02|Una niña griega inocente.
Hürrem sonrió mientras caminaba con una sonrisa en sus labios y esa sonrisa se agrando al ver a Mukerrem sentada sobre la cama de su nueva habitación.
──Mi Sultán.──Llamo la omega con una sonrisa dulce.
La alfa se acercó lentamente hasta Mukerrem y la observo de pies a cabeza, ella realmente sabía que usar en cada ocasión, esta vez ella usaba un vestido azul con detalles dorados.
Su cabello marrón estaba suelto y caía sobre su pecho, el maquillaje que llevaba la mujer era un delineado precioso.
──Kasim te extraña.──Dijo Mukerrem cuando Hurrem se posiciono sobre ella.
──Yo recuerdo perfectamente que ese niño dijo que me odiaba.──Hurrem rozo su frente con la de Mukerrem.
──Es solo un niño Sultán, evidentemente no sabe lo que dice, no lo castigue con su indiferencia.
──No pensaba hacerlo de ninguna manera, es mí hijo después de todo.
Mukerrem cerró los ojos al sentir los labios de Hurrem sobre los suyos, sabía que esta noche sería suya, lograria darle otro príncipe a la dinastía otomana.
De ese modo tendría más poder, aunque realmente no lo necesitaba, puesto que tenía el amor de Hurrem, el cariño de la madre sultana y de las hermanas del Sultán, no solo eso, también los sirvientes del palacio la querían mucho.
Los únicos que no la querian en el imperio eran los jenízaros, fuera de eso, su vida era natamente perfecta, tenía todo lo que deseaba con tan solo una orden.
Nunca permitiría que otra mujer ocupara su puesto en el palacio, la mujer que se le ocurriese siquiera pensar en estar en su lugar seria eliminada del juego de Topkapi.
──Estoy lista.──La sonrisa de Mahidevran era radiante.
──Se ve hermosa, Sultana.──Habló Sumbul al ver a Mahidevran.──Nunca nadie podria opacar su belleza.
Gulsah entro en la habitación luciendo un semblante penoso, obteniendo la mirada de Sumbul y Mahidevran.
──¿Que ocurre Gulsah?──Pregunto Sumbul.
──La Sultana Mukerrem...Le esta haciendo compañía a la Sultán Hurrem.
Sumbul se llevo la mano a la boca, Gulsah miro al suelo y Mahidevran se sentó sobre el sillón que estaba al lado del tocador, miro a Mustafá, él cuál dormia plácidamente.
Queria gritar y botar todo lo que había a su alrededor, pero no lo haría, no podía, no iba a despertar a su hijo por una tontería.
"¡Maldita Mukerrem, era mi noche!" Ese fue el único pensamiento que tuvo Mahidevran, sus ojos se llenaron de lágrimas, no era la primera vez que esto pasaba, de hecho ya había perdido la cuenta de cuantas veces había pasado esta situación.
No iba ni siquiera a quejarse, sabía que Ayse Hafsa y Hatice se pondría del lado de Mukerrem, por lo que sería malgastar saliva por gusto.
──Pueden retirarse.──Mahidevran forzó una sonrisa.──Hoy ha sido un día muy cansado y ajetreado para nosotros, ustedes también merecen un descanso.
──Si necesita algo, no dude en avisar.──Dijo Sumbul entendiendo la situación, hizo una reverencia para luego salir con Gulsah de la habitación.
Una vez cerraron las puertas, Mahidevran empezo a llorar, no era un llanto escandaloso, era más bien algo bajo y apenas audible.
Quizás hace mucho tiempo ella dejo de amar a Hürrem pero le gustaba ir a sus aposentos, quizás hace años que no hacían nada pero cada que iban hablaban de un montón de cosas, especialmente de Mustafá.
Era realmente agradable hablar con ella y reirse juntas, pero esta vez era algo distinto, estaba vez había deseado volver a tocar las sábanas de Hürrem, quería volver a ser madre, cargar a una nueva vida en sus brazos, cantar canciones de cuna.
Y sobre todo cumplir la promesa que le había hecho a Mustafá, darle un hermano o una hermana, sabía que su pequeño príncipe deseaba volver a jugar con alguien, sabía que Mustafá se aburria al no tener algún compañero de travesuras.
Mahidevran se limpio las lagrimas, se quito las joyas y el maquillaje, luego fue a acostarse al lado de Mustafá, abrazándolo por la espalda.
En noches como esta, agradecía que Mustafá estuviese en su vida, siempre que tomaba la mano de su príncipe se daba cuenta que no estaba sola en este mundo.
Mustafá es y será siempre su única familia, nunca se imaginaba una vida sin él, y él día que sintió que su mundo se acaba fue cuando se entero de la maldad que había intentado hacer Mukerrem.
Cerró los ojos con fuerza después de besar la mejilla de su hijo, nunca estaría preparada para perderlo.
Una semana había pasado desde que Hurrem ascendió al trono, una semana en la que la omega griega llevaba en el harén.
Realmente le seguía dando miedo el lugar, le daba mucho miedo el palacio otomano y sobre todo las personas que vivian en el.
Todavía recordaba como las alfas en el barco que la traía hasta aquí habían intentado tocarla de una forma bastante subida de tono.
Recordaba que ni bien puso un pie en el harén, una concubina le arraño la cara solo por respirar cerca suyo.
Había visto una vez a la madre sultana, la cuál le había producido miedo, era una mujer que imponía con tan solo respirar.
También había visto desde su escondite a la consorte principal, Mukerrem, era una mujer muy hermosa ante sus ojos, nunca había visto a alguien tan hermosa en su vida.
Anastasia sostenía la bandeja con Sharbat, el harén estaba celebrando una fiesta y ella al ser una Cariye, tenía la obligación de servir a las demás mujeres.
Estaba demasiado nerviosa, de hecho esta era la primera vez que atendía a tantas personas por lo que derramo bastante de la bebida dulce.
Haci Agha y Nigar Kalfa miraban con tristeza a la niña, la mayoría de esclavas pasaban de los dieciséis, Anastasia era la más pequeña de todas las ingresadas.
Debería estar en su casa junto a sus hermanos y padres, en un lugar rodeado de amor, ella no deberia estar aquí.
Realmente Nigar queria ayudarla, pero no podía, la Sultana Hatice le había pedido que estuviese a su lado en todo momento.
Y Haci Agha tenía que servir a Mukerrem, cosa que odiaba, él sabía de la serpiente que habitaba en el corazón de esa mujer.
──¡Niña!──Grito Mukerrem a Anastasia.──Sirveme un poco de Sharbat.
Anastasia se mantuvo estatica en su sitio, no tenía ni la más mínima idea de la orden que le había dado la mujer, aunque llevara una semana en el harén, todavía no hablaba el turco.
──Hatun, ven aquí.──La Valide estresada por ver como la omega no entendía la orden hizo una seña que Anastasia entendió.
Se acercó hasta Mukerrem, e intento servir el Sharbat sin derramarlo, cosa que fue prácticamente imposible, toda la jarra cayó sobre Mukerrem, empapandola toda.
Mahidevran esbozo una leve sonrisa.
──¿¡Te das cuenta de lo que acabas de hacer?!──Grito Mukerrem levantandose de su asiento.──¿¡Eres consciente sobre a quien le has derramado el Sharbat?!
Anastasia temblo en su sitio y agacho la mirada, estaba asustada.
La Valide miro con desprecio a la Hatun, entendía perfectamente como se debía sentir Mukerrem.
──¡Aghas!──Grito la Valide.──¡Llevense a esta niña y denle treinta latigazos en cada pie!
Sumbul y Haci Agha compartieron una mirada de tristeza, querían abogar por la niña, pero no podian, de hacerlo sus cabezas serian el centro de mesa de Mukerrem y La Valide.
──Valide.──La voz de Mahidevran se hizo presente.──¿No cree que es un poco exagerado el castigo?
──¿Insinúas que derramar Sharbat sobre la madre del príncipe heredero no es una ofensa?
──No dije eso mi Valide, me refería que como se puede dar cuenta, es solo una niña, una niña que muy probablemente haya sido secuestrada de su hogar y todavía no sabe nuestras normas y mucho menos nuestro idioma.──Explico Mahidevran.──Llego la semana pasada junto con las otras, no sabe nada acerca de nuestras tradiciones.
──Una ofensa es una ofensa.──Hablo Mukerrem.──A todas las mujeres del harén se les enseñan la jerarquía cuando llegan.
──Permitame ponerla bajo mi tutela.──Hablo Mahidevran ignorando a Mukerrem.──Yo me encargaré de educarla y enseñarle todo lo que debe saber, le prometo que ella no volverá a cometer un error de esta magnitud.
──Educala bien Mahidevran.──Hablo la Valide.──Pero si comete un error como este otra vez, ya sabes el castigo.
──Se lo agradezco Valide.──Mahidevran sonrió para luego mirar a Anastasia.
Realmente ella había sentido lastima por la niña, no podía dejarla desamparada en el harén, no podía dejarla sola en un palacio como este donde el inocente moría.
Ella haría lo que nadie hizo por ella cuando llego al Harén, la protegería de todo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top