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Aegon se removió apenas cuando el sol de la mañana comenzó a calentar su piel desnuda, sonrió sin abrir los ojos mientras sentía el dulce contacto de las sábanas de seda de la cama de Valerys sobre su piel y restregó lentamente la cabeza apoyada sobre el pecho desnudó de la joven quien aún dormitaba plácidamente.
Aquello se sentía jodidamente bien, más que bien, podría jurar que no había dormido tan plácidamente en años, mejor aún, se había despertado entre los brazos del girasol y no en la esquina sucia de algún burdel o bajo los gritos estridentes de su madre, había merecido completamente la pena.
Había momentos en donde los dedos de una dormida Valerys se perdían entre sus cabellos rubios, Aegon se estremecía ante el tacto, soltaba suspiros y sonreía perdidamente sintiendo como su cuerpo se relajaba al sentir esa clase de afecto que el jamás había tenido, o tal vez si, pero cuando era un bebé, el primogénito que todos esperaban. Pero no cuando era un niño y menos cuando se convirtió en adolescente, uno muy rebelde en busca de atención que nunca lograba obtener, y cuando lo hacía solo recibía golpes o gritos.
Se había follado a más mujeres de las que podía contar con manos y pies, no podía engañar a nadie, había sido sucio y burdo, y había muchas noches de las cuales no recordaba nada pero no dudaba el haber estado con varias mujeres a la vez, pero bajo ninguna circunstancia se había sentido del mismo modo en el que se sintió con Valerys, jamás había sentido que ninguna piel le quemase tanto al tacto como lo hacía la de ella, pero por sobre todo, nunca había recibido esa clase de afecto, como si estuviese en un lugar seguro donde no tenía que recordar nada, ni a nadie, mucho menos lo que se esperaba de él. Podía acostumbrarse a eso, QUERÍA acostumbrarse a eso.

No quiso despertarle por lo que, con suma delicadeza, se levantó de la cama y le envolvió con la sábana antes de disponerse a buscar su ropas. No es que no quisiese quedarse, pero no podía, tenía suerte de haberse despertado antes de que las actividades de las criadas comenzase, habría sido extraño y muy difícil de explicar el que les encontrasen allí de esa forma. Podría llegar a arruinarlo todo, más para ella que para él puesto que su vida estaba arruinada desde el día en el que nació, pero no dejaría que nadie sospeche acerca de eso que había sucedido, no tenía deseos de ser escandaloso esa vez.

En cambio la castaña se despierta una vez estando sola, más cerca de la mitad de la mañana cuando el sol ya no le da en el rostro, permanece un momento en su cama mientras observa la pared que tiene en frente con una mueca mitad sonriente, pero su sonrisa se borra al instante y la reemplaza por una mueca de preocupación, cuando levanta las sábanas observa lo que más teme, hay pequeñas manchas de sangre por doquier y sería una ofensa mentir acerca de qué esos días del mes han llegado, especialmente por qué lo había anunciado a sus criadas dos semanas antes.

Trago saliva y no le costó mucho encontrar una idea, tomó una fruta, es decir, varias ciruelas, y las partió sobre la cama restregándolas en las sábanas y así manchando con su color amoratado las partes en donde había sangre, si bien los colores eran similares podían distinguir con facilidad que se trataba de una fruta y no de... Esa clase de cosas.
Le serviría como coartada, si alguien preguntaba, diría que había sido descuidada dejando la bandeja sobre su cama, recibiría una reprimenda pero al menos no habría rumores sobre su doncellez.

Estaba terminando de atar su cabello en una trenza cuando unos golpecitos llamaron a su puerta, se mordió el labio pensando en que remotamente podía ser Aegon, pero no, era su hermano menor quien no pudo evitar posar la vista en su cuerpo que solo estaba cubierto por un camisón que no dejaba mucho a la imaginación.

—Aemond —La joven parece sorprendida —No esperaba verte aquí tan temprano.

—No deberías abrir la puerta vestida de ese modo, podrías matar a alguien.

A Valerys le cuesta un poco procesar ese comentario, tal ves es por el hecho de que aún se encuentra algo atontada por lo sucedido en la noche.
Aemond se toma el atrevimiento de pasar sin siquiera preguntar, no es algo muy cortes de su parte.

—Es lo que menos me preocupa ahora mismo —Ella alza una ceja, Aemond parece apenas escandalizado.

—No todos deberían tener el placer de verte los pechos ¿No crees?

Como instinto Valerys cruza las manos por encima de la parte de su cuerpo que Aemond acaba de mencionar como si tuviese la intención de cubrirse.

—Estas siendo exagerado —Ella resopla evitando mirarle, teme que si le observa demasiado el príncipe se dará cuenta de lo sucedido aunque no haya dicho nada —No se ve nada.

—Yo puedo verlos —Suelta descarado, Valerys está a punto de asestarle un golpe, uno de esos que él mismo le enseñó.

— ¿Solo venias a molestar?

—Necesito tu ayuda... Con un asunto.

Valerys frunce el ceño.
— ¿Que clase de asunto?

Aemond traga saliva de forma costosa y se remueve en su lugar, ninguno de ambos mira al otro.
—Es difícil de explicar.

—Intenta.

—Lo verás en cuanto lo tengas en frente.

—Haces que EL ASUNTO suene como algo terrible —Ella se muerde el labio, quiere soñar desinteresada pero la verdad es que se muere de intriga.

—Lo es, en parte —Afirma, no está ayudando para nada a la sed de curiosidad de la castaña —Procura usar la capa bien ajustada —Le aconseja —Nos vemos luego del almuerzo en la entrada al lecho de pulgas.

— ¿Luego del almuerzo? —Casi chilla —Quieres decir, ¿durante el día?

—Te dije que era importante.
Puntualiza, y para que Aemond decidiese que debían ir al lecho de pulgas a plena luz del día debía serlo.

—Pero no urgente.

—Es lo mismo.

—No lo es —Exclama ella logrando que él suelte un suspiro exasperado.

—No voy a discutir eso...

—Por que sabes que tengo razón —Murmura ella a lo que él suelta uno de sus típicos 'mhh...' antes de quedarse callado.

—Te veo en el almuerzo... Y luego de él.

El rubio pasa a un lado de ella, no le da tiempo a pensar en lo que acaba de decir, simplemente desaparece sin decir más nada, no parecía cómodo, tampoco feliz, era solo Aemond siendo Aemond.
Mientras que Valerys se meaba de la curiosidad que le picaba en la cabeza.

Engulló la comida lo más rápido que pudo bajo la mirada forzosa de Aemond sobre su cabeza, el rubio tuvo que reprimir varias veces una carcajada al verle comer de ese modo. En tanto Aegon estaba en sus aposentos lo suficientemente dormido como para no haber asistido al almuerzo de aquel mediodía.
Cuando termina, la castaña vuelve a su habitación y con atropello se cambia de vestido y cambia sus zapatos por unas botas más cómodas que le facilitan los largos tramos a pie. Como mencionó Aemond, no olvida anudar bien su capa moldeada contra su cuerpo y se dispone a salir de la fortaleza utilizando los pasadizos de los antiguos aposentos de Rhaneyra Targaryen aprovechando el que su habitación estuviese desocupada.

—Llegas tarde —Suspira en torno a Aemond cuando le ve acercarse por una calle angosta.

—Tengo mis propios asuntos que resolver —Responde el príncipe sin detenerse lo que hace que Valerys comience a caminar detrás de él.

—Que misterioso —Ella abre los ojos en un santiamén con una mueca aburrida.

El resto del trayecto fue silencioso, Aemond parecía tenso, no como aquella mañana, lo único que hace es caminar con grandes zancadas, ni siquiera se gira para mirar si Valerys aún le sigue. Iba sumido en sus propios pensamientos hasta que pisaron un reconocido nido de ratas, la castaña sabía bien de lo que aquello se trataba, era un lugar donde a menudo se desenvolvían peleas de niños cuyos dientes y uñas eran más afiladas que las de un gato, se estremeció al pensarlo y dio gracias de que la fosa estaba vacía o no lo hubiese soportado. Es un lugar muy crudo y austero, su poca iluminación lo hace aún más tenebroso, huele a mierda y sangre a no ser que hayas perdido el olfato.

Aemond tiene que agacharse para no golpear su cabeza contra los escalones de una escalera cuando gira en torno a una montaña de paja justo debajo de ella, allí sentado permanece un niño tan rubio como el joven que se encontraba junto a Valerys, tenía las mejillas regordetas y no pasaría los tres años.

—ESE es el asunto —Señala con su cabeza mientras observa a la castaña quien abre los ojos de golpe.

—Oh por todos los dioses, ¿Es tuyo? —Pregunta mientras se acuclilla junto al niño que le mira con curiosidad, toda su atención está puesta en él ahora.

— ¡No! ¿Como se te ocurre pensar eso? —Chilla indignado, le ha dado en el ego —Es de Aegon.

Valerys pestañea un momento quedándose pasmada, varias ideas locas se cruzan por su mente en ese momento, una de ellas es que se le helaba la sangre de tan solo recordar que había olvidado beber el té de Luna en cuanto se levantó, en cambio se concentró más en unas sucias sabanas que debían ser el eslabón más bajo de sus pensamientos.
Juraba que su rostro empalideció en ese momento y rogó que Aemond no pudiese notarlo, o si lo hacía, no hiciera preguntas que ella no pudiese contestar.
Nunca había sido muy devota a los dioses, pero en ese momento les rogaba redención.

Valerys volvió a poner su atención en el niño rubio, tenía todo el sentido del mundo que perteneciese a Aegon, se le parecía un montón.

—Debí deducirlo por su rostro atomatado —La castaña extiende su mano la cual el pequeño toma entre las suyas —Es un bonito príncipe.

—Es un bastardo.

— ¿Y? No quita que sea bonito, o un príncipe —Aemond decide no corntrarrestar, la joven gira ligeramente su cabeza en dirección al muchacho —¿Cual es tu plan?

—No lo se, por eso te traje aquí —Traga saliva —Los rumores no dejan de correr entre los guardias juramentados que concurren aquí —Le explica —Y no se muy bien que se hace en estos casos...

— ¿Por que tienes la idea remota de que yo si?

—Por que tú sabes mejor que hacer con un niño que yo —Frunce el ceño con obviedad —Y les agradas más.

—Mmm... —Ella se toma un momento para pensar —Debe tener... Una madre, supongo.

—Ese es el problema, genio —Rueda los ojos con un bufido —Bueno, en realidad otro problema —Se corrige —Su madre desapareció hace unos cuantos días —Valerys no le observa, por el contrario deja caer sus faltas en el suelo sin importar lo mucho que se pueda ensuciar.

—Deberíamos llevarle al castillo con nosotros.

— ¿!Estas loca!?
Aemond casi tiene que taparse la boca para no gritar.

—Es un bebé, y es de Aegon, no veo el problema.

—Bastardo —Bufa.

—Bebe Aemond —Le corrige —Que sea un bastardo no lo vuelve un animal —La castaña toma al niño mugriento y lo pone sobre su regazo, siente ganas de estrujarlo contra su pecho con fuerza, le causa mucha ternura y no sabe muy bien distinguir si es por que es diminuto o por qué es una pequeña parte de Aegon.

—Tu pretendes que a mi madre le dé un ataque de histeria ¿Verdad?

—Sería la última de mis pretensiones —Admite —Pero no podemos dejarle aquí solo.

—Había pensado en que... Tal vez alguna familia sin hijos le querría.

—Eso es cruel, es regalarle —Escupe ella — ¿Regalarías a este niño a alguien desconocido si fuese tuyo?

—Te traje aquí para que me ayudes, no para sentirme culpable de absolutamente todas mis ideas.

—Tus ideas son una mierda.

— ¡Las tuyas son aún peores!

—Deberíamos preguntarle a Aegon —Sugiere, a Aemond casi se le escapa una risotada.

—Jamas aceptará una cosa cómo está —Observa al niño en las faldas de la Tyrell.

—Cosa no, bebe —Valerys comienza a encolerizarse, repudia la mirada de Aemond hacia aquel pequeño que no tenía culpa de nada —Repítelo hasta que se te grabe en la mente.

Buenas buenasssss,
Como estannnnnnn?

Bueno, capítulo largo puesssss.
Perdón recién me levanto y no se bien ni como me llamo.

Wino, como verán estoy actualizando una sola vez por día pero los capítulos están siendo más largos ☺️.

No se olvide de pasar a leerse la novela nueva El dragon de dos cabezas, y por nuestro TikTok (Youngamdeon_) para ver los editssss ☺️.

Ya saben que los amo y que gracias por todas las leídas 😍😍😍😍, me hacen el día.

Espero que tengan un hermoso día y nos vemos esta noche o mañana ☺️.

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