20

Evelyn se encontraba acostada en la cama de Emiliano. Habían pasado dos o tres días desde su primer encuentro y habían estado repitiendo la ocasión todas las noches desde entonces, pero siempre en la casa del chico para evitar cualquier encuentro inoportuno con el papá de Evelyn (esto se debía a que, una vez habían dado por terminada aquella noche hace tres días, Scaloni había llegado a la casa y se habían visto forzados a escabullirse).

Emi estaba dormido, boca abajo y abrazado a la almohada. Evelyn ya se había tomado un rato admirándolo; por algún motivo, aquel hombre parecía verse cien veces mejor a primeras horas de la mañana, con el pelo despeinado y una cara de orto que Evelyn amaba. Ahora, sin embargo, se encontraba sentada contra el respaldo de la cama, vistiendo nada más que su ropa interior y una remera de las de Emi.

"¿Qué haces despierta?" balbuceó el hombre, medio dormido, cuando notó a la chica con los ojos abiertos.

"Es que me llamaste puta," bromeó Evelyn.

Emiliano dejó escapar un quejido de molestia y le dio la espalda mientras la chica se reía disimuladamente. Aquellos últimos días, Evelyn se había encargado de recordarle, en toda ocasión posible, sobre la pelea. Lo hacía con la intención de molestarlo, ya que ya no se encontraba enojada por eso, pero siempre que lo mencionaba, Emi hacía un sonido raro y se iba. Siempre, Evelyn corría detrás de él, partiéndose de la risa, para después colgarse a su espalda y besarlo. En este caso, sin embargo, como Emiliano todavía seguía dormido, solo se limitó a darse la vuelta.

Evelyn sonrió y abrazó su amplia espalda, besando su hombro desnudo, justo en el centro de su tatuaje.

"No te enojes, amor," lo molestó nuevamente.

"Dejame dormir," respondió él, con los ojos todavía cerrados y la boca medio abierta.

"No."

Inmediatamente, Evelyn se sentó sobre su cadera y comenzó a mecerlo suavemente, esperando poder despertarlo. Ella estaba completamente despierta y activa hace casi media hora ya, y como tan nena que era, se había empezado a aburrir.

Emiliano soltó un quejido contra la almohada y finalmente se recostó sobre su espalda, por lo que Evelyn acabó sentada en su regazo.

"¿Qué hora es?" preguntó él, reposando una mano en la cintura de la chica mientras usaba la otra para fijarse el horario en su teléfono. Sus ojos se abrieron como platos. "¡Evelyn!"

La chica sonrió, pícara. "Me aburro."

"Son las cinco de la mañana."

"Son las cuatro de la tarde en algún lugar del mundo."

"¿Qué tiene que ver eso?"

Evelyn se encogió de hombros y se paró, comenzando a caminar alrededor de la habitación. Emiliano ya se había despertado por completo, por lo que dejó escapar un bufido y se sentó contra el respaldo, observándola. Sonrió para sí cuando notó que su remera le llegaba hasta la mitad del muslo.

La chica se agachó para agarrar un short y él la miró, satisfecho.

"Se te ve la tanga."

"Ah, bueno."

Emiliano se rio, observando a su chica mientras se ponía el short y después le soplaba un beso antes de bajar a la cocina. Emi declaró aquel el momento para levantarse, por lo que se puso una remera y siguió a Evelyn.

"¿Te puedo cocinar algo?" preguntó la chica una vez que lo oyó adentrarse en la cocina.

Emi la miró, horrorizado. "Me vas a quemar la cocina."

"Teneme confianza, forro."

"Eh."

Tomó asiento en la barra y la observó con cariño mientras ella barajaba por el pequeño espacio entre la barra y la bacha, sacando ingredientes de la heladera y tazas de los cajones. Pronto, se puso a cocinar.

"¿Te puedo ir a ver entrenar hoy?" preguntó Emi después de un rato a la vez.

Frunció el ceño. "¿Y que te vean todas mis compañeras? Claro. ¿Sabés el boludeo que me como? Además, si mi papá se entera que estuviste ahí, te decapita."

Emi dudó de sus siguientes palabras, pero decidió decirlas igualmente. "Capaz ya podríamos empezar a descuidarnos un poco."

Evelyn se dio vuelta. Había una mueca extraña en su rostro, como si no comprendiera lo que estaba implicando.

"¿Tipo, con los condones?" preguntó, confundida.

Emiliano dejó escapar una risa y se tapó la cara, negando con la cabeza. "No, tarada. Con tu papá."

"Ah." Evelyn se rio por la nariz. "No sé. Solo quiero lo mejor para nosotros. Ya obligué a mi papá a que acepte una relación con un pibe que me llevaba cinco años. Si salgo de la nada con uno que me lleva el doble, no la contás."

Emi entendió el motivo. Le parecía justamente razonable, ya que no quería acabar en el fondo de un canal, pero no pudo evitar sonreír: Evelyn ya no negaba su relación por miedo a ésta, sino por miedo a lo que podría pasar a su alrededor. Estaba logrando aclimatarse a sus propios sentimientos.

"Está bien," aceptó Emi.

Pasaron algunos minutos sumidos en un silencio cómodo y finalmente, Evelyn llevó el plato de comida y lo apoyó en la barra, frente a él. Emi ojeó la comida, unos huevos revueltos los cuales tenían un color más vibrante que lo normal. Se vio preocupado.

"Dales una oportunidad," declaró ella. "Son veganos."

Emi frunció el ceño. "Yo no soy vegano."

"Em, ¿okay?"

Arqueó una ceja y se rió divertido, pero pronto agarró el tenedor que había dejado Evelyn a su lado y probó el desayuno. Tenían un sabor distinto a los huevos revueltos regulares, pero no era nada de otro mundo; a decir verdad, estaban buenísimos.

Evelyn sonrió. "¿Te gustaron?"

"Un poquito nomás."

"Te encantaron," dijo ella, satisfecha con su trabajo. 

Emiliano sonrió con afecto, dejando que la chica le toque suavemente el pelo antes de volverse hacia la heladera para sacar un agua. 

"Hoy tenemos el asado con los chicos," contó Evelyn mientras se servía un vaso, y lo miró de reojo. "Y con mi papá, obvio."

Emi tarareó una respuesta mientras comía, pero cuando la miró, así despeinada y recién despierta como estaba, se dio cuenta de lo difícil que le sería esconder sus sentimientos por ella frente a tanta gente.

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