Capítulo 4
JunMyeon (Ravenclaw; 2° año)
Yixing (Slytherin; 2° año)
JongDae (Gryffindor; 1° año)
La práctica del coro iba a terminar dentro de poco, iban a cantar una vez más y listo.
Junto a ellos estaba la orquesta con sus respectivos miembros, los que charlaban entre sí siendo el ambiente muy calmado y amigable, aunque había un chico que se perdía en las palabras, sobre todo cuando su mirada buscaba a alguien más y no tanto al individuo que tenía cerca.
—Hey, JunMyeon.
—¿Ah? —negó y dirigió su atención al compañero de casa que le habló, el cual bufó a sus adentros—. ¿Qué ocurre?
—Te estaba hablando de la partitura, ¿estás enfermo o algo? Tienes una cara rara.
—Para nada —liberó una carcajada y luego observó los papeles que tenía entre sus manos—. Y no, estoy bien de salud, solamente un poco cansado... y esto sigue sin salirme.
—Ya, te creo. ¿En serio? No es tan complejo.
—No voy tan rápido como tú, compasión.
—Eres un exagerado —dijo burlándose de la situación—. Atento, ya empezamos de nuevo.
Fue así como la música de los instrumentos y las voces de los jóvenes resonaron una vez más en el salón.
Faltaban cosas que ajustar, sin embargo no se escuchaba tan mal, lo que no descartaba lo estricto que era el profesor a cargo.
—¡Al fin! —se escuchó la voz de un chico que portaba anteojos, ese que tenía en su uniforme los colores de la casa de los leones y que a su vez era cercano a JunMyeon, no tardando el primero en ir a hablarle—. ¿Estás cansado? Eres muy joven aún, ¿o envejeces con rapidez?
—¿Ya empezamos con las bromas, JongDae?
—No seas un amargado —dijo con una amplia sonrisa, esa que delataba su naturaleza juguetona.
—Sh. Igual, no entiendo cómo eres tan bueno cantando.
—¿Acaso piensas que no lo sé? —el otro se quejó ante tal respuesta y él solamente sonrió—. Ya, ya, gracias.
—Olvidé momentáneamente tu personalidad.
—Hay que vivir con ello.
—Bien, bien —alzó la voz, terminando así aquella conversación y al notar que los demás ya se retiraban los llevó a hacer lo mismo.
—Tengo que estudiar para Pociones —pronunció JongDae con pereza mientras caminaba por uno de los pasillos—. ¿Tú debes hacer algo?
—¿Mh? —murmuró la voz adversa y negó mientras sonreía un poco en el proceso—. Creo que volveré a la sala a practicar un poco.
—¿No te dirán nada?
Hablaba el del trío de revoltosos.
—Será por un rato, no quiero molestar a los demás en la torre.
—¡De acuerdo! Un poco de rebeldía de cantante cerebrito no te vendrá mal —añadió con uno de sus esperables comentarios y aceleró el paso—. Nos vemos luego, JunMyeon —saludó con una mano y siguió a los demás.
—¡Hasta luego! —elevó su mano para lograr saludarle y volvió al camino que lo llevaba a su antigua posición, pero, cuando más cerca se encontraba, una música en particular llegó a sus oídos, causando que su interior se revolviera a la vez disfrutaba de tal magnífico espectáculo.
¿Qué era todo aquello? Lo supo al instante: se trataba de un violín, ese que lo estaba llenando de calor, una mezcla de emociones, las mismas que chocaban contra él paso tras paso.
—Entonces ya hay alguien —llegó a la entrada y lentamente asomó el rostro, observando con cuidado el interior, tratando de ver quién era y lo que se encontró le robaría el aliento, a la vez su corazón palpitaría de tal forma que no recordaba haber vivido antes—. ¿YiXing...?
Su susurró ni se comparó a las notas efectuadas y la voz del violín del chico era lo único relevante allí.
Pero sin el muchacho no existiría.
Zhang YiXing, ese era el nombre completo del joven músico y era de la casa Slytherin, teniendo su misma edad, lo que los llevaba a compartir clases. Allí tenía la oportunidad de verle, pero a la vez todo parecía lejano.
No se atrevía a hablarle más allá de lo justo y necesario, todo por cortesía y ya. Sin embargo su oportunidad de conocer otra parte de él era por las actividades del coro y la orquesta, sobre todo cuando ambos tenían que practicar a la par. Allí conoció a otra parte de él, lo que no indicaba que eso derrumbase la muralla que los dividía.
Pero el hecho de poder presenciar tal momento no tenía comparación, era como un grato obsequio y el mismo era exclusivamente para él.
No obstante, tenía que tener cuidado.
¡No tenía que estar haciendo eso! Lo que no sabía que en su distracción a causa del "concierto" una de sus extremidades parecería tener vida propia y se daría de lleno contra una parte de la puerta.
—Maldito pie.
—¿Qué ocurre? —la voz del chico del violín se alzó y lo tomó de sorpresa, ¡su torpeza lo delató!
Había sido atrapado y los nervios lo invadieron, ¿cuándo le iba a dar el maldito infarto?
Pasaron unos minutos.
Congelación total.
—Puedes pasar, en verdad, no te preocupes.
¿En verdad él otro ya pensaba que había alguien más? ¿Sus deseos de entrar eran tan grandes que traspasaron su cuerpo y ni cuenta se dio?
Tragó saliva y siquiera quería saber lo que transmitía su rostro en ese instante.
Vergüenza absoluta.
Sí, seguro era eso.
—¿Qué hago? Joder —no se movió, esperaba que el otro pensara que fue algún delirio de su mente y él escaparía, ¡el plan perfecto!
Oh, todo el mundo sabe que es un pésimo plan, Kim JunMyeon.
—¿Te quedarás allí?
Escuchó aquella voz a unos pocos pasos (por no decir la nada misma) y lo puso rígido, recobrando motricidad cuando giró y se encontró de lleno (además de muy cerca) un muchacho que ahora lo observa fijamente a los ojos, transmitiendo en su mirar curiosidad y cierta confusión, terminando al final con una sonrisa algo picara.
¿Se estaba burlando?
—Ven, no quiero que un ogro aparezca de la nada y te atrape.
¿Qué estaba diciendo?
—De acuerdo —fue lo único que llegó a decir a tal particular comentario y lo siguiente que notó fue un agarre en uno de sus brazos y la manera en que sería guiado al interior de la sala, siendo liberado a los minutos.
—¿Vienes a buscar algo? —tomó su violín una vez más, pero aún siquiera se le cruzó la idea de tocar y se mantuvo atento, aunque el otro no notaría esa lucha interna que tenía para no mirarle tanto a los ojos.
—Yo...
¡Vamos! ¿Te olvidaste de cómo hablar luego de la penosa escena que provocaste?
—¿Vienes a practicar, no?
Justamente, muy bien.
—Eh, sí y te vi practicando... ¡Lo olvidaba! So-
—Eres Kim JunMyeon, de la casa Ravenclaw —le interrumpió mientras volvía a girar a su dirección y le sonrió, pero con mayor suavidad—. Te veo en las clases desde el año pasado y aquí, es difícil que no te conozca... aunque, bueno, me sorprende que yo te resulte relevante —alzó los hombros al decirlo, aunque era notorio que usaba un especial humor al hablar.
¿Ya se estaba dando cuenta que llamaba su atención?
Lo iba a admitir, YiXing tenía una personalidad particular, pero no por ello no era poco querible, solamente que algunos no entendían nada y menos al chico.
Y creía que él mismo estaba en una situación similar, a la vez que no.
JunMyeon tenía cierto prestigio por ser sangre pura y por su grata estabilidad económica, estando el otro en una situación totalmente contraria al ser de una clase más baja y provenientes de padres no magos.
Y no contaba el hecho que su acompañante estuviera en la casa de las serpientes y el revuelo que causó al entrar en la misma, porque sabía gracias a sus conocidos los comentarios que rondaban por allí y ni tardaron en extenderse por todo el castillo.
No importaba, para él el chino era más llamativo que cualquier otra cosa y en un sentido positivo, porque a primera vista no parecía un mal chico y ahora se lo estaba demostrando.
—Tocas demasiado bien el violín, por eso me quedé —listo, lo dijo y se liberó, nutriendo a la par su pecho ante la imagen de su sorprendido acompañante y la pizca de timidez en el mismo, lo que se esfumó cuando JunMyeon sonrió e iluminó junto a ello el lugar.
—Gracias... aunque, debo decirlo, ahora mismo no puedo ocultarte algo, menos con todo lo que llegó a mí —no comprendía nada de lo que decía, nada—. Ah, espero que no te asuste o te ponga de mal humor.
¿Ahora qué rayos pasaba?
—Dime, YiXing, prometo no asustarme.
Claro, pero no prometía no morirse de los nervios.
—Nací con una habilidad especial, soy legeremante.
¿Qué? Eso era...
Y entonces siguió:
—Sé que no es la mejor forma de empezar a hablar contigo, pero por la forma que tienes de ser te veo como alguien en el que se puede confiar... supongo.
Agradecía que tuviera esa imagen de él, pero wo, ¿cómo se podía arrancar la mente ahora?
—O sea... ¿estuviste escarbando en mi cabeza?
—¡No...! No por completo. Llegan a mí pensamientos, palabras, imágenes... pero todo al azar. No sé dominar aún la legeremancia —el otro pudo sentido la culpa en su hablar y por ello se acercó, dejando una de las manos sobre uno de sus hombros, logrando así que se sobresaltara un poco.
Quería que siguiera confiando en él.
—YiXing, no pasara nada. Hasta si sin querer termines hurgando por mi mente y veas mis pensamientos más vergonzosos —rio y consiguió un efecto similar en el contrario—. ¿Ves? No es tan grave.
—Si tú lo dices —dijo en una última y corta risa, quedándose únicamente observando el rostro contrario por unos minutos, sintiendo esa especial aura que poseía el dueño de tales fracciones.
JunMyeon en verdad era demasiado agradable.
—¿Muchos lo saben?
—Muy pocos.
—Debe ser molesto en ocasiones, ¿no? Digo, si tú aún no lo controlas.
—Lo es, sí. Tardé mucho en lograr soportarlo un poco aunque sea, viviré con ello hasta que tenga mayor manejo del todo —al decir aquello ya estaba caminando una vez más y lo rodeó, observando así la partitura que tenía entre sus manos—. Vienes por esa canción, ¿no?
—Sí, tengo un problema.
—¿Cuál?
—Aquí —señaló toda la parte que le resultaba complicada y el otro empezó a asentir.
—Bien, empieza a cantar —tomó una postura más disciplinada de lo usual y le dio la hoja en cuestión.
—De acuerdo —tomó aire, estando dudoso de lo que iba a hacer y a la vez trató de olvidar que estaba junto a él, dejando así que su voz empezara a esparcirse por el lugar.
Todo iba muy bien hasta que llegó a la estrofa de su martirio e hizo una sutil mueca, decidiendo seguir de todos modos y en unos minutos finalizó con la pieza.
—Entiendo... Entiendo, entiendo. Entonces eso era —el chino empezó a hablar y al poco tiempo lo vio frente a él, con una mano extendida y en ese mismo momento recordó cómo solía ser, poseía una actitud que a veces te confundía y veía la mezcla de cada tonalidad que llevaba consigo—. Te propongo algo, principalmente por lo que te hice pasar hace un rato con mi habilidad. Te ayudaré con la canción, si es que me lo permites, ¿de acuerdo?
—¿Estás diciendo que me enseñarás? —parpadeó confundido y el otro asintió como respuesta—. Acepto —dicho aquello estrechó, aunque cierta duda, la diestra que se le fue ofrecida.
—¡Muy bien! Además, entre nosotros, no cantas para nada mal.
—¿Gracias? —otra risa saldría de entre sus labios y luego de toda esa secuencia quedaron en cumplir con el trato, arreglando cuándo acudirían nuevamente a la sala para practicar juntos.
Además, en toda esa situación, alguien podía sentir su corazón correr a todo marcha y agradecía con todas sus fuerzas en ser el único legeremante en aquel lugar.
Y no, se contendría en usar habilidad a pesar que ahora quisiera saber qué pensaba el otro. Era de mala educación meterse en la mente de alguien más, sobre todo si era un nuevo amigo, ¿no?
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