31
Los últimos dos partidos de la fase de grupos, los cuales fueron nuevamente contra Arsenal y Juventus, transcurrieron durante los siguientes diez días. El partido contra Arsenal se jugó en Londres y acabó en un 0-0, mientras que el partido contra Juventus se jugó de nuevo en Francia, finalizando en un 4-0 con Lyon como ganador. Sin embargo, a Evelyn no le fue permitido jugar en éste partido por precaución, ya que no podían permitir que se lesione. Una vez se dio por finalizada la fase de grupos, con Lyon encabezando con cinco de seis partidos ganados y un empate, se establecieron los dieciseisavos de final, los cuales se jugarían el cinco de enero, con partidos de ida y vuelta.
El treinta y uno, a Evelyn, una vez más, no le fue permitido volver a Argentina, por lo que Emi y Scaloni decidieron quedarse en Europa para pasar las fiestas con ella. Sin embargo, después de haberse accidentalmente olvidado de Navidad, Año Nuevo era la cosa de menos importancia para ella. El único motivo por el cual había logrado parcialmente festejar el veinticinco de diciembre había sido porque, como sorpresa, Emi la había llevado a un predio vacío para pelotear, solo para después regalarle un pequeño collar en forma del número nueve. Después, habían vuelto al hotel y Emi se había encargado de mantenerle la boca (y las manos) ocupada durante un buen rato.
Ahora, sin embargo, treinta y uno de diciembre, a pesar de que Emi intentaba todo lo posible para que Evelyn se dé un respiro, no había forma de separarla de sus pensamientos. Al final, decidieron quedarse en el hotel para disfrutar de un buen día de vagancia antes de que Evelyn tuviera que ir a entrenar a eso de las siete de la tarde.
Era de mañana. Ninguno de los dos había podido dormir mucho, ya que se habían muerto de frío toda la noche – habían tenido que mantenerse uno pegado al otro debajo de múltiples sábanas, rodeados por un fuerte de almohadones para lograr protegerse del frío de alguna forma, pero Francia a fines de diciembre era el mismísimo infierno congelado.
Por este motivo, ambos se habían levantado con malas caras. Evelyn había decidido quedarse en la habitación, ojeando distraídamente un libro que se había traído de Argentina, mientras Emi bajaba al buffet a buscar algo para desayunar para ambos. Eran eso de las ocho menos cuarto y todavía no había amanecido, así que Evelyn estaba de un creciente malhumor.
Le encantaba la noche. De hecho, prefería la noche por sobre el día, y el frío por sobre el calor, pero aquella mañana, se había despertado con mucha paja. Su último partido había sido el día anterior y a pesar de que se había sometido a los baños de hielo para la recuperación de sus músculos, se sentía extremadamente exhausta y tener un entrenamiento obligatorio aquella tarde solo lograba empeorar su humor.
Escuchó el ruido de la puerta y Emi se adentró en la habitación. De inmediato, se sacó la remera y los zapatos y se lanzó a la cama junto a su novia, tiritando. No tenían ni idea de por qué hacía tanto frío en el hotel (el día anterior, se había anunciado que habían unos problemas técnicos con la calefacción central, pero al momento del discurso, Emi y Evelyn habían estado demasiado ocupados con otros asuntos como para que les importe).
"No abrió el desayuno todavía," explicó Emi, deslizando su brazo alrededor del estómago de Evelyn y debajo de su remera para sentir el calor de su cuerpo. Apoyó su cabeza en el pecho de ésta y cerró los ojos.
"Mhm," respondió Evelyn. De pronto, sintió algo. "Emi, me estás agarrando una teta."
"Sí," contestó él, pero no movió la mano.
Evelyn se rió para sí, sintiendo como los dedos del hombre envolvían su pecho por completo, y siguió leyendo de su libro mientras le acariciaba el pelo inconscientemente.
Cuidadosamente, dobló la esquina de la hoja que estaba leyendo, cerró el libro y lo apoyó en la mesita luz. Miró hacia afuera por la ventana: lentamente, unas gotas de luz solar empezaban a teñir el día, pero las grandes nubes grises que cubrían la extensión completa del cielo apuntaban a una creciente tormenta.
"Hagamos algo," dijo Eve después de un rato enterrada en su ensueño.
"¿Qué?"
"Una promesa," explicó ella, dándole un vistazo breve a su novio. "Si gano la Champions..."
"Nos casamos," dijo Emi casi de inmediato.
Evelyn palideció a una velocidad récord, por lo que Emi inmediatamente se rió ante el pánico en su rostro y le acarició el cachete con cariño.
"Te estoy jodiendo, Eve," dijo.
"Ah." Evelyn por fin exhaló, más tranquila, inhibiéndose de decir 'más vale'.
Emi volvió a reírse. "Si ganás la Champions, nos vamos de viaje. Nosotros dos solitos."
Evelyn lo dudó por un segundo, pero finalmente sonrió, pensando en todo lo que podrían hacer estando solos, sin nadie que les respirara en el cuello y observara cada uno de sus movimientos.
"Dale. Promesa."
"Promesa." Asintió él como un soldado.
Permanecieron callados por un rato más hasta que Emi le tocó el hombro y sintió el leve tiritar del cuerpo de su novia contra el suyo. Frunció el entrecejo, preocupado.
"Estás temblando," susurró.
"Tengo frío," respondió Evelyn.
El chico no dijo nada en un principio y ella se encargó de ciegamente recorrer el trazo del tatuaje en su hombro derecho. Había descubierto que Emi también se había tatuado la copa del mundo en la pantorrilla izquierda, y ella ya había logrado desarrollar cierto afecto hacia el nuevo diseño.
Sintió algo en su abdomen.
"¿Qué hacés?" Evelyn lo miró con el ceño fruncido, observando como Emi lentamente le levantaba la remera.
"Te ayudo a que no tengas frío," susurró él despreocupadamente.
"Son las ocho de la mañana."
"Son las tres de la tarde en China."
Evelyn lo miró, incrédula y con cierta gracia ante las palabras repetidas de Emi. Sin embargo, no se quejó cuando él se incorporó en la cama, ayudándola a deshacerse de su remera para así exponer su pecho desnudo. Empezó a besarle el cuello de una manera tortuosamente lenta y suave, como queriendo tentarla y saborearla a la vez, y Evelyn no tardó mucho en encontrarse en falta de aire.
"Emi..." susurró ella, retorciéndose debajo del hombre cuando esté le mordió la mandíbula gentilmente. "Si mi papá entra, se pudre."
"¿Y?" bromeó él con una risa. "Concentrate en el ahora, Evelyn."
Emi sonrió contra su piel, lentamente deslizando su mano a través del abdomen de Evelyn, hasta toparse con su muslo. Lo apretó hambrientamente masajeando el interior de éste y así obligándola a separar sus piernas a su gusto. La chica dejó escapar el más mínimo de los gemidos cuando Emi palpó su intimidad por sobre su ropa interior. Inconscientemente, apretó las piernas, pero él la miró a los ojos de una forma que la obligó a volver a separarlas.
"Relajate, linda," dijo, riéndose. "Veo que ya no tenés frío, ¿eh?"
"¿Qué pensás?" respondió ella con los ojos cerrados, creciendo frustrada ante el largo tiempo que se tomaba Emi en tocarla.
Sabía que lo hacía a propósito para dejarla con las ganas, pero no podía evitar sentir la falta de aire en su cuerpo cada vez que Emi se movía tan solo un poco más cerca de su intimidad. No la dejaba cerrar las piernas y mantenía sus ojos firmemente sobre ella, agobiándola de la mejor manera posible, y a la vez generándole un calor recóndito que la abrazaba completamente. Habría abierto la ventana y todo.
"No te enojes, amor." Se volvió a reír él, deleitándose con la frustración de su novia ante el contacto. "Se paciente."
"Emiliano."
"¿Sí, reina?" bromeó él, sabiendo que estaba logrando molestar a la chica.
"Si lo vas a hacer, hacelo, porque sino me voy a parar y lo voy a ir a buscar a Leandro que parece que también tiene ganas."
Ante esas palabras, el rostro de Emi se endureció. La sonrisa desapareció de sus labios con tal velocidad que Evelyn supo que había conseguido lo que quería; obviamente, sus palabras eran tan solo un truco desencadenante, ya que ella jamás haría nada de ese estilo. Pero, bueno, tenía que admitirlo: verlo celoso la excitaba.
"¿Así vas a jugar?" preguntó Emiliano, agarrándola de la mandíbula con fuerza y obligándola a mirarlo a los ojos.
Evelyn sonrió y tarareó una respuesta afirmativa, a lo que el arquero de inmediato presionó sus dedos sobre su intimidad, por debajo de su ropa interior, urgiéndola a gemir. La empezó a masajear con fervor, disfrutando como ella de inmediato se deshacía ante el contacto y sintiendo como su lubricación le facilitaba considerablemente el trabajo.
"Esto querés, ¿eh?" susurró con la mandíbula apretada.
Evelyn, con la boca medio abierta y los ojos cerrados con fuerza, asintió con la cabeza frenéticamente. El placer de los dedos de Emi hacía que le tiemblen las piernas y de inmediato sintió una presión en su espalda, la cual indicaba que su orgasmo se estaba empezando a construir.
Emi cerró su mano alrededor de la mandíbula de Evelyn con más fuerza. "Lo volvés a mencionar a Paredes y me voy a asegurar de que no lo hagas nunca más, ¿me escuchaste? Vos sabés a quién le pertenecés."
Una vez más, Evelyn volvió a asentir, pero esto a Emi no le gustó, por lo que dejó de estimularla con sus dedos. Ella abrió los ojos lentamente.
"Contestame," ordenó.
"Sí," respondió ella instantáneamente, desesperada por que él continuara.
"Bien."
Siguió su trabajo y no dudó en deslizar su dedo medio dentro de ella con facilidad debido a la lubricación. Emi sonrió satisfecho, observando de cerca como la chica no podía contenerse de gemir en voz alta, retorciéndose ante la sensación de sus dedos.
"Nadie te hace sentir esto, Evelyn. A mi no me boludees," gruñó él.
"No, no, solo vos," dijo ella suplicantemente, en un trance de placer. "Más rápido."
Emi sonrió para sí y aumentó la velocidad de su mano. La espalda de Evelyn se arqueó en un intento de sentir más, lo cual fue el visto bueno para que él deslizara un dedo más dentro suyo.
Viéndola retorcerse desesperadamente, Emi se acercó hacia ella y le mordió la tersura de su cuello en un intento de marcarla, sintiendo como se le ponía la piel de gallina. El sudor la encubría completamente y le faltaba el aire, haciendo que sus gemidos sean una mezcla de exhalaciones y quejidos de placer. Aquello era lo único que se escuchaba en la habitación, junto con el sonido de los dedos de Emi deslizándose dentro de ella repetidamente. Él la observaba, en un trance con su belleza.
Logró estimular su punto G y Evelyn pegó un grito de éxtasis.
"¿Ahí?" preguntó Emi engreídamente, sabiendo que la chica estaba en una sobredosis de euforia.
"Sí, sí," tartamudeó.
Ante el entusiasmo, siguió masajeando esa área específica de su cuerpo, deleitándose con los sonidos que profería la chica en una sobrecarga de placer. Mientras estimulaba su interior, Emi usó su pulgar para así también masajear su clitoris a la vez, logrando una reacción esperada de la mujer, quien no tardó mucho en finalmente acabar sobre su mano.
"Mierda, Emi..." jadeó ella, finalmente logrando bajar de su clímax y desesperadamente intentando hacerse con una cucharada de aire fresco.
"¿Seguís teniendo frío?" preguntó él en broma.
Evelyn se rió, incapaz de calmar su respiración, pero no contestó nada. Sin embargo, pronto cayó en la cuenta y frunció el ceño, hablando entre jadeos.
"¿Necesitás ayuda?" le preguntó, ojeando el frente de sus pantalones, donde vio el gran bulto.
"No, amor. Tranquila. Yo me encargo. Descansá," declaró él, acariciándole el cuello transpirado con afecto y besándole el cachete suavemente.
"¿Seguro? Estoy bien," insistió Evelyn, preocupada, sintiéndose algo egoísta.
Emi plantó un beso casto sobre sus labios con brevedad antes de levantarse de la cama, acomodándose los joggings. Evelyn no pudo evitar admirar su espalda, marcada y tatuada como estaba.
"Me voy a duchar," declaró mientras se metía en el baño. Evelyn lo perdió de vista por un segundo, pero Emi pronto volvió a asomar la cabeza por la puerta. "Ah, y perdón por el ruido."
Evelyn frunció el ceño, confundida. "¿Qué ruido?"
Emi le sonrió pícaramente, guiñándole un ojo antes de cerrar la puerta del baño.
a/n –
feliz año nuevo 🤭
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