Blue Hills.

Capítulo 23.

Blue Hills.

Desde muy temprano, apenas salió el sol, Jared le indicó que empacara unas cuantas prendas y luego salieron en el auto. La noche anterior, tanto Dafne como Julián y Mauricio habían partido de regreso a Rilltown, antes habían ido de nuevo al departamento de Jared a despedirse, Julián no se mostraba grosero delta, pero seguía siendo algo frío; Dafne, en cambio, hasta de le dio un abrazo.

Duncan suspiró antes de bajar la visera del auto para evitar que los rayos del sol le dieran en el rostro, y no pudo reprimir más su curiosidad cuando Jared puso su direccional y se incorporaron a la vía que llevaba a la interestatal.

—¿Ahora sí me dirás a dónde vamos?— porque hasta ese entonces no había tocado el tema.

—Tal vez.

—Oh, por favor, ¿qué te cuesta? Aunque sea solo una pista.

—Bien, te diré— exclamó Jared antes de ajustar los lentes de sol sobre el puente de su nariz, —iremos a Blue Hills.

Las cejas de Duncan se elevaron; sí, definitivamente eso podría considerarse mucho más que una pista, pero no le decía absolutamente nada, y no iba a quedarse callado.

—Es bueno saberlo, al menos conozco el destino y podré ser tu relevo para conducir la otra mitad del viaje.

—Perfecto, porque nos llevaremos cerca de dos horas si mantenemos esta velocidad.

—Entonces escogeré la música, cuando yo conduzca será tu turno de manejar el radio.

Jared sonrió y asintió. El beta alargó el brazo y presionó el botón de encendido, miró la hora en la pantalla y sintonizó la radiodifusora local, puesto que aún tenía alcance y pensó en no desaprovechar la señal para disfrutar de ese rock ligero.

Un ambiente agradable se instaló en el auto, no había mucho tráfico, así que Jared conducía relajado, mientras Duncan movía ligeramente la cabeza al son de la música, hasta que comenzó a prestar atención a su alrededor.

Se recostó un poco en su asiento y miró el paisaje por su ventanilla, las construcciones comenzaban a escasear y la vegetación a ser más densa. Sin planearlo, esas escenas le recodaron cuando fue su último viaje en carretera, cuando aquél loco, George, y sus hombres les persiguieron, golpearon su auto y los sacaron de la vía, a consecuencia de ello su madre y Julián se fueron por un camino, y él y Mauricio por otro.

En ese momento, el entonces humano, le aborrecía, pero no por ello le iba a dejar a su suerte; por haber aceptado ir con ellos, Mauricio había arriesgado bastante, adentrándose a un mundo desconocido. Definitivamente no lo pensó cuando le hizo refugiarse en el árbol, ni mucho menos cuando enfrentó a los atacantes. Una cosa llevó a la otra y pronto las memorias de aquel artilugio incandescente arribaron, el olor a su carne quemada mezclado con el de humedad y paja vieja del lugar, el ardor que la plata líquida causó en su espalda, los golpes interminables que recibió; pareció que transcurrió una eternidad hasta que por fin pudo ver un rostro conocido.

—Así que tú estuviste esparciendo esa noticia— dijo claramente con sorpresa, —¿en serio pensaste que Julián y yo éramos amantes?

—Cállate, sino para cuando esto termine no podrán hallar ni siquiera tu cadáver—, exclamó Elías.

—Pero qué idiota eres, te dejaste guiar por los chismes del pueblo, seguramente tu jefe se molestará contigo cuando sepa que yo no soy nadie en realidad; Julián no vendrá por mí, así que no tendrán al alfa.

—¡Cierra la boca o te juro que lo lamentarás!

—¡No me amenaces, imbécil! Tú te equivocaste con la información, no es mi culpa que no puedas hacer nada bien— le retó.

—¿Ah, no?— Elías le miró entrecerrando los ojos, —eso díselo a tu madre.

—¿Mm-mi madre?— se oyó tartamudear.

Elías cruzó los brazos sobre su pecho, se apoyó en el marco de la puerta y dijo con presunción, —tienes razón, Julián jamás vendrá a buscarte, está bastante ocupado con su humano, pero Dafne fue otra historia; tuve que deshacerme de ella para poder venir hasta aquí, tomara un tiempo para que los demás de la unidad de búsqueda hallen su cuerpo en esa fosa.

—Maldito, voy a desollarte.

—Pero si ni siquiera puedes mantenerte en pie— rio.

Sintió la gruesa y tosca soga rodeando sus muñecas, el ardor en su espalda y el escozor en su ojo herido cuando forcejeó.

Elías se acercó con parsimonia lo suficiente como para que, al inclinarse hacia el frente, su rostro quedara muy cerca, y dijo, —aunque, sinceramente, si estuvieras desatado, no creo que me dieses más batalla que la que me dio la perra de tu madre.

Sorpresa, miedo, tristeza, ira, una extraña y súbita combinación que le cegó, haciéndole liberarse de los amarres sin importar el daño en su piel y articulaciones. Gruñó con fuerza al transformase, había plata en su torrente sanguíneo, pero el coraje y las ganas de venganza hicieron que su cuerpo hiciera un esfuerzo insólito al dejar salir a su lobo.

Su madre había perecido en manos de ese traidor, lloró por dentro mientras le enfrentaba, entonces no le importó cuando el cuchillo de plata se incrustó en su costado; sintió frío y ardor, pero también una satisfacción muy grande cuando acabó con él.

—Duncan— alguien le llamó, pero no pudo distinguir la voz, así que abrió el hocico y liberó el cuello de Elías, levantó la mirada y con su único ojo sano observó a su madre, arrodillada a unos metros, temblorosa, pero sana y salva.

Jadeó y aulló dolorido, no podía mover ni un músculo más, así que cerró los ojos y se dejó caer para sumergirse en un profundo abismo sin luz; pensando en Julián, Mauricio, Bernardo, Alberto...en todos aquellos que pudieron haber sido heridos por culpa del traidor. Por su culpa. ¿Cómo no lo sospechó antes? Elías siempre andaba metiendo las narices donde no le llamaban.

—Duncan— alguien volvió a llamarle con suavidad, la voz sonaba familiar y tentadora, abrió los ojos de nuevo y la luz del día le impactó; intentó erguirse de inmediato, pero alguien le sujetó por los hombros para mantenerlo en su lugar al mismo tiempo que un agradable aroma a manzana dulce le envolvía. Parpadeó confuso, acostumbrándose al brillo del ambiente y lo primero que enfocó fue el rostro de Jared, cuyos bonitos ojos le miraban de cerca y con una evidente preocupación.

—Yy-yo— pareció más bien un balbuceo, se había quedado dormido.

—Tuviste una pesadilla— le informó Jared, llevando ambas manos al rostro del beta, pasando los pulgares por sus mejillas. Solo entonces Duncan se percató de que había estado llorado.

—No es gran cosa— dijo algo apenado.

—Hasta hace unos instantes eso mismo pensé, pero luego, no se cómo, pude incluso escuchar tu corazón; estabas asustado y desesperado.

—Si, supongo que si— desvió la mirada, esos dos adjetivos se quedaban cortos comparados con lo que había revivido, —pero ya estoy bien— aseguró pasando la mano por su rostro, limpiando de manera descuidada la humedad.

Jared le miró con cautela, sopesando si ahondaba en el tema o no, —¿estás seguro?

—Completamente— le sonrió.

El pelirrojo, aunque no muy convencido, se decidió por lo segundo, ya que estaba aprendiendo que presionar no funcionaba en las relaciones interpersonales, mucho menos con Duncan, así que le dio un beso corto en la sien antes de volver a sentarse correctamente, puesto que aun estaban dentro del auto, el delta había aparcado al lado del camino y se había quitado el cinturón de seguridad para flanquear la distancia entre él y el asiento de Duncan.

—Podemos quedarnos en el hotel lo que resta del día, mañana saldremos a conocer los alrededores si gustas— informó antes de encender de nuevo el motor.

—No es necesario posponer los planes por mí, te lo dije, estoy bien.

—Hoy o mañana, un día más no hará diferencia, tal vez deberías descansar.

—¿Descansar más? Sería mejor si me mantengo entretenido y ocupado— fue sincero al decir aquello, si se quedaba en un cuarto de hotel a dormir, probablemente la pesadilla le atacaría de nuevo.

—Bien, entonces nos registraremos y después saldremos por algo de comer.

Duncan asintió al mismo tiempo que divisaba el letrero a algunas decenas de metros de distancia, las palabras "Bienvenidos a Blue Hills" resaltaban, y debajo de ellas un número con cinco cifras indicando la cantidad aproximada de habitantes; inmediatamente observó el radio, ahora estaba en la modalidad de CD, pero con el volumen al mínimo, mientras que su pantalla indicaba la hora. ¿Tanto tiempo había dormido?

Y si pensó que Muna era una ciudad extravagante, esta lo era mucho más, pues, de entrada, había que cruzar un puente para atravesar un gran lago, ése aparentemente era el único acceso. Como fondo había un grupo de cerros que, seguramente al amanecer, ofrecerían un excelente paisaje, con neblina y el efecto óptico de la luz de sol. El puente tenía incluso una ciclo-pista, donde la gente circulaba con parsimonia.

Conforme se fueron adentrando el ambiente se fue tornando más moderno, con altos edificios y anchas avenidas para evitar el congestionamiento. Duncan notó la familiaridad con la que Jared conducía, evidentemente había estado allí antes, aún así lanzó pregunta.

—¿Vienes seguido a Blue Hills?

—Por lo menos cada dos meses, Alex y los demás saben que me ausento cierta temporada, pero nunca les he dicho exactamente dónde voy ni para qué.

Vaya, eso explicaba la aparente complicidad de Alex; y también notó algo más: de alguna manera Jared lo estaba incluyendo en sus planes personales; eso era algo bueno, ¿cierto?

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ESPACIO PARA CHARLAR: Ya sé que parezco disco rayado, pero nuevamente me disculpo por la tardanza. ¡Ah, si! Estoy muy feliz de que Teseo, a pesar de no haber sido uno de los mejores en el concurso para el que fue hecho, tenga tan buena aceptación; ¿les confieso algo?, lo releo cada cierto tiempo y no puedo creer que yo lo haya escrito, a veces me preguntó, ¿en qué estaba pensando cuando escribí esto? Pienso que a veces mi mente e imaginación vuelan demasiado. En fin, ahora hablemos de Sunlight, sé que hace dos capítulos dije que faltaban dos capítulos; siempre calculo mal, sorry~ aunque eso no quiere decir que me queden demasiados capítulos, ya sólo falta cerrar la historia de Jared para que quede más evidente el enlace con la serie Two Faces of the Moon. Pues bien, esos es todo por ahora, me despido. Por su atención, muchas gracias. 

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