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"Remember I'll
always love you."






"¡Rodrigo, dejá de tocar todo!" gritó Evelyn, tratando de impedir que Rodrigo meta el dedo en el arqueador de pestañas.

Le arrebato el pequeño artefacto de las manos y él la miró, curioso, mientras ella se lo llevaba a la cara.

"¿Para qué sirve?" le preguntó.

Evelyn lo miró por el reflejo del espejo. "Teniéndola a Tini como novia, uno pensaría que sabés más de maquillaje."

"Bue, perdón, yo uso un toque de blush nomás."

Evelyn se rió y le revoleó los ojos. "Es para las pestañas."

"A ver, ¿me puedo poner?"

La chica lo miró con las cejas alzadas, divertida, pero se encogió de hombros y se acercó a él para enchinarle las pestañas. Rodrigo se miró en el espejo extrañado mientras Evelyn lo hacía y ahogó un grito. Casi se muere de un infarto.

Evelyn se rió y se alejó. Rodrigo observó su reflejo en el espejo del baño: tenía las pestañas notoriamente más largas de un ojo que del otro. La miró a su mejor amiga.

"¿Me veo bien?"

"Diva."

Mientras Evelyn terminaba de maquillarse, Rodrigo disimuladamente le robó el arqueador y lo usó en su otro ojo (solo porque le molestaba la asimetría, claro). Después, la observó a la chica, que se terminaba de preparar.

"¿Por qué tardás tanto? Ya nos deben estar esperando," dijo. "Encima vos nunca te maquillás."

"Che, vos quisiste venir, yo no te llamé. Ahora bancatela," acusó Evelyn, señalándolo con la varita del rímel.

Rodrigo la miró con los ojos entrecerrados. "No te estarás maquillando para alguien en específico, ¿no?"

A Evelyn se le resbaló el tubito de rímel de las manos. Éste rodó hasta debajo de la encimera del baño y la chica se puso de rodillas para buscarlo, soltando una puteada bajo su aliento. Rodrigo se sonrió a sí mismo, sabiendo que la había descubierto.

"No digas boludeces," urgió Evelyn sin mirarlo a los ojos una vez volvió a pararse.

"Dibu va a estar ahí," reveló él con poco disimulo y una sonrisa pícara.

Ella no lo miró y solo se encogió de hombros. "¿Y? ¿Qué tiene?"

"No te hagas la boluda."

"No me hago la boluda. ¿Qué tiene que ver Dibu con todo esto?" Evelyn se giró hacia él, efectivamente haciéndose la boluda.

"Bueno, eh, no te vayas a poner tan a la defensiva," la jodió él. Ella revoleó los ojos. "Mirá, Eve, te conozco. Habrán pasado ocho meses, pero yo sé que vos seguís sintiendo algo por Emi."

"No," dijo ella de inmediato, guardando el rímel en el tocador. "Emi y yo somos cosa del pasado. Te lo juro. No me preparo para él. Es más, ¿sabés por qué me preparo? Porque ahora no estoy con él."

Todo eso, claro, era mentira.

Y Rodrigo bien lo sabía.

Pero no debatió más: Evelyn era una persona terca y orgullosa, jamás en su vida admitiría tener sentimientos por su ex. Rodrigo se encogió de hombros y una vez ella estuvo lista, salieron y se dirigieron hacia el boliche. Y efectivamente, Leandro les había mandado un mensaje hace quince minutos preguntándoles donde estaban.

Llegaron a eso de las diez de la noche. El boliche era un caos de personas, el bajo de la música hacía que el piso y las paredes retumben y se olía el alcohol y el cigarrillo en el aire. Dios, hace tanto que Evelyn no salía a bailar. Le cosquilleaba el cuerpo de la emoción.

Los encontraron a Emi, Enzo, Julián, Leandro y Ota cerca de la barra, en un espacio más aislado, cagándose de risa con algunos vasos de shot ya vacíos sobre la encimera. Recibieron a la pareja de amigos con una ovación un tanto exagerada, pero ellos se rieron.

Y apenas Emi posó los ojos sobre Evelyn, se dio cuenta que no iba a ser capaz de dejar de mirarla en toda la noche.

Llevaba puesto un vestido corto de satén, rojo, ceñido al cuerpo, pero con aberturas por todos lados y un escote profundo. Esa clase de vestidos que te obligan a dar un segundo vistazo – de hecho, esa era la idea de Evelyn. Quería sentirse bien por un rato, quería que la miren. Aunque ahora se daba cuenta que había olvidado considerar el hecho de que Emi no solía inhibirse cuando la miraba.

Efectivamente, Emi casi no pudo ni saludarla. Sus ojos le recorrían el cuerpo entero, le analizaban las piernas y el pecho y el cuello y por poco no se le hace agua la boca. Evelyn se puso roja y agradeció por la poca luz, aunque Emi la conocía tan bien que probablemente se estaba deleitando ante el hecho de que la había puesto nerviosa.

Dios, el superarlo se le estaba haciendo tan difícil.

Evelyn se giró hacia el resto de los chicos, buscando distraerse con otra cosa, ignorando los ojos de Emi en ella. "¿Ya están borrachos?"

"A esto," dijo Ota, haciendo un gesto con el pulgar y el dedo índice para indicar lo cerca que estaba de emborracharse.

"Pidamos otra."

Le pidieron al barman una ronda más de shots de tequila y se dispusieron a tomarla. Emi se autoproclamó el adulto responsable, por lo que decidió no tomar para así después poder llevarlos a todos de vuelta a sus casas. Además, prefería estar sobrio, porque así podría acordarse de aquella imagen de Evelyn con un vestido que por poco no le dejaba todo el orto al aire.

Les llegaron los siete shots. Emi rechazó el suyo, por lo que Evelyn decidió tomar ese también – él estuvo a punto de decirle que tenga cuidado con cuánto tomaba, pero no lo hizo.

Espolvorearon sal en los dorsos de sus manos y contaron hasta tres para hacerlo todos a la vez: lamieron la sal de sus manos, se bajaron el shot y después mordieron una rodaja de limón, haciendo muecas extrañas ante la amargura del alcohol.

"Hace tanto no tomaba esto," le dijo Evelyn a Leandro, acercándose un poco a él para que la escuche sobre la música. "Bueno, che. Me voy a bailar, manga de pajeros."

La observaron irse, medio entre risas, hasta que Leandro sintió a alguien que le clavaba un dedo en la costilla. Ahogó un grito y se frotó el área de impacto, dándose vuelta para putear a quien quiera que había sido. Lo vio a Emi.

"¿Qué pasa, boludo?" le preguntó, confundido.

"Andá a cuidarla," le dijo, haciendo un gesto hacia la pista de baile, donde Evelyn ya se había hecho amigos.

"¿Qué?"

"Yo no puedo y a veces se manda cagadas cuando está en pedo."

Leandro quiso señalar que él también pronto estaría en pedo, pero le dio un poco de miedo decir que no. Además, se dio cuenta que Emi no iba a ir él mismo porque su orgullo no se lo permitía. Por esto, suspiró y se levantó de la barra, dirigiéndose hacia Evelyn para bailar con ella.

Obvio que apenas los vio, Emi sintió una oleada de celos, pero hizo todo lo que pudo por calmarse porque vos se lo pediste y Evelyn no te pertenece, Evelyn no te pertenece, Evelyn no te pertenece...

Pronto, la mayoría del grupo estaba en la pista de baile, excepto Emi y Ota. El último parecía estar pasándosela de lo más bien con una birra en la mano y cantándole a rastras a la música. Leandro evitaba tocarla mucho a Evelyn, sabía que ella y Emi ya no eran nada pero universalmente, Evelyn siempre le pertenecería a Emi. Él sabía lo que era el arquero cuando se ponía celoso y no estaba de humor para comerse ninguna piña. Además, Leandro ahora la miraba a Evelyn y a pesar de lo que hubiera hecho hace un año, ahora no se veía a sí mismo siquiera tocándola: no solo era su amiga, sino también era la mujer de un amigo, no se iba a volver a meter ahí.

A pesar de que lo negaran, Emi y Evelyn todavía se amaban.

Evelyn no estaba enterada de nada. Emi la miraba desde la barra, hipnotizado por el movimiento de su cuerpo, tragando saliva cada vez que ella meneaba las caderas, indicando que los dos shots de tequila ya le estaban haciendo efecto.

Once y media pasadas, Emi decidió robarle un sorbo de cerveza de la botella de cerveza que había dejado Ota en la encimera antes de irse a la pista de baile. El arquero realmente no estaba muy de humor para ir a bailar, sabía que lo único en lo que podría pensar (más estando sobrio) era en que quería tocarla a ella y no podía. Prefería solo verla de lejos, que era una bendición suficiente por sí sola.

A la una, estaban todos en pedo (menos Rodrigo, que se había controlado bastante bien con el alcohol). Emi se había distraído un poco con el celular y cuando miró hacia arriba, la vio a Eve bailando con Enzo. Demasiado pegados.

No es tuya, no es tuya, no es tuya...

Fulminó al joven con la mirada. Esperaba que si lo hacía por el tiempo suficiente, Enzo se daría cuenta y se alejaría. Emi no quería hacer una escena ahora, pero el movimiento del cuerpo de Evelyn contra el del chico se lo estaban haciendo demasiado difícil.

No es tuya, no es tuya, no es tuya...

Ellos ya no eran nada, no tenía por qué ponerse celoso del hecho de que Enzo le estaba poniendo una mano en la cintura.

NO ES TUYA, NO ES TUYA, NO ES TUYA.

Ay, a la mierda.

Emi tomó un sorbo más de la cerveza y se bajó del banco de un salto para acercarse a la pista de baile. Con cada paso que daba, más fuerte le latía el corazón y más cerca veía el tsunami de problemas. Una chica se le acercó e hizo ademán de bailarle, pero él se alejó rápidamente, con los ojos puestos fijamente sobre su ex-novia. Una vez llegó hacia ellos, le puso una mano en el pecho a Enzo y lo alejó de ella, tratando de no usar fuerza para así no causar ninguna confrontación. 

"Pará, sacá la mano," le dijo.

"¿Qué?" Enzo lo miró confundido; arrastraba las palabras, estaba muy borracho.

"¡Que saques la mano!" gritó Emi por sobre la música para ser escuchado.

"¿Qué mierda hacés?" le preguntó Evelyn con el ceño fruncido, agarrándolo a Emi del brazo para que se de vuelta y la mire a los ojos.

Enzo, por su parte, se distrajo rápidamente con otra chica que pasaba por ahí, dejando a la pareja sola para resolver sus temas.

Emi se pasó una mano por la barbilla, exasperado. "Lo hacés a propósito, ¿no?"

"¿De qué hablás, Emiliano?"

Se inclinó hacia ella. Sabía que no podía decir nada, que no era su lugar (no es tuya, no es tuya, no es tuya, NO ES TUYA)... bue, se le fue la boca.

"No bailes así con otros, Evelyn. En frente mío no," le advirtió entre dientes, mirándola de cerca.

Evelyn lo observó con el ceño fruncido y soltó una risa incrédula, apartándose rápidamente de él para romper todo tipo de contacto físico. Lo fulminó con la mirada, recelosa, y salió de la pista a toda velocidad, agarrando su campera de la barra. Después, empezó camino hacia la puerta del boliche mientras se vestía el abrigo. Emi miró a su alrededor y soltó un bufido, sabiendo bien que estaba en buen camino para cagarla, pero la siguió igual, alcanzándola justo cuando ella salía por la puerta.

Dejaron el boliche y el aire frío los invadió de inmediato, entrada ya la medianoche. Evelyn hizo ademán de seguir caminando un poco más por la vereda, abrazándose a sí misma para protegerse del frío, pero Emi le agarró un brazo y la obligó a darse vuelta hacia él. 

"¿A dónde vas?" le preguntó.

La soltó apenas se dio cuenta que la había agarrado demasiado fuerte.

"¿Qué chota te importa a vos?" escupió ella, impulsada por el alcohol en su sistema.

"Importarme, me importa, Evelyn. Dejá de actuar como una pendeja."

Ella frunció el ceño. "¿Yo? Me parece que te estás confundiendo."

"¿Estás tratando de ponerme celoso a propósito?" le preguntó él sin rodeos, tensando la mandíbula, tratando de contener su enojo.

Evelyn lo miró fijo y relajó la expresión. "Vos y yo no somos nada, Emiliano. ¿O te olvidaste?"

"Dale, no te hagás la boluda, Evelyn. Vos sabés perfectamente que nosotros somos algo."

Se quedó muda porque él tenía razón. Se soltó de su agarre de una sacudida.

"Qué difícil que me la hacés, eh," le dijo mientras negaba con la cabeza, exasperada.

"Separarnos fue tu decisión."

"No, decisión no. Era la única opción. Es distinto."

"No me importa. Yo no voy a actuar como si no pasó nada cuando te amo todos los días de mi vida, Evelyn. Y me cuesta que a vos te sea tan fácil."

"Dios, Emi, ¿vos pensás que es fácil?" Evelyn levantó un poco la voz. "¿No entendés que yo quiero que vos seas feliz? No puedo darte lo que querés, ¿por qué seguís buscándome?"

"Porque no puedo alejarme de vos, Evelyn. ¿Cómo hago para que lo entiendas?" Se lo veía desesperado.

Evelyn apartó la mirada y negó con la cabeza. "Tenés que intentar, Emi. En algún momento te vas a dar cuenta y me vas a agradecer. Ahora duele. A mí también me duele. Pero si volvemos a estar juntos, vamos a tener que hacer sacrificios que ninguno de los dos quiere hacer."

Se quedaron callados. Emi se irguió y la miró, dolido. No sabía por qué siempre era él el que terminaba rogando. Negó con la cabeza lentamente, sin poder creer que ella realmente quería terminar con todo así como así, a pesar de que él sabía que ella lo extrañaba.

Quizás había habido una parte dentro suyo que había creído que esos ocho meses habrían servido para que Evelyn se diera cuenta de que lo amaba. Y quizás lo amaba. Pero él nunca lo sabría.

Tragó saliva y entendió que Evelyn no estaba tratando de lastimarlo.

"Bueno," dijo, rendido. No quiso decir nada más.

Evelyn sabía que si él hubiera seguido insistiendo, seguramente la habría convencido. Una parte suya agradecía que él había decidido frenar, pero a la otra parte le dolía tanto todo que le daban ganas de gritar.

"¿Querés que te lleve a tu casa?" preguntó Emi con la voz temblorosa; parecía estar conteniendo un sinfín de cosas.

Evelyn tragó saliva y apartó la mirada. "Le pido a Rodrigo, está bien."

A Emi le dolía el pecho. Mucho. Se preguntó si estaría teniendo un ataque el corazón. Se preguntó si era posible morir de un corazón roto. 

Pero es que ellos no habían realmente terminado esa tarde de febrero hace ocho meses. Recién ahora su historia llegaba a su fin. Recién ahora dejaban de llenar páginas. 

Eso creían.

Evelyn le dedicó una última mirada a través de ese silencio traicionero. Después, volvió a entrar al boliche antes de que se le fuera la boca, abrazándose a sí misma pero no por el frío, sino porque sentía que si soltaba, se desmoronaría.














a/n –
ustedes ya no me creen si les digo que esto termina bien no?

bueno che sumisión quedó nominada en la segunda etapa de los awards de allanggels como mejor fanfic del dibu , vayan a votar ya!!

voy a intentar subir capítulo hoy a la noche!

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