Ocho


Namjoon.

Un heredero, el primero, mi esposa estaba furiosa porque no era con ella, pero Amaris es la única embarazada de mi harem, la han movido de la casa de las consortes a su propio lugar en el palacio, la matrona dijo que nacerá en seis meses.

—Todos hablan, dicen que la consorte esa te manipula, vemos como rebaja a su majestad a sus caprichos.

—Lo único que escucho es a otras mujeres quejarse, sobre la única que esta esperando un heredero.

—Si nos tocara de la misma manera en que lo hace con ella, puede que tuviera a mas de una en espera mi señor.

Me acerque y le sujete del cuello con enojo —Si fueran la mitad de interesante de lo que es ella, tal vez me darían mas ganar de follarlas, pero lo único que veo es que mi Harem debe de reducir y que mi esposa debe callarse mas.

La solté y ella tosió sujetándose el cuello, yo salí de mis aposentos directo hasta el cuarto de Amaris, entre y ella dormía junto a la ventana en los almohadones, la posición en la que estaba hacia lucir su estómago algo abultado, muy leve pero se podía notar mi hijo creciendo ahí.

Me acerque, pasando mis dedos primero por su rostro y despues tocando su vientre de manera delicada. Ella se removió y me observo, no dijo nada simplemente me dejo seguir deslizando mi mano por su vientre, poco a poco me acomode sobre de ella sin aplastarla, hundí mi cabeza en su cuello y la abrace contra mi.

—¿Pasa algo? —acaricio mi cabello —esta muy tranquilo.

—Tu no me has pedido nada, otras concubinas, consortes, incluso mi esposa me piden cosas, joyas, ropaje, caprichos, ¿Por qué no me pides nada?

—¿Qué cree que necesito? —se muy bien lo que desea, pero no puedo darselo, mucho menos ahora que esta esperando a mi heredero —ya es algo tarde para eso, en muchos sentidos ya no puede dármelo, porque ya no lo necesito, ahora estoy bien.

—Me quedare aquí esta noche, puede que mas noches.

—Usted es el sultán.

La sentí sonreír, alce mi barbilla para besarla, ella siguió el beso, lo que nos llevo lo que restaba de la tarde continuar.

Me quede dormido en sus brazos, mande traer la cena a sus aposentos, para no ser molestados, en realidad adoraba estar con Amaris, aunque siempre me este retando.

El sonido de un jarrón rompiéndose me despertó en la madrugada, salte de la cama notando Amaris con una espada la cual usaba para defenderse, en un parpadeo ya había lanzado al sujeto contra la pared, le quite la espada a Amaris, usándola para cortar una mano del tipo. Varios guardias entraron.

—Trate de que no muera —mire a Amaris que respiraba aun agitada, su rostro tenia una herida en la mejilla la sangre le recorría hasta el cuello —me dirá quien lo mando a esto, hirió a la madre de mi hijo, y a mi siguiente esposa...

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