TERCERA PARTE

La cabeza de Imogen era un completo caos, recordando cómo se había atrevido a besarle, cómo la había mirado y limpiado sus labios, sintiendo todavía los delgados de él, la forma en que la había apartado bruscamente y con sus palabras resonaban en su cabeza. Y es que en parte se sentía humillada, pero no era en sí por ser rechazada, sino por la forma en la que lo hizo, dejándole en claro que ni una centésima parte de él le correspondía.

Imogen quería tener aunque sea una pequeña ilusión de que actuó de esa manera por el odio que parecían tenerse antes, ya que podría darle justo en el ego caer ante ella cuando de parte de ambos habían hecho comentarios desagradables acerca del otro, o que se tratara de un tema de edad porque no era capaz de tragarse las palabras que había soltado anteriormente respecto a eso. Pero eso no parecía ser nada posible. Pues, luego de la manera en que la había apartado, como se limpió bruscamente los labios a la vez que la miraba disgustado, ella no supo qué decir y Jungkook tan sólo comenzó a caminar hacia el caballo, quedándose en silencio todo el camino, pero demostrando su gran molestia. 

La pelirroja se había sentido tan avergonzada, tan intimidada, tan pequeña al ver a Jungkook de esa manera, que al llegar a la granja no fue siquiera capaz de decir todo lo que había pensado en el camino para intentar arreglar la situación. Tan sólo entró casi corriendo para darse un ducha y quedarse en su cama, colocándose en posición fetal para así sobrepensar.

Al día siguiente había ayudado nuevamente en los huertos, buscando con la mirada a Jungkook, aunque sentía los nervios invadirla cuando recordaba lo sucedido el día anterior, preguntándose si era realmente una buena idea volver a verlo y acercarse. Detestaba que el sobrepensar por horas no la haya ayudado para nada, que siguiera siendo un jodido lío porque la mayor parte de ella parecía ansiar verlo, que le hablara como si nada para así calmar las voces en su cabeza, mientras que la parte pequeña no quería volver a verlo, tan sólo quería intentar seguir así de calmada para que pudiera volver a California, continuando su vida como si jamás hubiera sentido una gran atracción hacia ese hombre que tanto le había desagradado en un principio. Pero claro que Imogen parecía no seguir aquella pequeña parte que pensaba con más claridad.

La pelirroja continuó buscando qué hacer, hasta que encontró a su madre en el establo, la cual decidió darle el trabajo que iba a hacer ella. Le hablaba explicándole lo que debía hacer, pero su hija tan sólo estaba cruzada de brazos, mirando hacia cualquier lado menos a ella, para así hacerle saber que aunque estuviera buscando ayudar y ya no le discutiera nada, seguía igual de molesta. Y, además de eso, su mente divagaba, por lo que no le ponía atención alguna, hasta que su madre la obligó a acariciar la vaca y cuando menos se lo esperó la vio marcharse, por lo que se preguntó qué era lo que le había explicado que debía hacer además de acariciar a la vaca.

Ahora se encontraba frente a aquel animal, observando el balde y los guantes, abriendo los ojos a la par mientras tragaba con dificultad al reaccionar a lo que debía hacer, reprochándose por no haber pensado mejor o al menos escuchado la manera en la que debía ordeñar a la vaca.

—¡¿Qué se supone que debo hacer?! —preguntó mirando con terror a la vaca, como si esta fuese capaz de responderle—. ¿Por qué nunca piensas antes de actuar, estúpida? 

Estaba demasiado frustrada consigo misma, por lo que lloriqueó mientras cerraba los ojos y llevaba las manos a su nuca, hasta que escuchó una ligera risa grave, lo que hizo que abriera los ojos a la par. 

—Lo mismo me pregunto sobre ti.

Aquella voz hizo que dirigiera la mirada hacia las puertas del establo, observando a aquel pelinegro que la observaba con una pequeña sonrisa. Este llevaba su típico sombrero marrón en la mano, una camisa verde que al estar un poco abierta por sus primeros dos botones, enseñaba su pecho húmedo por el sudor, jeans que se apegaban a sus gruesos muslos y botas negras.

Imogen sintió un escalofrío recorrer su espina dorsal al recorrer su cuerpo con la mirada, hasta encontrarse con sus orbes oscuros e intensos.

—J-Jungkook, yo...

—Así que vas a ordeñar.

—Sí, pero... no sé cómo se hace.

—¿Y por qué quisiste hacerlo? —indagó arrugando levemente la frente.

—Sólo quiero mantenerme ocupada para no pensar —confesó masajeando su nuca y desviando la mirada, sintiendo su intensa mirada.

—Toma esos guantes y siéntate ahí —ordenó acercándose mientras señalaba el pequeño banco de madera que estaba en el costado derecho de la vaca.

Imogen observó sorprendida a Jungkook, pero aún así decidió obedecer rápidamente mientras pensaba en qué era lo que estaba haciendo aquel hombre. Pues, tan sólo estaba logrando que en su cabeza empeorara el lío al no poder comprender para nada su manera de actuar, cuando el día anterior se mostró demasiado molesto con ella, y ahora parecía querer ayudarla como si nada hubiera pasado.

—Listo.

Se sentó mientras se colocaba los guantes de látex, girando su cabeza para ver a Jungkook que ahora se encontraba a su lado.

—Tienes que empezar masajeando la ubre.

Imogen arrugó el rostro ante el desconcierto, volviendo a mirar a Jungkook que había cruzado los brazos en su pecho, mirando hacia la vaca, hasta que sintió la mirada de la fémina.

—¿Qué? Hazlo.

—¿Qué? ¿Masajear? ¿Estás bromeando?

—¿Por qué bromearía? —cuestionó arrugando el rostro—. Si lo masajeas va a ayudar a que salga toda la leche que acumuló Galena.

¿Galena?

—Así se llama ella. Vamos, apúrate.

Imogen rodó los ojos ante su manera de ordenarle, lo cual no toleraba para nada, pero comenzó a repetirse que al menos estaba hablándole y hasta ayudándole. Eso era mejor que nada, así que debía mantener la calma.

Tomó una bocanada de aire y llevó las manos a la ubre, pero rápidamente se detuvo al no comprender cómo debía masajear, por lo que volvió a girar la cabeza para mirar a Jungkook que también tenía su mirada puesta en ella y parecía algo confundido por cómo se detuvo.

—¿Ahora qué?

—¿Có-cómo se supone...?

—Sólo... como si estuvieras acariciándole —explicó intentando mostrarse calmado, aunque, en realidad, estuviera comenzando a frustrarse.

La pelirroja asintió volviendo su mirada a la ubre, intentando convencerse de que estaba bien con eso, pero era difícil para ella al nunca haber hecho algo así y que a día de hoy no le gustara para nada todo lo que tuviera que ver con una granja. Por esa misma razón, cerró los ojos con fuerza mientras comenzaba a hacer movimientos de caricias por toda la ubre de la vaca, intentando no pensar en cuánto le disgustaba.

—¿Así está bien? —preguntó girando la cabeza para ver a Jungkook, sin notar cómo este presionaba los labios como si intentase no reír.

—Sí, perfecto. Ahora ya puedes comenzar a ordeñar —asintió mientras ella abría los ojos a la par—. ¡Tranquila! Sólo empieza con los pezones delanteros.

—Pe-pero...

—Tienes que sujetarlo con el índice y el pulgar —explicó mientras ella obedecía no muy convencida—. ¡Eso es! Muévelos de arriba abajo, lento...

Un jadeo de sorpresa escapó de los labios de Imogen al ver cómo la leche comenzaba a caer en la cubeta que estaba en el suelo. Sin esperarlo para nada, estaba emocionada, lo que hizo que volviera a mirar a Jungkook.

—¡Está saliendo leche! —exclamó emocionada—. ¡Lo estoy haciendo bien!

Jungkook no pudo evitar reír mientras bajaba la cabeza y negaba repetidamente al no poder creerse que luego de tanto mostrarse disgustada con lo que estaba haciendo, ahora le emocionara ver cómo estaba ordeñando a la vaca.

—Sí, lo estás haciendo muy bien —asintió dejando de reír—. Pero no te detengas aunque te canses porque Galena puede atascarse y luego sí será difícil, ¿sí?

—Está bien. No me detendré —aseguró volviendo a mirarlo.

—Perfecto —murmuró satisfecho—. Entonces, continuaré con mi trabajo.

—E-espera, Jungkook...

El pelinegro que había volteado para comenzar a caminar hacia fuera del establo, medio giró a verla con curiosidad.

—¿Podemos hablar? —preguntó nerviosa, mientras continuaba con su trabajo.

—Ambos estamos ocupados. Sólo estoy aquí porque necesitabas ayuda —recalcó ahora con su semblante serio, haciéndole saber que, en realidad, no había olvidado para nada el enfado del día anterior.

—Por favor, Jungkook...

Este la observaba pudiendo notar cómo sus ojos verdes parecían suplicarle que aceptara hablar, lo que hizo que comenzara a cuestionarse qué debía hacer. Pues, una gran parte de él parecía querer hacerlo para saber qué había pasado por su cabeza, pero la otra estaba completamente negada y hacía que la voz de su cabeza le gritara que lo mejor era marcharse y ya no volver a ayudarla, ni acercarse, porque eso tan sólo le traería grandes problemas.

—Habla.

—Lo siento, ¿sí?

—¿Qué es lo que sientes? —indagó alzando una ceja, acercándose nuevamente a ella, la cual sentía cómo los nervios aumentaban.

—Cómo actué ayer contigo. Estábamos bien y... lo arruiné.

—Al menos eres consciente de eso —comentó por lo bajo, desviando la mirada.

—No debí hacer eso, y ni quiera sé porqué lo hice —mintió en un intento de dejarlo tranquilo—. Prometo no volver a hacer algo así.

—Tienes que dejar de actuar como una chiquilla caprichosa e impulsiva si quieres mi amistad, Imogen.

Al escuchar esas palabras, Imogen, que ahora tomaba uno de los pezones de atrás de la vaca para ordeñar, tragó con dificultad mientras se concentraba en lo que hacía, intentando ignorar cómo la desilusión la golpeaba.

—¿Entonces...?

—Tienes razón —su voz salió débil por más que se esforzó en actuar con normalidad, como si no le afectara su manera de hablarle—. Ya no actuaré de esa forma.

—Eso espero.

Ella pudo escuchar cómo este volteaba para retomar su camino, pero es que seguía insegura sobre si estaban nuevamente bien. Necesitaba que la calma volviera a su cuerpo y mente.

—¿Jungkook...?

—¿Qué sucede? —preguntó deteniéndose para voltear a verla.

—Entonces, ¿volvemos a estar bien? —medio sonrió tímida.

—Supongo que si dejas de actuar de esa manera, sí —respondió asintiendo—. No lo arruines de nuevo, Imogen.

Sin más, retomó su camino saliendo del establo mientras Imogen soltó un suspiro de frustración, no solamente por el comportamiento de aquel hombre que le atraía, sino también porque ya estaba cansada de ordeñar a la vaca, pero debía seguir.

Imogen necesitaba volver a California porque podría perder la cabeza en cualquier momento.











(...)










Era un nuevo día, una nueva tarde, por lo que había pedido una nueva tarea, la cual se la dio su madre explicándole cómo debía ser atenta.

Sacar a pasear a los borregos.

¿Cuándo una idea así podría haber cruzado así por la cabeza de Imogen? La respuesta era nunca, ya que ni siquiera se consideraba una persona que fuera amante de los animales, razón por la que no tenía un perro o gato en su casa a pesar de que sólo viviera con su padre y la servidumbre. Y es que ni siquiera alguna vez consideró tener uno, aunque cuando su abuela vivía contaba con un Golden retriever que a ella le gustaba jugar, pero al ser uno grande no pasó mucho cuando falleció, lo que la había hecho llorar. Quizás era una de las razones por las que nunca quiso criar uno porque sabía que no podría soportar luego que falleciera.

Nunca sacó a pasear a un cachorro, no tenía práctica alguna, pero ahora tenía que sacar a pasear unos borregos, recordando cada palabra de su madre.

«Dulcinea es muy ruidosa y a veces traviesa»

«Ten cuidado con Furioso que tiene mal caracter»

«Mota es muy inquieto, así que no lo pierdas de vista»

«Fannie es la más tranquila, y seguro vas a amarla»

Imogen se lo recordaba mientras veía a los borregos a su alrededor, pensando en que quizás era más fácil de lo que había esperado al haberse dejado llevar por el temor al escuchar a su madre y sus advertencias. Pero, bastó de un mínimo descuido que mirase a otro lado, cuando Mota había salido disparado y Dulcinea igual siendo seguida por Furioso.

La pelirroja jadeó asustada sin saber a cuál seguir, desesperándose, hasta que decidió seguir a Dulcinea y a Furioso, pero estos parecían no dejarse atrapar, mucho menos el último mencionado de mal carácter que pareció tener la intención de enfrentarla, lo que la hizo chillar de miedo. Rápidamente se dio cuenta que se trataba de tan sólo un borrego, por lo que volvió a intentar atraparlo, pero acabó tropezando con sus propios pies y cayendo al suelo.

—¡¿Qué maldito karma estoy pagando, Dios?! —preguntó frustrada, mirando hacia el  cielo—. ¡Sólo déjame volver a California!

Imogen al estar demasiado frustrada, terminó bajando la cabeza, apoyando la frente en sus brazos, aún recostada boca abajo en el suelo, pero al escuchar un balido, levantó la cabeza encontrándose con un borrego. Al instante supo que se trataba de la tranquila Fannie, pero eso en vez de ayudarla a calmarse, sólo hizo que lloriqueara.

—¡¿Tú qué me ves?! —preguntó molesta, recibiendo otro balido.

—¡Atrapé a Dulcinea!

Al escuchar esa voz masculina, dirigió su mirada hacia el hombre que cargaba el borrego, por lo que de mala gana se levantó al notar que este parecía intentar soportar la risa al verla en el suelo. Y es que se trataba de la persona que trabajaba también en la granja y parecía ser amigo de Jungkook, al cual no había tratado bien desde un principio, así que era humillante para ella que la viera de esa manera.

Imogen sacudió su ropa e intentó atrapar a los demás borregos para llevarlos nuevamente al corral, sintiendo por momentos la mirada de aquel hombre que la ayudó.

Ni siquiera había sido capaz de agradecerle más que con un asentimiento de cabeza, porque era tanta su frustración y humillación que decidió ignorar hasta a Jungkook que estaba a varios metros y parecía tener la intención de acercarse.
Tan sólo supo dirigirse al gallinero y al ver que había algunas, se dirigió a las escaleras para subirlas, observando el heno que había alrededor, por lo que acabó tirándose en el suelo donde había también algo de heno esparcido.

No pudo soportarlo más y acabó rompiendo en llanto, sabiendo que si alguien entraba no podría verla. Necesitaba descargar toda la frustración, enfado y dolor que estaba sintiendo, queriendo más que nada volver. Y es que era hasta capaz de enfrentar la situación con Jimin, mientras pudiera volver a California y dejar atrás esa granja donde ella sentía que su vida era una pesadilla.

Imogen al escuchar el sonido de pisadas, se cubrió rápidamente los labios para así agudizar el oído, dándose cuenta rápidamente que estaban subiendo las escaleras. Se sentó de inmediato, comenzando a limpiar sus lágrimas mientras inhalaba y exhalaba buscando así calmarse.

Cuando el sombrero marrón se asomó, sintió los nervios invadirla al pensar de quién podría tratarse, lo que confirmó al ver cómo este se inclinaba hacia adelante permitiendo ver su rostro.

—¿Qué haces aquí?

—¿Tú qué haces aquí? —preguntó de manera casi inaudible, asegurándose de que no hubiera lágrima alguna en su rostro.

—Te escuché llorar —respondió acercándose.

—¿Llo-llorar? —arrugó el rostro, fingiendo confusión.

—¿Sabes? —se colocó en cuclillas frente a ella que tragó con dificultad por los nervios—. Tu rostro no te ayuda. No sólo te escuché, ahora estoy viendo que es cierto.

En ese preciso momento la visión de Imogen se tornó nublada a causa de las lágrimas que volvieron a acumularse, hasta su labio inferior comenzó a temblar mientras que Jungkook parecía algo tenso al no saber qué hacer, arrepintiéndose por completo de haberse acercado y tocado el tema. La fémina rompió en llanto cubriéndose el rostro con una de las manos, sintiendo cómo las lágrimas brotaban sin parar, empapando sus mejillas.

—Hey, ¿qué sucede? —preguntó sentándose frente a ella, inclinándose hacia adelante, limpiando una de las lágrimas que estaba por caer de su barbilla, lo que hizo que ella bajara un poco su mano, permitiéndole que observara sus ojos grandes y verdes con las largas pestañas húmedas por el llanto—. ¿Qué te tiene de esta manera?

—Odio este lugar —respondió con un hilo de voz—. Lo... lo intenté, pero todo me sale mal y sólo me hace odiarlo más. Quiero volver a mi vida, Jungkook.

Jungkook parecía no saber qué decir al respecto, por lo que la pelirroja volvió a sollozar y se cubrió el rostro mientras bajaba la cabeza ante la vergüenza.

—Pero... tú dijiste que de alguna manera estabas aquí para escapar...

  —Ya no me importa en lo absoluto —aclaró rápidamente, volviendo a bajar un poco su mano para poder verlo mientras negaba repetidamente con la cabeza—. Puedo enfrentar la situación con Jimin. En verdad, yo... sólo quiero volver.

Imogen volvió a sollozar, completamente arrepentida de haberse roto frente a su padre, contarle todo lo sucedido, ya que estaba segura que eso había ocasionado que su padre tomara esa decisión de mandarla a Texas, buscando también arreglar la situación con Joanne. Pero es que Imogen sentía que estar ahí era una pesadilla, y no estaba ayudando en lo absoluto a que pudiera arreglar la situación con su madre.

Ya no había nada que la hiciera querer quedarse en esa granja.

—Vaya...

—¿Qué...? —preguntó confundida, sorbiendo su nariz.

—Es que... si te vas, creo que todo se volvería nuevamente tan... monótono —confesó algo tenso, masajeando su nuca mientras desviaba la mirada—. Siendo sincero, tenerte aquí, aunque me hagas perder muchas veces la paciencia, me hagas enfadar, también es entretenido —sonrió a medias—. Es divertido ver tus caras de asco, cómo no entiendes nada, verte perder la paciencia, y hasta la caída de hoy...—soltó una ligera risa, pero al conectar sus miradas, suspiró—. Lo siento, no debí reírme de eso porque pudo ser lo que te hizo... estar así.

Imogen sollozó bajando la cabeza, por lo que Jungkook no sabía qué más decir o hacer. Pues, él no era una persona que supiera qué hacer ante esas situaciones, ni siquiera podía considerarse alguien demasiado sociable, ya que ahora de las únicas personas que se rodeaba era las de la granja porque su vida era demasiado monótona, al punto de que había olvidado qué era el expresar cariño o ser alguien dulce.

—Hey, tranquila...—habló por lo bajo, colocando la mano en su cabeza, dándole unas pequeñas palmadas.

—¿Qué haces? No soy un jodido perro, Jungkook —reprochó con la voz temblorosa.

—Lo siento, no sé qué hacer para que te calmes —suspiró apartando la mano.

—¿Y si me abrazas?

—¿Qué...?

Jungkook la miró arrugando el rostro mientras ella sorbía su nariz, y cuando quiso decir algo más, jadeó sorprendido al sentir cómo se abalanzaba sobre él, provocando que al estar distraído cayera el suelo con ella encima. Su sombrero había caído a su lado y soltó un pequeño gruñido por el golpe en su cabeza, reprochándose por siempre estar distraído cuando la fémina parecía actuar con esa gran intensidad que le sorprendía. Pero aun así, aunque la posición fuese algo incomoda para él, decidió no decir nada al respecto al sentir cómo pasaba las manos por sus hombros, apoyando la cabeza en su pecho.

—Sólo cálmate, ¿sí? —habló tenso, intentando no pensar en cómo tenía su cuerpo sobre el de él.

—¿Jungkook...?

—¿Qué sucede?

—Lo que dijiste antes sobre que yo estuviera aquí, eso significa que... ¿No quieres que me vaya? —preguntó levantando la cabeza para poder verlo.

Un brillo de ilusión podía verse en los ojos enrojecidos de la fémina, y es que, aunque no lo quisiera, no podía evitar sentirse esperanzada de que eso pudiera significar algo.

—Imogen...

Este al poder ver el rostro de la fémina que estaba demasiado cerca del suyo, sintió cómo la temperatura parecía aumentar y su rostro arder ante eso mientras sus ojos se abrían a la par por la sorpresa y temor de lo que pudiera hacer, pero no veía como el brazo de ella se estiraba. Imogen se colocó a horcajadas sobre él que la miraba temeroso, hasta que la vio colocarse su sombrero.

—Me queda bien, ¿verdad? —preguntó con una sonrisa.

—Su-supongo que sí, pero... ¿Cómo puedes cambiar de ánimo de esta manera? —arrugó levemente la frente.

—Así soy, no lo sé —soltó una ligera risa mientras se encogía de hombros, hasta que volvió a apoyar las manos sobre el abdomen de Jungkook para acomodarse mejor, lo que hizo que este abriera nuevamente los ojos a la par.

—I-Imogen, por favor, bájate —pidió llevando las manos a su cintura, pero ella se inclinó nuevamente hacia adelante acercando sus rostros mientras sus manos acariciaban el torso de Jungkook—. ¿Qué haces...?

—Tú cuerpo está demasiado caliente y sudoroso...—murmuró sintiendo cómo sus respiraciones tibias se mezclaban, notando la desesperación en sus grandes ojos oscuros.

—¿Eso acaso no te da asco? —examinó llevando las manos a sus muñecas—. Antes me has insultado por eso, así que aparta tus manos.

—Tú lo dijiste. Eso fue antes cuando no nos soportábamos —recalcó rozando sus narices, pero este giró la cabeza, por lo que ella soltó una ligera risa.

—¿Y sabes qué me provoca ahora? —preguntó rozando la nariz contra el lóbulo de la oreja del pelinegro—. Sentirte tan caliente y sudado... sólo me da ganas de montarte mientras veo tu cara de excitación, Jungkook.

Este no pudo evitar sentirse estremecer ante esas palabras. Parecía ser que Imogen no dejaba de sorprenderlo, por lo que volvió a mirarla con sus ojos abiertos a la par, esperando que ella riera y le dijera que era una broma, que tan sólo estaba burlándose de él, pero al contrario, sólo sintió cómo los esponjosos labios de la fémina se pegaban a los de él.

Imogen pasó la lengua por los labios de Jungkook para pedirle acceso, pero para su sorpresa, este llevó la mano a su cuello para apartarla y hacerlos voltear, quedando encima de ella.

—¿No sabes acaso lo que significa un "no"? —preguntó entre dientes.

—¡Ansel! —al escuchar ese grito femenino que venía fuera del corral, ambos se miraron con los ojos abiertos a la par.

—¡¿Qué sucede, señora Joanne?! —preguntó agitado al haber corrido a acercarse.

Jungkook volvió a su mirada a Imogen que parecía tener la intención de hablar, por lo que rápidamente cubrió su boca con la mano.

—Cierra la jodida boca por esta vez, Imogen —ordenó por lo bajo.

Este volvió su mirada hacia el costado, aunque estaba el heno, lo que no le permitía ver hacia la puerta, pero aún así intentaba agudizar el oído para saber qué hablaban sobre él, hasta que para su sorpresa pudo sentir una caricia en su entrepierna. Rápidamente bajó la mirada pudiendo ver cómo la mano de la pelirroja acariciaba aquella zona sobre la tela de su pantalón, por lo que bruscamente apartó su mano colocándola sobre su cabeza.

—Quédate quieta.

—¿Has visto a Jungkook? —preguntó Joanne.

Imogen notaba el temor en aquel pelinegro, lo que se le hacía más divertido. Podía sentir su cuerpo caliente sobre el suyo, como también algo húmedo por el sudor al haber estado trabajando, pero eso no le molestaba ni le disgustaba un poco porque Jungkook parecía encender algo dentro de ella.
El tenerlo así hacía que no pudiera seguir reprimiendo su impulso, por lo que levantó una de sus piernas mientras sacaba su lengua humedeciendo la palma de la mano de Jungkook que la miró desconcertado.

—¿Qué carajos haces, Imogen?

—La última que lo vi fue saliendo del establo, pero no sé dónde pudo ir, señora Joanne.

El pelinegro bajó nuevamente la mirada, pudiendo ver cómo su rodilla le rozaba el bulto que comenzaba a formarse en su pantalón gracias a que su miembro parecía estar reaccionando ante eso. Este suspiró de manera temblorosa, intentando calmar aquellos pensamientos que jamás pensó que pudieran aparecer respecto a aquella joven, pero se decía que era por el hecho de que parecía no poder mantenerse quieta y sólo buscaba provocarlo.

Imogen observó cómo este levantaba un poco la cabeza, dejándole notar aquellos orbes que parecían haberse oscurecido más, y cómo su respiración se estaba volviendo pesada.

—Estás arruinándolo todo otra vez —advirtió de manera casi inaudible, por lo que ella presionó más su rodilla al pasarla, provocando que este volviera a bajar la cabeza mientras gruñía—. Quédate quieta, por favor...

—¡¿Dónde rayos se habrá metido?! —preguntó frustrada, volviendo a llamar la atención de Jungkook—. Debo hablar algo importante con él. Si lo ves, dile que estoy en el establo.

—¡Claro que sí! ¡Lo buscaré!

Al escucharlos alejarse, Jungkook volvió a dirigir su mirada a la fémina, esta vez con su rostro sonrosado y sus facciones endurecidas, lo que tan sólo parecía provocar más a la fémina.
Este apartó su mano húmeda por la saliva, para así salirse de sobre ella que jadeo y comenzar a dirigirse a las escaleras hasta que lo tomó del brazo.

—¡Espera! ¡¿A dónde vas?! —preguntó confundida mientras este la miraba molesto—. ¿No quieres que te ayude con eso?

Jungkook bajó la mirada al bulto de su pantalón, sintiéndose aún más molesto, lo que hizo que volviera a dirigir su mirada a ella, zafándose bruscamente de su agarre.

—Lo arruinarte por completo, así que no vuelvas a acercarte a mí —masculló molesto—. No me interesas de la manera en la que tú crees...

—¿Y quién te interesa? ¿Mi madre? —indagó amarga, por lo que este soltó una risa cínica.

—Llama a tu padre e intenta convencerlo de volver a esa maldita ciudad, porque yo tampoco te quiero aquí, Imogen —escupió antes de comenzar a bajar las escaleras.

La fémina cayó sentada mientras aquellas palabras resonaban en su cabeza, provocando que un nudo volviera a formarse en su garganta. Nuevamente había arruinado todo con Jungkook, y sabía que esta vez quizás no había nada que pudiera hacer al respecto, por lo que las lágrimas volvieron a brotar, pero esta vez lloró de manera silenciosa.










(...)








Por la noche había una feria ganadera a la que Imogen estaba negada a ir si no fuera por las insistencia de su familia, además que le daba temor quedarse sola en la granja. Había decido colocarse un vestido celeste que le llegaba por encima de las rodillas, botas, dejando su cabello suelto y ondulado, lo que hizo que al bajar, su primo no dudara ni un segundo en hacerle saber que no era conveniente como iba vestida. La fémina no comprendía el porqué, hasta pudo notar como su madre, tía y prima vestían como siempre, lo cual la confundió más y quiso preguntar, pero Joanne se acercó haciéndole saber que era hora de marcharse, por lo que decidió tragarse la curiosidad mientras la ignoraba siguiendo a los demás.

Al llegar a la feria ganadera, el disgusto de Imogen fue algo demasiado evidente, no sólo por la multitud de gente, sino también la música que había, la mezcla de olores por los puestos de comidas y de alcohol, como la mayoría parecían fumar, además de los animales que habían. No podía hacer más que arrepentirse, pero ni siquiera podía hablar ya que era difícil ser escuchada, por lo que iba a tener que gritarle a su madre, porque quería volverse a la granja aunque tuviera que estar sola, pero pareció cambiar rápidamente de opinión.

—¡Hey, Joanne!

Frente a ellos aparecieron dos hombres, se trataba de Ansel y de Jungkook, al cual parecía imposible que pudiera quitarle la mirada al verlo con su cabello azabache dividido, camisa negra enseñando un poco su pecho por los primeros dos botones y las mangas dobladas hasta sus antebrazos, jeans con cinturón negros y botas negras. Por primera vez lo veía arreglado y limpio, hasta el aroma de su colonia inundó sus fosas nasales, provocando que se pareciera embriagarse y sintiera sus piernas débiles mientras lo observaba saludar animadamente al igual que Ansel, al que ella quiso devolverle la sonrisa, pero le salió más una mueca.

—Oh, ¡yo tengo hambre! —exclamó haciendo reír a su familia, Jesse.

—Acerquémonos a algún puesto. Yo también tengo hambre —admitió Joanne, por lo que todos estuvieron de acuerdo.

Imogen no podía dejar de observar a Jungkook por más que todos comenzaran a caminar hacia alguno de los tantos puestos, pues había sido a la única persona a la que había pasado por alto, y ella era completamente consciente que no se trataba de ningún error, sino que lo hizo adrede. Este parecía tener la intención de seguirlos al quedar atrás junto a ella, pero al sentir su intensa mirada, giró su cabeza para conectar sus miradas, por lo que la pelirroja sintió un cosquilleo en su estómago debido a los nervios, por más que eso había sido lo que más anhelaba.

—¿No dirás nada? —preguntó con una media sonrisa nerviosa, notando cómo la miraba de pies a cabeza hasta conectar nuevamente sus miradas y alzaba una ceja.

—Mantente lejos de los hombres porque la mayoría ya se encuentran ebrios —advirtió antes de voltear para seguir a los demás.

Un suspiro escapó de los labios de la fémina al ver cómo seguía a los demás, conversando por momentos con Ansel, como también con los demás, a excepción de Jesse y Jaxon que se digirieron a otro puesto de comida.

—Hija, ¿tú también quieres empanadas?

Joanne volteó a verla mientras sus tíos y Ansel ya estaban comiendo sus empanadas, por lo que ella arrugó el rostro por nunca haberlas probado y no saber si podría gustarle. Al sentir la intensa mirada del hombre de su lado, giró a ver a Jungkook que tenía el semblante serio y parecía esperar que contestara.

—Supongo —respondió encogiéndose de hombros.

Imogen volvió su mirada a Jungkook, pero este se había acercado e inclinado hacia adelante para hablarle al vendedor que le entregaba una empanada a Joanne.
Cuando su madre se acercó a ella, se la entregó envuelta en una servilleta mientras ella hacía una mueca de disgusto.

—Es de pollo —informó con una pequeña sonrisa.

Volvió su mirada a la empanada, hasta que volvió a escuchar la voz de su madre, sintiendo cómo la inquietud volvía a ella al ver cómo le agradecía sonriente a Jungkook que le entregaba una empanada, para luego recibir la suya.

Detestaba notar que este era atento con ella, lo que hacía que el poco apetito que sentía desapareciera por completo, pero al sentir cómo el pelinegro volvía a verla a la vez que le daba un mordisco a la empanada, decidió hacer lo mismo en un intento de que este no notara su molestia. En ese momento, no pudo evitar sorprenderse por el buen sabor que era algo realmente inesperado para ella, por lo que volvió a darle otro mordisco y así otro y otro, hasta que al levantar la mirada, pudo darse cuenta que Jungkook seguía mirándola, lo que provocó que sintiera su rostro arder por la vergüenza.

—Sí me gustó —confesó con una pequeña sonrisa tímida.

—¿Quieres otra? —preguntó sorprendiéndola.

—Por favor...

El pelinegro dirigió su mirada hacia el costado, esperando ver a los demás, pero al notar que se encontraban en el puesto de al lado para comprar alguna bebida alcohólica, volvió su concentración al puesto que estaba frente de él para así comprar dos empanadas más.

La fémina sonriente tuvo la atención de acercarse y colocarse detrás, pero en eso sintió cómo unas manos pasaban por su cintura, lo que la hizo chillar por la sorpresa.

Hmm... qué rico hueles, muñequita —dijo arrastrando las palabras el hombre de cabello castaño, con sombrero, que aparentaba pasar los cuarenta.

Imogen sentía sus latidos acelerados y lo miraba asustada sin saber qué decir o cómo actuar, pues al estar cerca podía sentir el olor a alcohol y a cigarrillo, lo cual le resultaba desagradable.

—¿Qué rayos sucede? —preguntó tomándola de la muñeca, Jungkook, para colocarla detrás de él y enfrentar la mirada del hombre.

—Oh, ¿es tuya?

—Largo.

—Lo siento. Pensé que estaba libre.

—¿No escuchas? Lárgate.

—Ya, tranquilo. Ya me voy, hombre —dijo levantando ambas manos antes de voltear para comenzar a caminar.

—Te dije que tuvieras cuidado —masculló todavía tomándola de la muñeca para voltear y acercarse al hombre que estaba esperando entregarles las empanadas.

—Pe-pero estaba detrás de ti —explicó angustiada.

—Ten, ya se me quitó el apetito.

Jungkook le entregó ambas empanadas para luego pagarle al vendedor que le agradeció, y así comenzar a caminar colocando la mano en su espalda para que no se separara de él. Imogen podría estar contenta de tenerlo a su lado y sentir su tacto en la espalda, pero no podía porque era demasiado evidente su molestia, lo que le hacía sentirse una carga, hasta que se acercaron a donde estaba su familia y pudo ver cómo él parecía volver a estar de buen humor.

Imogen no toleraba ver cómo con los demás era tan agradable, el tener que seguirlos a dónde fueran, a los juegos donde veía a su madre celebrar cuando ganaba y a Jungkook igual. Pero al ver cómo este seguía jugando y su madre se alejaba junto a su hermano y cuñada que la seguían dejándolo solo, no dudó en acercarse.
Se trataba de un juego de lanzamientos de aros, por lo que tenía que tratar que alguno quedara dentro de la botella. Y la fémina lo miraba con atención, notando que parecía intentar dejar su frustración para concentrarse y así ganar como lo había hecho anteriormente Joanne.

Cuando ganó, Jungkook volteó emocionado, pero al verla a ella, intentó calmarse, a pesar de que Imogen también parecía querer celebrar.

—Elija el premio que quiera, señor.

Este miraba cada uno sin saber cuál elegir.

—Oh, mira, ese peluche de león es demasiado grande —comentó llamando su atención, Imogen.

Jungkook la observó se reojo, pero acabó señalándolo, por lo que el hombre se lo entregó, lo cual le agradeció.

—Oh, ¡es precioso! —exclamó arrebatándoselo, provocando que este jadeara por la sorpresa—. ¡Gracias, Jungkook!

—Pero si...—decidió no continuar hablando, tan sólo suspiró hasta que observó cómo ella lo abrazaba y parecía ser más de la mitad de su tamaño, hasta le costaba abrazarlo, lo cual hizo que intentara reprimir la sonrisa—. Vamos.

Jungkook pasó la mano por su espalda para así comenzar a caminar sin perderla de vista, ya que podía notar cómo la mayoría que estaban ahí bebían y no quería que la situación volviera a repetirse o pasara algo peor.
Al acercarse todos miraron el peluche con el que cargaba Imogen que llevaba una gran sonrisa en su rostro.

—Oh, qué hermoso peluche, hija.

—Y es casi de su tamaño —comentó riendo, Jaxon.

—¡Me lo obsequió, Jungkook! —informó mirándolo con una sonrisa, mientras este desviaba la mirada y masajeaba su nuca.

—En realidad, ella me lo quitó —recalcó algo tenso, lo que hizo que la sonrisa de la fémina se fuera desvaneciendo.

—¡Ven conmigo, Imogen! —Jesse la tomó del brazo.

—No deberían ir solas con tantos borrachos por ahí —intervino llamando la atención de ambas, Jungkook.

—¿Quieres venir con nosotras para cuidarnos? —preguntó ilusionada, Imogen, pero eso pareció no agradarle a Jungkook.

—Jaxon, acompáñanos —ordenó tirando de su brazo, Jesse, por lo que este suspiró.

—No puedes perderte de los tragos que venden aquí —comentó emocionada mientras comenzaban a caminar.

—Yo creo que con uno ya va a terminar ebria. No parece tener tanta resistencia.

—Hablas como si me conocieras —rodó los ojos.

Imogen los acompañó hasta un puesto, donde esperaron que llegara su turno, y cuando lo hizo, Jaxon le arrebató la botella de licor al hombre para servir más en el vaso.

—Vamos a ver si tienes una buena resistencia, Imogen —comentó desafiante.

Ella podría temer por eso, pero su mirada se dirigió hacia su costado, pudiendo ver a varios metros donde se encontraba Jungkook pareciendo escoger algún algodón de azúcar, pero sintió cómo su estómago se revolvía al ver a su madre a su lado. Esta reía mientras él le ofrecía uno de color rosado, teniendo uno celeste en su otra mano.
La mujer parecía darse por vencida y aceptar mientras Jungkook sonreía satisfecho.

Sentía su sangre hervir en ese momento, por lo que se olvidó por completo de sus primos cuando empezó a caminar rápidamente hacia ellos, esquivando a las personas y llamando su atención.

—Oh, ¿no estabas con tus primos? —preguntó sorprendida.

—¿Qué haremos ahora? —decidió ignorar su pregunta, fijando su intensa mirada en Jungkook que se le hizo imposible poder ignorar.

—¡Que empiecen las apuestas porque se viene una gran pelea, señores!

—¡Miren! Ya está por empezar la pelea de gallos.

—¡Vamos! Tienes que apostar con nosotros, hija —habló emocionada con la intención de tomarla del brazo, pero ella se zafó bruscamente.

Eso había hecho que la mujer la mirara decepcionada, pero era tanta la rabia que sentía la fémina que no le importó en absoluto, como tampoco el sentir también la mirada de Jungkook.

—Bien, apostemos —habló Jungkook mientras veía a los demás entregar el dinero, por lo que miró a Joanne.

—Yo le voy al colorado, ¿y tú, hija?

—No me gusta esto, así que no voy a apostar —respondió conectando su mirada con la de Jungkook.

—Bien, también le voy al colorado —dijo entregándole el dinero al hombre que estaba frente a ellos esperando.

Imogen miraba como hasta sus tíos y primos habían apostado y miraban emocionados, Jaxon bebiendo lo que antes iba a ser para ella. Estaba realmente disgustada con la situación, observando cómo tomaban de las plumas de la cola a los gallos que querían acercarse al otro.

Realmente no soportaba otro segundo más ahí con la molestia con la que cargaba, y eso fue suficiente cuando vio cómo Jungkook y Joanne hablaban y reían, observando la pelea de gallos. No era capaz de soportar la cercanía entre ellos, cómo él parecía estar tan bien con su madre cuando a ella la quería lejos y podía recordar perfectamente su cara de disgusto y enfado cuando se atrevió a besarlo. Y es que, en ese momento para Imogen estaba muy claro cuáles eran los sentimientos que tenía Jeon Jungkook por su madre.

Ella estaba siendo tan sólo una molestia para el objetivo que él tenía.












(...)








Jungkook comenzó a mirar hacia sus costados buscando a Imogen, ya que hacía rato no sentía su intensa mirada clavada en su nuca que le hacía saber que quería su atención, lo cual se le hizo extraño, pero había decidido concentrarse en la pelea de gallos porque estaba seguro de que iba a ganar. Y al voltear y darse cuenta que no estaba, abrió los ojos a la par, continuando buscándola, lo que llamó la atención de Joanne que también miró a sus lados.

—¿Y mi hija?

—No-no lo sé, hace un momento estaba aquí —aseguró mirando a su alrededor.

—¿Qué sucede, tía? —preguntó preocupado.

—¡Imogen se fue!

—¿Qué? ¿Cómo que se fue? —Alfred se acercó preocupado.

—¡Tenemos que hacer algo! —exclamó Isobel.

—Tenemos que separarnos —intervino Jungkook—. Alfred, Isobel y Jesse por un lado, Ansel y usted por otro —miró a Joanne que asintió estando de acuerdo—. Jaxon, tú y yo juntos. Vamos.

Rápidamente se separaron mientras gritaban el nombre de la fémina, Jungkook miraba a su alrededor sintiendo cómo la inquietud se expandía por su pecho ya que recordaba la situación con el hombre que parecía ebrio. No quería pensar que uno de esos hombres pudo acercarse a ella, y tampoco se había atrevido a decírselo a Joanne al no querer llenarla más de temor.

—¿Por qué carajos no podemos compartir un buen momento? —preguntó molesto, Jaxon—. Imogen sólo ha venido a darnos problemas. Espero que se vaya pronto.

—Está lleno de hombres borrachos que pueden aprovecharse de ella, ¿y a ti sólo te preocupa no pasar un buen rato? —cuestionó volteando a verlo con las facciones endurecidas—. ¿Puedes callarte y ayudar a buscarla?

Aquello había hecho que el joven se sorprendiera porque Jungkook siempre se había mostrado agradable, y hasta tenían buenas conversaciones, jamás lo había visto molesto y ahora le habló de esa manera, por lo que asintió repetidamente con algo de temor.

—¡¿Dónde estás, Imogen?!

—¡Imogen!

Ambos gritaban mientras miraban a su alrededor, pero sentían que era en vano por todas las personas que habían y la música. Ambos se sorprendieron cuando escucharon una voz femenina que sonaba demasiado fuerte, lo que hizo que voltearan a ver hacia el pequeño escenario donde se encontraba Joanne con el micrófono para llamar a su hija.

Eso hizo que Jungkook sintiera su corazón dar un vuelco, porque podía escuchar su voz rota, y a pesar de la distancia, estaba seguro de que se encontraba llorando.

—Carajo...—suspiró.

Volvió a mirar hacia el costado donde se encontraban unos hombres cerca de la salida, uno de esos con una botella en una mano mientras a la otra la tenía en su mejilla.

—Buenas noches —habló llamando la atención de los dos hombres—. Disculpen, pero ¿de casualidad no han visto una joven pelirroja que llevaba un vestido celeste y es más o menos de esta estatura? —preguntó levantando su mano hasta su pecho.

—Oh, ¿no habla de la perra que te abofeteó? —el hombre de cabello azabache soltó una ligera risa mientras le daba un golpe en el hombro a su amigo calvo.

¡Ja! Seguramente habla de la que me hizo esto —apunta su mejilla enrojecida—. ¿Cómo olvidarla?

Jungkook empuñó sus manos por la rabia que sentía al pensar en lo que tuvo que pasar para que tuviera que defenderse, pero necesitaba saber de ella, por lo que intentó calmarse.

—¿Y dónde está? —intervino rápidamente, Jaxon.

—¿Sabe por dónde se fue?

—Salió de aquí —el calvo respondió encogiéndose de hombros.

Eso había sido respuesta suficiente, por lo que Jungkook con su mano todavía empuñada, golpeó al calvo provocando que cayera al suelo y se escuchara el estruendo de la botella que llevaba en su mano, romperse al caer al suelo.

—¡¿Qué carajos pasa contigo?! —preguntó enfurecido su amigo mientras Jaxon tomaba del hombro a Jungkook para impedir que se acercara más y armara una pelea.

—Jungkook, cálmate...—pidió nervioso—. ¿Qué haces?

—Estoy seguro que el golpe que ella te dio no fue tan fuerte como merecías —aseguró amargo mientras este escupía la sangre de su boca—. Atrévete de nuevo a hacer algo como eso y verás...

—Ya, ¡vamos, por favor! —insistió tirando de su brazo—. Tenemos que encontrar a Imogen.

Jungkook dirigió la mirada al de cabello azabache que parecía dudar entre si acercarse a enfrentarlo o no, pero Jaxon lo obligó a alejarse y este dirigió su mirada hacia la salida.

—¿Qué rayos haces? Dijiste que tenemos que buscarla.

—Tú ve a hablar con Joanne, dile que salí a buscar a su hija y que esté atenta a su celular, ¿bien? —pidió palmeando su hombro, antes de comenzar a caminar rápidamente hacia la salida.

—¡Pero, Jungkook...!

Este pasó de los llamados del joven, apresurando más su paso hasta salir, lo que hizo que dirigiera su mirada hacia el costado al ver de reojo algo que llamó su atención. Rápidamente se acercó inclinándose hacia adelante para tomar aquel peluche de león que había ganado y que Imogen se lo había arrebatado.

—¿Dónde carajos te metiste, Imogen? —preguntó para sí mismo, comenzando a caminar hacia donde había aparcado su coche.

Una vez que llegó a su coche, tiró el peluche en el asiento trasero para así encender el motor y comenzar a conducir. Tan sólo rogaba poder encontrarla, que esa noche acabara —dentro de lo sucedido—, bien. Y es que comprendía la molestia de Jaxon porque estaban todos disfrutando de la noche al haber esperado tanto la feria ganadera, pero también sentía que comenzaba a comprender más a aquella joven que tan sólo parecía estarle haciendo perder la cordura y había decidido no querer cerca. Pero ahora estaba buscándola porque sentía que, en cierta parte, era su culpa, por lo que necesitaba darle tranquilidad a Joanne al encontrar a Imogen y llevársela.








(...)








Las lágrimas brotaban sin parar e Imogen intentaba reprimir sus sollozos, pero se les hacía imposible. Ni siquiera sabía porqué lloraba más, si por todo lo que estaba sucediendo desde que estaba en Texas, notar cómo el hombre que no podía sacarse de la cabeza se sentía atraído por su madre y podría ser uno de sus amantes, o por la situación que había vivido cuando quiso escapar.
Todo estaba tan mal que necesitaba volver urgentemente con su padre, hasta era capaz de darle otra oportunidad a Jimin si este se la pedía, porque le urgía volver a sentir esa calma de cuando estaba entre sus brazos y este repetía cuánto la amaba.

Estaba agotada.

Imogen sorbió su nariz y otro sollozo desconsolador escapó de sus labios, pero al escuchar el sonido de unas llantas rechinar al frenar, miró hacia su costado. Al ver un coche negro estacionarse y cómo la puerta del lado del conductor se abría, el miedo la invadió, por lo que chilló asustada mientras comenzaba a correr.

Tan sólo podía recordar aquel hombre que la había tomado con fuerza del brazo, las palabras desagradables que le había dicho al oído, como el olor a alcohol había inundado sus fosas, y como había logrado por suerte zafarse de su agarre. Así que ahora corría, llorando llena de miedo, pero al sentir cómo tiraban de su brazo, gritó asustada mientras la hacían voltear, golpeando parte de su rostro con el pecho de aquel hombre.

Lloraba queriendo zafarse de su fuerte agarre, pero al sentir el aroma de su colonia, intentó levantar la cabeza, dándose cuenta que se trataba de Jungkook.

—J-Jungkook...

—Sí, estoy aquí.

Imogen no dudó ni un segundo en pasar los brazos por su cintura, llevando las manos a su ancha espalda mientras comenzaba a sollozar con fuerza, pero de alivio, sintiendo cómo este la envolvía entre sus brazos.

—Oh, Dios, tenía miedo —confesó entre sollozos.

—Tranquila —murmuró con suavidad, acariciando su cabello—. Estás conmigo.

Jungkook continuó abrazándola hasta que ella pudo relajarse un poco, por lo que la tomó de la mano para comenzar a caminar hacia el coche, abriéndole la puerta del copiloto para que pudiera subirse. Imogen, aún llorando, miraba cómo este al rodear el coche sacaba el celular del bolsillo derecho y delantero de sus jeans. Eso la hizo tensar porque no quería pensar en que podría estar informándole a su madre que estaba con él, por lo que al verlo subir, lo miró preocupada llamando su atención.

—¿Qué sucede? —frunció el ceño mientras encendía el motor.

—¿Por qué estabas usando el celular?

—¿Qué...?

—¿Le avisaste a Joanne?

—Claro que sí —confirmó rápidamente—. Ahora vamos a volver.

—¡No! ¡No quiero volver a ese lugar!

—Imogen...

—A la mierda...—murmuró frustrada, inclinándose hacia el costado para abrir la puerta, lo que hizo que Jungkook la tomara rápidamente del brazo.

—Espera, ¿qué diablos haces? —preguntó molesto.

—No pienso volver ahí.

—Bien, entonces, te dejaré en la granja.

—¡No! ¡Tampoco quiero ir allí!

—¡¿Y qué es lo que quieres?! —indagó frustrado, pero acabó suspirando al darse cuenta que con la situación que había pasado la joven, lo menos que necesitaba era que él le gritara y que debía entender que estuviera histérica—. Dime qué es lo que quieres, ¿está bien?

Imogen parecía dudar mientras cerraba la puerta, lo cual relajó un poco a Jungkook, ya que no quería pensar que podría volver a escaparse.

—Dime qué es lo que quieres.

—Estar contigo —respondió de manera casi inaudible, lo que hizo que este arrugara el rostro por la confusión y sorpresa.

—¿Qué? ¿Por qué...?

—¿Puedes llevarme a tu casa, Jungkook?
—preguntó nerviosa mientras jugaba con sus dedos—. Por esta noche no quiero ver a nadie más.

—Imogen...

—Por favor...—pidió mirándolo, permitiendole notar cómo sus orbes parecían brillar por las lágrimas acumuladas.

—Está bien —asintió dándose por vencido—. Te llevaré a mi casa.

Imogen sintió cómo el alivio la invadía, era hasta capaz de sonreír, pero luego de lo sucedido seguía estando demasiado histérica.

—Gracias.

Jungkook sólo asintió mientras la observaba cómo tenía la cabeza gacha y jugaba con sus dedos, lo que hizo que sintiera algo de pena por lo que pudo haber pasado con aquel hombre, haciéndole sentir algo satisfecho de aquel golpe que le había brindado, aunque pensaba que probablemente merecía más y hubiera sido capaz si Jaxon no intervenía.








(...)







El camino fue silencioso, ya que Imogen fue perdida en sus pensamientos mientras que Jungkook no dejaba de mirarla por momentos, preguntándose qué era lo que estaba haciendo al llevarla a su casa. Pues, recordaba que esa misma tarde le había dicho que no la quería cerca, pero ahora podía estar cumpliendo con su "capricho" al llevarla con él.

—Lamento si esperabas otra cosa, pero mi casa no es lujosa, ¿bien? —habló una vez que aparcó el coche frente a la casa, para luego abrir la puerta.

Imogen arrugó la frente, observando cómo este se bajaba, por lo que ella hizo lo mismo y miró hacia el frente donde estaba la casa blanca que era de dos pisos, pero se veía pequeña. Al ver hacia el costado vio hacia unos metros donde se encontraba un gallinero y quiso seguir observando a pesar de la poca claridad, pero sintió cómo Jungkook le entregaba el peluche, por lo que rápidamente lo tomó. Estaba sorprendida porque recordaba haberlo botado en algún momento, pero el que este lo haya encontrado y se lo devolviera, la hizo sonreír, hasta que lo escuchó llamarla mientras subía el pórtico, por lo que decidió seguirlo rápidamente.

Una vez dentro observó a su alrededor pensando en lo simple que era, aunque se le hizo extraño que no se encontrara con ninguna fotografía, pero pensaba que podía ser por el hecho de que era tan sólo él viviendo ahí.

—Yo subiré, así que quédate aquí y no toques nada —ordenó mientras se dirigía a las escaleras.

—Tranquilo. Tengo veintidós, no cinco años —recalcó rodando los ojos mientras tomaba asiento en el sofá.

Imogen decidió dejar el peluche sentado a su lado mientras pensaba qué podía estar haciendo arriba, pues se sentía demasiado incómoda estando ahí sola, por lo que volvió a observar cómo compartía cocina, comedor y sala. Le gustaba cómo su casa era acogedora, simple, pintada todo de blanco, con lo justo y necesario, aunque si fuera por ella le haría muchos cambios.

Al escuchar tiempo después unos pasos que le indicaba que estaba bajando las escaleras, sonrió volteando a verlo, notando cómo ahora su cabello caía desordenado por su frente, como si hubiera pasado sus dedos por este.
El pelinegro acercó y tomó asiento también en el sofá, dejando el peluche entre ambos mientras pasaba el brazo por el respaldo, girando a verla, por lo que Imogen tomó rápidamente el peluche para poder verlo mejor.

—¿Y bien? —comenzó Jungkook—. ¿Por qué no quieres ir a la granja con tu madre?

—Simplemente, no quiero verla, al menos por esta noche... o unos días —respondió desviando la mirada.

—¿Qué? ¿Y qué planeas hacer esos días hasta que se te pase el enojo? ¿Dónde vas a quedarte? —indagó confundido.

—Pues, aquí —sonrió conectando sus miradas, mientras este abría los ojos a la par por la sorpresa.

—No, tú sí que estás mal —soltó una ligera risa amarga—. El que te haya traído aquí, no significa que vas a quedarte aquí, ¿entiendes?

—Entonces, me iré.

Imogen se levantó rápidamente, tomando al peluche de una de las patas con una mano, lista para voltear y comenzar a caminar como si no le afectara para nada que Jungkook no la quisiera ahí.

—¡No! ¡Quédate aquí! —alzó la voz mientras se inclinaba para tomarla del brazo, lo que hizo que ella sonriera al no poder ser vista para él, pero al volver a tomar asiento, borró la sonrisa para intentar mostrarse seria.

—Lo haré...

—No me refiero a eso, carajo —suspiró frustrado mientras se tomaba el puente de la nariz, intentando encontrar las palabras justas—. Imogen, tu madre estaba muy mal cuando desapareciste...

—Pues, dile que estoy bien y ya —se encogió de hombros, restándole importancia.

—¿Acaso conoces la palabra "empatía"?

Mhm...—asintió—. Lo que mi madre no tuvo con mi papá y conmigo.

—Mira, lo mejor es que no toquemos ese tema justo ahora, pero ella necesita verte.

—Yo no quiero...—habló rápidamente, pero al escuchar el sonido del motor, frunció el ceño mirando a Jungkook.

—Pues, demasiado tarde, porque ella ya vino aquí —informó levantándose, por lo que Imogen lo tomó rápidamente del brazo.

—Sé que no me he portado muy bien contigo, pero prometo que si me permites quedarme aquí, no haré ninguna tontería —aseguró desesperada—. Por favor, no dejes que me lleve con ella a esa granja que odio. No puedo verla...

—¿Por qué, Imogen? ¿Cuál es el maldito problema con ella? —preguntó frustrado.

«Que la detesto por haber arruinado nuestra familia, por llevar a mi padre a la depresión, y por tener toda tu atención» pensó angustiada.

—Por favor, Jungkook...—pidió con sus ojos cristalinos.

Este soltó un suspiro de frustración mientras desviaba la mirada, sintiendo cómo ella ejercía más fuerza en el agarre de su brazo.

—Quédate aquí —ordenó siendo soltado por ella que lo miró esperanzada.

Imogen tan sólo asintió observando cómo este salía de la casa y cerraba la puerta tras de su espalda, por lo que en un intento de calmar la ansiedad que le estaba comenzando a invadir, volvió a aferrarse al peluche. Tan sólo deseaba que Jungkook pudiera comprenderla, y que no permitiera que su madre la llevase con ella, porque no podía soportar volver a la granja y tener que saber cómo manejar el rencor.

Su pierna subía y bajaba mientras su cabeza se volvía un caos, intentaba respirar profundo, pero eso no servía en absoluto porque sabía lo insistente que podía ser su madre. Y cuando la puerta se abrió, giró rápidamente, abriendo los ojos a la par al ver a su madre que por sus facciones parecía molesta.

—Levántate y vamos a casa, Imogen —ordenó la mujer.

—¡Yo no pienso irme contigo! —alzó la voz mientras se levantaba.

—¡Obedece, carajo! —Imogen tan sólo la miraba desafiante, lo que hacía molestar más a su madre—. ¡Dije que nos vamos!

—¡Jungkook...! —exclamó angustiada al verlo detrás de Joanne, pero este tan sólo bajo la cabeza como si no fuera de capaz de verla.

—¡Jungkook nada, Imogen! ¡¿Cómo se te ocurre quedarte en la casa de un hombre que trabaja en nuestra granja y no conoces para nada?! —cuestionó indignada.

—¡¿Y tú tampoco lo conoces?!

—¡Somos amigos, pero eso no tiene nada que ver contigo!

—Pues, él y yo también somos amigos, ¿no es así, Jungkook? —preguntó cruzándose de brazos mientras él suspiraba frustrado.

—Deberías obedecer a tu madre. Es lo mejor —comentó por lo bajo.

—¡No! ¡Yo no quiero irme con ella! —gritó frustrada como si fuera capaz de llorar—. ¡Dijiste que podría quedarme aquí! ¡¿Por qué me haces esto?!

—¡Ya basta de tus caprichos! ¡Vienes conmigo ahora!

—¡No lo haré! ¡No soporto otro segundo más en esa maldita granja con esas personas que no me soportan a mí! —gritó enfurecida con sus ojos cristalinos antes de comenzar a caminar hacia las escaleras rápidamente.

—¡Imogen! ¡Imogen, ven aquí ahora mismo! —exigió con la intención de seguirla, pero Jungkook la tomó delicadamente del brazo.

—Déjame hablar con ella, ¿sí?

La mujer no lo miró, tan sólo asintió mientras intentaba mantener la calma, por lo que Jungkook agradeció mentalmente que aceptara y comenzó a caminar hacia las escaleras para subirlas. Al llegar al pequeño pasillo, vio a la joven sentada, abrazando sus piernas mientras escondía su rostro en el hueco de sus brazos, sollozando por lo bajo.

—Hey, Imogen...—murmuró colocándose en cuclillas frente a ella.

La fémina levantó la cabeza, permitiendo que viera su rostro enrojecido al igual que sus ojos y sus mejillas empapadas de lágrimas.

—Me mentiste...

—¿No lo entiendes? —frunció el ceño—. Es tu madre, y yo sólo soy alguien que trabaja para ella, ¿así que cómo podría hacer lo que me pides?

—¡Pero no quiero irme con ella!

—Joanne tiene razón. No está bien que te quedes en la casa de un hombre que ni siquiera conoces.

—Pero dijiste que éramos amigos.

—Apenas estábamos conociéndonos. De hecho, ni siquiera nos soportábamos en un principio, ¿u olvidas todas las cosas horribles que nos dijimos? —preguntó con una media sonrisa que provocó que ella soltara una ligera risa mientras las lágrimas brotaban.

—Pero ahora me agradas, y me siento mejor aquí —recalcó tomando su mano, lo que le hizo sorprender—. Por favor, intenta convencerla. Haré lo que sea, hasta llamaré a mi padre e intentaré que me deje volver.

—Imogen...

—Por favor, Jungkook —suplicó sollozando—. Intenta convencerla. Yo sé que puedes.

—Está bien, pero no prometo nada —advirtió levantándose mientras la miraba con seriedad.

En ese momento la esperanza la invadió, ya que si ellos se tenían tanta confianza como ella creía, entonces, Jungkook podría convencerla de que la dejara quedarse allí, aunque sea por esa noche hasta que pudiera pensar con claridad.

Quizás una noche era todo lo que Imogen necesitaba.









(...)







Los minutos pasaban e Imogen no lograba entender bien lo que decían, ya que Joanne había bajado el tono de su voz, lo cual era bueno, pero no al no entender absolutamente nada. Al estar agotada de pensar y crear teorías sobre lo que podría estar pasando, decidió levantarse y dirigirse lentamente hacia las escaleras, bajándolas de manera cautelosa para que no pudieran escucharla.

—¿Qué rayos es lo que pasa entre ustedes? ¿Acaso hay algo que deba saber, Jungkook? —examinó molesta.

—¡Claro que no! ¡¿Cómo puede pensar algo así de mí, Joanne?! —cuestionó indignado—. Usted debería saber perfectamente el hombre que soy.

—Entonces, ¿por qué demonios de repente mi hija quiere quedarse aquí?

—No lo sé. Parece más molesta con usted por algún motivo, pero prometo averiguarlo y contárselo, ¿sí? —suspiró frustrado—. Tan sólo... no desconfíe de mí. Lo que está pasando por su cabeza, créame que es erróneo —aseguró intentando sonar tranquilo—. Se trata de su hija, y usted sabe cuánto la respeto. No podría hacer algo de lo que piensa porque Imogen quiere quedarse aquí. Ella tan sólo me ve como alguien de confianza con quien puede hablar.

—No estoy tan segura de eso.

—Pues, me ha dicho que siente que nadie la quiere y está muy incomoda, además que odia la vida en la granja —replicó encogiéndose de hombros—. Conmigo sólo habla de cómo se siente, por eso creo que me ve como la única persona de confianza.

—Quiero arreglar mi relación con ella, Jungkook.

—Y yo haré lo posible para que eso pase.

—¿Cómo? Si ella se queda aquí, eso será imposible.

—No, Joanne, porque podré hablar más con ella y así intentar convencerla de que deje un poco ese rencor, de que la escuche —explicó tranquilo—. Le prometí ayudarla, y eso haré.

—Si te atreves a aprovecharte...

—No hay nada de que preocuparse. No haré nada de lo que piensa —aseguró mientras ella lo miraba no muy convencida—. Imogen es completamente prohibida para mí. Puede estar tranquila.

—Eso espero, Jeon Jungkook.

Imogen al escuchar la puerta y cómo ambos salían, apoyó su espalda en la pared, queriendo poder ser capaz de festejar que le haya permitido quedarse con Jungkook, pero ¿cómo podía hacerlo si escuchó las últimas palabras que él soltó respecto a ella?

Al escuchar nuevamente la puerta, terminó de bajar las escaleras, encontrándose con Jungkook que tenía las manos en las caderas y parecía realmente agotado.

—Acompáñame a la habitación.

Ella abrió los ojos a la par, pero asintió observando cómo este subía pisando con fuerza los escalones, demostrando su molestia. Al entrar a la habitación, vio la cama grande, una mesita de noche, un mueble y el armario.
Podía ver que tenía su colonia y más objetos, pero tan sólo contaba con una fotografía donde salía un hombre mayor junto a él, lo que le sorprendió un poco el hecho de que pareciera ser la única que tenía.

Observó a Jungkook dirigirse al armario y sacar una camiseta negra y dos pantalones, tirando la camiseta junto al pantalón a la cama.

—Ahí tienes para que duermas cómoda
—habló tomando una manta de la parte de arriba del armario, para luego cerrar las puertas—. En el baño hay un cepillo de dientes nuevo que puedes usarlo. Tú dormirás aquí en mi habitación y yo dormiré abajo.

—Pero...

—Si quieres quedarte aquí como pediste, seguirás mi ordenes —volteó apuntándola—. No hagas ninguna tontería.

Jungkook entró al baño por un momento para buscar lo necesario, mientras Imogen bajó la cabeza, detestando el hecho de pensar que se veía aún más molesto con ella. Y al verlo salir, este comenzó a dirigirse rápidamente hacia la puerta.

—Descansa, Imogen.











(...)







Imogen daba vueltas en la cama, mirando por momentos la ventana pudiendo ver la luna asomarse, suspirando frustrada al no conseguir conciliar sueño. Pensaba en que quizás se debía al estar en una habitación completamente extraña, o que podía ser por el hecho de saber que estaba sola en ese piso de arriba y que abajo se encontraba Jungkook.

Todavía le costaba demasiado asimilar todo lo que había pasado en ese día, cómo tuvo a Jungkook encima de ella, el sentir su calor corporal, su sudor y hasta su aroma que le había provocado gamas de que la hiciera suya en ese mismo instante. Jamás había pasado por algo así antes, pero aquel pelinegro parecía lograr cosas inesperadas con ella.

«¿Qué tan mal estaría si bajara?»

«Tan sólo veré si está despierto como yo» pensó mientras apartaba las mantas para levantarse.

Acomodó su camiseta bajándola ya que al ser holgada le llegaba por los muslos, por lo que no se colocó los pantalones con la excusa de que temía que se le cayeran, aunque su motivo verdaderamente era otro.

Al salir de la habitación, comenzó a caminar por el pasillo, llegando hasta las escaleras para bajarlas cautelosamente por el temor de ser escuchada por Jungkook. Pero al terminarlas de bajar, gracias a la poca claridad que entraba por las ventanas, pudo verlo recostado en el sofá, cubierto hasta las caderas por la manta, permitiéndole ver su torso desnudo, teniendo uno de sus brazos bajo su cabeza.

Aquella imagen había hecho que sintiera un escalofrío recorrerle su espina dorsal, por lo que mordió ligeramente su labio inferior mientras se acercaba cautelosamente, hasta que lo vio abrir los ojos y sentarse rápidamente.

—¿Imogen? ¿Qué haces aquí?

—Lo... lo siento, ¿te desperté?

—No. Estaba intentando dormir —respondió con la voz profunda—. ¿Qué haces aquí?

—No puedo dormir.

La fémina se acercó más a él que la miraba confundido, pese a que él tampoco estaba pudiendo dormir y sabía que no era por lo incómodo y pequeño que le resultaba el sofá.

—¿Y eso por qué?

—Es que es un lugar desconocido para mí...

—Pues, te hubieras ido a la granja.

—Ya, es que no me gusta saber que estoy sola en el piso de arriba —continuó—. Además, le tengo un poco de miedo a la oscuridad.

—¿Qué tienes? ¿Cinco años?

Imogen rodó los ojos al escucharlo, pensando en que no podía ser alguien tan idiota. Pero, lamentablemente, eso no quitaba el hecho de que seguía encantándole aquel hombre.

—¿Puedo dormir aquí contigo? —preguntó acercándose más.

—Imogen, no estaría bien.

—Por favor, sólo por esta noche.

—No...

—Por favor, será sólo por esta noche —aseguró decidiendo esta vez no esperar su respuesta.

Rápidamente se recostó a su lado, haciendo que Jungkook tuviera que colocarse de costado para que entraran mientras la miraba indignado y ella se cubría también con la manta.

—Te dije que no.

—Pues, ya estoy a tu lado —murmuró con una pequeña sonrisa.

—¿Por qué parece que no sabes entender lo que es un "no"? —preguntó frustrado, acomodándose mejor, pero cuando su pie tocó una de sus piernas, frunció el ceño—. ¿Y los pantalones que te di, Imogen?

—Oh...—soltó una ligera risa—, pues, me quedaba grande y se me caían, así que decidí no usar. Además, la camiseta me cubre lo suficiente.

—Carajo —suspiró frustrado mientras ella se acomodaba mejor, juntando más sus cuerpos—. Imogen, quédate quieta.

—¡Sólo estoy acomodándome para no caerme!

—Hablo en serio —recalcó tomándola de la cintura, intentando detenerla.

Al sentir cómo se apegaba más, un gruñido escapó de su garganta mientras ella sentía como un cosquilleo bajaba de su vientre.

—Ahora lo entiendo.

—Por favor, no hagas nada —pidió cerrando los ojos con fuerza mientras sentía cómo él aroma del cabello de Imogen inundaba sus fosas nasales.

En ese momento, Imogen no podía evitar preguntarse si en verdad podría seguir viéndola prohibida cuando tenía su erección clavándose en su trasero.

¡Hola!

¿Les gustó esta tercera parte? ¿Se esperaban que Jungkook terminara aceptando que se quede en su casa? ¿Creen que él termine cediendo ante Imogen o será que se siente verdaderamente atraído por Joanne? ¿Se vendrán buenos momentos entre Imogen y Jungkook? ¿Cómo esperan que termine esta historia?

Sé que había dicho que esta iba a ser la última parte, pero al llegar a la mitad pasé las 10k palabras y cómo se me ocurrieron más ideas decidí hacerle una cuarta parte porque no quería algo de 20k palabras JAJSJS la verdad cada vez me da más flojera escribir tanto, así que desde ya aviso que puede que ya no escriba shots tan extensos como de costumbre, ya que igual me toma muchas horas editar lo que es frustrante y este año con mis estudios ya no voy a poder contar con el mismo tiempo libre que antes

Lamento si este no fue tan interesante, pero les prometo que el siguiente se viene intenso jujuu

Espero que les haya gustado, si es así no se olviden de votar y comentar

¡Nos leemos pronto en la parte final!

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