27

Llegó el día del partido. Evelyn se levantó esa mañana en la cama de Emi, completamente aplastada bajo el peso del hombre quien, durante la noche, había deslizado la mitad de su cuerpo sobre el suyo. A pesar de que le costó horrores soltarse de su agarre, fue un buen comienzo de su día.

A eso de las nueve de la mañana, todo el equipo argentino ya estaba desayunando. Scaloni, para la suerte de Evelyn, no estaba presente, ya que se encontraba organizando la ida en los micros al Estadio Lusail. En cuanto al resto de los integrantes del equipo, ninguno hizo comentarios sobre las evidentes marcas en los cuellos de ambos Evelyn y Emi, pero no hacía falta decir nada – lo que había pasado la noche anterior no solo era evidente, sino que también había mantenido despiertos a los habitantes de las habitaciones cercanas durante una larga hora.

Evelyn se sentía algo incómoda, pero la mano de Emi en su muslo mientras él usaba su teléfono distraídamente la ayudaba a mantenerse bien fundada. Su piel hormigueaba con los recuerdos de la noche anterior, además de que su voz había quedado algo maltrecha debido a la brutalidad de Emi. Evelyn había considerado maquillar las marcas de su cuello, pero después recordó que estaba en un edificio lleno de hombres.

A eso de las nueve y media, cuando fue momento de que los jugadores se vayan a cambiar para ya emprender viaje hacia el estadio, Evelyn terminó atascada en un ascensor junto a papu y Nahuel, que le ojeaban el cuello sin discreción.

"La próxima bajen el tono," declaró papu repentinamente.

Evelyn se atragantó con su propia saliva y tartamudeó algunas sílabas sin coherencia hasta que finalmente pudo encontrar la oración. Su voz salió ronca cuando habló. "¿Qué? ¿Escucharon algo?"

"Escuchamos todo," dijo Nahuel, haciendo que la chica se tornara roja de pies a cabeza. "Y no se necesita mucha cabeza para saber que eso no son picaduras de mosquito."

"Por Dios," susurró Evelyn, tapándose la cara con las manos.

Papu se rió. "Un tipazo el Dibu, ¿no?"

"Dios mío, basta," suplicó ella, avergonzada, mientras los dos hombres se reían de la cómica situación.

Apenas frenó el ascensor, Evelyn salió disparada hacia el exterior, buscando abrir la mayor distancia posible entre sí misma y los dos jugadores. Logró recorrer la mayoría del pasillo, todavía roja de la vergüenza, pero desafortunadamente, chocó contra alguien. El hombre la agarró de los hombros para evitar que se caiga.

"Uy, ojo," dijo Leandro.

"Perdón," murmuró ella de inmediato, algo sobresaltada.

"¿Estás bien?" Se rió él al notar su falta de aliento.

"Sí, sí."

"Bueno." Leandro asintió con la cabeza y siguió su camino.

Evelyn estuvo quieta por un segundo, recuperándose de su corrida por el pasillo, pero cuando se dispuso a empezar su camino hacia el cuarto de Emi, Leandro se dio la vuelta y la llamó.

"Che, escuchame, te quería pedir perdón," dijo él sinceramente, por fin atreviéndose a encararla.

"¿Mm?" Evelyn frunció el ceño mientras Leandro volvía a acercársele.

"Eh, sí. Me quedé mal por como te traté," explicó. "No debería haberme metido en algo que no me concernía. Creí que esa relación te iba a hacer daño, pero vos misma lo dijiste: conocés tus límites. Es que vi toda la situación y sentí... no sé. Pensé que estabas tratando de convencerte de que él era bueno. Pero no te estabas convenciendo de nada: Dibu realmente es bueno. Así que, bueno, perdón."

Eve lo miró, consternada. "Tranqui, Lean. Yo nunca te culparía por preocuparte por mí. De hecho, perdón por preocuparte de esa manera y por meterte en un pleito con Emi, y después no explicarte nada. Y por la mano y eso. Y aunque no lo necesitaba, gracias por cuidarme."

Esbozó una pequeña sonrisa que incitó algo de tranquilidad en Leandro. Respondió al gesto con una sonrisa propia y le tocó el hombro a la chica suavemente, agradecido porque por fin podía sentirse calmo respecto a su amistad.

"Me alegra que estemos bien," dijo, genuinamente.

"A mí también."

Evelyn vio por un momento como la mirada de Leandro se debatía entre sus ojos y su cuello, por lo que, a pesar de que se ruborizó notoriamente, se rió.

"Ya sé lo que parece, no hace falta que digas nada," confesó.

"Perdón." Él también se rió, aliviado de no tener que decir nada al respecto. "Es que parece que te atacó un enjambre de abejas."

"Ya sé," dijo ella. "Emi es un poco... posesivo."

Ante esas palabras, Leandro hizo un gesto de pánico con las manos. "Sin detalles, por favor."

Evelyn asintió con la cabeza. "Sí, mejor dejémoslo así."

"Gracias."

"De nada. Suerte hoy."

"Gracias."






a/n –
para todos los que dijeron que lo odiaban a mi lean bebé 🥺

ya sé que es un capítulo medio aburrido pero bueno, tamos sin inspiración hoy jaja


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