vol. 2

Felix caminaba tranquilamente por el final de los pasillos, el timbre que indicaba la hora de salida había sonado hace menos de diez minutos. Sus pasos eran pesados, necesitaba llegar pronto a casa pues el cansancio lo consumía más y más.

—Felix, no sabía que seguías aquí.

El rubio interrumpió su camino cuando vio el bonito rostro de aquella chica frente a él, llevaba unos libros sujetados contra su pecho, sonreía brillante a pesar de lo exhausta que se veía.

—Estoy a punto de irme, me atrasé en salir porque a alguien le pareció gracioso llenar mi casillero de inhaladores — rodó los ojos con fastidio, recordando lo mucho que tardó en recogerlos una vez que cayeron al suelo —, ¿Qué hay de ti, YeRim?, Ya es tarde para que sigas en la escuela.

La chica soltó unas risitas nerviosas, esperando no ser descubierta por aquel gesto.

—Tuve que quedarme a buscar unos libros para una investigación — soltó simple, señalando lo que llevaba entre sus brazos —. El profesor Han me ha castigado por no guardar silencio, así que aquí me ves.

Ambos se soltaron a reír, más que nada por la mala fama que le habían creado al profesor de Artes.

—Entiendo — pronunció Felix, con una sonrisa a la chica.

Ambos quedaron en silencio cuando el celular del rubio comenzó a sonar, este miró la llamada entrante de su madre, haciéndole sonreír de lado.

—Lo lamento YeRim, tengo que irme.

—Oh si, no hay problema — la chica se despidió de él con una señal —, ten una bonita tarde, nos vemos, Felix.

El ojiazul asintió, se alejó de la chica a largos pasos, sabía que sí no salía rápido y entraba al campo de visión de su madre, ella haría un escándalo hasta encontrarlo.

Sonrió para sus adentros cuando miró la bonita imagen de su madre esperándolo dentro del auto, jaló de su tanque de oxígeno hasta llegar a dónde el bonito Jeep rojo se encontraba estacionado.

—Hola Lixie, ¿Qué tal la escuela?

Felix miró el rostro de su madre por encima de su hombro, esta acomodaba su cinturón de seguridad a punto de comenzar su trayecto a casa.

—Bien, estoy cansado — soltó cortante, acomodando su mochila en los asientos traseros del automóvil.

—Papá llegó temprano hoy — Felix la miró de soslayo una vez que el auto se ponía en marcha —. Está preparando la comida.

—¿Sí?, Me alegro.

La mujer soltó un suspiro cansada, mantenía su mirada fija en el camino aunque su cabeza parecía ocupada en otra cosa.

—¿Tienes mucha tarea?, Tu padre y yo planeábamos disfrutar una buena tarde de películas y dedos de queso.

El rubio dejo de mirar por la ventana para girarse a dónde la mujer que le había dado la vida, resopló totalmente cansado, preocupando a su madre al instante.

—Pasa algo, Felix.

El tono duro de la voz de la mujer lo hizo temblar en su mismo asiento.

—¿De qué hablas?, No es verdad — espetó en un tono seguro, esperando que aquello bajara las amenazas en su madre.

—No mientas, Lee Felix — murmuró ella totalmente resignada —. Nunca te rehúsas a las tardes que tu padre y yo acomodamos para pasar en familia.

—No me rehusé, mamá — bajó la voz, evitando usar su tono altanero con ella, era eso o ser castigado por aquella mínima acción.

—Tampoco aceptaste — contraatacó ella —. Felix entiendo que sea molesto para ti pensar que tu mamá está detrás para evitar problemas, confío en ti y en qué todo lo tienes bajo control, pero también entiéndeme a mí, no quiero que nada malo te pase, cielo.

El rubio suspiró apoyándose contra la puerta de su lado, dispuesto a no seguir más con aquella conversación, todo terminaba siendo lo mismo después de hablar.

—Lo sé, pero te juro que todo está bien — la mujer asintió antes de continuar con su camino.

Ambos quedaron sumidos en un silencio sepulcral, dispuestos a no seguir hablando hasta que pudieran llegar a casa.

Una vez que la blanquecina fachada apareciera en su campo de visión, Felix se reincorporó en su asiento, preparándose mentalmente para lidiar con sus dos padres.

—Hemos llegado, baja Lix.

El estruendo de la puerta lo hizo sobresaltar en su lugar, giró los ojos con fastidio antes de voltearse a los asientos traseros para tomar su mochila.

—Maldición — maldijo cuando vio la mochila tirada del lado opuesto a donde la había dejado.

Miró por la ventana buscando con la mirada a su madre, aunque sonara absurdo ese día si necesitaba ayuda, últimamente se la pasaba más agitado de lo que acostumbraba, pero como había hecho hace tiempo, sus padres a la mala aprendieron que no debían ayudarle a menos que él mismo lo pidiera, alegando que no era un inútil y que podía hacer lo que cualquier adolescente normal. Pero estaba equivocado.

Estiró su mano esperando llegar a dónde la mochila, su respiración era agitada mientras intentaba llegar más lejos a dónde una de las correas estaba estirada. Bufó con molestia cuando uno de sus pies patearon el tanque en un intento de impulsarse más.

—Vamos Felix, tú puedes — se animó a sí mismo, tratando de ignorar su voz temblorosa y las bocanadas de aire que inhalaba para mantenerse cuerdo.

Sus dedos sujetaron con fuerza la tela, sonrió para sus adentros cuando pudo jalar de su mochila en un movimiento hasta llevarla a su regazo. Una vez que estuviera sentado cómodamente, fue que se permitió regular su respiración.

—Cuando mamá me dijo que estabas enfadado, no creí que era suficiente motivo para que no quisieras entrar a casa.

Felix giró su cabeza a dónde su padre, este mantenía la puerta del auto abierta, de pie a su lado.

—No podía tomar mi mochila — alzó la mencionada para defender su palabra —. Estaba a punto de entrar.

—Está bien, cariño, te creo — el hombre comenzó a reír mientras alzaba sus brazos, en señal de rendición —. Luces algo agitado, ¿Quieres que te ayude?

La mala mirada de Felix le hizo querer golpear su cabeza contra el auto, sabiendo que aquellas palabras su hijo las odiaba con su vida entera.

—Sí, toma esto.

El rubio le entregó su mochila a su padre, bajó del auto para pasar por su lado, sujetando con fuerza el tanque de oxígeno hasta dejarlo sobre el suelo firme.

DoWoon resopló intentando comprender de mejor forma a su hijo, una vez que cerró la puerta del auto, se dirigió hacia la entrada de su vivienda para entrar con su hijo.

—He preparado la comida, estoy seguro que te encantará, Lix.

—Gracias papá — fue lo único que mencionó antes de tirar de su tanque de oxígeno dispuesto a encerrarse en su habitación.

—Felix, ¿Estás seguro que todo está bien?

El rubio se giró sobre sus talones, fastidiado por tener que seguir soportando el interrogatorio desde el inicio de su trayecto de la escuela a su casa.

—Todo bien, les juro que no volverá a suceder nada que los haga sentir culpables — Felix respondió cortado, sin sorprender a sus padres que estaban más que acostumbrados a ese tipo de comentario —. Es más, tengo inhaladores de sobra, todo está bajo control.

JooHyun miró de mala forma a su hijo, si bien estaba acostumbrada a su forma de golpear palabras cuando estaba cansado, tampoco había mencionado alguna otra solución para su problema además de su tanque de oxígeno.

—Los inhaladores cómo tal no ayudan, Lix, lo sabes bien — el ojiazul se quedó mirando fijamente a su madre, sabiendo qué se venía después —. A menos que sea un broncodilatador, sirve.

—¿Por qué tienes inhaladores, Felix?

La voz de DoWoon entró de forma inmediata a su cabeza. Sabía que su padre era la persona más pura y blanda que existía en el planeta, pero cuando se trataba de algo referente a su salud, su semblante cambiaba a uno más serio.

—No voy a morir por esto, lo juro.

Felix miró a sus padres haciendo un puchero casi de último momento, ellos siquiera se inmutaron esperando que su hijo decidiera sentarse en los sofás con ellos y poder hablar.

Con pesadez, Felix jaló de su tanque de oxígeno para dirigirse a dónde sus padres ya hacían sentados. Acomodó fugazmente sus cabellos rubios para que estos no le taparan la vista y para observar de mejor forma a la pareja frente a él.

—Sabes que no nos gusta cuando hablas de ese modo, Lix — espetó JooHyun en una voz extraña mezclada de regaño y protección —. Eres nuestro hijo y nuestra mayor prioridad desde que naciste, hemos hecho hasta lo imposible para que puedas vivir pleno y feliz, sé que no es normal tener tu edad y evitar hacer muchas cosas por miedo de que tu salud empeore, pero entiende que a nosotros nos importas y queremos verte bien desde siempre.

El ojiazul solo la miró atentamente, sabiendo que su madre solo decía la verdad. No era fácil ni para él ni para sus padres, quienes se aferraron a la bonita idea de procrear a su hijo aún cuando no le daban mucha esperanza de vida, con todo y esos problemas, su pequeño que había nacido con un mal en sus pulmones ahora se encontraba a nada de cumplir dieciocho años, y saber que todo había sido posible por ellos y el pequeño que no para de luchar, les hacía sentir totalmente orgullosos.

—Entendemos que quieras espacio, que ya no necesites mucho de nosotros como antes, pero eres nuestro hijo — explicó DoWoon esbozando una tierna sonrisa —, te amamos como no te das una idea, Lix, y que estés sufriendo solo, no nos reconforta en nada. Confía en nosotros, siempre estaremos para ti.

Felix mordió su labio inferior con fuerza, reprimiendo todos los malos sentimientos que habían crecido en su interior desde que su padre habló. Sí bien sabía que él no le debía nada a sus padres, por hacer lo más mínimo que deberían hacer, sí podía admitir que se sentía en deuda con ellos. JooHyun tenía una agenda estricta que debía cumplir, tanto en su trabajo como en su hogar, cuando llegaba tarde sabía que DoWoon estaría ya en casa haciendo compañía de Felix. Este mismo también hacía pequeños recesos en su trabajo, llamando a su esposa e hijo para saber cómo se encontraban ambos.

Desde siempre vio como ellos hacían de todo para que pudiera salir adelante, ¿Si necesitaba de un costoso tanque de oxígeno para sobrevivir?, Se lo habían dado, no solo eso, podían reemplazarlo en cuanto el suyo se encontrara dañado o algo por el estilo, ni hablar de sus costosas citas al médico y los cuidados especiales que recibía por su enfermedad.

Se había estancado tanto en sentirse cansado y débil, que no pensaba en lo mucho que le haría falta a sus padres sí su deseo de morir se cumpliera.

—Lo siento — fue lo único que soltó antes de cubrir su rostro con sus manos, evitando así que aquel par le viera llorar.

—Amor — JooHyun tomó con suavidad las tersas manos de su hijo, impulsándolo a que la mirara —. Confía en nosotros, ¿De acuerdo?

—Está bien que llores, campeón, no debes guardarte todo esto para ti solo.

Felix movió la cabeza negando por completo, sus sollozos habían cesado por el contrario se sustituyeron por sus hipidos. Intentó calmarse, sabía que sí seguía llorando de aquella forma, no sólo sería fatal para él, también lo sería para su padres.

—Estoy harto de pensar que soy fuerte y débil al mismo tiempo — hipó nuevamente, siendo interrumpido por su mismo llanto. JooHyun acarició con suavidad sus nudillos para alentarlo a seguir hablando —. A veces creo que aguanto más de lo que debería, pero después pienso en las cosas que no puedo hacer y veo que en realidad no es nada. Estoy cansado de sentirme con una inexplicable carga que al final termina siendo inexistente.

—Lixie...

—¿Puedo terminar, papá? Por favor — DoWoon calló al instante, asintió culpable ante los ojitos suplicantes su hijo, que intentó sorber su nariz antes de seguir hablando —. Sé que hay personas buenas y personas malas en el mundo. Así como existen personas que me respetan por mi enfermedad, hay otras que lo toman cómo burla.

JooHyun le miró cada vez más intrigada, esperando que la corazonada en su pecho se equivocara y que todo lo que hablaba su hijo no llegara a nada malo.

—SeungMin y SeungYeon son la prueba de ello, son mis mejores amigos y quienes me han ayudado siempre a mantenerme cómodo en la escuela — sonrió mínimamente, teniendo el vago recuerdo de aquellos gemelos que le alegraban la existencia —. Pero así como ellos, existen lo contrario, uhm, hay dos chicos que se la pasan burlándose de mí, creo que ya tengo todo bajo control pero ellos no se cansan, hoy llenaron mi casillero de inhaladores y no dudo que hayan sido ellos. Sólo quiero dejar de sentirme tan miserable por mi enfermedad, pero ellos parecen quererme ver loco hasta que me consuma de ella misma.

JooHyun no esperó más y abrazó con fuerza a su hijo, siendo seguida por su esposo para mantenerlo en un bonito nido familiar. Felix reprimió un sollozo cuando sintió a sus padres sostenerlo entre sus brazos, sabiendo que necesitaba mucho de aquello.

—¿Deseas hacer algo contra ellos, Lixie?

El ojiazul alzó la cabeza, justo para ver su propia figura reflejada en los ojos amielados de su padre. Este le miraba dulcemente incitándole a qué respondiera.

—No lo sé, quizá hable con alguno de mis profesores o lo haré con el director, para sentirme más tranquilo.

DoWoon le sonrió comprendiendo, por más que algo le molestaba en el pecho, sabía que debía confiar en su hijo para que se hiciera cargo de sus problemas, porque aquello también era parte de crecer y hacerle ver qué no siempre viviría por detrás de su sombra.

—Bueno, familia, iré a servir la comida. Por mientras prepárense.

Felix y JooHyun asintieron aún abrazados, dando la mejor imagen a DoWoon, que aseguraba no podía pedir mejor familia que aquella, porque ellos eran lo perfectamente imperfecto que había soñado tener.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top