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Emi había alquilado una casa relativamente chiquita, pero aquello no le quitaba belleza. Estaba ubicada justo al borde de de la playa Ornos, en Mykonos, y era amplia, con ventanales gigantes que le proporcionaban una buena iluminación solar y una vista hermosa. Pisos de cerámica y alfombrados, plantas de plástico en las esquinas, cuadros abstractos, decoraciones minimalistas de mimbre y muebles a la par que lograron cautivar a la pareja casi de inmediato.
Eran eso de las cuatro y media de la tarde. No habían pasado ni treinta minutos en aquella casa y ya habían encontrado alguna forma de comerse la boca el uno al otro en todas las superficies posibles; habían empezado contra la pared ni bien entraron y Emi después la había alzado para apoyarla contra la encimera de la cocina. De ahí, habían pasado a la mesita ratona en el living, después al sillón y habían acabado inevitablemente en el piso, cagándose de la risa.
Evelyn vio eso como la señal para levantarse y echarle un vistazo a la casa. Dieron vueltos, maravillados, pero la belleza no terminaba ahí. Captivados, se dirigieron hacia lo que sería su habitación para dejar sus bolsos. Cuando entraron, les sorprendió descubrir que la pared frente a la cama matrimonial era nada más ni nada menos que otro ventanal más, dando al mar, lo que implicaba dormir la siesta con una vista de ensueño. Escuchaban el ruido de las olas y las gaviotas y se sentían en una película.
"A la mierda, Emiliano," dijo Eve, soltando sus bolsos y acercándose al ventanal para presionar su cara contra éste como una nena. "¿Cuánto te salió todo esto?"
"Dejá de preguntar eso, Evelyn." Se rió Emi, agarrando los bolsos y llevándolos al vestidor.
"Dios, qué belleza," susurró la chica. "¿Vamos a caminar?"
"Cambiate y ya salimos."
Evelyn hizo caso y se cambiaron juntos en el vestidor. Emi aprovechó la ocasión para nuevamente tocarle las tetas y Eve se rió, diciéndole que parecía un 'adolescente hormonal' antes de ponerse el primer vestido negro que encontró en su valija.
"Nunca te vi usando vestido," le dijo Emi, maravillado, agarrándola por la cintura y admirándola completa.
"Porque no uso. Éste es viejo," le contestó ella.
"Qué hermosa que sos, Evelyn."
Salieron del vestidor a la par, él siguiéndola de cerca, besándole el cuello cariñosamente. Se dirigieron a la puerta y dejaron la casa, que daba a una adorable callecita estrecha. Las viviendas vecinas eran casi todas blancas y azules, con enredaderas en las paredes y flores de colores en las ventanas, bordeando una calle empedrada en blanco y gris. Parecía de ensueño.
Empezaron a caminar. Emi mantenía su brazo alrededor de los hombros de la chica y ambos observaban todo a su alrededor, maravillados, y concordando en ir más tarde a la playa. Mientras bordeaban la costa, Evelyn avistó al primer gato del viaje y Emi no la pudo contener; la chica salió disparada y se agachó junto al pequeño animal gris para acariciarlo.
Emi se mantuvo alejado unos pasos por temor a la criatura.
"Mirá qué cosa más linda," decía Evelyn con un tono de voz empalagosa, rascándola el cuello y dejando que el gato se restriegue por sus piernas. "Vení a tocarlo, amor."
Emi negó con la cabeza, frenético. "No, no, estoy bien, gracias."
Evelyn se dio vuelta y lo miró por sobre su hombro mientras el gato se refregaba entre sus dedos amigablemente. La chica sonrió y alzó al pequeño animal en sus brazos, dándole un beso en la cabeza.
"¿Te dan miedo los gatos?" le preguntó a su novio, meciéndose.
"¿Qué? No. ¿Cómo me van a dar miedo los gatos?" respondió él. Sin embargo, cuando Evelyn se levantó y se acercó a él con el gato en brazos, él de inmediato se alejó unos buenos tres pasos. "¡Ay! Sí, sí, me dan miedo los gatos."
Evelyn se rió. "¡Por qué!"
"No sé, Evelyn. ¿Lo podés soltar?" pidió él, nervioso.
"Vení, tocalo."
"No, salí."
"Daaale, amor..."
Evelyn se acercó a él lentamente y Emi alejó la cara con una mueca, observando fijamente al gato como si éste fuera a atacarlo de la nada, a pesar de que ya estaba medio dormitando en los brazos de la chica. Evelyn agarró la mano de Emi y la acercó suavemente hasta la cabeza del gato.
"No la estoy pasando bien, sabelo," dijo él.
Evelyn se rió e imitó sus palabras. "No seas cagón."
Emi le dedicó una mirada de odio. "No soy cagón."
Se tensó cuando finalmente tocó al gato. Al principio, mantuvo la mano quieta sobre la cabeza del animal, como si no supiera qué hacer, pero lentamente empezó a acariciarlo y su expresión se suavizó.
"Ay, es re suave," dijo honestamente, enredando sus dedos en en el pelaje atigrado del gato.
"¿Viste?" se rió Evelyn, enternecida.
Emi le rascó las orejas, paulatinamente logrando acostumbrarse al pequeño animal. Cuando éste se desperezó, Emi pegó un salto y se alejó, pero Evelyn simplemente se empezó a reír y le dijo que deje de ser tan dramático.
"Mirá si me rasguña," le dijo a su novia, excusando su reacción.
"Si te rasguña, es porque te lo merecés," le contestó ella. "Tomá, sostenelo."
"¿Qué? No, pará. Evelyn, no," trató de frenarla Emi, entrando en pánico cuando ella intentó pasarle al gato. "Evelyn, en serio."
"Dale, Emiliano." Se rió ella.
"¡Me da miedo!"
"Agarralo, bola, no te va a hacer nada."
Emi la miró, dubitativo, pero por fin aceptó al gato con un largo bufido de estrés. Lo sostuvo por debajo de los brazos, bien alejado de su cuerpo, como si le diera asco o como si no supiera que hacer con la criatura. El gato se retorció, incómodo.
"Dale, boludo, agarralo bien," le dijo Evelyn.
"¿Cómo hago?"
"Así, mirá."
Ella le explicó cómo agarrar al felino. Le extrañaba que el hombre, en sus treinta años de edad, jamás hubiera interactuado con un gato. Emi lo atrajo hacia su cuerpo y lo sostuvo cautelosamente, con los labios arrugados por miedo a que lo lastime. Sin embargo, el animalito dormía tranquilo, cómodo contra el amplio pecho del arquero, envuelto en sus brazos.
"Se quedó dormido," declaró Emi después de un rato, observando los ojos cerrados del gato.
"¿Viste que no te iba a hacer nada?" le contestó ella con una sonrisa pícara. "Es re lindo, ¿o no?"
Emi no sacó la vista del pequeño animal, tieso de pies a cabeza. "Sí, un poquito."
Evelyn se rió y le rascó la cabeza al gato, enternecida ante la interacción del hombre con el felino. Se sacudió el vestido e hizo un gesto con la cabeza.
"Vení, vamos," le dijo a su novio.
Emi de inmediato entró en pánico. "Pará, ¿qué hago con esto?"
"Dejalo en el piso."
"Pero se va a despertar."
"Y bueno, Emi. ¿Te lo querés llevar?" Ella lo miró, divertida: un hombre de metro noventa y cinco sosteniendo a la pequeña criatura en sus brazos, era algo completamente contradictorio pero que le encantaba. "Lo cargás vos, eh."
Emi tragó saliva. "Bueno."
Evelyn se rió y se encogió de hombros también. "Bueno, dale."
Siguieron su camino, pero Emi estaba más enfocado en el gato que en sus alrededores y Evelyn no pudo evitar sentir como se le calentaba el pecho de la ternura. Lo sostenía con delicadeza, como si ahora él fuera el que tenía miedo de lastimarlo, y lo trataba como un bebé, hablándole con un tono de voz agudo y empalagoso, señalándole cosas para que vea a pesar de que el gato no estaba ni enterado.
Se toparon con un agradable lugarcito donde vendían gyros. Como ninguno de los dos jamás había probado la famosa comida griega, eligieron una mesita afuera y se sentaron cada uno en una silla. Los atendieron, pidieron y se pusieron a comer apenas les llegaron los platos. Emi comía muy lento, alternando los mordiscos con caricias para el gato. A cierto punto, el animal se despertó y se quiso bajar de los brazos de Emi. El hombre lo apoyó suavemente en el piso y le ofreció un pedacito de carne, y a partir de ese momento, el gato no se les separó más.
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emi_martinez26: Qué lindo compartir esto con vos, mi amor ❤️
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nicolasotamendi30: POLLERA
papugomez_official: Qué buena vida eh 🙌🏻❤️
rodridepaul: Qué mujer 👏🏻
lucaspaqueta: ❤️❤️👏💘
aliceblannc: me encanta que lo hagan público 😍😍😍
↪️ mati.ska: rt, los AMO
↪️ paula1348: para mí evelyn va mejor con lautaro, que vuelvan 🙏🙏
a/n –
me tardé más haciendo el cosito ese de instagram que escribiendo el capítulo pero bueno, todo para satisfacerlos a ustedes
capitulo corto y aburrido pero bueno bánquensela
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