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a/n: aclaración rápida antes del capítulo, porque vi que varias personas lo comentaron: emi NO va a dejar a evelyn, no por otra chica. eso sí: emi ahora está muy enojado con ella. en este capítulo, para que no la bardeen (juju) evelyn va a explicar porque ella también está enojada y por qué dijo lo que dijo. y se vienen capítulos intensos. mantengan la mente abierta mis amores. listo chau.














Emi había dormido en el sillón. No porque Evelyn no lo hubiera dejado entrar a la habitación (de hecho, aún no habían cruzado palabra desde la pelea la noche anterior), sino porque el orgullo de Emi no se lo permitía. Quizás era una idiotez, pero recostarse en la misma cama que ella de alguna manera se sentía como un acuerdo tácito de reconciliación y él no quería perdonarla tan fácilmente. Por lo que prefería mantenerse alejado por ahora.

No había podido pegar ojo en toda la noche; no solo porque no entraba en el sillón, sino también porque la cabeza le daba vueltas y vueltas. Había tenido tiempo de pensar mucho en lo que ella le había dicho y honestamente, ya no estaba ni seguro de cómo se sentía, si enojado o triste o decepcionado o qué. Pero sí tenía muchas preguntas.

¿Evelyn realmente creía lo que dijo o solo lo había dicho para lastimarlo?

¿Cómo se sentía ella ahora? ¿Culpable? ¿Enojada?

Si sus palabras eran reales, entonces todo lo que habían vivido, ¿qué era?

La lista seguía.

La culpaba en gran cantidad. Las últimas palabras de Evelyn se repetían en su cerebro como un disco rayado y cada vez le dolía más, porque cada vez le pegaban más fuerte. Trataba de convencerse a sí mismo que había sido el alcohol y la calentada del momento, pero cada vez se creía menos.

Emi también sabía que él no había estado completamente bien al presionarla, que era verdad que había pasado solo una semana y él ya estaba reclamando cosas cuando no era su lugar. De hecho, si Evelyn no hubiera dicho lo que dijo, entonces el que hubiera tenido que disculparse habría sido él, por empujarla hacia algo para lo que ella todavía no estaba lista. Lo admitía. Pero la desesperación le había podido y escucharla decir que quizás no lo amaba después de hacerse la mentalidad de que la iba a esperar hasta el fin del mundo, le rompió el corazón.

Ahora, sin embargo, no planeaba pedirle perdón a nadie. Realmente no tenía idea de cómo se sentía Evelyn, pero deseaba que estuviera arrepentida de lo que había hecho, quería que ella entienda la magnitud del dolor que le había causado. Decirle que todo lo que tenían, todo lo que habían construido, era solo sexo; decirle que no iban a funcionar, que no quería estar con él ni casarse con él ni tener hijos con él; decirle que no lo amaba; lo había hecho mierda.

En un arrebato de desesperación, Emi lo había llamado a Leandro la noche anterior y le había contado todo, sintiendo la creciente necesidad de sacárselo del pecho. Leandro lo había escuchado con paciencia; no le había dado consejos porque no había nada para aconsejar. Le había dado la razón, pero también había hecho hincapié en que Evelyn estaba borracha, estaba cansada y estaba enojada, por lo que enfrentarla en ese momento había sido una mala decisión por parte de Emi. Y considerando lo que él había hecho previo a las palabras de Emi, le hizo notar que, cuando él y Evelyn se hubieran arreglado, él también tendría que disculparse. 

Pero no antes que ella.

Ahora, eran eso de las siete de la mañana. Era un día nublado, para colmo.

Evelyn estaba en su habitación, en la cama, con las cortinas abiertas, dejando que el sol se escurra dentro de la pieza. Ella observaba las nubes grises y enojadas y el mar activo, con Sacacorcho sobre su pecho (Jaime dormía con Emi). Ella tampoco había dormido en toda la noche, su corazón todavía estaba desbocado desde la noche anterior, ya no sabía ni qué pensar porque tampoco sabía qué era lo que pensaba Emi. Estar tan desinformada la mataba.

Se sentía mal, eso lo sabía. Todo lo que había dicho había sido meramente para lastimarlo y ahora se arrepentía horrores, porque entendía la sensación que probablemente tenía Emi de estar dándolo todo y no recibir nada a cambio. No sabía cómo solucionarlo, ella quería poder darle lo que el quería pero le costaba más de lo que debería y por eso había empezado a terapia, pero aquella pelea había sido como dar quince pasos hacia atrás, y haberle dicho lo que le dijo en la calentada del momento había sido un completo error. Se sentía culpable, tenía un nudo en la garganta y lo único que quería hacer era disculparse.

La pelea también le hacía pensar que quizás enamorarse tanto de un hombre más grande había sido una equivocación, un mal movimiento de su parte. Obviamente – ahora se daban cuenta – estaban en etapas muy diferentes de sus vidas: él quería casarse, quería instalarse con alguien, quería tener una familia, y ella recién estaba aprendiendo a amar. No veía cómo podían funcionar.

Aún así, quería que funcionen. Ella lo amaba a Emi y perderlo le daba pánico, por lo que había considerado la opción de seguir viviendo en aquella nube de ensueño por algún tiempo más. Sabía que, apenas encontrara las palabras correctas, le pediría perdón para acabar con ese infierno. 

Pero no antes que él.

Quizás era egoísta por pensar de esa forma, quizás estaba equivocada o quizás era una mala persona, pero ella también quería que él le pida perdón. Donde estaba dándolo todo para ser mejor, él básicamente le había dicho que no era suficiente. Escucharlo decir que necesitaba una respuesta ahora, cuando él sabía que ella no podía dársela, le dolía.

El gato en el pecho de Evelyn ronroneaba tranquilo, agradecido por su dueña, que le rascaba las orejas ausentemente. La chica no se había movido de esa posición en toda la noche, observando a través de la ventana, pensativa. Estaba físicamente adolorida y le dolía la cabeza, y ni quería pensar en lo cansada que se debía ver.

Su teléfono vibró desde la mesita de luz. Evelyn giró la cabeza y no se movió ni para fijarse quién era, ya que no quería contestar. Temía largarse a llorar si abría la boca; honestamente, le sorprendía no haber llorado aún. Escuchó el vibrar del teléfono por algunas segundos hasta que pronto, para su suerte, éste dejó de sonar.

Un silencio ensordecedor otra vez. Ya ni lo escuchaba a Emi respirar desde el otro lado de la puerta.

Sacacorcho abrió los ojos y la miró fijo, adormilado. Maulló suavemente, se paró sobre su pecho y se pegó una buena estirada, para después echar un vistazo a su alrededor y caminar unos pasos hacia adelante. Se enterró en el cuello de Evelyn y le lamió el hombro con su lengua áspera. Ella lo acarició. El teléfono empezó a sonar de nuevo.

Evelyn soltó un suspiro. Realmente no estaba de humor para hablar con nadie, sentía que su estado actual la iba a impulsar a decir o hacer cosas que no quería, por lo que prefería mantenerse alejada del mundo real por un rato hasta que se sintiera mejor. Pero la persona que la llamaba parecía estar muy desesperada, porque apenas dejó de sonar el teléfono, llamó por tercera vez.

Evelyn le pegó un manotazo al colchón, sobresaltando a Sacacorcho, y se estiró cuidadosamente por sobre el felino para agarrar el dispositivo. El identificador de llamadas leía Rodri y a Evelyn aquello le generó un poco de confianza porque su mejor amigo la conocía como la palma de su mano, pero también le extraño le llamada. Atendió.

"¿Hola?"

"¿Qué pasó?" dijo Rodrigo apenas escuchó la voz de su mejor amiga – sonaba desesperado.

"¿Qué pasó con qué?"

"Con Dibu."

Evelyn frunció el ceño, preguntándose cómo se había enterado, pero decidió no decirle nada. "No pasó nada."

"No me boludees. Lo llamó a Leandro a las tres de la mañana y estaba hecho pija."

Era verdad. Emi le había contado todo a Leandro, y Leandro le había contado todo a Rodrigo, por lo que Rodrigo ya sabía qué había pasado, pero quería que Evelyn decida contarle por sí misma. Si la encaraba ahora, ella probablemente se enojaría.

Y Evelyn no pudo mentirle, pero tampoco le dijo toda la verdad.

"Nada. Discutimos."

"¿Nada?" Rodrigo suspiró, exasperado. "Dale, no seas boluda. Contame qué pasó."

Evelyn dudó. Se quedó callada por un momento, no sabía si quería contarle porque sabía todo lo que él podía decirle al respecto. Pero a fin de cuentas, Rodrigo era su mejor amigo, así que eventualmente se lo dijo de todas formas. Empezó a hablar con lentitud y vacilación, en intervalos, con la voz bajita y un sabor amargo en la lengua, y le contó todo.

Cuando terminó, Rodrigo se quedó en silencio y Evelyn solo escuchó su respiración distante del otro lado de la línea por algunos segundos. Después de un minuto, se empezó a preocupar.

"¿Estás ahí?"

"Sí, sí, estoy pensando," contestó su mejor amigo. Soltó un suspiro prolongado. "Mirá. Si te digo la posta, Lean ya me contó todo lo que le dijo Dibu, así que estoy tratando de entender las dos versiones."

Evelyn se quedó callada.

"Emi está muy enojado, Eve. Pero también está muy triste. Y te quiere pedir perdón, pero quiere que vos le pidas perdón primero," explicó, triste.

"¿Por lo que dije?"

"Sí."

Evelyn se pasó una mano por el pelo, frustrada, y después volvió a acariciar al gato para relajarse un poco, pensando en qué hacer. El ronroneo del felino contra su pecho hacía que le vibre todo el cuerpo y le generaba una sensación de tranquilidad que lograba calmarla.

"Estaba enojada," le dijo Evelyn, encogiéndose de hombros. "Él me estaba presionando para que le diga si podía sentar cabeza conmigo y me hizo enojar. Que me empuje me pone de orto, yo pensé que habíamos acordado en que me iba a esperar. Entiendo la desesperación, pero que me haya presionado así..."

"Sí, ya sé, Eve. Y se siente mal por haberlo hecho," dijo Rodrigo, comprensivo. "Pero vos no te podés esconder atrás de la fachada de tus problemas cada vez que surge algo, no podés abusar de eso porque tener problemas no justifica cada cagada que te mandás. Tenés que poder superar. Ya sos adulta, Eve, estás yendo a terapia y estás tratando de mejorar."

El comentario no le agradó mucho, pero contestó con calma, tratando de hacerle llegar su punto.

"No, ya sé eso, Rodri," dijo, pensando en cómo formular lo que quería decir. "Pero yo no me estoy escondiendo. No estoy abusando de nada. Si era por mí, si seguíamos de esta forma, yo podría haberle dicho que lo amaba el mes que viene sin ni siquiera mencionar mis problemas. Pero él vino y me empezó a presionar y a mí ahí ya no me queda otra que decir la verdad."

Hizo una pausa.

"Decirle que lo amo me parece un montón. Lo amo, pero todavía necesito un tiempo más para poder decírselo a la cara. Y no estoy hablando de años. Estoy hablando de semanas, capaz incluso días," explicó ella. "Que él venga y me presione por una respuesta solo nos deja de vuelta en el punto de partida. Él fue el que empezó la pelea y él fue el que después de una sola puta semana me empezó a apurar. Estábamos bien."

"Te dio una opción, Eve," contestó Rodrigo, entendiendo su punto pero debatiéndolo igualmente. "Te preguntó si podía sentar cabeza con vos."

"Si, eso, o me dejaba. ¿Vos pensás que yo quiero que me deje? Puede hacerme de todo, pero eso no." Evelyn negó con la cabeza, adolorida; tan solo pensarlo la lastimaba. "Si me quiere dejar porque queremos cosas distintas, la verdad es que yo lo entiendo completamente. Me duele horrores, pero lo entiendo. Pero si me quiere dejar porque yo no le puedo dar lo que quiere ahora, cuando podría dárselo dentro de, no sé, unos meses... eso me parece casi incluso un poco irrespetuoso, sabiendo que él me dijo que me iba a esperar todo el tiempo que necesitara."

Rodrigo se quedó callado.

"Y todo lo que le dije... obviamente no creo eso," finalizó Eve. "Ayer literalmente estaba hablando con Sofía sobre hijos y matrimonio. Y lo que le dije a Emi se lo dije por bronca. Porque él necesita una respuesta que no se la puedo dar ahora, y me empujó a que se lo diga, entonces solo quise decir algo para lastimarlo. Y voy a pedirle perdón por eso, obvio, pero yo no soy la única que hizo algo malo."

El chico suspiró. Sabía que Evelyn era una persona terca, pero también sabía que Emi era terco, lo cual suponía un problema. Ninguno de los dos pediría perdón a no ser que el otro pidiera perdón primero, y eso los dejaba en un callejón sin salida. Alguno tendría que ceder eventualmente.

"Yo opino que de todas formas le deberías pedir perdón," dijo Rodrigo, tanteando el terreno mientras negaba con la cabeza. "No podés esperar a que se disculpe si él está esperando que vos te disculpes. Es un impase."

Evelyn abrió la boca para contestar, pero antes de que pudiera, escuchó el ruido de la puerta de entrada y el corazón le dio un vuelco. Sacacorcho saltó de su pecho y fijó la vista en la puerta cerrada de la habitación, ya que también había escuchado el portazo proveniente de afuera. A Evelyn le surgió un repentino pensamiento que le generó angustia, pero no, no podía ser.

"Te tengo que dejar," le dijo a Rodrigo con el corazón desbocado. "Después hablamos."

El chico estaba a medio saludar, pero Evelyn ya había cortado la llamada. Sacacorcho saltó de su pecho y se dirigió hacia la puerta de la habitación, empezando a rascarla con las uñas para que Evelyn abriera. Ella dejó el teléfono en la cama y salió de la habitación junto con el gato.

En el sillón había una manta arrugada y dos almohadones apilados, en los cuales estaba reposado Jaime, y Evelyn supo que Emi había dormido ahí. Pero todo el resto de la casa estaba vacía. La chica dio una vuelta por el espacio, se fijó en el baño y en la cocina e incluso en el lavadero, pero Emi no estaba por ningún lado. La única evidencia de él era su ropa en el armario, la taza de café a medio tomar en la mesada de la cocina y sus cosas, que permanecían intactas justo donde las había dejado. Eso a Evelyn le generó cierta confianza, pero todavía temblaba de pies a cabeza.

Había muchas explicaciones plausibles a aquello. Emi podía haber ido al supermercado, a comprar más comida para los gatos (se encontraban en falta), a caminar, a despejarse... pero lo único que se le ocurría a Evelyn era que él la había dejado. Quizás era un pensamiento impropio, pero un pesar se apropió de su cuello y de repente, le costaba respirar.

Jaime la miró desde el sillón, extrañado. Se paró, se desperezó y saltó hacia ella, restregándose por entre sus piernas, preguntándose por qué Evelyn temblaba. Sacacorcho estaba distraído tomando café de la taza que había dejado Emi en la barra.

Evelyn corrió de nuevo hacia su habitación y agarró el teléfono, un manojo de nervios. Le temblaban las manos mientras lo llamaba a Emi y se llevaba el teléfono al oído. Trató de calmar su respiración, no sabía por qué estaba tan agitada, pero las alarmas en su cerebro le gritaban que él la había abandonado. Tenía miedo, tanto que era capaz de dejar su enojo y terquedad de lado solo para rogarle a Emi que volviera, porque vivir sin él le parecía algo imposible de hacer.

El teléfono sonó cuatro veces y Emi contestó.

"¿Hola?" dijo él, con un tono de voz monótono y totalmente críptico que indicaba que su enfado todavía permanecía intacto.

"Em... Emi, ¿dónde estás?" preguntó ella con un hilo de voz, sosteniendo el teléfono con las dos manos porque temblaba tanto que temía que se le caiga.

Emi no contestó de inmediato. Se quedó pensando, preguntándose si la había escuchado correctamente. Seguía enojado, pero la voz temblorosa de la chica lo preocupaba.

"¿Estás bien?" preguntó genuinamente en lugar de contestar.

Evelyn asintió frenéticamente, incapaz de formular una palabra debido al nudo en su garganta, pero después se dio cuenta que Emi no podía verla entonces no le quedó otra que contestar que sí (no era del todo verdad). Volvió a repetir su pregunta.

"¿Dónde estás?"

"Salí a comprar comida para los gatos, pero creo que me dejé la billetera," dijo sin expresar ninguna emoción con la voz. Hubo un momento de silencio. "Sí. Ahora vuelvo. ¿Estás bien?"

Evelyn soltó un respiro de alivio y por fin logró calmar su respiración. Volvió a asentir enérgicamente, carraspeando para deshacerse de la sequía que se había apoderado de su boca.

"Sí, sí. Estoy bien," contestó, sin mencionar el hecho de que por un segundo había creído que él la había abandonado. "Está en la mesita de entrada."

"¿Qué cosa?"

"La billetera."

"Ah. Ahí voy."

"Bueno."

"Bueno."

Un momento de silencio. No querían cortar, pero cortaron igual.

"Chau," dijo Eve.

"Chau," le contestó él.

Después, el pitido del teléfono, que indicaba que la llamada había terminado.














a/n –
se vienen unos capítulos agridulces chiquis, pero no dejen de leer porque les juro que esto tiene un final feliz y todo gracias a la ayuda de ravenclswift <3

falta re poco para que se termine sumisión ayudaa la puta madre

predicciones?

el siguiente capítulo lo subo si este llega a 200 votos 🤭

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