vol. 8

—Somos el Yin.

—¡Y el Yang!

Felix miró al par de gemelos frente a él, con un color muy distinto al castaño que habían llevado desde que eran unos simples bebés.

SeungYeon le miraba con emoción mientras señalaba su cabello albino, cómo si fuera su más grande logro, en cambio, SeungMin sólo se mantenía recto, sin mostrar tanta alución a sus hebras oscuras.

—Fue idea de Yeon — explicó el ahora pelinegro, posicionándose a un lado del ojiazul justo para sacar sus libros de su casillero.

—¡Vamos, Min!, ¡Nos vemos geniales! — puchereó el más bajo, luego de que sus cabellos se vieran revueltas por la mano de su hermano.

—Es porque somos geniales, Yeon.

Felix comenzó a reír en cuanto vio a SeungYeon abrazar al pelinegro, contagiando todo su amor por él en aquella acción.

—Les quedan bien los colores.

—Deberíamos probar el negro contigo, Lix.

El aludido alzó la ceja para ver al albino mirarlo fijamente, cómo si estuviera tramando una fuerte travesura.

—¡De ninguna manera, Kim SeungYeon! — chilló el ojiazul, alejándose de su amigo hasta dar contra uno de los casilleros.

—¡Vamos, Lix! — incitó el más bajo, picoteando las costillas del mayor —. Serás como todo un príncipe.

—HyunJin se enojará sí ve que haces eso con su girasol.

Felix rodó los ojos en cuanto SeungMin abrió la boca, pues sabían perfectamente, que aquel tema era el favorito del gemelo extrovertido.

—¿Hacer qué? — preguntó confuso —, ¿Picar sus costillas?, ¿Teñir su cabello a negro?

—Ambas cosas, Yeon — respondió el más alto, cerrando su casillero mientras acomodaba sus libros entre sus brazos.

—HyunJin es un aburrido — murmuró, mientras se cruzaba de brazos —, yo jamás me he quejado cuando abraza a JeongIn y revuelve su cabello.

Los dos restantes le miraron sorprendidos, mientras él parecía seguir balbuceando cosas en contra de HyunJin.

—¿Te gusta JeongIn?

El albino tapó su boca con ambas manos una vez que cayó en cuenta de lo que había dicho.

—¡No me gusta! — gritó una vez que haya liberado sus labios y sus mejillas rosadas.

—Estuviste insistiendo que querías ser el Yang, ¿Era una indirecta acaso?

—¡No! — gimió, cubriendo su rostro sonrojado con las mangas largas de su suéter, evitando que su hermano y su amigo le vieran.

—Es normal que te guste alguien, Yeon — la voz de Felix inundó sus oídos, cómo si fueran la melodía que necesitaba tanto escuchar —. Y si es JeongIn, no creo que sea malo, es muy atento contigo y siempre pide por tu opinión. Solo bromeábamos

El albino dejó de cubrir su rostro, aún sin la intención de alzar su cabeza y poder ver a SeungMin a los ojos. Desde que eran pequeños eran los mejores amigos, habían hecho todo juntos, y claro estaba por qué, pues ambos consideraban que el otro era su alma gemela, jamás se habían separado. ¿Qué consecuencias traería sí le gustaba alguien?. SeungMin se sentiría desplazado, y él no quería que su hermano se sintiera así.

—A JeongIn también le gustas.

Uno de los brazos de su hermano se posicionaron sobre sus hombros, abrazándolo de aquella forma que tanto habían acostumbrado. Alzó la mirada, encontrándose con la sonrisa dulce de SeungMin.

—¿N-No te molesta?

El pelinegro frunció el ceño, rodando los ojos ante la pregunta, para después dejar un suave beso en la coronilla del más bajo.

—Claro que no, Yeon, ¿Por qué me molestaría?, Que seas mi hermano no quiere decir que estás obligado a estar atado a mí, ambos podemos seguir siendo inseparables aún teniendo pareja. Así que no te preocupes por eso, ¿De acuerdo?

El albino asintió mientras cerraba de mejor forma el abrazo, dejando llevarse por las palabras tan tiernas y soltando en llanto. SeungMin rodó los ojos con diversión, mientras sentía el cuerpo de su hermano aferrarse al suyo, justo como hacían desde pequeños.

—Te amo, Min — balbuceó.

—Yo a ti, Yeon.

Felix miró con ternura la escena, incluso ignorando la figura de un castaño caramelo que caminaba hacia su dirección.

—Hola, chicos.

Una sonrisa ladina se formó en su rostro en cuanto escuchó aquella voz, dejando de ver a sus amigos justo para dirigir su mirada al apuesto ojiverde que hacía delante de él.

Llevaba el cabello desordenado, con ropas anchas que le daban un aire ligero, y algo de sombras que alucinaban con el esmeralda de sus ojos.

—Hola, Hyun.

—Hola, Hyun.

El chico rió levemente al ver cómo SeungMin sobaba la espalda de su hermano y murmuraba palabras graciosas contra su oído, ayudándole a calmarse, mientras SeungYeon no dejaba de hipar y balbucear cosas.

—Te ves muy bien hoy, HyunJin.

El aludido sonrió de lado justo en cuando escuchó aquella tersa voz colarse por sus oídos.

—Gracias, también luces muy bien hoy.

El rubio negó mientras comenzaba a reír. Aquel día había optado por una camisa blanca y un chaleco de estambre en rombos verdes, junto a un pantalón en color negro.

—Gracias.

Todos se quedaron en silencio, dejando que los sollozos de SeungYeon fuera lo único que se escuchara. Felix miró de reojo a HyunJin, tan nervioso y sin capaz de decir palabra alguna.

Quiso reír al verlo de aquella forma, sin embargo se mantuvo en su posición, evitando decir algo por su manera de estar.

—Min, Yeon, me iré con HyunJin, después me llevará a casa.

SeungMin asintió, mientras dejaba que su hermano se separara de su abrazo, justo para mirar a aquellos dos que se miraban nerviosos.

—¿Vas a ir con HyunJin? — preguntó el albino con ojos brillantes.

—Sí, iremos juntos — afirmó el castaño, acercándose de más al ojiazul —. Por cierto, les quedan geniales los nuevos colores de cabello.

SeungYeon sonrió en demasía, mientras daba leve codazos a su hermano.

—Te lo dije, Min — canturreó, mientras daba pequeños saltos —. Todo el mundo enloquece con nuestra belleza.

Los tres restantes comenzaron a reír, más porque aquel albino parecía no entender el por qué lo hacían.

—Bueno chicos, los veo mañana — avisó Felix, dispuesto a tomar de su tanque de oxígeno y arrastrarlo hacia la salida.

—Está bien, Lix, procura llamarnos cuando estés en tu casa.

—Claro, lo haré.

Los gemelos asintieron mientras se despedían de su amigo con una señal de mano, al igual que lo hacían de su compañero.

—Hasta mañana, chicos.

—Hasta mañana, HyunJin.

El castaño les dedicó una mirada divertida, pues ya comenzaba a acostumbrarse que aquel par siempre canturrearan su nombre, cada que se iba o llegaba.

Su corazón comenzó a latir con fuerza en cuanto vio a Felix pasos por delante suyo, esperándole mientras optaba por una increíble pose, que le hacía lucir tan bello.

—¿Ya vienes, Hyun?

Asintió al momento que apresuraba sus pasos, intentando ignorar el dulce apodo con el que fue llamado, pues sí se ponía a darle demasiadas vueltas al asunto, terminaría tirado en el piso mientras lloraba por las emociones positivas que aquel rubio le hacía derrochar.

Una vez que estuvieran juntos, comenzaron a caminar justo hacia la entrada del campus, dónde varios alumnos iban y venían, terminando o iniciando una pesada jornada escolar.

Ambos cuerpos caminaban tan cerca del otro, al punto en el que las manos del castaño picaban por tomar con sutileza, aquella mano tersa que rozaba contra la suya.

Y por más que le hubiera gustado negarlo, Felix también sentía ese fuerte impulso quemarle por dentro, pues de alguna forma intentaba que HyunJin diera el paso, ya que él era muy tímido como para hacerlo.

Sus suplicas telepáticas se vieron atendidas en cuanto un simple roce le hizo reaccionar, sus manos se encontraban levemente sostenidas, cómo si con un agarre más fuerte, fueran capaces de que ambas se rompieran.

Sus ojos azules quedaron fascinados en el perfil del mayor, quién en aquella tarde de principios de otoño, parecía tan irreal a la vista de cualquiera.

Arrastró con fuerza de su tanque de oxígeno, en el momento que sintió su mano ser sostenida de la forma en que tanto estaba ansiando.

Miles de sensaciones nuevas atacaron su ser, al punto de pensar que se estaba enfermando, sin siquiera tener la mínima idea que todo lo que sentía era por la escena de HyunJin y de él, a punto de tener una cita.

—¿A dónde iremos? — se atrevió a preguntar.

Después de varios minutos en donde caminaron lejos de la Universidad, se había dado cuenta que el lugar por dónde andaban ya no era tan concurrido por gente, al contrario, un par de casas pequeñas era lo que había.

—He preparado algo especial para nosotros. Espero te guste.

HyunJin sonrió orgulloso, pues pensaba que haberse desvelado toda la noche, sólo para preparar una cita que fuera digna para Felix, valdría la pena.

—Sorpréndeme.

El castaño comenzó a reír a la par del ojiazul, ambos queriendo quedarse en ese lugar para siempre, dónde el atardecer daba justo a esa figura de los dos.

—Desde que era pequeño, mi papá siempre salía a pasear con mi hermana y conmigo, justo por estas calles. Cuando crecí fue que comenzamos una tradición de salir cada Viernes por la tarde en nuestras bicicletas, ya que antes de aprender a subirme en una, sólo sabía perseguir a Yeji.

Felix miraba atento cada lugar que HyunJin mencionaba en su recorrido. Imaginándose de mil maneras las anécdotas que contaba con tanto entusiasmo.

—Cuando aceptaste salir conmigo, pensé seriamente en enseñarte todo esto, pero desde un espectacular viaje en bicicleta — mencionó eufórico, señalando con su mirada esmeralda el gigantesco campo de girasoles que asomaba por delante de algunas casas —, pero bueno, soy algo olvidadizo y no recordé que...

Sus palabras quedaron al aire después de caer en cuenta de lo que había dicho, su mano comenzó a temblar llamando la atención del rubio a su lado.

—¿No recordaste que estoy enfermo? — preguntó el ojiazul, mientras dibujaba una sonrisa divertida en sus labios.

—¡No quería decirlo así! — gimió, intentando que aquella no fuera una ofensa para el chico a su lado —. Perdón sí te ofendí.

—No lo hiciste, todo está bien, ¿De acuerdo? — alegó, mientras se daba la oportunidad de mecer sus manos de adelante hacia atrás —. Cuando era pequeño, mi papá me enseñó a andar en bicicleta, era gracioso porque cada vez que salíamos, mi mamá parecía que le daban cincos infartos en un minuto. Ella siempre fue muy sobreprotectora.

—Es porque te ama, ¿No es así?

—Sí, ella lo hace — suspiró —. A pesar de siempre estar atenta conmigo, me ha demostrado que lo que más quiere es verme feliz, y le agradezco, es tan dulce.

—Me hubiera gustado hablar de la misma manera de mi mamá.

El pecoso le miró sin entender muy bien, pues el semblante risueño del mayor, se había disuelto para volverse uno triste, al punto de sentir que el agarre en su mano se aflojaba con el tiempo.

—En cuánto nací, ella dejó el país y se fue a cualquier parte del mundo. Abandonando a mí papá con la falsa excusa de que no estaba preparada para ser madre — explicó —. Y entendería que ese fuera el motivo de su huida, pero no lo fue.

El rubio se quedó callado, aún escuchando con total atención casa palabra que salía de los labios del ojiverde.

—Ella tenía otra pareja, que fue quien la convenció para dejarnos. Nos abandonó, sin pensar en esos dos niños que había dejado, solo por otro hombre. Desde entonces, mi papá se ha enfocado en nosotros, y bueno, ahora también en YunJin, parece ser que ella es su perfecta compañía en las tardes que recuerda que sus hijos ya crecieron.

—Tu papá debe ser muy fuerte para haber soportado todo eso. Es de admirar.

—¡Es lo que llevo diciéndole! — sonrió, mientras dejaba que su mismo tono de voz característico se apoderara de su ser nuevamente —. Él me dice que es la persona más débil del mundo entero, pero que sí logró hacer tantas cosas sin compañía de nadie, fue porque el amor que siente por Yeji y por mí, sobrepasa los límites.

—Es muy tierno.

—Lo es. Estoy seguro que le fascinarás cuando lo conozcas.

Las palabras quedaron suspendidas con la reciente confesión. Felix se limitó a sonreír, mientras HyunJin parecía querer darse contra la pared, pues no podía dejar de pensar en que era de palabras sueltas. Siempre balbuceando cosas sin sentido.

El camino seguía siendo tranquilo, con pocos autos pasando por la calle, acompañándole en su trayecto. Felix le miró en cuanto sintió la mano de HyunJin sostener la suya con fuerza.

—¡Es ahí!, Vamos, vamos.

HyunJin comenzó a caminar hacia una especie de cabaña, justo al final de la calle, dónde sólo abundaban árboles gigantescos y en él, un columpio de madera ya desgastado por los años.

El área parecía algo sumamente cálido y relajante, pues a pesar de estar en medio de una calle que se podía catalogar como fantasma, el sentimiento hogareño seguía presente.

—Vamos, Lix.

El rubio solo pareció jadear un poco, antes de ser arrastrado con sutileza por parte de HyunJin, que parecía totalmente entusiasmado por enseñarle lo que había preparado. Sus manos se separaron por breves instantes, recordándole todo el frío que pasaban sí no sostenían su agarre.

El castaño sacó de su bolsillo una especie de llaves, justo para abrir el candado que adornaba el pomo de la puerta.

—No vas a matarme y encerrar mi cuerpo aquí, ¿Verdad?

La temblorosa pregunta del ojiazul le hizo reír.

—¡Claro que no! — murmuró, mientras se deshacía del seguro y así abrir la puerta pintada de cientos de flores —. Es un lugar muy especial para mí, Lix, por eso no quiero que algo malo le suceda.

Cuando la puerta fue finalmente abierta, HyunJin se hizo a un lado, dejando que Felix pudiera entrar primero.

Con pasos temerosos fue que entró, esperando que confiar en HyunJin no fuera su perdición, pues la madera bajo sus pies comenzaba a darle malas pasadas en su mente.

El ojiverde entró por detrás de él, cerrando la puerta a su paso. Saltó en su lugar cuando se percató de la oscuridad del lugar.

—No te muevas, podrías lastimarte.

Y aunque quiso no hacer caso, se permitió portarse como el castaño se lo pedía, ya que sí lo hacía, era por algo.

Escuchó algunos pasos a su alrededor, relajándose en demasía cuando se percató que eran nada más y nada menos que los de HyunJin.

De pronto, el lugar se vio completamente iluminado, pues el castaño había logrado tirar de las cortinas que impedían el paso a la luz. Dejando en total evidencia lo que aquel lugar era.

—Y, ¿Qué dices?, ¿Te gusta?

Las paredes por dentro eran de un color blanco, que no resaltaban del todo, pues la variedad de pinturas que adornaban el lugar, llamaban por completo la atención de cualquiera.

—HyunJin...

—Es mi taller — afirmó —. Me gusta venir cuando tengo tiempo libre, a veces también me acompaña papá o YunJin. Te darás cuenta del por qué es especial.

Felix pareció dejar de poner atención a todo lo que el castaño decía, pues parecía totalmente fascinado con el aspecto de la cabaña por dentro.

Podía darse cuenta que habían varios tipos de plantas y flores que daban un aspecto más minimalista a la estancia, y un improvisado picnic posicionado en el centro de todo.

—Es muy lindo todo, Hyun....— comentó totalmente fascinado, aceptando el sostén que HyunJin le extendía —, ¿Por qué decidiste traerme aquí?

—Me gustaría que tuviéramos un poco más de privacidad — respondió sonriente, tras ver qué él ojiazul se sentaba a su lado —. Y sí me lo permites, quiero que en cuanto terminemos de comer, me dejes pintarte.

—¿Pintarme?

—Sí no quieres, está bien... — murmuró en voz baja, ignorando la potente mirada oceánica mientras se encargaba de servir el par de sandwiches que llevaba —; pero en verdad me gustaría pintarte. Me inspiras, Felix, y ante mis ojos eres el chico más etéreo que ha pisado la tierra. Quiero que tu belleza quede plasmada en una de mis pinturas.

La dulzura en sus palabras quedaron estancadas en los oídos del menor, manteniéndolo aún sorprendido por las sensaciones buenas que comenzaba a sentir dentro suyo.

—Entonces será un honor para mí, que me pintes.

Quiso echarse a reír en cuanto el rostro de HyunJin se coloró de un rojizo intenso, haciendo contraste con los ojos esmeralda que destellaban miles de brillos, igual que dos piedras preciosas.

—Estoy seguro que no te arrepentirás, en serio.

La comida pasó a segundo plano, una vez que mantuvieran una animada charla. Contándose más acerca de sus vidas, lo que les gustaba hacer en sus tiempos libres, el cómo mataban su aburrimiento y muchas cosas que fueran de su preferencia.

—¿Por eso elegiste estudiar Diseño de Modas?

El rubio asintió, mientras se acomodaba en un banquillo y deleitaba un delicioso muffin con pedazos de mora.

—Siempre me gustó ayudar a mi abuelo cuando tenía que coser o crear varios trajes. Al ser un sastre famoso en el pueblo, era muy cotizado, así que ahí encontré mi amor por la costura y las agujas.

—Estoy seguro que haces prendas maravillosas, ¿Crees que algún día pueda ver algo de tu arte?

—Sólo sí prometes en que me traerás más veces.

El castaño asintió con una sonrisa ladina, mientras se encargaba de acomodar un caballete para posicionar ahí su lienzo.

—Lo haré — afirmó —. Ahora, haz una pose.

—¿La que yo quiera?

—Yep, la que tú quieras — murmuró, sacando su paleta favorita, dispuesto a vertir los colores que necesitaría —, no tienes mucho problema con ello, eres muy bello que cualquier pose te favorece.

—¡Yah!, Me avergüenzas — chilló el rubio, dispuesto a encontrar una posición que le lograra favorecer, tanto a la pintura, cómo a su columna.

—Está bien, lo lamento — alzó las manos, en señal de rendición —. Bueno, voy a comenzar, ¿Estás listo?

El ojiazul soltó un suspiro antes de asentir con dos movimientos de cabeza, bajo aquella mirada verdosa que parecía sonreírle en todo momento.

Entre risas y varias pinceladas, la luz del sol comenzó a desvanecerse, dando paso a la oscuridad, tanto afuera como adentro.

Después de prender unos faroles, HyunJin siguió con su trabajo, sin despegar la sonrisa socarrona que habitaba sus labios desde que todo aquello había comenzado.

Conforme pasaba el tiempo, el rostro del pecoso comenzaba a verse plasmado en el lienzo, con sus cabellos rubios, sus ojos oceánicos y esos labios de corazón tan rosas y esponjosos. Sin duda, era una pintura que quedaría por siempre estancada en su corazón.

—¿Qué tanto falta?, Me estoy cansando.

—Podemos parar, no quiero que nada malo te pase por mi culpa.

Y por más que quiso negarse, ya que le encantaba toda la atención de HyunJin sobre él, sus piernas y su columna comenzaban a acalambrar.

—Sí, por favor.

HyunJin asintió mientras dejaba de lado su paleta, dispuesto a ir a ayudar al rubio.

Los suaves dedos del castaño atacaron sin aviso la cintura del rubio, encontrando una extraña conexión recorrer por sus extremidades.

—Vamos, déjame ayudarte.

—No es necesario.

—Insisto, por favor.

Sin rechistar, se dejó hacer ante los toques cuidadosos que el mayor dejaba sobre su cuerpo, mientras le ayudaba a levantarse del molesto banquillo en el que había durado alrededor de dos horas.

—¿Puedo ver cómo está quedando la pintura?

—Me temo que no, quiero enseñártela cuando esté terminada.

Felix hizo un puchero en sus labios, recordando las veces en que SeungYeon hacía eso y siempre obtenía lo que quería.

—No, ojitos, la verás hasta que la termine — excusó con varias risas, mientras se dedicaba a terminar de ordenar lo que había trabajado.

—¿Ojitos?

HyunJin dejó de reír en cuanto la voz confundida de Felix hizo eco en sus oídos. Tragó con fuerza, mientras daba pasos sigilosos hacia el menor, dispuesto a acercarse más a él.

—Ehh — balbuceó, lo suficientemente cerca para llegar a sentir el aliento del contrario pegar contra su rostro—. Me pareció dulce, ¿De acuerdo?, No puedo no tenerte en mente sí no pienso en tus ojos. Es como ver todas las maravillas oceánicas en ellos.

El rubio quiso pronunciar algo pero entre más pensaba, sabía que con cualquier movimiento terminaría por acortar la distancia con los labios de HyunJin. Y aunque no le gustara admitir, en verdad se estaba convirtiendo una tortura no poder saborearlos.

—HyunJin...

—Felix.

De pronto, su burbuja se vio interrumpida en cuanto el celular del pecoso comenzara a sonar abruptamente, llevándolo a alejarse por inercia para contestar la fastidiosa llamada.

HyunJin soltó el aire retenido en sus pulmones, pues sería mentira decir que no se había emocionado tras tener de aquella forma a Felix. Su girasol tan bello y especial.

—Era mi mamá, me ha preguntado a qué hora llegaré, ¿Puedes acompañarme a casa?

El castaño asintió con la cabeza gacha y sus mejillas rosadas, después de caer en cuenta de lo que había estado a punto de hacer.

—Claro, no me gustaría que te fueras solo.

Felix le devolvió la sonrisa, en cuanto tomaba de su tanque de oxígeno y colgaba los tirantes de su mochila en sus hombros.

—Eres muy dulce.

Ambos tomaron camino hacia la salida, no sin antes apagar todo rastro de luz que apareciera en la cabaña.

HyunJin terminó por cerrar el candado, antes de girarse a ver a Felix, quién en esa noche, parado frente a la luz de la Luna, afirmaba su teoría.

Felix era otra maravilla azulada al lado de aquel Satélite.

( 🌻 )

actu x el cum d felix (atrasado)

espero les haya gustado, nos leemos a la próxima! ☺️💕

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