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El equipo argentino se encontraba en el Estadio Lusail, listo para comenzar el juego. Evelyn podía ver los nervios de todos los chicos desde las tribunas durante la previa, y hubiera mentido si decía que ella no se sentía igual. Sentada en las gradas de preferencia, cerca de la cancha y al lado de una joven argentina rubia con toda la cara pintada de azul y celeste, Evelyn no podía evitar mover la pierna incesantemente, mirándolo a Emi mientras éste analizaba su arco, apropiándoselo.

El nombre de Messi lo portaban miles de remeras, pero Evelyn se había encargado personalmente de conseguir una remera verde fluorescente con el número veintitrés y el nombre E. Martínez en la espalda. Le quedaba considerablemente grande, pero era un verde en un mar de azules, y quería que él sepa que ella siempre se pararía detrás de él.

No sabía si era coincidencia, un truco de su imaginación, pero minutos antes de que comenzara el partido, Evelyn creyó sentir los ojos de su arquero sobre ella desde la distancia, dedicándole una amplia sonrisa que despertó a las mariposas en su estómago. La chica levantó el puño y desde lejos, Emi logró comprender el gesto, por lo que imitó la acción. Creyó físicamente sentir el choque de sus manos. La sensación, imaginaria como era, lo llenó de inspiración.

El partido empezó a eso de las seis de la tarde en Qatar. Apenas sonó el silbato y se hizo el primer saque, las hinchadas de ambos equipos saltaron a sus pies en una conmovedora ovación que oficialmente declaraba el inicio de aquel juego.

Ni bien Argentina logró apropiarse de la pelota, Evelyn notó que los chicos estaban en su mejor juego, logrando llevar a cabo pases limpios que los acercaban peligrosamente al arco rival. Se sorprendió particularmente por el desempeño de Rodrigo, quien parecía estar en llamas. Cada vez que el seleccionado albiceleste lograba entrar al área francesa, Evelyn saltaba, con el corazón galopándole en el pecho. Sin embargo, el equipo europeo también tenía su contraataque.

No fue hasta el minuto veinte que Argentina por fin vio su primera oportunidad de gol.

Ángel encaró hacia el arco desde el flanco izquierdo de la cancha y apenas entró al área, Ousmane Dembélé cometió una falta que llevó al equipo argentino directo al penal. La chica pasaba el peso de una pierna a la otra mientras Messi tomaba carrera y pateaba la pelota, pero cuando ésta dio contra el fondo de la red, Evelyn y la chica a su lado (Sofía, le había dicho) se abrazaron y aclamaron a la estrella del equipo, así marcando el 1-0 en el minuto veintitrés de juego.

A eso de los treinta y seis minutos, después de un saque lateral, Argentina logró combinar un conjunto de pases desde un extremo de la cancha a la otra que oficializó el 2-0 con un gol de Ángel, el cual, una vez más, hizo que Evelyn gritara a más no poder.

El primer tiempo acabó con Argentina a la delantera y Evelyn se tuvo que contener de escabullirse a los vestuarios para saludar a su equipo. En lugar de eso, se quedó en las gradas, charlando con Sofía, ambas con los corazones haciendo aeróbicos en sus pechos.

El segundo tiempo empezó, pero a eso de los sesenta minutos de juego, Scaloni reemplazó a Ángel por Acuña, y el juego se vino abajo. 

Después de dos goles de Mbappé en un lapso de dos minutos, Evelyn se notó a sí misma cerca de hiperventilar. Se jugó el agregado de treinta minutos: un gol de Messi y un gol de Mbappé los mandaron directo a los penales para el desempate.

Evelyn sintió unas tentadoras ganas de estampar su cabeza contra la barandilla y sufrir una agonizante muerte, pero cuando recordó todos los entrenamientos junto a Emi, además de la creciente confianza del hombre frente a los penales, se dio cuenta de que todavía tenían una oportunidad.

El penal de Mbappé, lamentablemente, fue punto, pero cuando Evelyn notó que Emi se había tirado en la dirección correcta – es más, había llegado a tocar la pelota – supo que había una gran oportunidad de que lograra atajar el siguiente penal.

El penal de Messi, como era de esperar, fue punto, a lo que Evelyn y Sofía volvieron a gritar ante la oportunidad de la victoria de Argentina. Después, fue momento de que el jugador número 20 de Francia, Kingsley Coman, pateara. Cuando Emi logró atajar el pelotazo, Evelyn no pudo evitar saltar.

"¡QUÉ BUENO QUE ESTÁS, EMILIANO, LA CONCHA DE TU MADRE!" gritó sin vergüenza alguna, sabiendo que el arquero no podía escucharla.

"¡LA PUTA QUE ME PARIÓ, SÍ!" Sofía asintió con la cabeza en un frenesí de euforia.

Evelyn le dedicó una mirada medio cómica, sabiendo que la chica no sabía de su relación con el arquero y que probablemente creía que era solo otra fanática, pero se contuvo de revelarlo.

Un gol de Dybala. Un penal errado de Aurélien Tchouaméni. Un gol de Leandro. Un gol de Randal Kolo Muani. Y un gol de Montiel, que oficialmente consagraba a Argentina como campeón mundial.

Mientras los jugadores se lanzaban a un festejo lleno de lágrimas y risas, Evelyn no pudo contenerse. Sofía la miró, medio extrañada medio sorprendida, mientras ella saltaba por sobre la barandilla y se hacía paso hacia la cancha. Emi la había estado buscando entre la multitud de gente, llorando a más no poder, y cuando la vio corriendo en su dirección con una sonrisa de éxtasis en el rostro y los ojos llorosos, se lanzó hacia ella como si no se hubieran visto en décadas.

La felicidad los ahogaba. Cuando colisionaron, Emi envolvió sus brazos alrededor de su cintura y la alzó. Evelyn abrochó las piernas por sobre sus caderas y ambos lloraron en el hombro del otro, abrazándose con fuerza mientras él le acariciaba el pelo con la alegría de la victoria pulsándole en el pecho.

"Felicitaciones, amor," susurraba ella, sorbiéndose la nariz mientras lo sostenía entre sus brazos. "Felicitaciones. Sos campeón del mundo."

"Vos, Evelyn. Sos mi campeona," respondía él entre el griterío, su voz baja y suave a pesar de que ambos corazones les latían con fuerza. "Fue todo por vos, amor de mi vida."

Evelyn apartó su rostro del hombro del arquero y le dejó de importar. No le importó la multitud que los rodeaba, no le importaron las cámaras que los enfocaban, no le importó el sinfín de artículos que se encontraría al día siguiente: simplemente lo besó, porque no podía no besarlo.

El contacto de sus labios se prolongó por algunos segundos hasta que por fin se dignaron a separarse. Emi analizó los ojos claros de la chica por un segundo, dándose cuenta de lo estúpidamente enamorado que estaba con cada detalle de aquella chica, hasta que por fin la dejó caer al pasto. Como todavía no había festejado con su equipo, el arquero se dirigió hacia ellos, y Evelyn aprovechó para ir a buscar a su papá. Lo vio sentado en el banco de suplentes con los brazos cruzados sobre su pecho, estoico.

Se paró frente a él. Sabía que su papá jamás se daría el lujo de mostrar la más mínima emoción.

"Los hiciste campeones, pa," dijo ella, esbozándole una pequeña sonrisa que indicaba que si quería llorar, podía.

"Era mi obligación," respondió él.

Eve se rió suavemente por la nariz y cruzó los brazos sobre su pecho, instándolo a, por una vez en su vida, mostrar sus emociones. Scaloni no pensaba aceptar la propuesta, pero cuando echó un vistazo al equipo argentino partiéndose de la emoción, no pudo evitarlo.

Las lágrimas le brotaron a los ojos con tal rapidez que Evelyn supo que las había estado conteniendo. Se llevó las manos a la cara y ella inmediatamente corrió hacia él para abrazarlo cálidamente, sintiendo sus propios cachetes mojados de las lágrimas recientes mientras sostenía a su papá con la alegría del mundo.

"Somos campeones del mundo, pa," le decía ella, y él lloraba más.






a/n –
más de una persona comentó que midnight rain de taylor swift es la canción de emi y evelyn. no podrían tener más razón.

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