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advertencia: +18.






"No me puedo dormir."

Emi abrió los ojos al escuchar la voz de Evelyn. No podía verle la cara, ya que ella le daba la espalda, pegada a su pecho, con los brazos del hombre firmemente envueltos alrededor de su cintura. Él tenía el rostro contra el hueco de su cuello y tampoco podía dormir, la verdad, pero estar en esa cama recostado, rodeado del aroma de su novia, sintiendo su piel caliente, le era suficiente consuelo.

El ventanal frente a la cama matrimonial atisbaba al océano, otorgándoles una vista directa al mar. Podían ver las estrellas desde la cama y no se habían molestado en cerrar las cortinas, buscando poder despertarse a tiempo para ver el amanecer (aunque sin saber que no iban a poder ni dormirse). El vaivén de las olas del mar les proporcionaba un agradable ruido de fondo, algo así como la señal aleatoria del sonido blanco, que se escuchaba distante y constante, pero emanaba tranquilidad. Estaban enredados entre las sábanas de seda, eran eso de las cuatro o cinco de la mañana y ninguno de los dos había podido pegar ojo todavía, aunque no se habían movido de aquella posición en toda la noche.

Sacacorcho era el tercero en discordia, hecho un ovillo contra el pecho de Evelyn, durmiendo tranquilo y ronroneando cada vez que respiraba. El sonido era parecido al rugido de un camión. Jaime, por su parte, estaba recostado (más bien, despatarrado) a los pies de  la cama, con la cabeza apoyada en la pierna de Emi y también dormitando bonancible.

Era la noche del día de su pelea. Ambos Emi y Evelyn se encontraban todavía medio sensibles, pero sabían hallar alivio el uno en el otro.

"Yo tampoco," confesó Emi.

Evelyn se hubiera dado vuelta, pero no quería despertar al gato entre sus brazos, por lo que se limitó a acurrucarse más cerca del pecho de Emi. Él le besó el hombro; ahora, ambos tenían los ojos abiertos, como en un silencioso acuerdo de vigilia.

"Corchito ronca como un camión," dijo Evelyn.

"Sí, lo escuchó." Se rió él.

Emi estiró una mano por sobre la cintura de Evelyn para rascarle el cuello al animal con un dedo. Sacacorcho se restregó contra su mano, complacido ante las caricias.

"¿Qué hora es?" preguntó Eve.

"Deben ser las cuatro y media. Cinco menos cuarto."

"Ah." Ella asintió. "¿Salimos a caminar a la playa?"

"Uh, sí."

Evelyn sonrió cuando Emi aceptó su propuesta. Se levantaron lentamente, tratando de no despertar a los gatos, pero los pequeños felinos saltaron casi de inmediato de todas formas. Mientras Sacacorcho seguía a la pareja hacia el vestidor, Jaime se apropiaba de la cama, recostándose justo en el medio del colchón para ocupar así todo el espacio que le era posible.

Evelyn y Emi se pusieron abrigos sobre los pijamas (en el caso de Emi, también una remera), pero no se molestaron en calzarse. Mientras dejaban la casa, Emi le envolvió los hombros a Eve con un brazo y se dirigieron de inmediato hacia la playa, donde la arena fría les hizo cosquillas en los pies y el sonido blanco de las olas se magnificó notoriamente. 

"Luna llena," señaló Evelyn, cansada, sintiendo los párpados pesados, pero incapaz de pegar ojo.

"Es verdad."

La playa estaba completamente desierta. Se acercaron hasta la orilla y tocaron el agua con los pies, empezando una caminata sobre la delgada línea entre el mar y la arena; con frío pero juntos, así que cálidos. 

"Evelyn, ¿te querés mudar conmigo?" le preguntó Emi a su novia, sin ponerle mucho peso ni pensamiento a la oferta.

Evelyn lo miró con el ceño fruncido. "¿Cómo?"

"En la casa de Argentina. Vivimos juntos en las vacaciones."

La chica se rió. "Y después cada uno vuelve a su club."

"Claro. Me parece que es momento de empezar a avanzar hacia adelante con esto. Y vivir juntos está bueno, como para arrancar."

Evelyn asintió. Técnicamente, ya vivían juntos, ya que antes de dejar Argentina, ella había pasado más tiempo en la casa de Emi que en la suya propia. Sabía lo que era irse a dormir con él, levantarse con él; desayunar, almorzar, cenar con él; hacer cosas con él, no hacer nada con él. Para Evelyn, mudarse juntos, propiamente dicho, no era nada más que ponerle un título a lo que ya tenían. Le parecía de lo más bien.

"Dale," le dijo. "Me vas a tener que hacer una copia de tus llaves."

"Es verdad." Emi se sonrió, contento de que la oferta no la había asustado, cosa que hubiera sucedido un par de meses atrás.

Evelyn por fin estaba lista de avanzar con esa relación, y eso lo ponía feliz, porque significaba que finalmente estaba llegando a un lugar en su vida en el que se sentía bien mental y emocionalmente. Ella confiaba en él y lo quería, y capaz lo amaba, y en retrospectiva, eso era un montón.

"Estoy pensando en teñirme de rubio."

Emi se dio vuelta hacia ella, horrorizado. "¿Eh?"

"Sí. Creo que me hace falta un cambio. Y el rubio está bueno, ¿no?"

"¿Pero si el morocho te queda bien...?"

"Sí, bueno, no sé. Capaz solo me lo corté," explicó ella, tocándose el pelo, pensativa. "¿Qué decís?"

"Yo digo que me parecés hermosa de todas formas. Rubia o morocha," dijo Emi, encogiéndose de hombros. "Pero no hagás nada de lo que te vayas a arrepentir."

"El que tenga miedo a morir, que no nazca."

Emi se rió afectuosamente, justo cuando llegaban a un área de la playa perteneciente a un hotel; la orilla estaba ocupada por reposeras y sombrillas hawaianas, pero a esa hora, todos dormían por lo que no había nadie. Se acercaron a una de las reposeras y decidieron frenar ahí, aprovechando que la playa a su alrededor se encontraba aún completamente vacía.

Tomaron asiento (bueno, en realidad, Emi se recostó y Evelyn se tiró arribo suyo, boca abajo, para así poder apoyar el cachete contra su pecho y escuchar los latidos de su corazón) y descansaron tranquilamente, con una suave brisa soplándoles en la cara. Evelyn usaba su dedo para acariciar el abdomen del hombre por debajo de su remera, completamente inconsciente de que el chico se estaba tensando cada vez más ante el contacto.

"¿Alguna vez te cogieron en la playa?" preguntó Emi de repente, con la voz suave y ronca.

Evelyn frunció el ceño y levantó la vista. "Eh. ¿No?"

"Bueno, mejor." Asintió Emi para sí, apoyándole las manos en el bajo de su espalda.

"¿Por?"

Él sonrió con descaro, de esas sonrisas que indicaban que tenía algo planeado. "Porque entonces voy a ser el primero."

Evelyn soltó una risa incrédula. "Te juro que pareces ninfómano, Emiliano."

Él tarareó una respuesta afirmativa a la vez que la tomaba de la cintura y los daba vuelta, para así poder estar encima de ella. Evelyn alzó las cejas y ahogó un pequeño grito cuando sintió los labios de Emi de inmediato sobre los suyos, besándola con fervor, masajeando el interior de su boca con su lengua y calentando el beso rápidamente.

Le atacó la boca con fuerza, dejándole poco espacio para respirar completamente, por lo que se tomaban descansos muy breves entre beso y beso para poder recuperar el aliento. Emi le tomaba el labio inferior en su boca y succionó en éste, la mordía, apropiándose de su boca hambrientamente. Después de algunos minutos, los labios de ambos ya estaban completamente rojos e hinchados.

Emi le mordió el labio inferior con fuerza, tirando de éste con sus dientes, y enredó su lengua con la de Evelyn, saboreándola a la vez que la obligaba a separar las piernas para posicionarse entre éstas. Una vez lo logró, usó una mano para tomar la mandíbula de Evelyn con fuerza, para así echarle la cabeza hacia atrás y otorgarse a sí mismo acceso completo a la piel de su cuello. Él le besó la garganta hambrientamente, mordiéndola y marcándola, deslizando una mano por debajo de su remera para encontrar sus pechos. Jugó con sus pezones mientras succionaba sobre la piel debajo de su oreja, todavía sosteniéndole la mandíbula con fuerza, y Evelyn no pudo evitar gemir mientras su respiración comenzaba a acelerarse.

Se mantuvieron en el mayor silencio que les fue posible, secundados por el sonido de las olas y la leve brisa que les erizaba las pieles. La respiración de Evelyn se perdió rápidamente con el viento. Emi le recorrió el abdomen con la mano hasta que llegó a su short, el cual bajó por sus piernas junto con su ropa interior para así revelar su centro. Gateó hacia abajo y se niveló con su vientre.

"Estás desesperada, veo," dijo Emi con una sonrisa al ver que la lubricación de la chica se acumulaba entre sus piernas. Se agachó para besarle el interior de los muslos con gentileza.

"No me hagas esperar porque la próxima vez que te ate las manos, no te las voy a soltar," le contestó ella entre jadeos, indirectamente demostrándole su desesperación.

A Emi la emoción le burbujeó en el pecho al escuchar eso de 'la próxima vez', pero no lo admitió en voz alta.

En vez de eso, sonrió y le mordió suavemente el muslo. "Sí, señora."

La miró a los ojos y escupió sobre su centro, de inmediato conectando su lengua con su clitoris para poder estimularla correctamente. Evelyn soltó una cadena de respiraciones agitada y enterró los dedos en el pelo de su novio, tirando de éste suavemente y ganándose un gemido de parte del hombre, que ahora se encargaba de complacerla con su lengua.

"Dios..."

Emi recorrió su intimidad por algunos segundos, tomando su clitoris entre sus labios, con las piernas de Evelyn por sobre sus hombros y haciendo uso de sus manos para apretarle los muslos con fuerza. La chica arqueó su espalda y movió las caderas contra la cara de Emi, buscando sentir más, por lo que el chico le hizo caso y lentamente deslizó su lengua en su interior.

"La puta madre, Emiliano," exhaló la chica, tirando de su pelo ahora con más fuerza, echando la cabeza hacia atrás, respirando tan agitadamente que se le secaba la boca.

El chico sonrió, asintió y tarareó una respuesta, engreído, cogiéndosela con la lengua. No dudó en también estimular su clitoris con sus dedos, trazando círculos alrededor de éste, buscando maximizar las sensaciones de placer. La saboreó y sonrió ante la sensación, alejando su rostro de entre sus piernas. Se acercó hacia ella y la besó, recostándose de costado a su lado a la vez que deslizaba sus dedos medio y anular en su interior.

"Mierda," dijo Eve entre el beso, aferrándose a los amplios hombros del chico.

"Te gusta, ¿eh?"

"Sí. Dios, sí."

Emi acarició su interior con sus dedos, observándola de cerca mientras ella gemía de placer, con los labios de ambos rozándose el uno contra el otro, pero nunca cerrando la distancia para finalizar el beso. Emi estimuló su punto G y Evelyn arqueó la espalda, soltando un grito; sentía ya una presión en su cuerpo, un calor que la abrazaba e indicaba su orgasmo.

Mientras deslizaba sus dedos dentro y fuera de ella, Emi usó su mano libre para envolverle el cuello, ahorcándola con fuerza y sin vergüenza, y el mareo que sintió Evelyn solo logró potenciarle las sensaciones.

"Me voy a venir, Emi... Dios mío, ahí," dijo en una exhalación; su pecho se inflaba y desinflaba a tal velocidad que podría haber estado hiperventilando.

"¿Ahí?" repitió Emi, deslizando un tercer dedo en su interior y aplicando una suave presión sobre su cuello, inclinándose para besarle la mandíbula.

Con un último vistazo a sus ojos en aquella cercanía íntima, Emi volvió a bajar para así estimular el área sensible una vez más con su lengua, a la vez usando sus dedos para complacerla. Evelyn se retorció y sintió como su orgasmo se acercaba.

"Emi, Dios," gimió.

A él le encantaba que ella dijera así su nombre, por lo que tuvo que apoyar las caderas contra la reposera, sintiendo como toda la sangre fluía hasta su entrepierna. Evelyn miró hacia abajo y verlo a Emi sosteniendo el contacto visual con ella fue el desencadenante final de su orgasmo, el cual le llegó repentinamente, haciéndola proferir un grito y una sarta de gemidos desesperados, cada uno más fuerte que el anterior.

Él la ayudó a sobrellevar la sensación, moviendo su pulgar en círculos sobre su clitoris mientras recolectaba su descarga con la lengua. Evelyn gimió con fuerza; gemido tal que hubiera sido escuchado y mal visto por cualquiera si la playa no hubiese estado vacía.

Ella transpiraba y jadeaba, acabando en la boca de Emiliano, retorciéndose sobreestimulada ante el placer. Una vez logró bajar de su clímax, él por fin se alejó de entre sus piernas y ella abrió los ojos perezosamente, sintiéndose en una nube. Emi sonrió y sacó la lengua, enseñándole el líquido blanco sobre ésta, y Evelyn exhaló profundamente.

Lo observó mientras él gateaba sobre ella, acercándose a su rostro para besarla y así hacerla sentir el sabor de su propia descarga. Evelyn dejó escapar un gemido entre el beso.

Emi se alejó y la miró con una sonrisa que emanaba nada más que pura arrogancia. Le guiño un ojo y le habló con un tono de voz empalagoso, tal como el que se utiliza para hablarle a un bebé. 

"¿Tenés sueño, mi vida?"

"Andá a cagar," le contestó ella, buscando atenuar sus jadeos.

Emi correspondió a aquello con una sonrisa y le besó el cachete. "¿Vamos a casa?"

Evelyn asintió desesperadamente. "Nuestros hijos nos deben estar extrañando ya."

"Y bueno, es que sos adicta a mí. Soy tan bueno haciendo que te corras que te aprovechás de mí en una playa a las cinco de la mañana."

"Soberbio de mierda."

Emi se rió y la ayudó a levantarse.






a/n –
capítulo aburrido, ando sin inspiración

dejen recomendaciones para el siguiente capítulo porfa, que ando bloqueadísima >

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