Capítulo 5

ChanYeol (Gryffindor; 2° año)
JongIn (Slytherin; 1° año)

No era la primera vez que ChanYeol pisaba la biblioteca en aquella semana y bien sabía a esas alturas que no sería la última, más teniendo en claro cierta información.
¿Se estaba volviendo un acosador? Quién sabe, pero allí no empezaba la historia.

La tan querida biblioteca.

El león no era que desconociera la existencia de dicho sitio, sino todo lo contrario, mas prefería estar entrenando o leyendo comics en lugar de un libro, algo que tenía que dejar de lado cuando en clase le obligaba a ir hasta allí, rodeándose de alumnos que parecían más capacitados mentalmente que uno (vamos, hasta él reconocía que era mejor en los deportes que en lo académico y si era bueno con los encantamientos era una bendición de la vida).

Fue entonces, mientras rebuscaba entre los estantes un libro de transformaciones, cuando se percató que (además de los niños que cruzó en su camino) se encontraba a metros de él uno demasiado apartado del resto, exactamente en una mesa en la que éste parecía adueñarse.

¿Y qué tenía de particular ese chico? Estaba rodeado de una gran cantidad de libros, algunos abiertos y uno que estaba por debajo de sus brazos, además de parte del rostro resguardado en los mismos, ¿por qué? Estaba durmiendo, nada más simple y llano que eso.

¡Dormía sin problema! Al parecer siquiera era la primera vez que pasaba, aunque... ¿no lo conocía de algún sitio? Rebuscó en su cabeza, todo mientras continuaban sus ojos en la misma dirección y en una explosión de neuronas (no hay que pedirles tanto) hizo que la imagen de esa parte del rostro que contemplaba tuviera dueño.

Era nada más ni nada menos que el amigo de aquel detestable Oh SeHun, el maldito nuevo miembro del equipo de Slytherin y que ya hace unos meses estaba haciendo que su interior ardiera de la rabia con simplemente verle.

¿Y ahora justo se tenía que encontrar con su amiguete? Aunque, claro, desconocía cómo era su personalidad y más su nombre, algo que tampoco le interesaba saber y menos con el continuo semblante que portaba, además de ese aire lleno de pereza y lejanía del mundo que tanto lo caracterizaba.

La verdad no destacaba y si algunos lo conocían era por estar siempre cerca del albino.

Chasqueó los dientes, no había caso, mejor era tomar el libro e irse de allí, ¿a quién rayos le interesaba un extraño de primer año y más si era otra maldita serpiente del montón?

Pero, para la sorpresa de alguien que de suerte pisaba esos territorios, encontrar una vez más al moreno y en una escena similar a la última vez fue un gran suceso.

¿En serio? ¿Acaso la biblioteca era su segundo cuarto o en verdad leía todos esos ejemplares que tenía esparcidos por el mueble que reemplazaba su cama? Suspiró y la próxima vez que viviría aquello la curiosidad le iría ganando al rechazo, ese que se fundó en él sin sentido aparente (aunque para alguien tan aniñado como su persona cualquier ser cercano a SeHun era idéntico a él) y por primera vez se molestó en saber qué era lo que tanto "leía" el menor de ambos.

Y cuando leyó la portada del primer libro que tuvo cerca (se acercó todo lo posible, pero con una cautela digna de un videojuego) llegó a reconocer el titulo y así la sorpresa atacó, al igual que el entusiasmo y una señal de que quizá el otro no era tan patético, ¡a fin de cuentas eran libros de criaturas mágicas! De eso él si sabía la información de memoria y los objetos esparcidos alrededor del cuerpo del dormilón ya pasaron antiguamente por él.

-¿No es mucho para alguien de primer año...? -murmuró, releyendo aquel libro de grifos que tanto le fascinaban y miró por encima de dicho contenido lo demás, ¿por qué no lograba ver algo de sus amados dragones?

-¿Mh?

Joder.

Sintió aquel sonido provocado por el contrario, algo que lo puso helado y rogaba a sus adentros que no se despertara del todo, mas cuando notó que se removió y levantó su torso ya era demasiado tarde para huir o fingir cualquier situación que lo salvara.

JongIn se tomó parte de su tiempo para dejar de lado el mundo de los sueños y el hecho de ser interrumpido le causó cierto mal humor, aunque en esos momentos estaba muy distraído y confundido para demostrarlo.

¿Había escuchado una voz? No lo sabía con certeza, no por lo menos hasta que sus ojos empezaban a recobrar lentamente la visión y pasó las mangas de su uniforme por los parpados, todo a medida que liberaba un tenue bostezo.

Lo primero que notó fue una forma larga y difusa del otro lado de la amplia mesa, distinguiéndola posteriormente como un niño, ese que poseía un cabello rojizo y una vestimenta con un toque similar.

Oh, entonces era un Gryffindor.

-¿Perdiste algo? -dijo sin molestarse mucho por la apariencia que portase y notó el libro que tenía en sus manos-. ¿Te gustan los grifos? -podía parecer un completo asocial, pero cuando encontraba temas de su interés era capaz de desenvolverse mejor y más cuando vio una expresión algo extraña en el mayor, ¿acaso estaba sorprendido?

Otro detalle extra, la serpiente se estaba divirtiendo en ese mismo instante.

-¿Ah? -se maldijo a sus adentros por ser lo único que pudo dar como respuesta en una primera instancia, sin olvidar que soltó el libro como si la peste misma se tratase-. Comportate, Park ChanYeol -asintió rápidamente y dio los pasos necesarios para estar mucho más cerca de la mesa-. No sabes quién soy, ¿no?

-¿Tengo que saberlo? -en esos instantes su mente seguía medio dormida, sin embargo no le resultaba relevante saber quién era el otro y menos cuando vivía en su propio mundo, teniendo en su mente marcado el rostro de sus compañeros y eso era un milagro-. Aunque...

De algún sitio lo conocía, de algún sitio.

-¿En serio? -directo al ego, ¿cómo alguien no podía conocerle? Vamos, era uno de los miembros del equipo de Quidditch de su casa (por no considerarse el mismo el mejor, santificado sea su egocentrismo) y además una de las figuras del castillo, aunque dicha "fama" sea por el trío tan tormentoso e infantil que conformaba con sus mejores amigos-. Me llamo Park ChanYeol, casa Gryffindor, segundo año. Beater (bateador) de mi casa.

-No soy bueno recordando a la gente -dijo con sinceridad y alzó los hombros, dejando su atención sobre el libro que tenía enfrente empezó a leer hasta donde se quedó, aunque de todas formas siguió escuchando la presentación-. Ah, ¿entonces tú eres el famoso revoltoso y el que odia a mi amigo SeHun? -no le importaba mucho quién era y ahora que al fin le reconoció se dio la libertad de burlarse un poco, aunque no sonaba así, se camuflaba mucho ante su tono sereno.

-Me di cuenta -pensó intentando de no bufar y más cuando el Slytherin se permitía hablarle de esa manera, ¡ahora entendía! Con razón eran tan unidos esos dos niñatos-. ¿Y entonces te seguirás burlando de mí y me dejarás de hablar ahora mismo?

-Lo que pasa entre ti y SeHun no es mi problema -era más maduro de lo que podían imaginar, en verdad no deseaba intervenir en algo así y menos cuando encontró algo en el otro: Podía percibir el interés que tenía sobre las criaturas mágicas, lo notó en sus ojos cuando éste veía libros que estaban allí-. Además, tienes algo positivo.

-¿Qué? -no se lo esperaba, al parecer se equivocaba con respecto a la imagen que daba su acompañante, ¿no? Quizá se había adelantado demasiado, podría ser que encontrara algo bueno en él-. Tengo muchas cosas positivas, hey.

-¿Eso crees? -al fin volvió a mirarle y fue directo a los ojos, acto que hizo que el más alto se estremeciera y diera un paso hacia atrás, eso produjo que JongIn casi sonriera, pero se contuvo-. Te gustan las criaturas mágicas, tienes un buen gusto.

-Si que lo creo -cruzó ambos brazos, alzando el mentón mostrando un orgullo muy marcado, aunque dicha postura diera hasta cierta gracia-. ¡Claro que tengo un buen gusto! Las criaturas mágicas son mi vida.

-Como tú digas -dejó a un lado el objeto que antiguamente tocaba y apoyó un codo en la mesa, haciendo lo mismo con su mentón, ese que se resguardaría en la palma de la mano del mismo brazo. Y le miró, a fin de cuentas ahora sí le parecía más interesante y su cabello era muy llamativo, al parecer sí le gustaba llamar la atención, ¿o era por otra cosa? Era cierto, JongIn desconocía la condición de metamorfomago del contrario.

Sin embargo seguían teniendo diferencias. Y entre ellas que él quería ser como una sombra más.

-¿Pasa algo? -obtuvo una simple negación y al instante recordó algo: ¡No habían libros de dragones allí!-. ¡Espera un momento! -el otro no entendía nada, pero no le apetecía moverse aún, por lo que le dejó ser-. ¿Tardé mucho?

-No.

-¡Muy bien! -sonrió ampliamente, con un ánimo que hasta ese momento no se mostró y entre sus brazos tenía una pequeña montaña de libros, dejándolo enfrente del moreno, sin olvidar antes hacer un brusco espacio para que cupieran en la superficie-. Pude notar que no había nada de ellos, ¿sabes? Son criaturas magnificas. Son feroces y peligrosos, por lo menos es como son catalogados y es verdad, ¡pero son una maravilla hecha vida! Tienes que aprender más de ellos, te encantarán.

Wo.

JongIn parpadeó con incredulidad mientras lo escuchó hablar y ante cada palabra podía notar la pasión que desprendía ChanYeol. En verdad le gustaban y lo percibía con facilidad, algo que hizo que su interior se removiera por un instante y alguien de su edad no podía comprender aún el por qué, mas ahora todo era relacionado con un susurro de "quiero ser su amigo".

¿Eso estaba bien, no?

-Leí muy poco de ellos aquí, pero es porque estuve leyendo los otros libros que existen en éste lugar -admitió, tomando ahora uno de los tomos que trajo el león y contemplo la bella portada con cierta fascinación. ¿Cuánto más le faltaba por aprender? El conocimiento era una de las principales cosas que motivaban la vida de Kim JongIn y obtener nueva información era algo muy preciado para él-. ChanYeol, ¿me enseñarías más de ellos? Y de otras criaturas mágicas también.

-¿Qué? -su pregunta salió sin más, demostrando lo confuso que se sintió todo ante el repentino cambio en la actitud del menor y más cuando esos ojos oscuros volvían a atravesar los propios, viendo reflejados en él ese mismo entusiasmo y curiosidad que a veces notaba en su persona, pero los ajenos tenían su propio toque especial.

Sorpresivamente el cabello del más alto ahora era de una tonalidad rosada.

-Para tener alguien con el que hablar de esto... pero ah, si no quieres, no hay problema.

¿Lo que notó ahora era decepción?

-¡No, no! -se adelantó, alzando la voz que hasta la bibliotecaria de fondo le pidió que guardara silencio-. Lo siento, lo siento -murmuró y se inclinó hacía la mesa, dejando sus brazos reposadas en la misma y quedando a pocos centímetros del rostro adverso, empezando así de nuevo con sus murmullos:- Te enseñaré con gusto, siempre es bueno tener a alguien que también le guste las criaturas mágicas... y hablarte de los fantásticos dragones lo hace haría más genial -una sonrisa se hizo presente, aunque a los segundos notó lo incomoda y hasta extraña que se volvía la escena que compartían, si lo vieran así pensarían cualquier cosa-. Muy bien, muy bien -se apartó al instante, evitando el claro y confundido semblante de JongIn, aunque el último terminó sonriendo, acto que ni llegó a ver porque se dio vuelta en ese mismo instante y regresó a verle cuando todo pasó.

-Vengo aquí todos los días, casi al mismo horario, ven cuando quieras... ¿Y por qué tú pelo cambió de color?

-Vale... ¿en serio vienes todos los días? ¿Y lees todo esto? -acentuó cada palabra y volvió a recibir señas como respuesta-. En serio, ¿no tendrías que estar en Ravenclaw o algo así? Pareces todo un cerebrito -la pregunta final solamente logró que el color se notara más.

Sí, sus emociones influían en los cambios.

-Soy metamorfomago, nací con tal condición -le comentó, tratando de calmarse un poco.

-¿Metamorfomago? Tendría que haberlo imaginado -dijo, recriminándose no haberse dado cuenta de ello desde un inicio-. Y respecto a lo demás... Me encanta leer, por lo que si eso me hace un cerebrito, está bien -sus hombros volvieron a elevarse, en realidad sabía que era el mejor de su año y no le afectaba que utilizaran esos adjetivos en él, la costumbre-. En mi familia siempre terminamos en Slytherin o Ravenclaw, mi hermana mayor estuvo en la última... y ahora entiendo.

-No podría leer tanto -sinceridad ante todo-. Aunque cualquier pensaría que duermes más de lo que lees o estudias, la verdad -y eso que apenas lo "conocía"-. ¿Tienes una hermana? Y entonces es como que viene en la sangre, ¿ah? -bromeó un poco con ese dato, aunque en realidad lo comprendía y a la vez le resultaba interesante, ¿entonces por qué el sombrero lo puso en Slytherin? Quién sabe, aunque podía notar cierto aire de esa casa en el adverso y de a poco le cuadraba todo-. Mi padre es mago, pero ahora que lo pienso, siempre me contaba que en su familia casi siempre terminaban en Gryffindor -le continuó la charla y hasta se había sentado para estar más cómodo.

-Leer te hará bien. ¿Sí? Igual, no me sorprende, todos piensan así -era verdad, hasta se sorprendían cuando notaban que aquel "genio" tuviera una personalidad que desencajaba totalmente con dicha imagen-. Leer tanto me cansa... aunque vivo cansado -no existían excusas ya-. ¿Eres mestizo? -fue uno de los detalles que más destacó de lo dicho por el otro, además del hecho de que todos terminaran en la casa de los leones y no le sorprendió, ¿en su familia serían como él?

-Leo lo necesario, deja. Mira el lado positivo, ahora alguien no pensará de esa forma -a pesar de lo cretino que pudiese parecer ChanYeol, era buena gente, además notaba que el otro escondía más cosas que esa carcasa que se mostraba al mundo y era lo que más lo atraía de él-. ¿Te duermes en cualquier sitio, no? -liberó una carcajada ante la idea y cuando escuchó la pregunta asintió-. Soy mestizo, sí. Mi madre es muggle y también tengo una hermana, pero ella no posee magia.

-¿Es positivo que tú no pienses así? Bueno, lo tomaré en cuenta -el otro no era tan idiota como aparentaba, de momento le daría la ventaja de la duda y el joven mago estuvo conforme al oírlo-. Digamos que sí -no le molestaba admitirlo, las pruebas estaban con el simple hecho de que ya lo habían visto durmiendo en pasillos y recibió muchas reprimendas por ello-. Oh -la información que recibía en verdad le llamó la atención y ciertas cosas pasaron por su mente, inclusive emociones, pero no podía expresarlas y tampoco lo haría-. Igual, esas situaciones siempre fueron normales, en mi caso todos somos magos.

Evito el "sangre pura", por lo menos al hablar con el mayor, intentaba de ser lo más ameno posible y de a poco dichas palabras hasta le resultaban molestas.


Quién diría que a futuro todo aquello traería problemas.


-¿Nunca te castigaron por eso? -obtuvo la razón-. Luego yo soy el delincuente -escuchó un bufido, ese que resultaría muy extraño y sorprendente al ser producido por el Slytherin, pero ante él fue esa pizca necesaria para seguir con su habitual ánimo-. Es normal, sí, más ahora. ¡Y que genial! -se puso de pie y empezó a caminar, rodeando la mesa para terminar a un lado de él-. Había venido por éste libro -lo enseñó y luego volvió a bajar el brazo-. Y nada, tengo que estudiar, para mi desgracia.

-Es genial, sí -susurró apenas y le siguió con la mirada, manteniéndola en cada momento-. Ve, ve, además me interrumpiste.

-¿En lo de dormir o leer, ah? -notó que el otro se iba a quejar, pero se adelantó-. ¿Fue malo que habláramos?

-No fue malo, para nada.

No se esperaba esa respuesta y menos el mirar tan apacible, por no decir hasta amigable, que le estaba dedicando en ese mismo instante.

Era la primera vez que sentía algo tan extraño en su interior, además de que le resultaba un chico demasiado particular y en verdad deseaba verlo una vez más.

El moreno tenía algo que lo cautivaba más con cada segundo que pasaba y deseaba saber el qué.

-Entonces, ¿nos vemos luego?

-Kim JongIn.

-¿Ah?

-Me llamo Kim JongIn y sí, nos vemos luego, Park ChanYeol.

Y así pasaría, sus reuniones se repetirían y hasta esos momentos en que el mayor solamente iría a verlo dormir, todo como si fuera lo más fantástico que pudiese ver en el castillo, casi tanto como un partido de Quidditch o un Colacuerno Húngaro.


Quizá más que ellos.

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