18

Valerys había recibido un cuervo aquella mañana, pero no era ninguna noticia que ella esperase con ansias, por el contrario Kennat reclamaba la presencia de su hermana en Altojardin a fin de acompañar a su padre el último aliento que le queda de vida.
Orland Tyrell había sido herido de gravedad por una lanza en un torneo de caza y sus heridas no prosperaban como era de esperarse, los maestres no le daban más que una o dos lunas mas de vida.
Hay quienes rumorean que lo que le había sucedido a Orland estaba lejos de ser un trágico accidente.

La castaña entonces no había dudado dos veces en comenzar a hacer las maletas nuevamente con pocas energías para volver al lugar donde nació, estaba segura de que el volver a Altojardin sería de los eventos más felices que le hubiesen sucedido, más no estaba ocurriendo de ese modo, más bien parecía una pesadilla el hecho de que pronto sería huérfana y tan sólo contaba con nueve días del nombre.

Realmente no sabía si le apetecía marchase de Poniente pero no quería perder la oportunidad de pasar con su querido padre aquel último tiempo, ella misma le había prometido que se volverían a ver.
Además de que no se hacía con la idea de dejar a su hermano Kennat solo en un momento tan dificil como aquel, su hermano mayor se convertiría en el señor de Altojardin hasta que ella cumpliese la edad necesaria para tomar la batuta de la mitad de la región como se había pactado hacía años atrás.

Aemond le observaba terminar de organizar sus pertenecías de forma desordenada, Valerys estaba tan sumisa en sus pensamientos que no había soltado siquiera una palabra ni se había preocupado por qué sus ropas no se arrugasen, simplemente les hacía un bollo y las metía en el baúl, tampoco había dejado que las criadas le ayudasen, prefería hacerlo ella misma.

—Al menos los guardias se beneficiarán de esto —Bromea él con amargura —Ya no tendrán que gastar su energía persiguiéndonos de madrugada —Ella ríe débilmente mas no le mira —Tal vez tu padre se ponga bien.

—Eso no sucederá —Decreta —Eso solo sucede en los cuentos.

—Pero... —Él se pone de pie para acercarse —Yo pensé solo los personajes de los libros montaban dragones majestuosos —Compara —Y mira ahora, me convertí en el jinete de Vhagar.

Entonces Valerys le mira pero el rubio no encuentra la mirada estridente y feliz que siempre lleva consigo.
—Esto es diferente Aemond —Murmura con la voz quebrada —Nos vemos luego.

La castaña suelta aquello por que el es imposible despedirse como es debido, no puede decirle adiós no sabiendo con exactitud cuando regresará.
Ella se acerca y parándose en las puntas de sus pies deposita un beso en su mejilla sana para luego alejarse.

Aemond permanece petrificado durante algunos segundos observando como la niña desaparece tras la puerta que permanece abierta. Él toma una bocanada de aire y no lo piensa dos veces antes de salir aprisa tras ella.

—Espera —El príncipe toma la mano de la joven buscando que se detenga, con su brazo libre se dispone a rodear su cuello pegando su pecho a la espalda de la niña —Se que no estaremos tan cerca, pero... si algo sucede... O si te sientes sola... Un cuervo bastará para encontrarme —Susurra en su oído mientras suelta su mano para acariciarle el cabello.

—Gracias Aemond —Su voz se quiebra y siente como las lágrimas calientes le empapan las mejillas.

El rubio toma distancia para tomarle de los brazos obligándola a voltearse y así abrazarle nuevamente.

—Seguiremos siento amigos Val —Decreta.

— ¿Lo prometes? —Valerys inclina la cabeza encontrándose con la mirada del ojiazul puesta en ella.

—Lo prometo —Apenas sonríe —Vamos, te acompaño.

Aemond toma el cofre que la castaña cargaba y le acompaña hasta el jardín donde el carruaje le espera listo para partir.
Es su propia madre quien apoya la mano sobre su hombro dando un ligero apretón cuando observan a los caballos comenzar a andar, después de todo Aemond era su hijo y le conocía como tal, sabía que aquella mirada perdida sólo podía significar que se encontraba terriblemente angustiado.

Se quedó allí inmóvil hasta que ya no pudo divisar la carroza, para ese entonces la reina consorte ya le había abandona y se encontraba solo, o al menos eso pensaba ya que al volverse camino a la fortaleza encontró a Aegon carcajeándose con diversión.

— ¿Acaso veo una lágrima? —Pregunta burlesco señalando a su ojo sano.

—No estoy de humor Aegon —Suspira con frustración mientras que aún puede oír las risas de su hermano detrás suyo persiguiéndole.

— ¿La vas a extrañar?

—Cierra la boca Aegon —Gruñe.

— ¿En serio vas a llorar por el girasol desvaído? —Cuestiona incrédulo —Te gusta o... ¿Es que se ha esfumado la única mujer que tenías a tu lado? Si es que se le puede llamar mujer —Musita haciendo desbordar a su hermano quien se vuelve contra él y le empuja con ferocidad.

— ¡CÁLLATE AEGON! —Los puños de Aemond se incrustan en el pecho de su hermano mayor varias veces — ¡DEJA DE INSULTAR A VALERYS DE UNA VEZ!

— ¿Que te sucede idiota? —Vocifera el mayor empujando levemente a su hermano, no buscaba hacerle daño, solo sacárselo de encima —Estas tan chiflado como tu novia —Chulla —Maldito tuerto loco.
Refunfuña y pasa por su lado golpeando su hombro haciendo que Aemond se tambalee mientras le observa alejarse.

Buenas buenasssss!
Oficialmente el último capítulo con los pequeños, que vamos a extrañar un poco su inocencia y carisma, de verdad me encariñe con ellos.

Peeeeeeero bueno, esta noche van a conocer a nuestros queridos adolescentessssss.

No se olviden de pasar por TikTok para ver los editssss yyyy nos vemos en unas horas!
Los amooooo.

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