Capítulo 7
ChanYeol (Gryffindor; 6° año)
JongIn (Slytherin; 5° año)
Los rumores cada día se esparcían más por el castillo.
"Las paredes hablan" dirían por allí y las mismas quizá hasta inventaban cosas, ¿no? Aunque en ese momento odiaba ser ese que estaba apartado, pero siempre atento, observando todo desde su posición y a la vez lamentaba ser llamativo.
¿Llamativo? Lo era. No solamente por su apariencia (esa que con los años dejó de ser tan desalineada, digamos) y que las muchachas apreciaban más, sino también por su inteligencia y el ya tomado titulo (aunque él quisiese o no) del mejor estudiante de los tiempos actuales.
Tampoco se descarta que ya era sabida su procedencia de una familia de renombre y no le gustaba eso, para nada.
Nada le gustaba y menos que le miraran, que le hablaran por conveniencia o por el hecho de que ya era notorio que era amigo del futuro nuevo capitán del equipo de Gryffindor: Park ChanYeol.
Futuro, claro, porque dicho titulo aún estaba en poder de LuHan y el mismo estaba viendo si en un tiempo se lo daría o no, aunque todos lo glorificaban ya y pensaban que era algo asegurado.
Sin embargo aún existía lo primero, eso que seguía siendo su molestia principal: Los malditos rumores.
"¿Escuchaste? Al parecer Park ChanYeol está con alguien".
"¿Alguien? Yo escuchaba que se ve con muchas chicas".
"Sale con una chica del equipo".
"No, no, su novia es Park SooYoung de Slytherin".
Era entonces cuando su piso temblaba, cada sector del exterior y su interior empezaba a tambalearse a la par, para luego llenarse de ese tortuoso ruido que lo llenaba de pura rabia.
Se sentía molesto los primeros días y él lo ocultaba con su indiferencia, obviando la situación, ¡pero la gente al saber que era amigo del mayor lo molestaban! Sobre todo las chicas y uno que otro chico.
Ya ni sabía si eran más fastidiosos ellos o la supuesta novia que todos proclamaban. ¿O le fastidiaba el hecho de que sí fuera cierto? ¿Algo tan relevante le había ocultado ChanYeol? Por su parte era claro que evitaba esas cosas por el simple hecho que no tomaba en cuenta los temas amorosos, ¡mas eran amigos! Y cercanos.
Quizá demasiado cercanos.
Un escalofrío le recorrió la espalda e imagenes pasaban una y otra vez por su cabeza, esas que se repetían en sus continuos sueños (aquellos que eran muchos considerando su fama de dormirse en cada rincón y a toda hora).
Pensaba en él, en ChanYeol y éste mismo estaba en cada uno de esos recuerdos, a fin de cuentas era uno de los principales protagonistas.
Recordaba los inicios, cuando se conocieron, la forma torpe que tenía el otro de comunicarse (era tan joven) y ese humor tan particular, a tal punto de tacharlo de idiota desde un comienzo, pero eso no le impidió querer conocerle.
La ocasión en que decidió que le daría apoyo escolar mientras a la par hablaban de criaturas mágicas, eso que descubrieron que tenían en común y que sería uno de los hilos necesarios para que se unieran.
Luego compartirían hasta lo que siquiera les interesaba y todo para entenderse, para complementarse, fundirse emocionalmente uno con el otro.
Por que sí, eso ocurrió y JongIn lo supo desde el primer momento en que sus miradas brillaban al hablar de esas criaturas, aunque lo principal era la forma en que el más alto lo terminó observando a él día tras día.
El slytherin lo llamaba amistad, termino que utilizaba para ocultar todo lo demás y no hacerse cargo.
Sin embargo no esquivaba al eufórico león, lo consentía y le permitía acercarse, poniendo a la vez unas murallas que le marcaban el sitio al que no se podía acceder.
Y eso podía ser su error y por el que se estaba arrepintiendo ahora mismo.
JongIn rechazó a ChanYeol un sin fin de veces y todo por sus ideales, por esas capaz de ideologías que tenía desde la cuna y la mirada de su padre, ese que siempre fue su mayor temor y el ser que más rechazo le causaba en la vida.
Él quería que tuviera una familia perfecta, pura y con una mujer.
¿Estar con un sangre sucia y de paso un hombre? ¿Dónde estarían los nietos? ¡Era imperdonable! Estaba cubierto por esa aura oscura y no le dejaban ver lo correcto o lo que su interior en verdad le dictaba.
Negaba todo.
No, no podía verle de esa forma. ¡El mayor no se merecía estar así, detrás de él! Porque lo sabía, tenía en claro que ChanYeol velaba por su bienestar y que le querría sin importar qué. Hasta se lo había dicho y no solo con palabras, con sus actos, hasta con ese mirar que desbordaba cariño, el cual sentía por primera vez y no era como si nadie lograra algo similar, por ejemplo su madre lo amaba, pero gracias al muchacho supo que existía afecto de otro tipo y no solamente fraternal.
¿Y entonces?
—Mierda...
Gryffindor le había ganado un partido muy relevante a Ravenclaw, el castillo estallaba en una fiesta (aunque fuese parte de los leones) y la serpiente había huido al primer instante en que el último punto fue dado.
Ya no lo soportaba, no podría ver más a su amigo y menos cruzar con su vista (porque la buscaba) a esa chica de los famosos rumores. Era notorio el interés de la misma por el chico y ni quería estar cerca si pasaba algo entre tantos festejos.
Se iba a refugiar en ese lugar que tanto amaba, el sitio que era el único que podía protegerle en el fiel silencio, su único mejor amigo en esos instantes.
Pero no tendría tanta suerte.
Primero no escuchaba nada, solamente sus propio palpitar y los quejidos que daba al intentar de descansar la cabeza sobre la amplia mesa, tapando en el proceso el rostro con ambos brazos y se removió al notar algo: Un ruido en los pasillos.
Pensó que quizá era el encargado de limpieza, los alumnos estaban en otro sitio (casi nunca venían y menos luego de los partidos, vamos), sin embargo se empezaba a hacer más notorio, pesado y veloz.
Alguien estaba corriendo.
¿Hacia dónde? No puedo siquiera pensarlo, el ruido que provocó la entrada principal al abrirse le hizo dar un brinco y se apartó del mueble que era su cama temporal, encontrándose una imagen que lo petrifico en un primer instante.
—Lo sabía.
Allí estaba Park ChanYeol, aún con las vestimentas de su equipo y con la escoba a cuestas, intentando de restablecer la respiración y con una capa de sudor en el rostro que delataba toda la carrera que se hizo para encontrarle.
Y le sonreía, le sonreía tan radiante que le causaba una punzada de dolor en el pecho.
—Sabía que estarías aquí, ¿por qué me abandonaste?
—¿Qué haces aquí? Y no te abandoné, simplemente quise irme.
—¡Pero te perdiste de lo mejor! Y es obvio qué hago aquí —empezó a acercarse, con todas esas ansias de festejar con el menor (como muchas veces pasó) y notó como el mismo dio un paso hacía atrás, esquivándolo—. ¿Estás de malas?
—Claro... y sí, es obvio —y lo era, pero no podía corresponder esa dicha, él estaba molesto. JongIn estaba... no—. ¿No tienes que festejar con nadie más? —por un momento dejó de ser el más listo de Hogwarts.
—¿Qué? —el semblante del de rojo se transformó a uno de asombro y con el paso de los segundos lo entendió, ganando una sonrisa de burla y a la vez de gusto. Nunca había pasado algo así y le encantaba, a pesar de que parecía que en cualquier momento el otro lo atacaría por la yugular, pero su parte enamoradiza era así de tonta—. Solamente quiero estar contigo.
Quería que la tierra lo tragara o tomar alguna de las pociones que preparó la clase de ayer, ¡pero qué estaba diciendo!
Kim JongIn tenía una personalidad y no era esa, ¡por qué el otro lograba hacer que todo se volviera tan complicado! Además esa sonrisa, quería matarle. No tenía que verle así, ¡y menos cuando él estaba enojado!
Era frustrante, Park ChanYeol era el ser más frustrante del mundo.
—No te me acerques.
—¿Acaso no te gustó lo que dije? —ese tono era confidente, afectivo, uno que utilizaba a su favor y a la vez le hacía hervir la sangre al moreno. No cuadraba que ante su estado siguiera tan insistente, pero el chico revoltoso era así y nunca se iba a detener—. Vale, si no quieres no te toco, pero no me voy a callar y menos para preguntarte por qué dijiste eso. Anda, dime.
—No importa —fue lo que respondió en un inicio y presintió que le seguiría taladrando, llegando al punto en que notó que volvería a hablarle y entonces tiró todo sin más—: ¿Tienes algo con Park SooYoung?
—¿Era eso? —pareció que el contrario trataba de no reír, conteniéndose porque en cualquier momento recibía un golpe—. ¿Algo como lo nuestro?
Fue el mejor golpe dado en toda la existencia de ChanYeol y el bateador lo sabía.
—Lo nuestro...
No pudo decir nada, allí estaba su defensa una vez más y el enojo se transformó en rectitud, una que parecía haber heredado y era un hecho.
ChanYeol sabía todo.
Sabía lo de su familia, sus pensamientos y que era por eso mismo que JongIn aún seguía negando lo evidente.
Era doloroso y lo seguía siendo, hecho que se reflejaba ahora en el mirar del más alto y el mismo terminó por suspirar, bajando después los hombros y miró el suelo, resignado.
—Es mejor que me vaya, ¿no? Estaré en las habitaciones de Gryffindor, nos vemos mañana —dicho esto dio media vuelta, dando unos pasos y se detuvo, girando apenas la cabeza—. Y no creas en los rumores, JongIn. Los rumores son eso, rumores.
Sintió esos pasos, esos que le estaban gritando a los cuatro vientos que no quería escucharlos más, menos a la distancia, esfumándose junto a esos sentimientos destrozados en el gryffindor.
Y siquiera lo supo, no entendía de dónde sacaba las fuerzas para ser él el que ahora persiguese al contrario, habiendo así que su cobardía fuese vencida, aunque fuese por unos minutos.
—No, no dejaré que te vayas.
Lo dijo.
—¿Qué pasa, JongIn...?
El chico le observaba asombrado cuando notó que el otro lo tomaba de rostro y lo giraba hacía él, quedando así frente a frente.
Contuvo la respiración y lo demás pareció un sueño.
Sintió los labios del menor sobre los propios y de forma decidida, aunque con el pasar de los segundos delataban los nervios que JongIn empezaba a sentir y ChanYeol compartió hasta aquello, siendo sobrepasado por la lluvia de emociones que viva en ese momento y sus latidos que resonaron de tal forma que seguro que hasta se escucharían en el Bosque Prohibido, despertando a todas las criaturas de dicho lugar.
Era la primera vez que JongIn lo besaba de esa forma, sin tapujos, sin temor, como si solamente existieran ellos dos y con esa dulzura que notó por un momento en el rostro del nombrado, terminando por cerrar sus parpados de la misma manera que lo hizo su acompañante.
Le abrazó por el torso y el otro por el cuello, atrayéndose mutuamente y con esa clara necesidad de no separarse, de hacerlo eterno y tan suave como desde el inicio.
Era el beso más sentido que tuvieron la oportunidad de compartir y roce tras roce de sus labios lo comprobaron, formando en cada uno esas palabras de amor que no salían hechas palabras, pero si en actos.
Actos como ese.
—¿Entonces no sales con nadie? —se escuchó aquel susurro cuando se separaron y fue entonces cuando ChanYeol se permitió reír—. Hey, no es divertido —aprovechó la ubicación de sus manos para tironear un par de esos pelos que ahora eran de un suave color rosado.
—¡No hagas eso! —exclamó dolido, enseñando lo pronunciado en sus fracciones y consiguiendo así que el menor sonriera por la gracia que le dio—. No tienes remedio... y no, no salgo con nadie, ¿no es obvio? Tú lo sabes —resopló—. ¿Desde cuando le haces caso a los rumores?
—Lo siento —mintió, disfrutaba de molestarle y era obvio—. Desde que me gustas o eso parece.
Silencio.
La cabeza de ChanYeol estaba haciendo cortocircuito.
—Te quiero, ChanYeol.
Fue lo último que logró escuchar con claridad, a fin de cuentas el mundo dejó de existir cuando JongIn lo volvió a besar y lo que quedaba de la tarde la pasaría junto a él, ellos dos solos, hablando y riendo juntos.
No había necesidad de nadie más.
—Te quiero, Kim JongIn, solamente a ti.
Aquel día había ocurrido uno de los mejores partidos, la mejor victoria y el mejor momento: Uno de los mejores recuerdos del año y de su vida.
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