12
"If you want me to leave,
then tell me to leave and
baby, I'll go."
Eran eso de las tres o cuatro de la mañana. Después de haberse juntado con sus amigos en el predio de la AFA, Emi había llevado a Evelyn a su casa. Sin embargo, en el camino, habían acordado en ir a la casa del hombre en lugar. (Parte de Evelyn sabía que hacía esto porque no quería volver a su casa y enfrentar a su padre, pero igualmente, se convencía a sí misma de que era el sexo lo que ella buscaba). Una vez llegados a la casa del arquero, apenas se bajaron del auto, no habían podido alejar las manos uno del otro, recorriéndose enteramente sin separarse ni para abrir la puerta. Descartando prendas gradualmente, apresuradamente, habían subido las escaleras y no pudieron ni llegar a la cama, por lo que se habían conformado con embestidas violentas contra la pared.
Evelyn no había dicho una palabra en toda la noche, desesperada por el contacto físico con el arquero, no dejándolo ni hacer comentarios en el proceso. Cansados después de varias horas, se habían tirado ambos bajo las sábanas y allí, Evelyn le había dado la espalda y había abrazado su almohada, perdida en ensueño.
Emi había mirado su figura desnuda y se había acercado hacia ella, apoyado en su codo. Allí, había acariciado y besado la piel de su hombro, preguntándose por qué la chica se encontraba tan callada. Ahí se encontraban ahora.
Lo que circulaba en la mente de Emi sin descanso era su conversación con papu. Realmente había sentimientos dentro suyo hacia la chica; sentimientos que, por más que él intentara domar, se fortalecían con cada encuentro nocturno, cada beso, cada sonrisa y cada mirada. Por este mismo motivo, la miró, plantando un suave beso en su hombro antes de hablar.
"Evelyn, realmente no quiero preguntar esto, pero la pregunta me carcome," llamó, algo consternado por la pregunta que le seguía. "¿Qué somos?"
Al parecer, sus palabras, a la chica, le cayeron como un disco de hierro sobre el estómago. Frunció el entrecejo y, repentinamente, se dio la vuelta, apoyándose sobre su mano. Negó con la cabeza, casi enojada, y se levantó de la cama, donde empezó a buscar sus prendas de ropa.
"No seas esa clase de persona," dijo, indignada, mientras se deslizaba dentro de su ropa interior.
Emiliano se estremeció ante sus palabras, temiendo haber golpeado algún lugar sensible dentro de la chica. Sin embargo, enderezó la espalda, incorporándose en la cama y mirándola fijo mientras ella se disponía a cambiarse.
"¿Qué clase de persona?" Preguntó, temiendo la respuesta.
"La clase de persona que necesita ponerle una etiqueta a todo," resopló ella. "Sexo. Eso es. ¿Feliz?"
Lentamente, Emi negó la cabeza. Sintió algo parecido al enojo: no sabía por qué, no quería sentirse de esa manera, pero que Evelyn negara los sentimientos que obviamente estaban ahí tan descaradamente le provocaba estrés. ¿Por qué no podía simplemente admitir que entre ellos había algo, y que ese algo era real?
Claro que Emi desconocía la batalla interna dentro de Evelyn por que todo fuese así de simple.
"No, feliz no," dijo, subiendo su tono de voz mínimamente. Evelyn notó esto. "A mí no me parece que esto sea solo sexo, Evelyn. Yo estoy ahí: yo veo como me mirás y como me hablas y como te reís. Eso no es solo sexo. En ningún puto universo."
"No me levantes la voz," advirtió la chica.
Emiliano negó con la cabeza. "¿Esa es tu respuesta?"
"No sé qué mierda querés que te diga," respondió en vez, terminando de cambiarse. "En mi universo, no hay nada más entre nosotros. Una amistad, capaz. Pero nada más. No somos pareja. Yo no te debo nada a vos."
Él resopló. "No dije eso."
"Lo implicaste." Ella se encogió de hombros. "Solo pedí una cosa de vos. Yo no te pedí que te apegues. Si lo hiciste, no es mi problema, pero si vamos a seguir cogiendo y vos siempre vas a estar preguntándote esto, si siempre vas a estar esperando tu oportunidad, entonces tenemos que parar. Yo no quiero una relación con vos y nunca la voy a querer, Emiliano. No puedo."
"Pero es que sí, Evelyn, sí podés," expresó él, suplicante. Se paró de la cama y, solo en su ropa interior, se arrodilló frente a ella, sosteniendo su mano. "Si te lo proponés, podés. Pero tenés miedo de que te lastime. Y yo ya te dije, eso nunca lo voy a hacer. Te lo juro por todo lo que me queda."
Evelyn negó con la cabeza. "No tengo miedo de que me lastimes. Y que vos te arrodilles en frente mío y me supliques que me comprometa a vos no nos va a ayudar en nada. Ni a vos, ni a mí. Yo ya tomé mi decisión. Que no quiera una relación no tiene nada que ver con miedo."
Sus palabras eran casi burlonas, pero eran puras mentiras. Claro que tenía miedo. Una cucharada de un amor vacío que la había engañado había sido suficiente para obligarla a cerrar su corazón y no permitirse abrirlo nunca más. Que Emi le diga que no tenía que tener miedo no la podía ayudar ni remotamente; ella sabía que, a pesar de su promesa, si ella le ofrecía su completa devoción, él tendría el control. Y ella no quería estar a su merced.
Evelyn era demasiado frágil al momento de enfrentarse a esa clase de dolor.
Arrebató su mano del agarre del hombre, quien permanecía arrodillado frente a ella, devastado. "Creo que ya no deberíamos vernos más."
"Evelyn," susurró él, desesperado, pronto verbalizando los pensamientos previos de la chica. "¿No entendés? Yo haría todo por vos. Yo daría todo por vos. Me pedís que me vaya, y me voy. Vos tenés el control. No tenés que tener miedo, mi vida. Siento algo por vos y sé que vos también sentís algo por mí. Solo tenés que decir que sí y yo te doy el mundo."
Ella dudó, pero a fin de cuentas, siempre sería un libro cerrado.
"No tengo miedo," dijo, alejándose. "Por favor, me quiero ir."
Él no supo qué hacer, por lo que se levantó y se alejó, tratando de poner distancia entre sí mismo y el dolor que le penetraba el pecho. Si iba a resultar lastimado, lo haría bajo sus propios términos. Apretó los labios y apartó la mirada.
"Andate," ordenó por fin, odiándose por tratarla de esa manera.
Había prometido que no la lastimaría, pero esa palabra, esa conversación, la habían herido. Evelyn había tenido razón: no se le puede prometer a alguien que jamás lo vas a lastimar. No se puede estar seguro de que esa promesa se va a cumplir.
Se dio la vuelta, sin querer verla irse, y para distraerse de aquel evento, se vistió con la ropa que yacía en el piso. Sin embargo, después de unos segundos que se sintieron como diez eternidades, escuchó un pequeño quejido desde la puerta, por lo que volteó para encontrar que Evelyn seguía allí parada, aferrándose al marco de la puerta como si su vida dependiera de ello.
"¿Qué pasa?" Preguntó ferozmente Emi, cegado por su propio enojo. "¿No te ibas?"
"No..." Tartamudeó Evelyn, su voz suave y baja, pero nublada por algo parecido al miedo. En ese mismo instante, Emi se dio cuenta que no era la pelea lo que la perturbaba; era algo más. "No puedo..."
"¿Qué cosa?" Preguntó él de nuevo, ésta vez, más suavemente.
"No me puedo mover," susurró ella, su voz temblorosa.
Emi frunció el entrecejo y dio un paso hacia adelante, preocupándose por aquella misteriosa declaración.
"¿De qué hablás?"
"¡No me puedo mover!" Gritó ella repentinamente, atormentada por el súbito cosquilleo que le había invadido las piernas, pero que ahora no le permitía dar un paso hacia adelante. "¡No me puedo mover! ¡No puedo mover las piernas!"
Los ojos de Emiliano se abrieron como platos. No sabía que significaba aquello, pero las alarmas en su cerebro se dispararon inmediatamente. Corrió hacia ella y cuando vio su cara, se dio cuenta que había lágrimas cayendo de sus ojos. Era la primera vez que la veía llorar y era tan crudo, tan brutal, que lo asustó.
"¿Qué te está pasando?" Preguntó, sin saber qué hacer o qué no hacer.
"¡No sé, no sé!" Su voz se partió en el medio del llanto, sus mejillas rojas por la tensión. Se comprendía a la puerta con fuerza. "Ayudame, por favor. No sé qué me está pasando."
Aún no sabía que hacer, pero siguió su instinto. Urgió a Evelyn a soltarse del marco de la puerta y la alzó en sus brazos. Ella no se movió, dejándose llevar mientras sollozaba, afligida por un miedo inminente. Sus piernas habían sido invadidas por una extraña sensación y no podía moverlas y la pelea le pesaba en el pecho y no sabía qué mierda estaba pasando y la puta que te parió.
"Te voy a llevar al hospital, ¿me escuchaste? Quedate tranquila. Por favor, no llores," suplicó Emi, angustioso al verla tan asustada y sin saber qué podía hacer por ella.
"No me puedo mover, Emi, no puedo..." lloraba la chica, sin poder escuchar las palabras del hombre debido a su miedo.
Muchas preguntas se cernían sobre su cabeza. ¿Volvería a poder caminar? ¿Por qué no podía caminar? ¿Sería producto del moretón en su espalda? ¿Qué pasaría con su carrera?
"Está bien. Vas a estar bien, te lo prometo, solo quedate tranquila..."
"Emi, por favor, no puedo moverme... por favor..."
Evelyn ya ni sabía por qué suplicaba.
a/n –
uh
se vienen dos capítulos larguísimos que sobrepasan las 2000 palabras y son una montaña rusa de emocionas, así que si están buscando algo corto y rápido, les recomiendo que se vayan 😆
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