la luna de miel
ABRIL 2024
"Dios, Emi... no pares," gimió Evelyn, tirando suavemente del pelo de su esposo mientras él usaba su lengua para estimular su intimidad.
Honestamente, no había mejor manera de despertar.
Evelyn arqueó la espalda de la cama, rodando las caderas contra la cara de Emi para sentir más de su lengua, deshecha en un lío de gemidos y jadeos. Sus piernas estaban colgadas por sobre los hombros del arquero y él le sostenía los muslos con fuerza, obligándola a mantenerlos separados para tener más acceso a su zona íntima.
Le prestó atención a su clítoris y alzo la mirada para encontrar los ojos de Evelyn, que lo miraban con las pupilas completamente dilatadas. Una fina capa de sudor le recubría la frente y sus labios estaban separados, dejando escapar alaridos de placer.
Emi alejó la cara de entre sus piernas solo para escupir sobre su centro, sumergiéndose a seguir su trabajo, esparciendo su propia saliva a través de los labios vaginales de Evelyn con su lengua. Ella echó la cabeza hacia atrás y le tiró con fuerza del pelo, incapaz de contenerse, a lo que Emi soltó un gruñido. Tomó su clítoris entre sus labios y succionó, después deslizando su lengua en el interior de la chica sin vergüenza para cogerla con ésta.
"La puta madre..." susurró Evelyn, acariciándole la espalda desnuda con los pies, arqueándose desesperada.
Sintió la presión en todo el cuerpo y sus gemidos se convirtieron en gritos, indicando su creciente orgasmo. Emi la siguió cogiendo con su lengua hasta que ella por fin se vino en su boca, a lo que el arquero tragó cada gota de su semen. Evelyn gimió su nombre, sin preocuparse por ser escuchada.
Sí, estaban de luna de miel.
En Bora Bora.
Había sido una decisión difícil, Evelyn se había sentido muy insegura sabiendo que era un viaje en avión de más de un día y con muchísimas conexiones, pero al final solo bastó con un beso y tres orgasmos para que ella se dejara convencer. Y ahí se encontraban.
Era un paraíso, un lugar de ensueño. Aguas claras color turquesa, arenas blancas y atardeceres de la puta madre. Llevaban ya una semana ahí y habían cogido incontables veces ya; en todos lados, a toda hora. En la pileta, en la cama, en la ducha, en el sillón, en la cocina, en el mar. Era sorprendente que nadie los haya visto todavía.
Se habían hecho amigos con los ocupantes de las cabañas continuas, les habían contado a todos que estaban recién casados y disfrutando de su luna de miel, y los más zarpados no habían dudado en hacer chistes de doble sentido apenas agarraron confianza. Evelyn y Emi se partían de la risa porque, a pesar de que no lo admitirían, todo lo que decían era cien por ciento verdad.
"Dios," susurró Evelyn bajo su aliento, bajando la mirada para mirar a su esposo con una sonrisa, por fin logrando terminar de sobrellevar su clímax. "Buen día."
"Buen día, reina," le contestó él, acomodándole la tanga, relamiéndose los labios y gateando hasta ella para besarla.
Evelyn soltó un suspiro por la nariz cuando él metió la lengua en su boca y la dejó saborearse a sí misma. Emi después se alejó rápido y se paró de la cama, frenándose un segundo frente al gran ventanal para admirar la vista.
Hoy tenían planeado un tour en barco por la laguna de Bora Bora, que salía dentro de unas horas. Por este mismo motivo, Emi se desperezó y se dio vuelta para mirarla a Evelyn, que todavía se recuperaba del orgasmo a primera hora de la mañana.
"¿Vamos?" le dijo.
Evelyn jadeó una respuesta. "Sí, sí... ahora me cambio."
"Bueno." Asintió Emi, rodeando la cama con una sonrisa engreída para darle un último beso antes de escabullirse al vestidor para ponerse el traje de baño.
Él quiso alejarse, hacer de ello un beso casto y nada más, pero Evelyn apoyó una mano sobre su nuca y lo obligó a seguir besándola, removiéndose un poco sobre la cama para poder tener un mejor acceso a su boca. Emi tarareó placenteramente y le otorgó el control a ella, dejando que Evelyn introduzca su lengua a través de sus labios y lo saboree completamente, como si se hubiera quedado con ganas de más.
Emi tomó la lengua de Evelyn entre sus labios y succionó, ganándose un gemido por parte de la chica al sentirlo. Él volvió a sonreír, satisfecho, deleitándose ante la sensación de los dedos de la chica jugueteando con el pelo de su nuca. Después, finalmente, se separó y la miró de cerca, sonriente.
"Estás prendida hoy, ¿eh?" le dijo.
"Y, si me despertás comiéndome entera, obvio que voy a estar prendida," contestó ella, apoyando su frente contra la de él. "¿No podemos quedarnos en casa hoy?"
"Hm..." pensó él. "Vamos al tour y cuando volvamos yo te garcho toda, ¿dale?"
A Evelyn eso le fue suficiente y accedió sin cuestionar. Se separaron y se dirigieron al vestidor para ponerse los trajes de baño, aunque a ella no le ayudaba en nada que Emi no parara de mirarla mientras ella se desvestía. Encima que se negaba a un rapidín.
Salieron juntos de la casa; ella, con un vestido sobre el traje de baño y él, con una camisa de lino blanca sobre el pecho desnudo. Emi le envolvió los hombros con un brazo y empezaron a pasearse por el muelle en dirección a la playa. Tenían bastante rato así que caminaron con calma, despreocupados, charlando livianos y sin pesar.
"Ah, ¿viste la foto que subió Lauta a su historia?" recordó Evelyn, sacando su celular del bolsillo del traje de baño de Emi.
No tenía señal, pero le había sacado una captura de pantalla a la foto, por lo que la buscó en su galería y la encontró con facilidad. Era una foto que había subido Lautaro a Instagram besando a una chica rubia y esbelta, llamada Tatiana Dos Santos, acorde a la cuenta etiquetada. Evelyn había asumido que aquella era su nueva novia.
"Apa, tiene wacha Torito," dijo Emi después de echarle un vistazo a la imagen.
"Sí," contestó Evelyn con una sonrisa. "Ya era hora, eh."
"Es verdad. Me alegro por él." Sonrió genuinamente Emi.
"Yo también."
Evelyn volvió a guardar el celular y llegaron al muelle, donde los esperaba ya un pequeño barco de ocasión abierto. Se suponía que iba a haber por lo menos quince personas más, pero como era temprano, por ahora solo había una pareja y una madre con su hijo pequeño. Evelyn le sonrió al bebé y ella y Emi rápidamente eligieron un lugar en el barco para sentarse el uno contra el otro.
Amigaron rápidamente con la pareja, que resulta que también estaban en su luna de miel. Para las diez y media de la mañana, el pequeño barco ya estaba lleno y zarparon al tour por la laguna de Bora Bora.
La experiencia duró eso de una hora y Emi y Evelyn quedaron maravillados ante la belleza de aquel lugar. El barco incluso frenó en un sector aislado para que los pasajeros pudieran meterse al agua si gustaban, y Emi y Evelyn no dudaron un segundo.
El tour terminó a las once y media, bajaron del barco y cuarenta y cinco. Emi y Evelyn partieron por el muelle y encontraron un agradable lugar sobre la costa, literalmente en el agua, para almorzar. Se sentaron un rato mientras Evelyn se quejaba de que los extrañaba a sus gatos.
Probaron comidas extrañas y se cagaron de risa, haciendo caso omiso de las muchas personas que se giraban en dirección (no solo porque se estaban riendo a más no poder, sino también porque era un campeón del mundo y su esposa). Salieron del restaurante a eso de las dos de la tarde y estuvieron paseando hasta las ocho.
Decidieron volver a la casa. Habían estado morfando distintas cosas en distintos lugares durante toda la tarde y estaban llenísimos como para cenar, por lo que simplemente se encaminaron de vuelta hacia su hogar. Estaban agotados.
Subieron a la cabaña, que estaba sobre el agua, y rodearon la pequeña pileta infinita para entrar. Se dirigieron de inmediato a la habitación y Evelyn no dudó en sacarse las chanclas, adolorida de tanto caminar.
"Me voy a bañar," anunció Emi, descartando sus zapatos.
Evelyn suspiró, exhausta después del día afuera. Ya empezaba a oscurecer, el cielo estaba teñido de siete tonos distintos y podían ver el sol poniéndose en el horizonte a través del gran ventanal frente a la cama matrimonial. Evelyn se sonrió, sintiéndose llena y feliz.
"Creo que me voy a ir a meter un ratito a la pileta," le dijo a su esposo, admirando el atardecer.
Emi, que ya se había metido en el baño, asomó la cabeza por la puerta. Se había sacado la remera y tenía una sonrisa pícara en el rostro.
"¿No querés pegarte una ducha conmigo?"
Evelyn ni siquiera lo tuvo que pensar. "Voy."
Corrió hasta el baño. Emi ya había prendido la ducha, el agua salía caliente y llenaba el baño de vapor, empañando los espejos y la mampara. Él se sacó el traje de baño y se metió en la ducha; Evelyn, atropellándose por desvestirse ya que había estado esperando esto todo el día, no podía verlo bien a través del vidrio de la ducha debido a que éste ya estaba empañado. Se moría de la emoción.
Se deshizo de su ropa a toda velocidad y se metió en el gran espacio con Emi. Él alzó la mirada al verla, con el agua pegándole en la espalda y chorreando por su abdomen, empapándolo completo. Evelyn se acercó a él con los labios separados y se posicionó muy cerca para que el chorro de agua hirviente le diera a ella también. Se pegó a él, de manera tal que sus tetas quedaban aplastadas contra su pecho, y él no dudó en abrazarla. Ella le rodeó el cuello con los brazos mientras su pelo era empapado lentamente.
Emi se rió. "Estás re desesperada, flaca."
"Me hiciste esperar todo un día, Emiliano, obviamente estoy desesperada," admitió ella, sintiendo como Emi le recorría la espalda y después le agarraba el culo, pegándole un fuerte apretón.
Emi la miró por un segundo.
"Bueno," dijo, encogiéndose de hombros, relamiéndose los labios. "Ponete contra la pared entonces."
Evelyn no lo dudó un segundo. Dibujó una pequeña sonrisa en sus labios y le dio la espalda, pero no le dio tiempo a moverse más porque Emi de inmediato la agarró y la estampó contra la pared de azulejos, que estaba helada. Evelyn soltó un quejido al sentir como Emi se presionaba contra ella y apoyaba sus labios sobre su hombro mojado con suavidad.
"¿Esto querés?" le preguntó en un susurro, sosteniéndole la mandíbula con fuerza mientras le apretaba la cintura con la otra mano.
Dejó un trazo de besos mojados desde su hombro hasta su cuello y Evelyn asintió, frenética, batallándose para poder respirar a través del aire húmedo. Le dio un poco de vergüenza, porque Emi apenas le había tocado la espalda y ella ya estaba prendidísima, con una catarata entre las piernas.
"Te amo," le susurró él.
No la dejó contestar, usando su agarre en su mandíbula para obligarla a girar la cabeza y así poder besarla. Ambos suspiraron aliviados y él no dudó en introducir su lengua dentro de su boca. Evelyn, con los ojos firmemente cerrados, apoyó las manos contra la pared y sintió como Emi le mordía el labio inferior sin medir su fuerza, haciendo que un gemido abierto escape de su boca.
El agua caliente que caía de la ducha les daba solo de un lado y el aire se sentía pesadísimo. Evelyn trató de moverse para sentir más del beso, pero Emi la empujó con más fuerza contra la pared y apretó su mandíbula, inmovilizándola por completo.
"Quedate quieta, Evelyn," le ordenó, sumergiéndose nuevamente para besarla.
Emi movió un poco las caderas y ella soltó un gritito ahogado cuando sintió la creciente erección presionándose contra su centro por detrás, entre sus piernas. El arquero le agarró la cintura tan fuerte que ella supo que iba a dejar marcas, pero el dolor solo la hacía quererlo aún más.
Emi le soltó la mandíbula y deslizó la mano entre sus piernas, tocando su centro sin más. Evelyn inhaló con fuerza a través de la nariz al sentir como su esposo dibujaba círculos alrededor de su clítoris con su dedo, esparciendo su lubricación entre sus labios vaginales.
"Por Dios, hija de puta," susurró él entre el beso, dejando escapar una exhalación pesada. "Estás mojadísima."
Deslizó su mano hacia atrás y no perdió un segundo: introdujo dos dedos en su interior, metiéndose dentro de ella con facilidad gracias a toda la lubricación acumulada. Evelyn acogió el sentimiento con gusto y apretó los muslos con fuerza, pero a Emi eso no le agradó.
"Abrí las piernas," le dijo, soltándole la cintura para así poder usar la mano para separarle las piernas.
La fuerza que usó no le dejó otra opción a la chica, así que tuvo que hacer caso. Emi empezó a mover sus dedos, deslizándolos dentro y fuera de ella con rapidez, acariciando su punto G repetidamente. La estimuló con una fuerza bruta, manteniéndose pegado a ella para que pudiera sentir su erección entre sus piernas, y después alzó la mano y le tapó la boca con brusquedad.
La mejilla de Evelyn estaba pegada contra los azulejos fríos mientras soltaba gemidos, los cuales acababan ahogados contra la palma de la mano de Emi. Se retorció en el limitado espacio entre el cuerpo del hombre y la pared, arqueando la espalda, presionando su culo contra la entrepierna de Emi y deleitándose ante la sensación de él cogiéndosela con los dedos con tal rapidez.
"Qué trola que sos, Evelyn."
Ella asintió, incapaz de hablar no solo por el placer, sino también por su mano sobre su boca. El ruido de los dedos de Emi deslizándose fuera y dentro de ella se veía opacado por el sonido del agua cayendo de la ducha, pero el arquero bien podía escuchar los jadeos desesperados de Evelyn.
La chica abrió y cerró las manos contra la pared, deseando poder tener algo a lo que sostenerse cuando su primer orgasmo la sorprendió. Emi no dejó de mover los dedos mientras ella se venía, soltando gritos entrecortados contra su mano. Los ojos se le pusieron en blanco por inercia hasta que finalmente terminó y pudo respirar en paz. Recién ahí, Emi dejó de mover los dedos y sacó su mano de sobre su boca.
"Dios, Emi, yo..."
"No terminé con vos todavía, Evelyn," la interrumpió él, dándole poco tiempo para recuperarse de su orgasmo.
Evelyn lo miró por sobre su hombro con el ceño fruncido, completamente sudada debido a la pesadez del aire, pero Emi solo le dedicó una media sonrisa de malicia. Le acercó la palma a la cara.
"Escupí," le ordenó.
Evelyn se mordió el labio y negó con la cabeza, incrédula; todavía pegada contra la pared, todavía jadeando. Escupió sobre su mano y él usó su saliva como lubricante, envolviéndose la pija con la mano y empezando a pajearse. Evelyn quiso poder mirar, pero su posición se lo impedía y se tuvo que contentar con verlo a él empezando a jadear, soltando pequeños quejidos.
"Cogeme, por favor," le pidió ella, disfrutando la vista.
"Callate, Evelyn," contestó él, agarrando un manojo de su pelo y tirando de éste.
Evelyn soltó un grito ahogado, forzada a arquear la espalda debido al agarre del arquero en su pelo. Su respiración se agitó incluso más cuando sintió como Emi tanteaba su entrada con su glande, cubriendo su pija de la lubricación de Evelyn. Ella lo miró.
"¿Querés que te coja?" le preguntó él, todavía tanteándola pero sin darle lo que ella verdaderamente quería. "Que te garche toda como yo quiero, porque sos una pendeja sumisa, ¿o no, loca de mierda?"
"Sí, sí, soy," admitió ella sin más, asintiendo desesperada porque quería a toda costa que él le otorgue un segundo orgasmo.
Emi sonrió, sus ojos oscuros, y Evelyn no lo vio venir cuando él alzó una mano y le pegó una cachetada en el culo. Soltó un chillido y él se contentó ante su reacción, por lo que lo volvió a hacer, deleitándose al ver que una mancha roja con la forma de su mano se hacía presente sobre el cachete derecho del culo de Evelyn. La chica cerró los ojos con fuerza y Emi presionó su falo contra su entrada, pero no se deslizó en su interior.
"Abrí la boca," le ordenó él, todavía sosteniéndola del pelo para que su espalda se mantenga arqueada.
Evelyn tragó saliva e hizo lo que él le pidió, a lo que Emi se acercó a ella y escupió dentro de su boca. La chica soltó un pequeño gemido y tragó, relamiéndose los labios. Lo miró a los ojos.
"Emi, por favor, cogeme, no puedo..."
Emi la calló al deslizarse dentro de ella, con fuerza y sin previo aviso.
Evelyn soltó un alarido de sorpresa y él de inmediato empezó a embestirla con fuerza, sin darle tiempo a ajustarse a su tamaño. La chica cerró los ojos con firmeza y él aprovechó para usar su mano libre para agarrarla del cuello, ahorcándole sin medir la presión.
"¿Ya estás suplicando, trolita de mierda?" susurró, observando sus expresiones faciales mientras la cogía.
Evelyn no pudo contestar, ya que estaba demasiado extasiada ante la sensación. Las estocadas desmedidas eran tan fuertes que le generaban una sensación que se asemejaba bastante al dolor, pero a ella le encantaba, y el placer que sentía era suficiente para opacar cualquier incomodidad. Sus caderas chocaban repetidamente contra la pared con cada embestida y supo que aquello iba a dejar marcas, pero no le importó.
Emi aprovechó y volvió a atizar su culo, el otro cachete. Evelyn gimió con pesar y Emi sonrió, sádico.
"No te vengas sin mi permiso, ¿me escuchaste?" le dijo.
Evelyn no contestó, a lo que él apretó la mandíbula y redujo la velocidad de las embestidas, pero las profundizó. Golpeó su punto G repetidamente y Evelyn pegó un grito.
"Te pregunté algo, Evelyn. A mí me contestás," ordenó.
"S-Sí, entiendo... Dios, más fuerte," ahogó ella.
Emi arqueó una ceja y la ahorcó con más fuerza. "¿Más?"
"Sí, por favor," contestó ella con un hilo de voz, incapaz de respirar correctamente pero disfrutando cada minuto.
Él no lo dudó. La empezó a coger con rapidez, estocadas cortas pero tan rápidas que el placer se volvió abrumante. Le apretó el culo con fuerza y aprovechó su cuello expuesto para besarla y morderla, dejándole chupones por toda la clavícula, todavía ahorcándola. Apoyó su mano sobre una de sus tetas y la masajeó, pellizcándole los pezones.
"Emi, me voy a venir," dijo Evelyn, ahogada. "¿Puedo?"
"No," gruñó Emi, firme en su posición.
La chica dejó escapar un quejido de dolor, ya que aquella presión y el placer eran tan fuerte y en tanta cantidad que sentía que había pasado a otra dimensión. Le dolía el cuello por la posición y sus caderas estaban destrozadas, ni hablar de su culo y su zona íntima, pero no le importaba porque se sentía tan bien.
Contuvo el orgasmo lo más que pudo.
"Emi, por favor, no puedo más," suplicó.
"Te dije que no," le ordenó él, dándole un beso suave en el cachete, en contraste con sus estocadas asesinas.
Evelyn lloriqueó un poco, no sabía cuánto más podría contenerse. Sus gemidos eran ya solo gritos que hacían eco en el baño, sobrepasando el sonido de la ducha. Su piel ardía, pero a la vez estaba congelada debido a los azulejos de las paredes, y le dolía la garganta de tanto gritar.
No pudo contenerse más y tuvo su squirt, salpicando su descarga por todos lados con una sonrisa satisfecha de Emi. Evelyn gritó su nombre, pero él no redujo la velocidad. Le soltó el pelo y el cuello y dejó que ella se irguiera contra la pared, agarrándola de una cadera y presionando la otra mano contra su panza para cogérsela con más fuerza. Evelyn estaba deshecha, demasiado agobiada por el placer para siquiera mantenerse parada derecha.
"Muy bien, gordita, te portaste bien," gruñó Emi, sintiendo su propio orgasmo acercándose.
De inmediato salió de su interior y se empezó a pajear al mismo ritmo de las estocadas previas, aprovechando la descarga de Evelyn chorreando de su pija para usarla como lubricante. Agarró a la chica del pelo, sin importar que ella apenas pudiera mantenerse parada, y la obligó a arrodillarse en el piso, entre él mismo y la pared.
Ella casi pierde el balance, pero supo qué era lo que él quería, por lo que no dudó en abrir la boca. Emi de inmediato introdujo su falo a través de sus labios y la agarró de la cabeza, cogiéndole la boca con la misma velocidad que había utilizado para cogérsela a ella. Evelyn se ahogó alrededor de su miembro, sintiendo arcadas cada vez que la punta de la pija de Emi golpeaba la parte de atrás de su garganta. Se sostuvo de los muslos de Emi y cerró los ojos con fuerza ante la incómoda sensación, dejando que él use su cuerpo para su propio placer con lágrimas en sus mejillas.
Emi soltó un par de gemidos hasta correrse, procurando soltar su descarga en la garganta de Evelyn, que no dudó en tragar cada gota de su semen. Se le cerraban los ojos, los dos clímax la habían dejado estúpida, pero estaba más que contenta de ayudarlo a él.
Emi terminó de venirse con un quejido y después la miró a ella, deslizándose fuera de su boca y acariciándole el pómulo enrojecido por haber estado apoyado contra la pared mientras se la cogía. Evelyn tomó una gran bocanada de aire y tosió un par de veces, buscando recuperarse, para después limpiarse los labios con el dorso de su mano y pararse.
Casi pierde el balance al hacerlo, las rodillas todavía le temblaban. Emi se rió y la posicionó debajo del chorro para ayudarla a recuperarse, pero al sentir el agua caliente colándose entre sus piernas hasta su zona íntima, Evelyn se contrajo del dolor. La sonrisa desapareció del rostro del arquero a toda velocidad.
"¿Estás bien? ¿Te lastimé?" preguntó con rapidez, preocupado, contrastando con la brutalidad que estaba empleando hace tan solo unos segundos.
"Me dejaste hecha mierda, eso pasa." Se rió Evelyn. "Tremenda cogida me pegaste."
Emi se rió, aliviado. "Te lo merecías."
"La verdad que sí, lo disfruté mucho." Asintió ella entre jadeos suaves, sosteniéndose de los brazos de Emi para no caerse. "Me vas a tener que cargar igual, porque no me puedo ni parar."
Emi sonrió, tierno, y se inclinó para darle un pico. "No es problema, reina."
a/n –
che ya me aburrí de escribir sexo
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