Armas y billar.
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Capítulo 7.
Armas y billar
Escuchó a Johan resoplar inconforme antes de ir a la bodega de armas, luego Duncan miró a Alex, esperando algo más de su parte después de recibir la instrucción, pero no lo hubo, así que siguió los pasos del chico hacia el almacén.
—Debe ser una jodida broma— Johan no disimuló su malestar cuando estuvieron solos.
—Vamos, limpiar las armas no tiene nada de malo— dijo el beta tratando de animarle, —incluso podría ser divertido.
—¿Señor, cómo va a ser esto divertido?— el joven miró a Duncan como si este hubiera dicho una locura, —preferiría quedarme donde estaba.
—¿Y en dónde estabas?— quiso saber.
Johan parpadeó, pareció haberse percatado de que estaba hablando de más, así que intentó cortar la conversación, —eso no es de su incumbencia.
—Yo sólo quería ser amigable, al parecer vamos a estar aquí solos por horas, sería agradable tener con quien charlar.
—No está bien charlar, no está bien distraernos de nuestros deberes— dijo el muchacho antes de darle la espalda y disponerse a hacer su labor. Johan tenía el cabello rizado y rojizo, sus mejillas aún estaban salpicadas por el acné.
—Eres muy joven para estar amargado.
—Y usted muy grande para comportarse como un crío.
Duncan rio con fuerza, —¡Qué bien! Tienes sentido del humor.
—¿Qué sucede aquí?— Alex ingresó, la puerta no había sido cerrada por completo, por eso no le habían escuchado llegar.
—El beta se rehúsa a trabajar— explicó Johan al instante y bajó la cabeza.
—Además de gracioso, chismoso y lambiscón, eres todo un estuche de sorpresas, Johan— exclamó Duncan con falso enojo.
—¡Calla, beta!— Alex levantó la voz.
Duncan abrió la boca dispuesto a no obedecer la orden, pero notó que detrás de Alex se asomó Jared, parecía curioso y expectante. Recordó lo que Lya le había dicho, Jared era muy recto y apegado a sus principios, y ahora lo que menos quería era decepcionarlo, porque si las posibilidades de que lo aceptara eran escasas, comportarse de manera rebelde las disminuiría; así que volvió a cerrar los labios.
—Harás lo que se te ha solicitado— agregó Alex, —sin excusa.
—Sí, entiendo— dijo mirándole serio y fijamente; porque iba a obedecer, en la medida de lo posible, pero no iba a bajar la cabeza cuando no había razón para ello.
—Eso espero— el beta residente se preparó para salir del lugar y Jared se escabulló con rapidez para no ser visto por su superior.
En silencio, Duncan limpió las armas, todas las que estaban en los estantes más grandes, dejándoles las que estaban en las gavetas medianas a Johan.
Para la tarde, el beta ya había terminado con su cometido, trabajar sin hablar hacía que las cosas fueran ágiles, pero aburridas.
—Listo, he terminado— colocó ambas manos sobre sus caderas e infló el pecho, enorgulleciéndose de su trabajo, esperando alguna palabra de Johan, pero no la hubo. Volteó y lo buscó, él muchacho estaba sentado en el suelo, con varias piezas dispersas a su alrededor.
—¿Te gusta trabajar de más?— Duncan se acercó, —límpialas una por una; si desmontas varias a la vez, armarlas de nuevo te llevará más tiempo, sobre todo si no las conoces.
—Beta, agradezco su consejo, pero por favor, no se meta en mi trabajo.
—Yo sólo quiero ayudar— explicó, e ignorando la petición del menor se sentó a su lado.
—No lo haga, no quiero su ayuda.
—¿Estás seguro? Ya pasó la hora de la comida, pronto será la cena; debemos terminar aquí.
Johan se levantó de un salto y se alejó de él, —me tiene sin cuidado.
—He escuchado que eres muy hábil, por eso, aun siendo joven, Omar te ha aceptado en el grupo.
—¿Es eso relevante?— Johan entrecerró los ojos, mirándole desde arriba, ya que Duncan había permanecido en el suelo, sentado, y había tomado las piezas de las armas para continuar limpiándolas.
—Creo que aún eres un niño, salir a jugar con los de tu edad sería bueno, en vez de eso estás aquí, amargándote.
Johan le miró molesto, —¿está diciendo que no merezco estar aquí?
—No, sólo digo que todo a su tiempo.
El chico negó con la cabeza y dio un par de pasos hacia atrás, —no puedo creer que cuestione los métodos de la manada.
Oh, diablos; así como lo decía sonaba como una ofensa. Duncan se replanteó la idea de mantener la boca cerrada.
—Yo no quise...
Entonces la puerta se abrió y Alex apareció, —¡pero qué desorden!
Johan se alejó más de Duncan, aproximándose a la puerta.
El recién llegado endureció su rostro; —beta, te quedarás aquí hasta que termines de recoger todo esto.
—¿Qué?
—Lo que oíste.
—¿Siquiera puedo comer algo?
—Hasta que termines con el trabajo— sentenció, luego miró a Johan, y suavizando su voz dijo, —y tú, anda, que tu padre pronto vendrá por ti.
—Sí, beta— el menor cabeceó y salió de allí.
—Te lo dije antes, aquí las cosas son diferentes, deberás acatar las reglas o te irás— exclamó Alex y salió dando un portazo.
Finalizar con todo le llevó tal vez unos treinta minutos, pero no estaba de humor para salir del almacén y ver a Alex y a Omar en alguna de las salas que debía cruzar para salir del edificio, aunque Omar en realidad le había tratado bastante bien, estaba seguro que su sobrino se había encargado de hablar de su comportamiento inapropiado; por eso, al terminar, Duncan se quedó en la bodega sentado en el suelo y apoyando la espalda en la fría pared.
En cualquier otra situación, se habría defendido con sus ocurrencias y sarcasmo, pero reprimir sus ganas de "ser como era" lo valían si al final podía estar con Jared.
Jared. Aún se preguntaba porqué se reusaba a tener pareja. Encontrar a su alma gemela era maravilloso, lo que todo cambiaforma deseaba. Tal vez Jared había tenido una mala experiencia con algún amante en el pasado; la idea le disgustó de inmediato, pero era posible. Si era así, entonces sólo el tiempo sanaría su corazón, él debía estar entonces allí.
La puerta rechinó y Lya entró con cautela.
—¿Duncan, estás ahí?
—Por supuesto, ¿dónde más estaría?
Ella se asomó y cuando lo notó sentado en el suelo se acercó, —te he traído algo de comer— le extendió una bolsa de papel.
—Gracias, pero no tengo hambre— le sonrió.
—Has estado aquí desde la mañana, estoy segura de que un poco de alimento te hará bien, aunque en realidad es una hamburguesa— volvió a ofrecerle la bolsa, —no es muy nutritiva, pero estará bien, o eso dijo Jared.
El nombre del delta le animó, —¿Jared?
—Escuchamos cuando Alex vino por Johan, fue inevitable oír también que ordenó que terminaras la limpieza antes de comer; Jared pensó que estarías incómodo con el estómago vacío.
—Vaya, ¿y por qué no lo trajo él mismo?— tal vez se estaba arriesgando con la cuestión, pero quería saberlo.
—No lo sé, dijo que tenía cosas qué hacer, ya se fue.
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Jared condujo su motocicleta tomando una ruta larga, no le apetecía llegar pronto a su apartamento y la velocidad le ayudaba a pensar.
Escuchó cuando Alex calló a Duncan, eso sin duda le disgustó, pero se obligó a mantenerse al margen, sabía que su reacción era debido a la conexión que tenía con "su pareja", pero también sabía que, si la ignoraba lo suficiente, con el tiempo desaparecía, y eso estaba bien, él estaba bien sólo. Luego, más tarde, estando con Lya en una de las salas contiguas a la bodega, escuchó que Alex volvía a reprender a Duncan, habló de un desorden, despidió a Johan y le ordenó al beta terminar sus deberes antes de comer. Era algo tarde, seguramente estaba hambriento, así que le comentó a Lya que sería bueno llevarle algún bocadillo, pero por supuesto él no participaría, sólo le comentó a la chica su idea y se marchó. Porque una cosa era no desear una pareja, y otra muy diferente permitir que sufriera carencias, Duncan simplemente no merecía ese trato, no cuando seguramente no estaba acostumbrado a ello. Seguramente de donde él venía las cosas eran más "relajadas", lo podía deducir por el corto tiempo que estuvo en Rilltown, y también por la manera en la cual se comportaba, tan resulto y confiado, Duncan tenía una personalidad vivaz, era difícil aburrirse a su lado, era atrayente, era... era... sacudió la cabeza, estaba pensando demasiado en él y eso no estaba bien; así que aceleró su motocicleta y recorrió la amplia avenida a la luz del sol del atardecer.
Horas más tarde, decidió quedarse en el bar de Bob antes de ir a su apartamento, así que dirigió su vehículo de dos ruedas a la zona cercana a su residencia, aparcó y entró al lugar con su casco bajo el brazo.
En seguida el aroma a tabaco y alcohol le hicieron arrugar la nariz, para los humanos tal vez era leve, para él no. Caminó esquivando las mesas y a la gente que iba y venía entre ellas.
—Es algo tarde para que andes por aquí— le dijo Bob en cuanto se acercó a la barra.
—He tenido unas cosas qué hacer.
Bob asintió, comprendiendo que había cosas que no eran de su incumbencia y mejor preguntó, —¿lo de siempre?
—Claro— contestó y miró a su alrededor mientras esperaba; pocas veces Jared iba al bar después de las once de la noche, notó que estaba bastante concurrido para ser jueves, una canción de rock popular amenizaba el ambiente y, de repente, sobresalió una risa que se le antojó rica y armoniosa entre todo el escándalo de los clientes y música. Se balanceó a su derecha debido a que unas personas obstruían su campo visual y le halló: Duncan estaba cerca de una mesa de billar, sosteniendo un taco con la zurda y un cigarrillo en la diestra mientras parecía intercambiar chistes con una mujer, y un hombre se preparaba para hacer un tiro. Jared frunció el ceño disgustado y sin pensarlo siquiera se encaminó hacia la mesa de billar.
Duncan terminó de contar su anécdota y la mujer rio, mientras el hombre miraba la mesa, probablemente analizando la alineación de las bolas de billar que recién había resultado de su tiro, luego dijo, —tu turno, Dun.
El beta colocó el cigarrillo en sus labios y se acomodó para realizar su tiro, sus sentidos le alertaron, pero aun así hizo su jugada.
—¿Qué estás haciendo?
Cuando escuchó esa pregunta sonrió aún con la colilla en la boca y se enderezó.
—¿Fumas?— Jared lanzó su segunda cuestión.
—Algunas veces— respondió antes de darle una calada al cigarrillo.
—No deberías.
—¿Por qué?
—Es malo para la salud, repercutirá de manera negativa en tu desempeño.
—Probablemente— Duncan pareció pensarlo.
—No probablemente, lo es. Además, Omar es bastante estricto en ese aspecto; si se entera pued-
—Es sólo tabaco, no cocaína— le interrumpió.
—No entiendes, debes acatar las reglas.
—O me iré— volvió a interrumpirle y agregó, —Alex me lo dejó muy claro esta mañana.
—Duncan, es tu turno de nuevo— dijo el hombre, él ya había hecho su jugada mientras aquellos dos parecían discutir. El nombrado asintió, después apagó el cigarrillo en el cenicero más cercano y se acercó a la mesa para hacer lo suyo.
—Por cierto— agregó el beta, —gracias por la comida, la hamburguesa estuvo buena.
Jared le miró en silencio por unos segundos y se preguntó qué diablos estaba haciendo, si Duncan quería morir de hambre o fumar mil cigarrillos era su problema. Dio media vuelta y regresó a la barra.
—Duncan es muy bueno— dijo Bob en cuanto lo vio llegar, ofreciéndole su copa adornada con una diminuta sombrilla, —tiene un par de horas jugando, le ha ganado a todos los que le han retado.
Jared no contestó a ello, sino que bebió su piña colada dándole la espalda a la escena que protagonizaba Duncan y ahora dos mujeres. Minutos después pensó que era una pérdida de tiempo estar allí, así que dejó uno billetes en la barra y se dirigió a su apartamento.
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ESPACIO PARA CHARLAR: ¿Qué opinan de Johan? ¿Creen que Alex sea un exagerado? Yo pienso que no... bueno, no mucho; je, je, je.
Ahora sí, ya no tengo capítulos; hasta la próxima.
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