vol. 7

—Entonces, Básicamente, ¿Le dejaste en claro que no querías tenerlo más en tu vida?

El rubio asintió mientras llevaba su brazo para cubrir su rostro, dejando ahí escondidas todas sus lágrimas.

—Lix, no te preocupes por eso — escuchó a SeungMin hablar, mientras se dedicaba a acariciar sus cabellos, tranquilizándole al instante —. Estoy seguro que sí le explicas a HyunJin el por qué reaccionaste en la forma que lo hiciste, entenderá y aprenderá a no ir tan rápido.

—¡Exacto! — espetó SeungYeon, haciendo chocar una pelota contra la pared para tomarla, una y otra vez —. HyunJin es muy bueno, Lix. No creo que haya querido ofenderte con pedirte una cita, parece ser que en realidad le interesas de una manera inofensiva.

El de ojos azulados quitó su brazo de su vista, teniendo a ambos hermanos con él, demostrándole apoyo desde el primer momento en el que les había llamado.

—Piensa en disculparte, Felix — murmuró el más alto, tocando con suavidad la punta de su nariz —. Porque no insistiríamos tanto, sí no viéramos la tristeza a través de tus ojos, ¿Sabes?, Parece ser que tener a HyunJin te importa más de lo que crees.

El chico asintió mientras se dejaba hacer por los cálidos dedos de SeungMin, que a pesar de tenerlo acostado sobre sus piernas, no parecía cansado con la acción.

—Mañana iré con él a disculparme — habló por primera vez en ese lapso de tiempo, dejando al aire las palabras antes dicha por su amigo —. ¿Creen que deba hacer algo?

—¡Girasoles! — SeungYeon dejó escapar la pelota en cualquier lugar de la habitación, antes de saltar en el suave colchón y golpear con su rodilla el tanque de oxígeno que hacía a un lado de la cama, ganándose una mala mirada de su hermano —. Perdón — murmuró avergonzado —, ¡Pero Lix!, Muéstrale a HyunJin que te interesa de la misma forma. No hay mejor forma que disculparte dándole lo mismo que él te daba a ti.

—No sé, Yeon — se quejó SeungMin, tocando su barbilla pensativo —. Sí se disculpa, no creo que sea obligatorio que le dé algo, es decir, se supone es una acción libre de objetos, ¿No crees?

—¡Lo sé! — se quejó el de cabellos despeinados —. Pero piénsalo, HyunJin bien pudo haber hecho todo lo que hizo sin darle obsequios, y entiendo que Lix no le deba nada, pero sería bueno que le dé un regalo que también hable por él.

El rubio soltó un soplido, tras ver la mueca que le dedicaba SeungMin, sin saber sí hacer o no caso a lo que su hermano pedía en un puchero.

—¿Tú qué dices, Lixie?

Sus hebras fueron acariciadas con suavidad una vez más, dejándose hacer totalmente a los cariños adormilados que el de cabellos castaños dejaba sobre su cabeza.

—Mmm, ¿Podrían ayudarme a dar ideas?

El par de hermanos sonrieron de lado mientras asentían. Haciéndole sentir que sí alguna vez se había sentido solo, jamás lo había estado.

La llegada de la mañana siguiente fue una tortura, pues despertar temprano un día Martes, no le motivaba en nada, menos cuando justamente ese día tenía la clase de Deportes, dónde debía de quedarse sentado en las gradas, mientras era abucheado por sus demás compañeros, ya que no tenía permitido correr ni hacer la mínima actividad física.

Pero por más que todo pintara para ser el peor de los días de la semana, aún cuando estuviera lloviendo por todo el campus y los alrededores de los jardines se conviertieran en charcos de agua sucia y lodo; le reconfortaba saber cuál era su propósito de aquel día. Debía ser cuidadoso.

—Hey, Lixie — el aliento menta de MinHo chocó contra su rostro, en el mismo momento que su cuerpo se apegaba duramente hacia una de las paredes de los pasillos, encima de la contra suya —. Hace un lindo día, ¿No crees?

—¿Qué quieres, MinHo? — preguntó altanero, pues no podía creer que su día se viera arruinado tan temprano —. Tengo cosas que hacer.

—ChangBin no vino hoy — respondió el de cabellos morados, cómo si fuera lo más obvio del mundo.

—Tiene sentido, lo único que apesta aquí eres tú, ¿Por qué no decidiste irte con él?

Emitió un pequeño salto en cuanto sintió la mano libre del mayor, bajar por su abdomen bajo, dejando un golpe en seco justo en esa zona.

—No te creas valiente, Felix, sabes que al final terminaré ganando yo — soltó unas cuantas risas, en cuanto arremetía contra el cuello del menor, causando que su respiración comenzara a desnivelarse —. Quería pedirte un favor, ¿Estás de acuerdo? — una sonrisa burlona se formó en su rostro en cuanto sintió las manos blanquecinas del menor sujetar las suyas, suplicando que le soltara —, pero bueno, no creo que te niegues, ya que sí lo haces, no tengo de otra que no soltarte.

Las lágrimas se acumulaban en sus ojos azulados, tomando de bocanadas de aire, para así regular su respiración, pero todo parecía totalmente difícil en cuanto sentía más fuerza dar contra su cuello.

—Min... MinHo— balbuceó, intentando que sus manos volvieran a suplicar contra las del contrario para ser soltado —. S-Suelta....

—Necesito que hagas todos los apuntes de ChangBin del día de hoy, ¿Los harás o no?, Ya sabes lo que sucederá sí te niegas.

Cerró los ojos cuando sintió que sus cánulas eran arrancadas con fuerza de sus fosas nasales, sí antes se sentía perdido, ahora mucho más.

—...Suélta...me — suplicó una vez más, en medio de la tos que comenzaba a atacar su ser —. MinHo...

—Agh, maldito asqueroso — espetó el pelimorado en cuanto Felix parecía haber escupido contra su rostro, durante su ataque de tos.

Soltó el cuerpo del rubio para limpiarse su rostro con las mangas de su chaqueta, le miró de mala manera mientras parecía acomodarse el peinado.

—Me vas a pagar esto, Felix.

Sin arrepentimiento, dejó una fuerte patada descansar justo en las costillas del menor, quién se retorcía en el piso por el dolor. Una sonrisa se dibujó en su rostro en cuanto miró una pequeña caja de terciopelo rojo, cerca del rubio.

Sin decir nada más, se aseguró en romper aquella y lo que contenía adentro. El collar que antes mantenía un girasol en medio, ya no era más que trizas.

—Eres patético — MinHo le miró una vez más antes de darse media vuelta e irse. Dejándolo desplomado sobre aquel pasillo desolado.

Felix tomó sus cánulas nasales antes de perder la noción del tiempo, una vez que se asegurara de que el oxígeno comenzara a entrar en sus fosas, fue que se dejó caer contra el piso. Regulando su respiración, ya que no quería que su condición se arruinara por aquel trato.

Tragó con fuerza mientras cerraba los ojos y volvía a abrirlos, siempre hacía aquello cuando más cansado se sentía, justo cómo en estos momentos.

Varias lágrimas comenzaron a caer de sus mejillas en cuanto miró el collar que hacía a su lado, completamente destrozado, igual que su maltratado corazón.

—¿Felix? — escuchó a lo lejos, mientras intentaba enfocar su vista en la extraña figura que se acercaba a su cuerpo.

Quería levantarse e irse corriendo, pues no sabía a qué otro peligro se afrontaría con aquella persona extraña. Cambiando de parecer en cuanto identifico aquella cabellera caramelo.

—¡Felix! — pudo escuchar más de cerca, y por más que intentó levantarse, sabía que no podía hacerlo por las fuerzas que había perdido al forcejear contra el musculoso cuerpo de MinHo —. ¡Soles!, Estás muy lastimado.

Quiso reír ante la exclamación del chico, pero no pudo, más que nada porque hacer cualquier minimo movimiento le dolía.

—Vamos a la enfermería.

HyunJin le tomó entre sus brazos, por más que se quiso resistir.

—HyunJin...—titubeó, mientras se retorcía entre el agarre en el de ojos verdes.

—Tranquilo, Felix, estarás mejor dentro de poco, ¿De acuerdo?

Frunció el ceño en cuanto escuchó ese tono de voz dulce, pues no tenía sentido que HyunJin se comportara con él tan lindo, aún cuando le había rechazado de la peor forma posible.

—Girasol — murmuró el rubio, señalando la cadena que hacía a un lado del tanque de oxígeno.

HyunJin sonrió de lado en cuanto se dio cuenta de lo que Felix quería decir, tomó los restos de aquel bonito collar para dejarlos descansar en el bolso de su suéter beige.

—Tenemos que cuidarte sí quieres regalarme más girasoles, ¿De acuerdo?

El ojiazul asintió, antes de acatar las órdenes que el castaño le pedía, para ir a la enfermería en una posición cómoda y que le facilitara a HyunJin llevar el tanque de oxígeno, del que tanto dependía el chico de sus brazos.

Felix se aferró al cuello del mayor, con sus piernas descansando sobre su cadera y con  una de las manos de HyunJin aferrada a su espalda baja, cuidando en todo momento que no se cayera.

Sintió sus ojos húmedos nuevamente, pues él más que nadie sabía que no merecía ser tratado con tanta delicadeza, cómo el castaño lo hacía. Se aferró más al cuerpo contrario, inhalando la fragancia vainilla que derramaba el cuello de HyunJin, tranquilizándole al instante. Cerró sus ojos una vez más, antes de dejarse caer en el hombro del más alto.

Por más raro que sonaba, comenzaba a creer que ese era justo su hogar.

Abrió sus ojos poco a poco, dándose cuenta que ya no se encontraba más en el frío pasillo de la escuela.

Sintió su cuerpo liviano, pero sin embargo, seguía sin tener las fuerzas para levantarse justo como tanto quería.

—¿Lix? — paró su vista por toda la habitación blanca, buscando la voz dulce que tanto le llamaba —. ¿Me escuchas?

Sus ojos azulados captaron la figura de HyunJin, sentado alejado a él, con un semblante de preocupación. Igual a la vez que se conocieron.

—HyunJin — habló débil, sin dejar de observar al castaño que le acompañaba.

Extendió su brazo con la esperanza que entendiera su referencia, la cual durante algunos minutos creyó que estaba perdida, sin embargo, fue su sorpresa en cuanto lo vio levantarse de su asiento.

HyunJin se acercó con cautelosidad hacia él, dispuesto a sostener el agarre que parecía pedir a gritos. Sonrió de lado cuando sintió la mano del castaño posarse en su cintura, apoyándole para que tuviera la posibilidad de sentarse en la suave camilla.

—¿Acaso fue un dejá vù? — la voz del ojiverde llamó su atención, una vez que estuvieran sentados uno al lado del otro.

—Hoy tampoco quería morir — murmuró, bajando la mirada tras sentir aquellos orbes esmeralda sobre su figura —. Pero creo que ya es una costumbre que me encuentres así.

—Espero que sea la última vez, no me agrada verte apagado.

El rubio alzó la cabeza, justo para encontrarse reflejado en las bellezas verdosas que poseía HyunJin en sus ojos, sintiéndose tan pequeño bajo esa potente visión.

—Yo quería disculparme — Felix pasó su vista a cualquier lado de la habitación, evitando chocar con la del mayor —. Por lo que te dije ayer, fui muy grosero.

—Está bien, Lix, sí te molesta lo que llevaba haciendo, estabas en tu derecho de pedirme que lo dejara de hacer — se encogió de hombros, alejándose un poco del cuerpo del ojiazul, pues no era difícil adivinar que su presencia le ponía nervioso.

—No, HyunJin — gimió —. Me encanta la forma en que me tratas y ni hablar de los obsequios me dabas. Es solo que — soltó un suspiro, mientras jugaba con sus dedos —; tengo miedo.

—¿Miedo?

—Sólo he conocido dos personas que realmente son amables conmigo, ya sabes, SeungMin y SeungYeon — explicó, ignorando la punzada en su pecho tras comenzar a abrirse —. Desde que era pequeño, muchos niños se burlaban por mi condición y la verdad, no podría importarme menos, no hasta que comenzaban a acercarse a mí con el cuento barato de querer ser mis amigos, para después burlarse más de mí. Cuando conocí a Min y a Yeon hace más de cinco años, creí que harían lo mismo, no hasta que me di cuenta que su cariño en realidad era sincero.

Dejó caer unas cuantas lágrimas por sus mejillas, todo bajo la atenta mirada de HyunJin, que parecía tan preocupado por él pero al mismo tiempo no parecía querer arruinar la burbuja de confianza que les rodeaba.

—Tengo miedo a salir lastimado, HyunJin — murmuró, mientras dejaba su rostro caer entre sus manos, para sostenerse así de la posible humillación de que lo vieran totalmente roto —. Nadie se acerca a mí con buenas intenciones, siempre consiguen jalarme a un infierno que ni yo puedo soportar. Lo de hoy me pasó por creer que había bondad en personas con el alma podrida.

El ojiverde parecía querer decir algo, sin embargo no pudo, menos cuando escuchó los lamentos desgarradores de Felix a un lado suyo.

—Sé que no todas las personas son malas, pero, ¿Quién me lo asegura?

—Felix...

—Fue tan torpe y tonto en dejarme llevar por mis inseguridades, que terminé lastimándote y yo de verdad no quería eso, menos cuando con regalos anónimos me haz hecho sentir mejor que nunca, parece que puedo olvidar mis problemas sí te tengo a ti.

El castaño abrió los ojos sin poder creer lo que escuchaba, ¿Era verdad todo eso o sólo era un producto de su imaginación?, Ojalá fuera real, pero sí no lo era, no dejaría de luchar hasta que lo fuera.

—¿Qué quieres decir con eso?

La tersa mano de Felix se posó encima de la de HyunJin, creando así un especial momento de ambos, dónde se miraban fijamente y esperaban que sus corazones hablaran por ellas.

—Quiero decir que confío en ti, HyunJin — susurró el ojiazul, tras entrelazar su mano con la contraria —. Y que estoy dispuesto a tener la cita que me pediste ayer, sí es que no te haz arrepentido de tenerla.

El castaño rompió su agarre de manos, justo para envolver el delgado cuerpo del menor entre el suyo.

El ojiazul sonrió, dejándose hacer ante esos brazos protectores y el aroma a vainilla sosteniéndolo, pues al final de cuentas, ese era su hogar.

—No desperdiciaré la oportunidad que tanto estuve esperando. Quiero conocerte, Felix.

—Yo quiero que me conozcas, HyunJin.

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