06
Tres semanas habían pasado desde el último encuentro entre Emiliano y Evelyn. Se veían en los entrenamientos, llegando a rozar sus labios a escondidas en los vestuarios, pero jamás pasando a mayores. Se limitaban a cruzar miradas durante los entrenamientos en los predios, simplemente por el hecho de que ambos se encontraban ocupados por distintos asuntos: por un lado, la selección argentina, cerrando al mes de agosto, se preparaba con ansias para el Mundial Qatar 2022, que tomaría lugar dentro de tan solo dos meses. Emi se encontraba constantemente saturado de entrenamientos, por lo que los momentos en los que podía ver a Evelyn eran progresivamente más breves y distanciados. La chica, por su parte, también se enfocaba en su carrera futbolística, habiéndose descuidado de ésta una vez vuelta de la Copa América.
Se presionaba en los entrenamientos, alcanzando un alto rendimiento y desempeño que sorprendía a su DT. Sin embargo, con cada empuje, el dolor de su espalda empeoraba aún más. Evelyn llegaba a su casa y se sometía a múltiples tipos de masajes, confundiendo el dolor por agotamiento muscular, pero cuanto más pasaba el tiempo, menos eficientes se volvían sus soluciones. Y ella estaba convencida de que cesaría pronto, lo cual sería un gran error.
Ese sábado, se encontraba en su casa, descansando su cuerpo para prepararse para el siguiente amistoso, el cual sería contra Canadá, cuando su teléfono vibró.
Número Desconocido: Cuánto tiempo, enana
No le tomó mucho tiempo descubrir quién era la persona que le escribía, y se odio a sí misma cuando, al darse cuenta, una pequeña sonrisa inmediatamente le cubrió el rostro. Negó con la cabeza y escribió una respuesta.
Evelyn: quién te dio mi número grandote?
Emiliano: Rodrigo
Emiliano: Me parece que ya sabe que te encanto
Evelyn: ???
Evelyn: el que pidió mi número fuiste vos, te lo recuerdo
Emiliano: Ajá
Emiliano: Hoy a la noche?
Evelyn: venite a casa a las 7, ya tenés la dirección
Emiliano: Tu papá?
Evelyn: no vuelve hasta tarde
Emiliano: Ahí nos vemos ;)
Evelyn leyó y releyó el último mensaje con una pequeña sonrisa en los labios, esta vez, ni siquiera intentando reprimirla. Sonreía porque conseguiría desahogarse aquella noche, no porque fuese él la persona con quien lo haría. Lo que le importaba a ella era el sexo.
Eso creía.
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