por un largo periodo. Confesó que, desde su punto de vista, Duncan era una piedra en el zapato del equipo, además de que desafiaba a Alex y molestaba a Jared, por eso había recurrido a métodos ruines y estúpidos para deshacerse de él.

Después se había dejado caer de rodillas declarando que haría lo que fuera para que, tanto Duncan como Jared, creyeran en sus palabras de arrepentimiento. Porque ahora sabía de la relación que había entre aquellos dos y que el daño no sólo había afectado al beta, sino a Jared también, quien era uno de sus modelos a seguir.

Duncan se demoró en engullir el pan tostado, incluso se relamió los dedos, mientras Johan permanecía arrodillado en medio del salón, con las manos entrelazadas a la altura de su abdomen y la cabeza gacha.

Jared no sabía qué esperar, al principio del discurso del más joven pensó en intervenir, pero el agredido directo había sido Duncan, así que prefirió solo observar desde su lugar, a unos pasos detrás de su pareja.

—¿Harías lo que fuera?— dijo por fin Duncan, —¿estás seguro?

—Estoy consciente de que me comporté de forma infantil y extremadamente inmadura— dijo el menor de los presentes, mirándolo por un segundo y volviendo a agachar el rostro desde su posición sumisa.

—Eso no responde a mi pregunta.

—Sí, estoy seguro— dijo convencido.

El beta asintió con la cabeza y dijo, —entonces ponte de pie.

Johan obedeció con movimientos cautelosos, pero firmes.

—Bien, levanta ambas manos por sobre tu cabeza, estirando los brazos—, pidió Duncan cuando el chico estuvo erguido

Johan lo hizo sin chistar.

—Perfecto; sin bajar los brazos, da tres brincos sobre un solo pie, el derecho.

Johan miró a Jared buscando tal vez una explicación, pero este parecía igual de extrañado que él, por lo que sin más preámbulo obedeció.

La mirada de Duncan era dura, incluso su pose era intimidante con los brazos cruzados sobre su pecho, parecía evaluar minuciosamente cada uno de los brincos que el menor realizó.

Una vez que los tres saltos culminaron, Duncan ordenó, —ahora repite la operación y por cada brinco maúlla.

El rostro de Johan se deformó denotando perplejidad, casi al mismo tiempo que Jared intervino.

—Eso es ridículo, ¿qué pretendes con ello?— era notorio como su tono de voz no era acusatorio ni represivo como en el pasado, sino curioso y sorprendido.

Duncan se encogió de hombros, —dijo que haría lo que fuera, ¿o no?

—Sí, pero...— se calló al comprender: Duncan jamás pediría compensación por los daños, ni a Johan ni a nadie; la escena que tenía delante suyo era algo simbólica, además de un mero circo. Y la sonrisa que bailó en los labios del beta solo confirmó su pensar.

—Olvida eso y mejor ven aquí— dijo Duncan, dirigiéndose a Johan y caminando hasta el sofá más grande, donde tomó asiento.

El menor, algo confundido, se acercó para sentarse en el mismo mueble, pero un poco lejos de Duncan y con las manos sobre su regazo.

—Acepto tus disculpas— dijo el beta con tranquilidad, —te has dado cuenta de que tus acciones estuvieron fuera de lugar, has notado la gravedad de las consecuencias y eso es suficiente escarmiento; sé que algo habrás aprendido de esta experiencia y eso está bien. No hay rencor ni resentimiento por mi parte, puedes estar seguro de ello— los ojos brillosos de Johan le indicaron que probablemente iba a llorar, por lo que añadió enfatizando con algo de humor, —tampoco te odio, no te deseo mal, ni mucho menos planeo vengarme.

—Lo sé— dijo el más joven, —si fueras rencoroso me hubieras dejado con los coyotes, te debo la vida.

—Oye, no lo hice para que estuvieras en deuda conmigo.

Johan negó con la cabeza, —por supuesto que no; sé que sabías, o al menos sospechabas, que yo tomé ese feo huevo y aun así no me delataste, si quisieras que te debiera algo me habrías chantajeado.

Duncan chistó con los labios antes de decir, —deduces bien, creo que eres más observador y listo de lo que todos dicen.

—Yo creo que eres genial— declaró Johan antes de que un ligero rubor le diera vida a sus mejillas.

—Ahora sí me agradas— sentenció el beta con una gran sonrisa vanidosa.

El menor pareció avergonzado, pues volvió a bajar la cabeza y comenzó a estrujar sus dedos sobre su regazo; se relamió los labios y tomó valor para hacer una declaración más, —en serio, creo que eres genial, me gustaría ser como tú; tu lobo es magnífico y tienes un gran control sobre él.

Las cejas de Duncan se elevaron por la sorpresa y en seguida buscó a su pareja con la mirada, Jared estaba con las mismas condiciones.

—Si mi padre no me manda lejos como castigo— continuó Johan, —quisiera saber si tú... si tal vez... si pudieras enseñarme.

El beta boqueó como pez fuera del agua y luego tartamudeó, —¿Y-yo?

Jared supuso que esa petición había sido verdaderamente inesperada e insólita para Duncan, puesto que lo había dejado sin habla y sin un rastro de su humor chispeante de hacía sólo segundos, por lo que decidió intervenir como apoyo.

—Johan— le llamó por su nombre y con serenidad, —esa es una gran idea, pero antes Duncan tiene que recuperarse por completo, además de que es necesaria la autorización de tu padre al igual que la de Amín o Irene, ya que prácticamente se te estaría asignando un instructor particular para tu entrenamiento.

El chico apretó los labios y asintió al comprender que su superior tenía razón.

—Pero no te preocupes, si a ellos no les parece podemos practicar sin que lo sepan— medió Duncan con humor, —¿cuándo las normas me han impedido hacer algo?

Johan sonrió divertido, mientras Jared negaba con la cabeza tratando de parecer el único adulto en el lugar, aunque por dentro deseaba sonreír también ante la ocurrencia de su pareja.

Entonces fue momento de que Johan se retirara, ya que seguramente su padre debería estarlo buscando; ambos mayores le acompañaron a la salida y cuando estuvieron solos Duncan se echó a reír.

—¿Qué es tan gracioso?— quiso saber Jared, aunque al hacer su cuestión una sonrisa brillaba en su rostro.

—¡Sabía que no era el único que pensaba eso del huevo! Johan también cree que es feo.

Jared rio, —¿estás hablando en serio?

—Sí, es horrible.

El delta negó con la cabeza aún con rastros de su cantarina risa y se encaminó a la cocina, donde seguramente su café se había enfriado. Duncan le siguió con la intención de seguir bromeando, pero Jared tenía otra idea en mente.

—Será mejor que te duches— dijo cuando notó el plato vacío del otro, —tus amigos y tu madre no deben tardar en llegar. Yo me encargo de limpiar la cocina.

El beta miró el reloj de pared, seguramente el pelirrojo tenía razón, y quería estar presentable para su progenitora, no debía darle argumentos para que le regañase de más.

—Está bien, pero la próxima vez haré la limpieza yo— dijo antes de encaminarse a la habitación, donde sus maletas habían sido colocadas.

Mientras levantaba la vajilla, Jared pensó en el inesperado giro que había dado la situación, Johan fue bastante sincero al decir que Duncan le parecía genial, en realidad lo era, y se lamentaba haberse dado cuenta hasta ahora.

Pensando en ello no supo si paso mucho o poco tiempo, cuando alguien llamó a la puerta principal.

Cerró el paso del agua del grifo, donde estaba lavando los platos, y se secó las manos con rapidez con un paño de tela. Caminó con premura para evitar que esperaran demasiado, ya se imaginaba de quienes se trataba.

No se sorprendió cuando vislumbró a la mujer de mediana edad, de cabello castaño y ojos bonitos, custodiada por Julián y Mauricio en el umbral de su puerta.

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Espacio para charlar: ¡Hola! Lamento la tardanza. Me acabo de dar cuenta de que fue un mes (OMG!), en verdad lo siento mucho. Como saben, la escritura es mi medio clandestino de relajación y ocio; así que ya se imaginarán lo ocupado que estaban mis días como para no tener tiempo de continuar con regularidad; tuve cursos, deberes y presentaciones (quienes me tiene en sus redes sociales tal vez lo habrán visto); incluso había días que salía de casa a las 8am y regresaba hasta las 10pm; es horrible no comer algo tibio y hecho en casa (TT_TT)

En fin, pues aquí está el capítulo, algo corto y tal vez irrelevante para algunos, pero era necesario. ¡Ah, sí! Pues como intuirán, queda poco que resolver en este libro, tal vez dos o tres capítulos más. Espero no tardar tanto esta vez.

P.D. Si se aburrieron de esperar y se han ido, lo entiendo (u.u) ~  

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