Capitulo 6: FISSURE

La mañana siguiente se presentó como un lienzo de serena belleza, mientras el sol ascendía majestuoso en el horizonte, tiñendo el cielo con tonalidades doradas y rosadas con rayos suaves y cálidos que comenzaban a filtrarse a través del dosel de la espesa vegetación que rodeaba la cascada.

El constante bisbiseo del agua abrazaba el lugar con su armonía natural y las gotas de rocío resplandecían como diminutos diamantes sobre las hojas de los árboles y piedras que rodeaban la piscina natural, añadiendo destellos de magia a la escena matutina.

Los pájaros comenzaron a despertar y llenaron el bosque con su canto melodioso, como si cada trino fuera una celebración del nuevo día que despuntaba. Mariposas danzaban esquivando las hojas y las ramas en su búsqueda de néctar entre las flores que salpicaban los alrededores. Las brasas apagadas aún desprendían un ligero rastro de humo.

El cuerpo desnudo de Taehyung yacía junto al de Jungkook, ambos envueltos en las prendas que los cubrían parcialmente y al despertar extendió su mano con delicadeza, posándola con ternura en la mejilla de Jungkook, deslizando sus dedos con suavidad a lo largo de su cabello, trazando una línea desde esa zona hasta cuello haciéndolo despertar repentinamente y erizándole la piel con el contacto.

―Buenos días ―susurró Taehyung con una sonrisa mientras los ojos de Jungkook se encontraban con los suyos. 

En respuesta, el pelinegro se enderezó lentamente con su torso e inclinándose hacia adelante y con una expresión profunda posó sus labios en los de Taehyung. Luego, con ambos brazos, el castaño tomó su cintura, apretando con la cantidad justa de firmeza para hacer que se deslizara sobre su cuerpo y cuando Jungkook quedó sobre él, una risa tierna escapó de sus labios, sintiendo cómo Jungkook se acomodaba sobre su regazo, disfrutando de la cercanía. 

Con un gesto suave, Taehyung giró a Jungkook hacia su otro costado, quedando encima de él con la ligereza de una pluma sobre la vegetación que los rodeaba. Jungkook se dejó llevar, volviendo a recostarse en la suavidad de la hierba, sintiendo el calor del cuerpo de Taehyung sobre el suyo. Sus manos se deslizaron naturalmente hasta reposar sobre el pecho del castaño, donde podía percibir su ligera respiración a través de la piel y con movimientos delicados, comenzó a acariciarle el pecho, dejando que sus dedos exploraran cada curva y contorno, ascendiendo con suavidad hasta llegar a su cuello.

Taehyung, respondiendo al gesto íntimo, se inclinó más hacia él, permitiendo que la cercanía entre ambos se acortara. Sus labios al encontrar el cuello del azabache, depositaron suaves besos en la piel sensible y la sensación contra su piel hizo que Jungkook se estremeciera ligeramente.

Después de un momento, Taehyung se liberó del agarre de Jungkook, el cual le permitió levantarse y una vez en pie, Taehyung cargó a Jungkook en sus brazos con una facilidad que hablaba de la fuerza subyacente en su suave apariencia. Luego, se dirigió hacia el pozo formado por la cascada.

Al borde del agua, el castaño se sumergió con movimientos gráciles, llevando consigo al azabache y bajándolo suavemente hasta que sus pies tocaran el suelo. Aunque una ligera sonrojez teñía las mejillas de Jungkook por su desnudez, se dejó envolver por la suave corriente, que lo abrazaba con calidez.

Mientras se alejaban del borde, el castaño no apartaba la mirada de Jungkook, sus ojos brillando con una ternura que desarmaba cualquier atisbo de inseguridad y todo se volvía insignificante en comparación con la intimidad que florecía entre ellos.

El azabache se dejó llevar por la suavidad del agua, sintiendo cómo su cuerpo se fundía con la corriente que lo rodeaba. Flotando en la superficie, cerró los ojos por un instante, permitiendo que la serenidad del entorno le envolviera antes de sumergirse ligeramente y luego emerger de nuevo. 

Con la mirada perdida en el reflejo del cielo azul en la tranquila superficie del agua, dejó escapar sus pensamientos en voz alta.

―Quiero aferrarme a la idea de que esto será eterno, ¿sabes? ―susurró, sus palabras llevadas por la suave brisa que acariciaba el ambiente―. Quiero creer que estamos aquí construyendo nuestra propia realidad ―añadió, mientras sus pensamientos se entrelazaban con las corrientes suaves de la poza. Sin embargo, una sombra de duda se dibujó en su expresión―. Pero, ¿Y si todo esto es solo una ilusión, un sueño que estoy teniendo tres metros bajo tierra? ―inquirió―. Dime, Kim Taehyung, ¿Cómo puedo estar seguro de que lo que vivimos no es más que un capricho de mi propia imaginación?

Del otro lado, Taehyung sintió el impulso irrefrenable de acercarse a Jungkook, como si fueran imanes destinados a encontrarse en medio de aquel remanso de agua cristalina. 

Se deslizó hacia él, sumergiéndose ligeramente antes de alcanzar al azabache. Con una destreza innata, el joven rodeó la cintura de Jungkook y, en un movimiento fluido, lo elevó con suavidad del agua. El repentino contacto hizo que Jungkook se sobresaltara, pero la sorpresa se desvaneció en el instante en que sus labios se encontraron en un beso, y el mundo pareció desaparecer a su alrededor. Mientras Taehyung giraba con gracia, sintiendo los muslos del azabache rodearle la cadera. 

Con una mano, Taehyung tomó con urgencia la mano libre de Jungkook y la llevó hacia su propio pecho. Allí, sobre la piel cálida y empapada, dejó que el azabache sintiera el palpitar rítmico de su corazón en armonía con la danza incesante del agua a su alrededor.

―¿Lo sientes? ―murmuró Taehyung entre la brisa que jugueteaba con sus cabellos―. Es mi corazón, latiendo en respuesta a lo que provocas en mí cada vez que estás cerca ―agregó con una mezcla de ternura―. Seguramente debo ser yo quien esté soñando caprichosamente.

Jungkook, con la mirada inundada de un brillo profundo se acercaba con delicadeza al pecho de Taehyung. La suave corriente que acariciaba la poza parecía llevarlo, como si fuera arrastrado por la corriente de sus propios sentimientos mientras su corazón latía desbocado, con un nudo en la garganta volviéndose cada vez más difícil de contener.

―T...tengo miedo, Kim Taehyung ―balbuceó, luchando por encontrar las palabras adecuadas para expresar la tormenta de emociones que lo agitaba―. Si el destino vuelve a separarnos, y...yo no podré... ―intentó continuar, pero la tristeza le robó las palabras. Las lágrimas que asomaban en sus ojos se convirtieron en sus únicas mensajeras, deslizándose por sus mejillas.

―No existe nada en este lugar que pueda separarnos ahora y lo sabes, no tienes por qué tener miedo, mi amor ―murmuró Taehyung con la voz llena de cariño. Sus propias lágrimas reflejaban aquella vulnerabilidad entre ambos, pero también la fortaleza que encontraban el uno en el otro. 

Se acercó más a Jungkook, envolviéndolo con ambos brazos en un gesto protector y lo recostó cuidadosamente sobre su pecho.

―Seremos fuertes.

La luz del sol, fugaz como un suspiro en la mañana, pronto cedió ante la amenaza de los cielos grises. En un giro repentino, la lluvia comenzó a danzar desde las alturas, transformando la tarde en un lienzo acuoso.

Taehyung se hallaba sentado, sumergido en el suave tacto del cabello de Jungkook, cuya cabeza reposaba sobre su regazo. Sus ojos contemplaban el crepitar de la fogata, la cual, resistía los embates de la lluvia. El rumor de las gotas impactando contra la tierra se mezclaba con el crepitar del fuego que parecía encapsular la esencia misma de ese rincón en el que se encontraban.

―¿Sientes frío? ―preguntó Taehyung, girando la mirada hacia el azabache y este negó con la cabeza, cambiando de posición para reajustarse, y sus ojos, algo brillantes, se clavaron en los del contrario.

―Podríamos... ―intentó decir, pero las palabras se perdieron en el susurro.

El castaño, confundido por la pausa, esperaba con curiosidad las palabras que no llegaron, sus ojos buscando pistas en el rostro del azabache. Pero aún así, Jungkook continuó, su voz suave compitiendo con el sonido de las gotas de lluvia.

―¿Te gustaría bailar bajo la lluvia conmigo? ―preguntó, su tenue sonrisa iluminando su rostro, mientras extendía la mano para acariciar la mejilla de Taehyung con ternura, como un gesto de afecto.

―Por supuesto ―respondió con su hermosa sonrisa cuadrada.

Ambos salieron de la cueva, mientras Jungkook sostenía la mano de Taehyung con firmeza y suavidad, como si cada gota que tocara sus dedos llevara consigo un mensaje secreto del cielo. Mientras se aventuraban en la llanura, dejándose envolver por la magia efímera de la tormenta, las flores se inclinaban bajo el peso de las gotas, y los árboles liberaban un aroma fresco. Compartían miradas y se empapaban por completo, como notas en los acordes de la tormenta.

Los cabellos se adherían a sus frentes, y las prendas de ropa pegadas a sus pieles delineaban la gracia de sus movimientos, mientras Jungkook perseguía a Taehyung, y este, con una sonrisa traviesa, giraba y se deslizaba entre los chorros de lluvia como un verdadero danzarín. 

De repente, en un giro repentino, Taehyung atrapó suavemente a Jungkook por la cintura, deteniéndolo en su éxtasis, y los ojos brillantes de ambos se encontraron dejando solo la magia de ese momento, quedándose allí, abrazados, con los cuerpos tan cerca que el latir acelerado de sus corazones parecía ser uno solo.

Así, ambos decidieron rendirse a la nostalgia, desafiando la rutina del tiempo y sumergiéndose en la belleza atemporal de su amor. 

Jungkook, dejándose guiar por Taehyung, permitió que con un giro sutil lo llevara a través de pasos que evocaban la elegancia de un baile de la alta sociedad. Sus ropas, ahora adquirían un aire aún más solemne, como si estuvieran vestidos para un baile de gala y los movimientos suaves coordinados que aún recordaban, eran como una expresión encantadora que compartían, mientras sus pasos marcaban el compás de la danza conforme tarareaban. 

Cada giro, cada mirada y cada gesto era una declaración de amor en el aire saturado de humedad, imbuido de la sofisticación de aquellos tiempos lejanos. 

La lluvia, se convertía en la audiencia perfecta para este espectáculo que trascendía cualquier regla de época y juntos, sumidos en su propia burbuja de tiempo, continuaron a través de aquellos pasos, en un momento encantador que el cielo lluvioso sancionaba con su beneplácito.

Sin embargo, como si un tercer actor se colara entre sus pies, el suelo comenzó a moverse bruscamente, interrumpiendo la armonía de su danza con la lluvia. El temblor, repentino, sacudió la tierra bajo sus pies con fuerza y un sonido sordo distante, rugió como un trueno. 

Era como si aquel mundo estuviera a punto de romperse en dos.

La sorpresa y el desconcierto se reflejaron en los ojos de ambos jóvenes, quienes instintivamente se aferraron el uno al otro en un intento de mantener el equilibrio.

―No te vayas de mi lado, quédate justo detrás de mí ―expresó Taehyung, su voz tintada de preocupación, como si la naturaleza misma respondiera a su ansiedad y otro chirrido de tierra resquebrajándose a unos cuantos metros de donde estaban, el terreno vibraba bajo sus pies, recordándoles la fragilidad de la realidad que habían conocido hasta ese momento. 

Ambos se miraron, y al unísono, pudieron entender la situación.

―Es la grieta ―susurró Jungkook con angustia, esto hiciendo que el aire se volviera aún más pesado. Con una mirada llena de preocupación, el joven tomó suavemente el brazo de Taehyung, buscando algún tipo de confort en el contacto físico, como si la firmeza de su agarre pudiera ofrecer algo de consuelo.

Taehyung, aunque también se sentía envuelto en la ansiedad, respondió con una mirada suave, sus ojos reflejando una mezcla de resignación.

―¿Crees que sería mejor ir a ver? ―sus palabras cargadas de la comprensión de que enfrentarse a la grieta era inevitable, aunque no menos aterrador.

La oscuridad de la tarde parecía intensificarse y a lo lejos, el sonido sordo de la tierra rompiéndose se hacía cada vez más audible. A medida que se acercaban, Jungkook apretó con más fuerza el brazo de Taehyung buscando apoyo. 

La escena frente a ellos se presentaba como un cuadro surrealista en el que la naturaleza misma había sucumbido a una fuerza desconocida. Los árboles que nacían desde las orillas, en su mayoría, yacían en el suelo como si la tierra hubiera decidido jugar a los dominós con ellos. La grieta, que en un momento había sido una ruptura de menor tamaño, ahora se extendía como una cicatriz en el tejido del bosque, dividiendo el paisaje en dos mitades que parecían no pertenecer al mismo mundo.

Ante este panorama, ambos jóvenes se encontraban paralizados, incapaces de continuar el camino. La magnitud y la falta de una explicación lógica solo aumentó su perplejidad, por lo que se miraron el uno al otro, sus ojos reflejando el silencio del bosque que era interrumpido únicamente por el susurro de la brisa que aún no cesaba. 

A su alrededor, el suelo temblaba como si la grieta misma latiera, y en ese momento, un halo de luz se materializó cerca de ellos arrojando destellos plateados que danzaban, provocando escalofríos, en aquellos quienes observaban cómo el resplandor se intensificaba.

Taehyung y Jungkook se prepararon para enfrentar lo que sea que les aguardara, conscientes de que la respuesta a sus preguntas podría yacer en las profundidades de ese enigma que desafiaba las leyes conocidas de la naturaleza. 

Del halo se desplegaron auroras que danzaban en línea sobre la oscuridad, pintando el firmamento con tonalidades cristalinas que se extendían hasta un punto distante, más allá de la densa fronda del bosque. El resplandor parecía acariciar las hojas de los árboles proyectando destellos de colores que se reflejaban en las lágrimas que la grieta había provocado en el tejido del bosque.

Jungkook, con la mirada fija en la luminosidad, volvió su mirada hacia el castaño.

―¿Tae? ―preguntó con inquietud, buscando una respuesta en sus ojos.

Taehyung, bajando su mirada para encontrarse con la de él, no pudo contener la oleada de emociones que se agolpaban dentro de él y con gesto angustiado, posó ambas manos en su frente, agachándose como si el peso del espectáculo hubiera colapsado sobre sus hombros. En silencio, las lágrimas brotaron, llenas de todo el temor y tristeza que lo embargaba. 

―Te prometí que estaríamos a salvo, pero ahora lo que me duele es no saber lo que sucede con este lugar ―murmuró, su voz temblorosa cargada de frustración. 

Taehyung se encontraba en el epicentro de ese torbellino por lo que se dejó vencer por sus propias lágrimas mientras Jungkook, con compasión, se agachó a su lado e intentó secarlas buscando brindarle un poco de consuelo, aunque intentara mantenerse fuerte, sin poder evitar sentirse afectado.

―Mi madre solía decirme que tener miedo es completamente normal ―compartió el azabache acunando las mejillas de Taehyung con ternura, justo como el lo hacía con él, dejando caer sus lágrimas―. Si no podemos ser fuertes, también podemos ser débiles juntos ―continuó.

La luz intermitente de las boreales pintaba un cuadro hermoso, como si la naturaleza misma estuviera respondiendo al torrente de sensaciones que fluía sobre ellos. En los minutos subsiguientes, mientras Taehyung y Jungkook permanecían absortos en su propio mundo de emociones, las lucesillas flotantes se manifestaron de manera sigilosa a sus espaldas, observándolos con ojos luminosos desde diversas posiciones. 

Fue Jungkook quien, al percatarse de su presencia, señaló con cautela estas pequeñas luces a Taehyung. 

―¿Ves eso? ―susurró, y el otro asintió, compartiendo la sorpresa que se reflejaba en sus miradas. Y, decidido pero con cierta aprensión, dirigir sus palabras hacia las luces―. Si no nos darán respuestas, sería mejor que se alejaran de nosotros ―expresó con súplica y las lucesillas, permanecieron imperturbables mirándolos a ambos fijamente―. Se los imploramos ―añadió, su voz llevando consigo un matiz de tristeza que reflejaba el profundo deseo de tranquilidad. 

Las luces, continuaron su danza emitiendo destellos, los cuales se fueron apagando tenuemente hasta desaparecer. No obstante, el breve momento de tranquilidad se vio interrumpido cuando estas reaparecieron nuevamente, pero esta vez en otra hilera, formando una especie de camino luminoso que se internaba en el espeso bosque. Pequeños brazos de luz se movían de manera hipnótica, guiándolos con gestos sutiles.

―No te harán caso ―dijo Taehyung y Jungkook, aunque también experimentando un sentimiento de desconcierto, asintió en respuesta poniéndose de pie junto a él.

―Ya lo veremos ―respondió el azabache.

Al llegar al final del camino guiado por las luces, se encontraron con el conjunto imponente de menhires que habían visitado ya un par de veces, con aquellas letras que emitían una luminosidad tenue. Pero esta vez, en el centro, una luz más resplandeciente flotaba, haciendo que las letras talladas parpadearan como estrellas. La cálida luz de una de las pequeñas luces danzó sobre las manos entrelazadas de ambos, instándolos a acercarse aún más a la fuente central de luz y mientras se acercaban, posaron sus manos juntas sobre el resplandor. 

En ese momento, un torrente de calor se desplegó desde el núcleo luminoso, inundando sus cuerpos y acompañando este fenómeno, los rumores de las campanas de las ruinas lejanas que habían descubierto, convirtiéndose en un sonido fuerte que retumbaba en todo el bosque.

Con sus manos aún unidas y la luz envolviéndolos, Taehyung y Jungkook cerraron los ojos, permitiéndose ser llevados por la energía que emanaba de aquella fuente luminosa mientras la realidad se desvanecía lentamente, desdibujándose como las pinceladas suaves de un cuadro. Ante sus párpados, se desplegaron miles de imágenes y en esta narrativa, cada escena se presentaba con delicadeza, como si estuvieran siendo conducidos por el pulso mismo del tiempo. 

Desde los primeros destellos que tuvieron de su infancia hasta los momentos más íntimos y trascendentales, cada recuerdo surgía de manera tierna, enlazando las fibras de sus almas a lo largo de los años. 

Suspendidos en este onírico sueño, las palabras se susurraban en sus oídos, convirtiéndose en destellos y, en el mágico flujo de sus recuerdos, estos comenzaron a transformarse en bisbiseos de palabras que se incrementaron en tono y frecuencia, ahora más pronunciadas. Palabras de la vida hasta el inevitable encuentro con la muerte, culminando en palabras que sonaron como piedras de un antiguo cimiento en el vasto tapiz de sus existencias. 

El éter vibraba con energía y en este trance, la única palabra acompañada de la última campanada tintineó en el espacio como un eco, disipándose por completo.

Al desvelar sus ojos, quedaron atrapados en una bruma densa, y no encontraban palabras para articular la magnitud de lo que habían presenciado. Abrumados, se dejaron vencer por las lágrimas.

―Este mundo se está desvaneciendo junto a nosotros ―respondió Jungkook compartiendo la misma pesadumbre con Taehyung.

―¿Entonces, si no logramos escapar de este lugar, nuestras almas simplemente serán borradas? ―murmuró el castaño con una sombra de temor tiñendo sus palabras, dejando que el peso de su cuerpo se desplomara sobre sus rodillas, incapaz de soportar aquella carga.

―Tae, ¿estás bien? ―preguntó el azabache con su voz alarmada.

Pero Taehyung, en silencio, solo cerró los ojos con más fuerza, sumiéndose en la oscura mezcla de miedo, dejándose caer en los brazos de Jungkook.

No me hagas esto, Kim Taehyung, por favor ―eran las palabras que buscaban su camino a través de los recovecos del subconsciente del castaños. Sin embargo, ahora su cuerpo cansado yacía inmóvil deslizándose hacia el letargo―. ¡Mi amor, por favor! ―y solo súplicas se difuminaron lentamente.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top