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advertencia: este capítulo contiene contenido sexual explícito. si no es de tu agrado, podes dejar de leer después de los tres puntos (...).

















"J'lui ai dit "aime-moi", prends-moi dans
tes bras, je n'ai plus personne. Ne laisse
pas ton odeur imprégner mes
draps si tu m'abandonnes."















Para el quince de diciembre, el equipo femenino del Olympique Lyonnais había viajado a Suiza para así enfrentarse a Zürich, el último club del grupo C, en la Wefox Arena. Hasta ese momento, había sido el mejor partido, terminado en un 1-0 con un gol de Grace. Había habido pocas faltas, casi ningún susto y ninguna tarjeta, además de que el club rival había sido apropiadamente respetuoso y había jugado un buen juego, digno de destaque.

Sin embargo, como dos días antes la selección argentina había derrotado a Croacia en la semifinal, oficialmente haciéndose paso a la final contra Francia, Evelyn ahora se encontraba en un avión a Qatar. Su próximo partido, afortunadamente, no tendría lugar hasta el veinte de diciembre, por lo que tenía suficiente tiempo para incluso pasar un día más junto a sus amigos.

(Era probable que su entrenador no se lo permitiera, ya que ella estaba asignada como jugadora titular para el siguiente partido, por lo que necesitaba el entrenamiento y ausentarse durante tres días era un gran pérdida de tiempo valioso, pero ella no creía importarle mucho).

No le había dicho a Emi que estaba en camino, ya que planeaba sorprenderlo. Fue un tedioso viaje de casi siete horas, por lo que Evelyn aterrizó en Doha, Qatar, a eso de las nueve de la noche. En el aeropuerto, la recibieron su papá y Rodrigo con grandes sonrisas. Después de preocuparse por las heridas en su rostro, las cuales ya habían empezado a sanar, la felicitaron y ella los felicitó a ellos. Después, viajaron en auto hacia la Universidad de Qatar, donde se hospedaba todo el seleccionado argentino.

A todos les sorprendió ver a Evelyn ahí, ya que solamente les había avisado de su llegada a los dos hombres que habían ido a recibirla al aeropuerto. Una vez más, todos la felicitaron a ella y ella felicitó a todos. El aura de alegría dentro del equipo era remarcable, ya que todos estaban tan contentos como estaban nerviosos por el partido que jugarían el día de mañana. Evelyn les dio palabras de aliento a sus amigos hasta que por fin se atrevió a preguntar por Emi. Fue papu quien la llevó hasta su cuarto.

Una vez que éste la dejó sola, Evelyn tocó la puerta, emocionada. Emi tardó unos segundos en atender, pero cuando lo hizo, el corazón de Evelyn dio un vuelco en su pecho: no solo el hombre estaba recién despierto, con el pelo despeinado y aquella cara de dormido que ella amaba, sino que también no traía puesta una remera. Los ojos de la chica viajaron de su cuello, a su clavícula, a los músculos acentuados de su abdomen, hasta la V que se dejaba ver por sobre la pretina de sus shorts negros.

"¿Eve?" él frunció el ceño, tomado por sorpresa ante la presencia de la chica allí.

"Hola, ¿no?" Sonrió ella.

Inmediatamente, Emiliano respondió al gesto, estirando los labios para formar una amplia sonrisa que dejaba entrever sus dientes. Se agachó considerablemente y envolvió la cintura de la chica con sus brazos, levantándola del piso a la vez que ella lo tomaba del cuello, enganchando las piernas alrededor de sus caderas.

"Dios, como te extrañé," susurró él en su oído, enterrando su rostro en la curva de su hombro para inhalar el olor a casa.

Evelyn solo sonrió y él la dejó caer al piso. Emi se tomó un segundo para observar su rostro y sus ojos pronto aterrizaron en sus labios, donde pudo ver el pequeño corte. Puso su mano en su cachete y analizó la herida.

"¿Te duele?" preguntó.

"Ya no," dijo ella.

"Bien," contestó él, y la besó.

Evelyn no se había dado cuenta de lo mucho que extrañaba aquella sensación, de lo mucho que lo extrañaba a él, hasta que lo tuvo en frente. No pudo evitar deslizar sus dedos hacia el pelo del chico, atrayéndolo más cerca solo para sentir más.

"La puta madre, Evelyn, no sabés lo que te extrañe," dijo él, tirando de ella para adentrarla en la habitación y así poder cerrar la puerta.

La empujó contra esta y se encargó de mantenerle la boca ocupada.

"Ahora no, Emi." Se rió ella cuando él profundizó el beso, desesperado.

"No me hagás eso..." susurró él, intercalando las palabras con los besos, tomando su labio inferior entre sus dientes y tirando de éste con fervor. "Hace un mes que no te toco y vos me mandás esas fotos... y ahora me decís que no te puedo hacer mierda..."

"Poder, podés," respondió ella, haciéndose querer. Presionó su mano contra el pecho desnudo del chico y lo alejó, obligándolo a cesar de besarla. "Pero vas a tener que esperar."

Emi pasó su lengua por el interior de su mejilla, sonriendo perplejo mientras la mantenía encerrada entre sus brazos, su cuerpo y la puerta. "Como te gusta hacerme sufrir."

"Me gustás desesperado," confesó ella, encogiéndose de hombros.

Él le hecho un vistazo al cuerpo de la chica. "¿Te puedo tocar las tetas al menos?"

"Por dios, Emiliano. Controlate." Evelyn se rio, a pesar de que lo único que quería era que él le toque las tetas. "Los chicos estaban bajando a comer. Vamos."

Emi negó con la cabeza con una pequeña sonrisa, pero la frenó antes de que pudiera abrir la puerta. Ella frunció el ceño.

"¿Qué pasa?"

"Dame un segundo," dijo él.

"¿Por qué?"

"Deja que me calme." Emi miró hacia abajo y Evelyn siguió su mirada para toparse con el creciente bulto en sus pantalones.

Volvió a mirarlo a los ojos y él se rió de la incertidumbre de la chica.

"Es que me volvés loco, boba," dijo él, inclinándose para volver a besarla.

Ella respondió al gesto tocándole la cara suavemente, pero lo alejó. "La idea es que te calmes."

"Sos mala, eh."

"Precavida nomás."

"Callate."

"Después de comer, hacelo vos por mí."




(...)




Aquella noche, Evelyn cenó en la Universidad de Qatar junto al seleccionado masculino y su papá, en una gran mesa en el comedor. La comida estuvo repleta de risas, chistes y un aura de emoción y nervios que era palpable, pero Evelyn no le pudo prestar atención a nada, ya que a mediados de la noche, Emi decidió apoyar su mano sobre su muslo, tentándola al ocasionalmente deslizar sus dedos un poco más arriba, pero nunca tocándola. Sabía que esa era su venganza por haberlo dejado con las ganas antes, pero ahora la que se moría de ganas era ella.

Apenas terminó de comer, Evelyn se excusó de la mesa. Dijo que estaba cansada por el vuelo (en realidad, cansada no estaba) y que quería acostarse temprano, por lo que no dudó en subir a la habitación de Emi. Él no llegó mucho después y Evelyn se preguntó si los chicos habrían notado aquel detalle, pero apenas Emi le comió la boca desesperadamente, no pudo pensar más.

"A mí no me volvés a dejar con las ganas, Evelyn," dijo él mientras se sacaba la remera, mordiéndole el labio inferior para instar un pequeño gemido de la chica.

Ejerció tal fuerza sobre éste con sus dientes que el corte, el cual ya estaba sanando, casi se abre. Sin embargo, el pinchazo de dolor solo hizo que Evelyn se emocionara aún más.

Emi la tomó del pelo y la obligó a torcer la cabeza, así ganando acceso a la piel de su cuello. Le besó el escote y dejó múltiples mordidas y chupones que pronto se tornaron violeta oscuro. Evelyn dejaba escapar pequeños gemidos cada vez que el hombro la marcaba, sin preocuparse por elegir el método que usaría para esconder los chupones más tarde.

El chico después intentó apoyarla contra una pared, pero ella se encargó de darlo vuelta para que él fuese quien estaba contra la pared. Él se separó un momento y alzó las cejas, preguntándose sobre las intenciones de la chica. Ella simplemente sonrío, sacándose la remera para revelar el mismo conjunto de ropa interior roja de las fotos.

Emi la miró de arriba abajo y se mojó los labios.

Evelyn puso su mano sobre el cuello de Emi como había hecho él momentos antes y apretó los labios contra su cuello, justo debajo de su mandíbula. Él no se lo estaba esperando, por lo que no pudo contenerse de soltar un pequeño quejido cuando sintió como la chica trabajaba su lengua sobre su piel, dejando dos grandes marcas visibles que adoptaron el color de su sangre. Después, se alejó mínimamente, mirándolo a los ojos.

Emi había tomado un particular cariño hacia su color de ojos: verde, pero no verde, pero tampoco azul, pero algo entre medio. Jade y turquenita. Una mar caribeño, yacente debajo de una orilla de pestañas largas y oscuras.

"Voy a hacer algo," dijo ella, "pero te vas a quedar calladito. Un sonido y paro."

Él la miró hambrientamente y no pudo desearla más cuando, manteniendo el contacto visual, se arrodilló frente a él. Evelyn le echó un vistazo al creciente bulto en los pantalones de Emi antes de bajarlos junto con sus bóxers, lo suficiente como para dejar al descubierto su erección.

Evelyn lo volvió a mirar a los ojos. "Ni un sonido."

Emi quiso contestar, quizás quejarse, ya que estaba acostumbrado a adoptar una posición dominante cuando estaba con ella, pero cuando Evelyn envolvió sus labios alrededor de la punta de su miembro, el aliento se le atascó en la garganta y solo pudo deleitarse ante la vista y la sensación.

En un principio, Evelyn solamente tanteó el terreno, manteniendo el contacto visual con Emi mientras lo tentaba con su lengua, haciendo que su respiración se acelere. Sin embargo, pronto se encargó de aumentar el placer al enterrarlo dentro de su boca, moviendo la cabeza de arriba a abajo para estimularlo por completo. Sintió como su garganta se quejaba a gritos, pero ver como Emi se retorcía ante la sensación, con el pecho inflándose y desinflándose, hizo que valiera la pena.

Emi se contuvo de gemir porque no quería que ella parara, por lo que simplemente respiró hondo, incapaz de contener su respiración agitada. Recolectó el pelo de Evelyn desordenadamente y la observó mientras ella trabajaba sobre su miembro, alejándose ocasionalmente para tomar un respiro pero siempre siguiendo el trabajo con su mano.

"Te estás portando muy bien," felicitó ella, sonriéndole inocentemente al ver como él se deshacía ante el contacto, dando su mayor esfuerzo por no hacer un sonido. "Me encanta que me hagas caso."

Él se mordió el labio, observándola mientras ella lo estimulaba con su mano para después volver a tomarlo dentro de su boca. Emi echó la cabeza hacia atrás y exhaló profundamente, dejando su cuello al descubierto, lo cual solo logró alentar los movimientos de la chica.

En cierto momento, mientras Evelyn lo complacía con su lengua, Emiliano no pudo contenerse más y usó su agarre en el pelo de la chica para empujar su cabeza hacia abajo, dictando los movimientos, obligándola a atragantarse. Evelyn gimió suavemente cuando Emi tiró de su pelo, y el sonido provocó una vibración que hizo que él no pudiera contenerse más, gimiendo abiertamente.

Evelyn descubrió que amaba aquel sonido.

"La puta madre, Evelyn..." susurró él, completamente rompiendo la regla impuesta y volviendo a mirarla mientras seguía empujando su cabeza.

Soltó su pelo, dejándola al mando. Evelyn usó su lengua para chupar la punta de su miembro mientras estimulaba la base de éste con su mano, haciendo que Emi se muerda el labio ante la sensación. Evelyn también disfrutó la vista de aquel hombre, con el cuello marcado y los músculos de su abdomen contrayéndose a medida que se acercaba a su orgasmo, además de una fina capa de transpiración que brillaba sobre su cuerpo.

En un intento de sentir más placer, Emi la agarró del pelo, manteniendo su cabeza en lugar y empujando sus caderas. Evelyn se atragantó con cada embestida, sintiendo como el miembro de Emi chocaba contra la parte de atrás de su garganta repetidamente. Apoyó sus manos sobre la pared para tener algo de soporte ante cada movimiento violento.

"Mierda, Evelyn..." gimió Emi.

En la habitación solamente se escucharon los pequeños quejidos de Evelyn y los gemidos de Emi hasta que el hombre dejó de moverse, desenterrándose de su boca. La chica lo miró, hambrienta, mientras lo tocaba. Cuanto más se acercaba a su clímax, más fuerte y más abiertamente gemía hasta que por fin se vino. Susurró su nombre y echó la cabeza hacia atrás con las cejas fruncidas en éxtasis. Evelyn se mordió el labio.

"Por Dios," susurró él sin aliento.

La chica sonrió, satisfecha. Lo ayudó a sobrellevar el orgasmo con movimientos suaves de su mano hasta que por fin Emi se calmó. Evelyn le subió la ropa interior y los pantalones y se levantó del piso.

"¿Te sentís bien, amor?" bromeó ella, juzgando por el pecho del hombre, que aún pulsaba con su respiración irregular.

Él puso los ojos en blanco y la acercó hacia su cuerpo. "Excelente."

"Es tu regalo de buena suerte," dijo ella. "Para mañana."

"Si vos me prometés que me festejás de la misma forma, yo mañana atajo lo que sea que venga," expresó él con una sonrisa, presionando su frente contra la de la chica mientras se esforzaba por regularizar su respiración.

"Yo te festejo como quieras, amor."

Emi respondió con un tarareo suave, hincando hacia el cuello de la chica. Se deleitó ante la vista de su cuello y pecho completamente marcados, pero no pudo evitar presionar su lengua contra el envés de su mandíbula para dejarle un último chupón. Evelyn exhaló suavemente.

Emi se estiró y admiró su obra. "Así saben que sos mía."

"¿Quiénes?"

"Todos."

Evelyn le toco el cuello, donde yacían sus propias marcas. "Así saben que sos mío."

"Lo soy," confesó él. "Tuyo y de nadie más."








a/n —
dato curioso: originalmente, la idea que tenía para esta historia era hacer que emi estuviera casado 🫡

quién es su el personaje que menos les agrada?

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