Capítulo XXXVI: Crime And Punishment. -Ado Versión.
¡Correr con ese maldito kimono era todo un desafío!.
De saber que estaría tan limitada a su cuerpo y no podría abrirse como hubiera querido para escaparse de ese gorila católico entonces hubiese preferido ser más inteligente y llevar un cambio de ropa extra, la caja de macarones no era un estorbo por suerte. Lo consiguió, el momento adecuado con la gente suficiente para perderse entre la multitud y gracias a su pequeño tamaño la misión fue mas simple y sencilla de realizar sin problemas, escabulléndose hasta la estación de tren, sabría que todo valdría la pena cuando todo termine.
Masao diría que estaba en un estado de emoción por el hecho de haberse escapado de aquel grandulón de una forma tan lamentable que seguramente lo habrá hecho ver cómo un gran tonto, mentiría diciendo que esa alegría en sus ojos era por ver su plan en acción perfectamente ejecutado, la satisfacción de ser más astuta que un hombre.
Pero Masao nunca era sincero con sus sentimientos.
Estaba feliz de ver a Takemichi de nuevo. Sin embargo, no aceptaba ese hecho con tanta facilidad.
Hasta ese momento nunca se había molestado en hacer un gesto agradable por alguien, quizá si lo pensaba, una caja cómo esa era demasiada generosidad para un simple peón en su juego de llegar a la cima.
Y honestamente, ni siquiera podía reconocerse.
¿Quién demonios era esa persona en la ventana? Esa quién llevaba un traje estúpido que le irritaba por lo ajustada que era, que por muy hermoso que fuera no se sentía suyo, que picaba porque no lo era. Esa persona de frente, quién a veces era mujer y otras hombre.
Temperamental e imponente.
Ruda y sin piedad a los demás.
Una persona que no sentía pena ni lástima por nadie.
Todo eso era de su persona, no era esto ni aquello. No era una sombra ni un reflejo, ni el sol ni la luna, tampoco él o ella, aún si definitivamente naciera cómo cualquiera. Sabia que era con sólo verse.
Sin embargo, la caja blanca en sus manos perfectas y roñosas era todo un contraste al monstruo que se había esforzado en ser, esa caja blanca llena de dulces en camino a casa de un chico que pese a no sentir más que una "rivalidad" por quitarle un puesto en su punto de inicio, la caja que no eran serpientes llenas de veneno cómo siempre se asocia a gente de su naturaleza.
Una caja con cosas dulces.
¿Existe Masao que pueda ser tan agradable?.
── No.
Un gran no se dibujo en la ventana, no palabras, no recuerdos. Sólo el espejismo de sus ojos clavándose contra los suyos propio, tal vez era la falta de sueño, quizá el estrés de todo lo que ha pasado, o quizá era la muerte de Baji que la tenía tan inestable. Pero en ese momento su reflejo había cobrado vida propia, hablando directamente cómo una persona de carne y huesos.
¿Era eso real?.
── Hanagaki Takemichi es él mismo, Manjiro Sano es Mikey, Baji Keisuke fue Ed. ¿Qué es Masao?. -Preguntó el reflejo fría y quieta, cerró sus ojos donde alguna vez hubo duda, volviendo a la determinación que la hizo llegar esta ese punto, aún no estaba en la cima de lo que quería.
¡Y no se iba a dejar caer por nada!. Ni siquiera una amistad tan frívola que solo usaba para acercarse a su meta.
── Seré la mejor de todas las malditas Sukeban. ¡Seré la victoria de todas las Sukeban de la historia!. -Alzándose de su asiento con furia, alzando la caja lista para terminar con la farsa de amistad que ella misma había creado de si misma, no era considerada con nada o nadie. ¡No necesitaba estúpidos e idiotas que solo estorbaban en sus planes.
La tiró, seguramente varias estarían estropeadas ahora, pero aún no era suficiente. No estaba reafirmándose lo necesario para esclarecer lo dicho, alzó su pie instintivamente para aplastar la caja suponiendo ser un acto de rebeldía a su propio sentimentalismo, si lo hacia ahora. Volvería a ser esa persona que imponía respeto con un paso, a la que los débiles bajarían la cabeza y los fuertes le lamerían los pies.
La caja era ese maldito llorón, los llorones no eran bienvenidos en sus planes.
¡Él no era más que un perdedor con suerte de estar vivo!.
"¡Eres genial, Ma-kun!."
Que dicha era la suya, que suerte saber que nadie estaba viéndole en ese instante. Así nadie sabría lo desesperada que se sentía, lo rápido que recogió la caja y la limpio con sus manos, de rodillas ante el triste hecho de saber que, en algún momento, él volvería a salvarle una vez más.
Aún si ya no existía más en la misma línea que los demás, y que el mundo se sienta y comenzara a moverse sin su presencia esperaba un día volver a encontrarse, sonaba tonto pensarlo ya que nunca creyó en esas tonterías, claro que la suerte y el destino eran cosas que jugaban un rol importante en la vida, creía en llamar al destino.
No obstante, si aquella parte del mundo, dónde la reencarnación era algo probable esperaba verlo con sus ojos. Quizá en algún sueño.
¿Cómo se luchaba con la muerte?. Si alguien lo sabía Masao daría lo que fuera por comprenderlo.
── De repente, he sentido de nuevo el mismo vacío en mi pecho.
Todos tenían personas que admiraban, y además de su madre, quién alguna ves en su tiempo fue una pandillera muy famosa de todo Tokyo, Ma-kun solía admirar muchísimo a un hombre que le hizo iniciar una carrera contra el tiempo para iniciar su propia pandilla, alguien que le mostró que no todas las pandillas habían el tipo de personas cómo sus padres lo fueron.
Sino gente que sólo quería de algún modo pertenecer a algo.
Pero Masao no compartía eso, ella quería poder y respeto. Y ser ese líder que los débiles no podían ser, para moldearlos y usarlos a su gusto, para que fuesen siempre leales a ella del mismo modo que la pandilla de ese hombre estuvo presente. Si, es verdad cómo hace un momento, no eran iguales. Sin embargo, su memoria no quería olvidarla pero alguien con su personalidad dominante y aplastante jamás podría hacer las cosas que él hizo, su manos no eran gentiles.
Por eso odiaba en parte a Mikey, porque el parecía lograr lo que ella quería en tantos aspectos.
Que lo despreciaba tanto, aún si la sangre de su héroe era compartida por ese muchacho, los celos y la envidia se llenaban en su corazón cómo un mar lleno de monstruos y tormentas listos para salir en el momento menos adecuado, sabía que alguien así no podría ser cómo él. Ser amable no era su fuerte.
Aunque ya no estaba, Masao esperaba ser un líder nato cómo él.
Porque para Bushida Masao no había otro héroe que el mismo que la salvo de la desesperación y el miedo del nuevo mundo. Quién la salvo de una situación espantosa al huir de la casa de su padre biológico.
── Oye, Shin-Chan ¿Puedes oírme? Si existe un cielo a donde ir y puedes oír, dime si estoy llevando las cosas por el camino que deseo.
Sabía que algún momento Kisaki terminaría haciendo lo que se le diera la gana cuándo las aguas se calmaran, a diferencia suya Kisaki era paciente y eso lo hacía una persona bastante problemática con el tiempo, mientras el plan avanzaba un paso adelante para que todo fuese exactamente cómo él tenía planeado. Sin darle oportunidades a sus enemigos de meter su mano para estropearlo todo, y ese era su mayor ventaja.
Ella por supuesto, el tiempo la había hecho madurar a gran medida y la había vuelto una persona menos volátil sin bajar su nivel de agresividad, aquello nunca se detenía y entre más tiempo la ToMan tomaba poder más era el resentimiento que ella sentía por todos sus antiguos compañeros. A quienes solo se les había dado pistolas y un puesto alto con caras intimidantes saliendo por las calles haciendo lo suyo, pero no ella.
Este año 2018 Masao se había puesto las pilas completas en un nuevo plan de acción.
No quería tener que hacerlo, porque tal cosa era una guerra declarada contra Kisaki y entonces tanto cómo su vida y la de su familia seguramente se vería afectado, aunque ya lo había pensado todo. Absolutamente, si iba a caer se llevaría a las personas que se lo merecieran.
Las consecuencias eran palpables más ya había esperado suficiente para desligarse de toda la organización, dos malditos años teniendo que soportar las tonterías de los hombres y sus perdidas por culpa de una mala administración.
── Claro que eres brillante Kisaki, pero sigues siendo un hombre. El animalismo está en tu sangre por más que lo intentes esconder.
Pero antes de dar otro paso tenía que dejar un par de cosas cerradas. Esta era una visita rápida antes que las cosas se volvieran un problema. Bajando del auto con una firmeza y elegancia característica de su persona, las personas alrededor dieron sus gracias por su presencia, fuese pretenciosos usar lentes de sol en la noche pero a decir verdad era una marca que le hacía saber a los demás lo poco que le importaba, sus caderas moviéndose de un lado a otro cómo un reloj de pared dejándose caer libremente al entrar al edificio acompañada de su propio equipo de seguridad, claro que seguía siendo fuerte no hubo día que no entrenase, pero no estaba de más hacer que otros hicieran el trabajo sucio.
──¡Oh, Ma-kun! ¡Ha pasado tiempo!.
── No digas tonterías, sólo fueron unos meses que estuve fuera, y por lo que me voy enterando las cosas han estado un poco ajetreadas por aquí.
── Ah si, bastantes cosas han estado sucediendo cuándo regresaste a tu tierra natal. Ha decir verdad, algunos de los hombres de Kisaki han estado en tu territorio. No quiero sonar cómo un soplón, pero sabes que mi lealtad contigo es indiscutible. A parte de eso, espero que no hallas hecho algo que pueda ponerte en una posición difícil.
Takemichi sin duda había cambiado, aunque por supuesto, ella sabía que el Takemichi con el que estaba hablando ahora no era el Takemichi que buscaba, lo que la hacía sentir bastante decepcionada si era honesta, pero debía conformarse con ello e intentar evitar que algo se le escapara.
── No me sorprende de cierto modo ya lo estaba esperando, peor no te preocupes. Hace tiempo me encargue de eso. No tienes que preocuparte por mi, Takemichi.
── Cuándo lo pones así sólo haces que me cuestione que fue lo que hiciste...
Es cierto, aunque este ya no era el Takemichi que alguna vez llegó a estimar, habían pequeños fragmentos del otro en este recipiente hueco y fingiendo ser alguien que no era. La nostalgia era un fuerte sedante para el corazón debía admitirlo.
Quitándose las gafas, Masao le dio una señal para que se sentara. Haciendo lo mismo ella antes de poner las palabras correctas, tirando de una sola vez.
── Voy a dejar la ToMan.
El silencio reinó, por solo unos breves instantes antes que la boca de Takemichi soltará un fuerte alarido de sorpresa, siendo seguido por un sin fin de preguntas y quejas, sin embargo ya una vez dicho aquello, Masao debía hacer algo que no era común, y era confiar que pudiera comprender el porque, y tal vez poder salvarlo de su destino.
Porque era claro que si seguían quietos en el juego de mesas de Kisaki, ellos serían los siguientes en ser sacados del tablero. Ma-Kun prefirió salvarse a ella misma, siempre había sido así, y se lo dijo una vez. Cuándo creces, debes protegerte a ti mismo porque ver por otros solo iba a atrasar tu progreso.
Masao tenía una razón para pensar así.
──¿Tienes alguna idea cómo va a reaccionar Mikey si se lo dices? ¡Él no lo va a aceptar tan fácilmente, definitivamente iría tras de ti y los tuyos! ¿Te has vuelto loca?.
── Para nada, al contrario si nos quedamos demasiado tiempo sintiéndonos cómodos en nuestras posiciones que nos asegurar que no seremos reemplazados y desplazados cuándo a él se le ocurra.
Su voz sonaba calmada, a diferencia la de Takemichi quién se iba agitando cada vez más.
── No sería capaz de hacer algo cómo eso, Mikey jamás lo haría. Así cómo si tu te vas no lo va a permitir. Piensa en las cosas que haces, no puedes simplemente actuar cómo una niña por el poder. Tienes una buena posición, básicamente eres la mano izquierda de Kisaki.
──¡Ese es mi problema! No seré la cómplice en los planes de ese maldito por más tiempo. He estado gastando muchos años de mi vida para dejar que me apuñalen por la espalda. -Apretó los puños contra la mesa, girando el rostro para otro sitio, no podía decírselo. o sin querer iba a delatar todo.- ── Claro que no dejaré el crimen organizado, este trabajo se ha portado tan lindo conmigo que me he acostumbrado a la buena vida a expensas del dolor y necesidades de los demás.
──¿Y eso qué? Por esas mismas razones no puede dejar la pandilla así por así, ¿Tienes alguna idea de lo mal que se van a poner las cosas sin tus prostíbulos y pandilleros a cargo de los casino?.
── Escucha Hanagaki, te cuento esto para que no interfieras en lo que voy hacer. Te he mantenido en estima desde el aquella vez que nos conocimos, no quisiera tener que hacerte lo mismo o algo peor si llegas a contarle de esto a quién no debes, sabes que lo haré.
──¿Eso es una amenaza?. -Su tono había cambiado, cierto que ya no le mostraba el mismo temor que antes, y lo reconocía, la misma expresión que usaba ara intimidar a otros, pero incluso eso. Era una burla.
── Yo no hago amenazas. Hago promesas. -Espetó, levantándose casi golpeando la cara de Takemichi con el abriga que cargaba en sus hombros, caminando velozmente y con fuerza de tacón en punto hasta la salida. Estaba lista para irse, pero aún tenía que algo que decir.
No obstante, Takemichi también.
──¿Estás segura de eso, Ma-kun?
A medio salir de esa habitación, tuvo que replantear nuevamente si aquello debía acabar da la forma en la que fue, no por mucho tiempo iba aguantar más las tonterías y disparates que la ToMan había estado haciendo, cada vez exponiéndose más y más al público, haciendo el trabajo de los oficiales más sencillos, Kisaki era un idiota si pensaba que sólo el era una mente brillante en todo este embrollo.
Chifuyu no iba a vivir por demasiado tiempo, y el siguiente en la lista de fuego sería el hombre quién tenía de frente, demasiado ingenuo incluso para él.
── Mikey no estará de acuerdo con eso, y lo sabes. -Takemichi también se levantó, con una seguridad que denotaba un cambio en su imagen pero para Ma-Kun, seguía siendo el ismo tonto de hace años, aunque sabía que lo que decía era verdad.- ── Piénsalo bien, porque no estás poniendo en riesgo tu cuello al convertirte básicamente en una traidora, no sería la primera vez que Mikey recibe este tipo de cosas por tu parte. Incluso cuándo éramos niños.
── Siempre fui clara con él, más allá de los negocios que tengamos. Nunca prometí serle fiel a lo que diga. No puedes poner todo el poder en alguien inestable cómo él. Y si, seré una rata por esta vez.
Haganaki sonrió, no fue una sonrisa cualquiera, era una mueca algo burlona ya que el mejor que nadie sabia a lo que se refería, porque alguien así, que siempre fue orgullosa y no se dejaba ensuciar las manos de nadie no cambiaba de perspectiva tan pronto, claro que la motivación era verdadera.
Pero ya varios de ellos sabían la cosa por la que se había perdido. Especialmente Kisaki.
── No me digas que tener a Daichiro te ha puesto emocional.
Hubo un momento en que hubiese explotado con esas palabras, con esas simples afirmaciones dichas tan al azar y de forma corriente, pero en aquel caso, las palabras de Takemichi sólo venían en forma de una manta de sarcasmo, escondiendo verdadera preocupación. Más tarde se daría cuenta de su error, siendo derribado de un golpe en seco por Masao, lanzado al piso, era cómo volver a los penosos 15 años.
Los años pasaban, y viejas costumbres no perdían su valor.
── Ese tampoco es tu asunto. -El vibrante tono de su voz, los ojos inyectados en sangre de nuevo habían regresado a su origen, limpiándose la boca con la manga del traje poniéndose de pie sabiendo el nervio que toco.- ── Cuándo salga por esa puerta tu y yo no seremos más que enemigos, y si tu o cualquiera de tus hombres se atreven a ponerle una mano encima a mi familia puedes asegurarte de que la pagarán con sangre.
── Sin resentimientos.
Hanagaki había levantado sus brazos mostrando que se rendía, lo último que de verdad necesitaban era un verdadero espectáculo que pusiera a ambos expuesto, aún tenía aprecio por sus amistades después de todo, y saber que ahora una de ellas se iba, vaya, no iba a ser tan sencillo despegarse.
── Por cierto Takemichi. -El hombre volteó a verla, aún con su pie por fuera de su oficina y el otro a dentro, Masao dijo con firmeza.- ── Este es mi último consejo que te doy, mantén los ojos abiertos con Kisaki. Cualquier cosa que ese sujeto te pida, piénsalo dos veces al actuar.
──¿Qué demonios significa eso?.
── Adiós Hanagaki Takemichi.
Así eran las cosas, pensó en silencio una vez que las puertas se cerraron, y ahora debía caminar todo un pasillo en silencio, se había acostumbrado tanto al ruido que ahora esa falta de sonido realmente le ponía irritable, no podía imaginar una cosa peor que aquel ruido blanco que le estorbaba.
Y al subirse a su auto en compañía de dos sujetos que se supone debían cuidar su espalda, los destellos de un auto encendiéndose a lo lejos fueron lo suficientemente predecibles para saber que aquello podía ser una trampa. Una que probablemente Takemichi no sabría.
Y si lo hacía, al menos iba a darle crédito por intentarlo.
──¿Daichiro ya se fue a dormir?. -Preguntó al copiloto, este le asintió suavemente la cabeza mientras Masao buscaba en su bolso un viejo encendedor y ponía un cigarro entre sus labios. Un mal hábito se podía heredar tan rápido, aunque no era algo que usualmente hacía.
Sólo cuándo sabía cuán intensas podían ponerse las cosas.
── Bien. Odiaría saber que mi hijo está despierto tan tarde, seguramente debió haberse quedado dormido esperando a mamá. -Dijo entre dientes, más para si misma que para los demás. Mirando sutilmente por el espejo retrovisor, el auto iba a una distancia prudente.- ── Los bebés son tan jodidamente molestos.
Si, la realidad es que ni ella misma estaba segura de si haber tenido a Daichiro fue la mejor de sus ideas, aunque para su completa calma, había sido lo más cuidadosa posible respecto a su control. Pero los accidentes ocurría, al igual que ella. Bushida Daichiro había llegado cómo un imprevisto.
Mutilando por completo los planes de Masao.
Se decía que para una madre, el nacimiento de un hijo era un momento de alegría y lleno de llanto, porque según oía, los dolores de parto eran un símbolo de amor en las madres, mientras más fuerte era el dolor, más fuerte era el amor que esta sentía por sus hijos.
Pero no Masao.
Desde el momento que ese niño salió de su cuerpo Masao sólo pudo pensar en una cosa; Lo despiadadamente doloroso que aquello fue, fue abrirse frente a un montón de extraños mientras de su marchitada flor salía un ser de carne y hueso, experimentando por horas la agonía, mareos, y la incertidumbre de pensar cuándo acabaría ese martirio.
¿Cuándo ese maldito bastardo saldría de ella?.
¿Era posible para una madre resentir tanto a su hijo que acaba de nacer?. La respuesta era si.
Resentimiento, fue lo único que quedó cuando todo acabo, cómo todo se volvía negro y el aliento se le iba de los pulmones, algo muy malo había pasado, se sentía más cerca de la muerte que cualquier situación nunca antes vista. Y saber que la causa de ese trauma fue lo mismo que ella creo, Oh había sido tan malditamente poético.
No pensaba quedarse con Daichiro, tenía la firme idea de que cuándo terminara con el embarazo iba a darlo en adopción, porque cuándo se dio cuenta de que era muy tarde para un aborto, supo que no había otra alternativa. Ya tenía todo claro desde antes de eso.
Y sin embargo, había decidido quedarse con el niño. Por mero egoísmo.
── Señora. -Llamó el conductor, Masao abrió los ojos de golpe. El hombre sólo señaló con la cabeza lo que ya se imaginaba.
Su estadía en Tokyo la hacía un blanco fácil de sus miles de ojos, guardar la distancia y esperar lo peor ya no era una opción viable, con los años, esta versión de Masao se había vuelto más cautelosa, más discreta y sobre todo más sospechosa, Kisaki tenía cierta razón en mantenerse fuera de su juego.
Porque en cuanto a sadismo, ambos iban de la mano.
── Dejemos que se acerquen un poco más.
Allí estaba otra vez, actuando cómo un verdadero pelele, nada que ver con él Takemichi de hace unos días que parecía ser, menos irritante que con él que había tenido la conversación. La confusión era palpable, Takemichi salió de su casa y en el momento que se tomaron las palabras supo que había algo extraño en él.
Primero, estaba segura que Takemichi se tomaba muy en serio el asunto de sacar a Kisaki de la pandilla, pero ahora eso parecía estarle restando importancia por una especie de razón que no fuese indiferencia, porque según él, un tipo cómo Kisaki sería apto, aunque el tampoco confiaba en sus acciones ni mucho menos intenciones. Esa fue la primera bandera roja.
No solo era eso, su comportamiento parecía a ver sufrido un cambio repentino después del Bloody Halloween, quisiera creer que eran los efectos del trauma, pero no era el caso.
Y es ahí cuándo Masao la agarraba contra Takeimichi.
── Yo no entiendo. No, la verdad es que no entiendo. ¿Será que Hanagaki es bipolar o estará experimentando un tipo de retraso mental de tantos golpes?. -Estiró sus brazos al aire, sus pequeños huesos crujiendo y la brisa golpeando eran tan agradables lejos de tantos idiotas.- ── Tal vez debo bajarle a la fuerza con la que lo golpeo. Le está empezando a afectar.
Ya había cumplido una cosa, ahora el verdadero reto sería encontrar algunos de los secuaces de Izana para que le llavera hasta donde él estaba, con un poco de suerte, solo debía seguir el olor a deshumanización y el total degradado de las pacificas calles siendo vandalizadas por sus hombres, seguramente ese gorila que su padre le había puesto debía estar cómo desquiciado preguntándose en donde se había metido. Oh que agradable era hacer miserables a otros con tal de hacer lo que se le diera la gana.
Cruzando por las calles, caminando largos senderos parecía no tener tal suerte de encontrárselos, lo que le parecía extraño considerando cuántas veces había visto tipos merodear por todas partes, más en lugares abandonados.
Ahí entonces Masao entendió que no estaba sola del todo.
Es cierto, debió haberle pedido ropas prestadas a Takemichi antes de irse y así se hubiera tenido que ahorrar la molestia que se le avecinaba ahora, claro, una aparentemente frágil mujercita en medio de la calle que parecía desorientada usando ropas formales, era un blanco que a la vista era sencillo y tentativo.
El primer sujeto apareció de la nada, no de forma escandalosa sino cómo si solo hubiera pasado por ahí, y antes de siquiera poder tocar el hombro de Masao, este fue lanzado violentamente al suelo a una velocidad ciega al ojo, luego el segundo, que salió más por el ruido de su compañero siendo tirado al suelo salió disparado, el sonido de la tela rasgándose fue acompañado con la sonata del segundo hombre saliendo disparado por los aires, y ahí, en un perfecto equilibrio parada de puntillas con la pierna al aire, se presentaba nuevamente.
── No tengo tiempo que perder con delincuentes de bajo nivel, ahora díganme donde esta Kurokawa Izana.
La respuesta apareció delante de suyo, esa mirada llena de confianza con los brazos cruzados por detrás, la sonrisa del moreno cómo era de esperar era inquietante a más no poder, ocultando las verdaderas intensiones pero solo quizá, lo más inquietante es que Izana no parpadeaba ahora, no cuándo la miraba fijamente, creyendo que tal vez se estaría burlando de su vestimenta, sin embargo la burla no estaba presente, y Kakucho que sólo miraba estoicamente su imagen hicieron de la desconfianza más clara que el agua.
Masao soltó al hombre del cuello mientras Izana caminaba hasta donde ella, con el corazón a mil dando una mal presagio de lo que podría ocurrirle, porque era más que claro que Masao conocía la expresión, cuándo la has implementado tantas veces es fase distinguirla.
── Oye--
Un fuerte golpe se estampó a gran velocidad en su estómago, tan fuerte que los ojos se le pusieron en blanco, sintiendo su cuerpo volar de un punto hasta caer entre la tierra y algo de basura por ahí tirada, Izana no tuvo ninguna consideración en hacerle saber lo enojado que estaba por su abandono.
El abandono era imperdonable.
Las palabras no salían, sólo un intento desesperado pro respirar, en una ocasión diferente, lo hubiera soportado para no dejarse caer pero ni siquiera se había recuperado del todo, cierto que la herida de su estomago estaba limpia, pero aún así el dolor era infernal. Haciendo su mejor esfuerzo para pararse, usando la fuerza de su enojo para ello agarrándose el estómago, mientras escupía tratando de quitarse la amargura de su boca, su mirada se volvía roja cómo el uniforme de Izana.
El moreno había desaparecido su sonrisa acercándose de donde la había tirado. Kakucho dio también un paso al frente pero solo bastó con una señal de la mano de Izana para detenerlo, sin saber que tenía en mente su líder, sólo quedo cómo espectador. Izana admiraba eso de Masao, que sin pensar en el daño ella igualmente se lanzaba contra él.
Aún sabiendo que la diferencia de sus fuerzas no era la misma. Peleaba cómo un verdadero hombre.
Sólo por aquella vez, perdonaría su indiferencia.
Sujetándole del cabello, tirando detrás oyendo sus quejidos y siendo el blanco de su vista asesina, decidió darle una bienvenida propia. Sonriendo nuevamente cómo viejos compañeros.
── Bienvenida de nuevo, Ma-Chan.
Kakucho pudo respirar aliviado, sabiendo que solo era una simple provocación de su parte, pero rápidamente esa calma se fue y su rostro se puso tan pálido cómo una hoja al ver a Masao propinarle un derechazo en la cara a Izana, tan justo cómo para hacerlo retroceder.
── Gracias...Por la bienvenida...pero no vuelvas a tocarme. -La cara de Izana mostraba sorpresa de la más genuina que podría mostrar, quedando sin palabras posando su mano en el lugar del golpe. Le había dolido.
Pero no fue lo más impresionante, sino la fiereza que estaba viendo.
Siempre lo supo en el instante que le vio por primera vez en esas absurdas peleas clandestinas, pero ahora, lo quería por completo. Quería este tesoro que se había escondido por tanto tiempo.
──¿Te dolió?. -Preguntó, sin bromas, sin complicidades. Masao no dijo nada, intentando caminar de forma derecha lejos del chico y su estúpida falsa amabilidad que ahora mostraba. Peor el era persistente, tomando a Masao del hombro.- ──¿Duele?.
Llena de ofensa, apartó la mano de Izana cómo un grito de no necesitar su maldita mano para levantarse, ya eran dos rechazos seguidos.
Pero Izana le parecía muy divertido. Preguntándose a él mismo cuánto orgullo habría en ese cuerpo, contra todo pronostico la jalo del brazo sin ninguna delicadeza cargándola cómo un saco viejo en sus brazos, porque decir que era la clásica "carga tipo princesa", estaban equivocados. No había pizca de cuidado en la forma que Izana lo hacía.
── Qué maldito eres. -Masao se dejo ser, ese golpe casi le sacaba la mierda, literalmente. Sobándose el estómago aún siendo capaz de sentir el golpe- ── Lo hiciste con todas tus fuerzas.
── No lo hice, si lo hubiera querido podría haberte matado con mis manos. Ese golpe tuyo en cambio, no estaba lleno de tus fuerzas o si lo era, es bastante patético.
── Entonces tus hombres son los débiles. Sólo fue suerte que me hicieras caer, eso fue trampa.
──¿Trampa? No me hagas reír que saldrás con eso, creo que aguantas mejores palizas que esas. ¿Qué diablos te haría tan débil?. Sino puedes con algo de dolor, no estás hecha para esto.
No es cómo que le importara su opinión ahora, tampoco esperaba que el se diera cuenta de sus acciones pasadas, lo que sucedió en octubre y todo se había desplomado en sus cabezas, entendió que ese golpe fue por hacerle perder su tiempo y no podía realmente culparlo cuando era posible hacer lo mismo, sin embargo pudo haberla golpeado en el rostro, pero la zona justa donde se había herido lo sentía muy adrede.
Como fuese, ya estaba de nuevo donde quería.
El escondite de todos ellos no pasaba de ser lugares abandonados que apestaban a hierro y sarro, pero era mejor que la peste de cigarrillos y testosterona cuándo fue el incidente de Valhalla.
── Bájame.
──¿Para qué? Si ni siquiera puedes ponerte en pie por tu cuenta. No te pongas en vergüenza. -Dijo sonriente, una risa clásica de un gato haciendo travesuras. Masao empezó a moverse de un lado a otro de forma frenética
──¡Qué me baje pues! ¡Acosadera tuya también no joda, esa puta manoseadera que, bájeme bájeme jueputa arroz quemado!. Ese golpe que me dio no es el problema, fue la herida que no se ha curado bien.
Una vez iniciado el camino, no habían vuelta atrás.
El lugar quedó en silencio cómo era habitual al entrar su líder, los modales siempre eran una regla escrito en la sangre de los Nipones indiscutible, por eso ellos esperaban cierto grado de respeto, eso la ponía un poco celosa también, era cómo ver a Mikey ese día, sin embargo Izana despedía una fuerte aura autoritaria y destructiva a su alrededor, a diferencia de Mikey que era más de un líder nato y un fuerte respeto al ser le más fuerte. Se preguntó si estos dos se enfrentaran, quién sería el primero en caer o el ultimo en estar de pie.
──¿Kurokawa?.
Masao nunca se sintió intimidada al estar frente a tantos hombres, nunca lo estaba porque así se habría acostumbrado en caso que quisieran intimidarla cómo ese chico intentaba hacer ahora, observándose fijamente cuando Izana la bajo, aún a una distancia prudente los ojos de Izana seguían siendo filosos.
──¿Tomaste una decisión?.
──¿Decisión?. -No tenía ni idea de que estaba hablando, nunca le dijo un demonio sobre tomar una decisión de qué, seguramente estaba jugando con ella. O quizá no, rápidamente su expresión cambio a una de sorpresa.- ── Si, he tomado una decisión Kurokawa-kun.
──¿Es así?. -Izana empezó a caminar a su alrededor, Ma-Chan no despegaba la vista de sus pies en caso que quisiera hacer algo gracioso.- ── Dime entonces ¿Qué elegiste, Ma-Chan?. ¿Quieres seguir viviendo o prefieres morir con Mikey y los suyos?.
No sabía la obsesión de este tipo por destruir a Mikey pero ciertamente no era simple rivalidad entre pandillas la que estaba mirando, el odio que salía de su boca de solo mencionar a Mikey era diferente al de otros, no era tan sencillo descubrir el porque, más se sentía tan personal cómo el caso de Kazutora.
¿Mikey le habría hecho algo también?.
── Tú respuesta determinará cómo quieres salir de aquí. Puedes salir cómo uno de los míos o puedes volver a jugar por las calles esperando a que alguien note tu presencia. Personalmente, creo que será un desperdició dejar que Mikey se quede con alguien tan fuerte
Este tipo, realmente era un tonto. ¿Cuándo Masao le ha dicho que se lucía para otros? Tonterías, se lucía porque podía hacerlo, y no lo hacía por nada más que por simple ego, el ego de saber que era tan fuerte cómo un hombre pero sin perder su feminidad, un "símbolo" de debilidad. Y llenarle de halagos con insultos no le seria de ayuda tampoco.
──¿Y bien? Respóndeme.
Cómo siempre, diría una mentira y una verdad en una sola respuesta. Ya el destino se encargara de hacerle saber cuál era cuál.
── Me niego.
La consternación fue palpable, ni Izana esperaba una respuesta cómo esa y eso era todo lo que Masao quería, ver la cara de confusión de su nueva presa delante suya, si es verdad, Izana era un tipo temible y terriblemente carismático, pero entre el y Mikey habían ciertas similitudes que tenía pensado usar para lograr un buen trato, así haría lo que quisiera.
Algunos de los hombres de Izana se fueron acercando, era claro que no era ninguna broma lo que decía. Al menos sabía que no eran simples bocazas.
──¿Acaso estás loca?. -Escucho Kakucho decir, incluso él se miraba molesto ahora.- ── Izana esta siendo muy compresivo contigo y te atreves a contestar eso. ¿Es que acaso no valoras tu vida lo suficiente o sólo quieres fastidiarnos?.
── No me malinterpretes Kakucho-San, no es que decline su amable oferta. No hay nada más que desee que pisotear a la ToMan, yo tampoco soporto el rechazo. Pero tengo problemas para seguir órdenes y ustedes parecen ser muy fieles a Kurokawa-San. Temo que no estoy a sus expectativas.
Esa pequeña explicación pareció muy convincente, algunos se quedan quietos, otros siguen moviéndose intentando ser discretos, incluso Madarame estaba allí viéndole con deseos de una revancha. Podía subir la apuesta un poco.
── No obstante, soy una persona muy leal a su palabra. Y lastimosamente prometí a un amigo ayudarlo a sacar a una rata de la ToMan antes que las cosas se salieran de control. Es por eso que desaparecí, las cosas no salieron tan bien para mi y fui apuñalada en el proceso.
Sin pena, quito la parte superior de su kimono, exponiendo tanto torso cómo abdomen, donde se había empezado a formar un moretón por el golpe de Izana, y entre en medio una cicatriz de lo que fue su encuentro, aún no estaba curada por la mala conducta de Masao de no quedarse quieta.
── Si, no me gusta seguir órdenes pero mi lealtad es algo que no puede ponerse en duda. Kurokawa-San si me aceptas en tu pandilla debes saber esto de ante mano, seguiré ayudando a mi amigo de la ToMan y cuándo sea el momento y logre cumplir mi palabra estaré a total disposición de Tenjiku.
Algunos entraron en pánico oyendo tales cosas, nunca antes vieron una persona lo suficientemente valiente, o tal vez muy desquiciado, plantarse de esa forma al hombre que ellos consideraban cómo su Rey, y aunque se admiraba ese coraje y determinación también era algo que podía hacer que se metiera en grandes problemas cómo ahora, porque una de las leyes universales de Tenjiku era esa. No oponerse al Rey.
Que una chiquilla lo hiciera, era algo insultante.
Izana en cambio estaba consternado, en mucho tiempo nunca pensó encontrar a alguien tan altanero y sumamente ególatra que creyera que podía hablarle de esa manera y seguir cómo si nada, debía admitir que le enfadaba de sobre manera con tal discurso plausible, pero también estimulaba cierto lado suyo que apenas era notorio en alguien que siempre vivió por la cima.
Desde el primer momento que la vio supo que no era alguien completamente normal, no por su forma de pelear, había algo que le hacía despertar una fuerte sensación de curiosidad, y no sólo el deseo de tenerle porque era una parte del pasado que no se le dejo ver.
── Aceptare la propuesta si puedes aceptar eso de mi.
Entonces ya todo era claro, Izana se acerco peligrosamente frente a Masao sujetando su barbilla suavemente entre sus dedos mientras se miraban con desafió. Izana declaró ferozmente
── Te mataré si me traicionas. Yo también mantengo mi palabra, quiero que recuerdes muy bien eso Ma-Chan.
Ese fue el ultimátum a todo, por fin. Había dado ese gran paso, finalmente era parte de una pandilla.
Al soltarla Masao sintió cómo si se hubiera liberado de un peso, pero tan pronto cómo se deshizo de ello uno nuevo cayo tan pronto cómo dio el primer paso, y era que aunque Izana la aceptará los demás a su alrededor siempre tendrían un ojo por encima de ella, en especial Kakucho, quién sabia con certeza la desconfianza que Masao le había dado desde la primera vez.
No lo culpaba, es probable que fuera él mas leal de todos y por ende con quién más debía cuidar su espalda. Tal vez era la emoción que sentía de saber que todo estaba saliendo por fin cómo deseaba, o podría ser el temor de saber que cualquier movimiento en falso lo llevaría a una muerte segura. Pero que más daba.
Ahora era parte de una cosa mayor, ahora solo quedaba ascender al trono.
── Si, entiendo.
Masao estaba extasiada, y se diría que Izana también lo estaba por encontrarla. Ahora tenía algo que Mikey quería de eso estaba seguro.
A diferencia de Mikey, Izana no veía porque desperdiciar un talento cómo ese, podía ver en sus ojos esa hambre de admiración que tenía y sus ansias de algo mejor para si misma, conocía ese sentimiento, el sentir cómo las personas a tu alrededor te daban por sentado, todos tenían puntos frágiles y si él no estaba equivocado el de Masao era exactamente ese.
Pero supongo que el pecado de los arrogantes eran ser tan ingenuos.
Izana era bueno con las palabras y manipulando los sentimientos de las persona haciendo todos los movimientos correctos para cautivar al público, por ahora Tenjiku no era una pandilla excepcionalmente grande pero el mismo se había prometido construirla, teniendo hombres fuertes en su línea completamente leales.
Crédulamente el pensaba conocer la mente de todos.
Porque jamás se habría topado con alguien tan dañado cómo Masao, y es que no se puede manipular a otro manipulador tan fácil. Y más si era una mujer.
Porque las mujeres tenían una forma especial de hacer daño cuando se lo proponían.
── Así que ahora tendré que soportarte incluso aquí, eso va a hacer un dolor en mi culo.
Ya Masao se esperaba esa clase de comentarios viniendo de Madarame, Masao y él era claro que se despreciaban a más no poder, Madarame por simple orgullo de macho y Masao por el mero hecho que eran hombres cómo Madarame que le hacían sentir náuseas. Y para mala fortuna de ellos, de alguna manera eran compañeros.
── Si soy el recordatorio de que no eres tan fuerte cómo aparentas, entonces estoy sumamente contenta de estar en la misma pandilla contigo, Shion. -Dicho esto con un tono burlesco sin voltear a mirarlo, sólo oyendo los gruñidos de aquel hombre apodado el perro loco.
── Me ganaste por suerte perra, no cualquiera sale con menos de dos huesos rotos si pelea conmigo, no tientes tu suerte ahora. -Shion tomó partido, estando cara a cara de Masao mientras sus frentes chocaban la una con la otra, empujándose mutuamente dirigiéndose miradas de odio puro y duro.- ── Estaré esperando pacientemente a que la cagues para ser el primero en ponerle fin a esa arrogancia tuya.
── Entonces ponte cómodo Madarame, vas a necesitarlo maldito perro sarnoso, vil, asqueroso y repulsivo desperdicio de ser humano con peinado de cola de rata.
── Vete a la mierda perra flacuchenta, pedazo de basura, horrenda, plana de mierda sin gracia.
── Uy no pues, hablo el papacito que tiene a todas tirando baba, cállese mejor que usted no da ni para un bollo de mierda mal cagado, hijo de las quinientas mil putas bobo, sapo, por eso seguro su mamá lo dejo tirado de chiquito al ver tremendo cacorro que se le salió por la cuca, ñero hijueputa.
──¡No entiendo ni una mierda de lo que estás diciendo, pero se que me estás diciendo cosas peores y no saberlas me hacen enojar más!.
La pelea seguramente hubiera llegado al punto sino fuera por Kakucho interponiéndose entre los dos antes de iniciar un problema. Jalando de ambos cómo dos gatos.
── Ya fue suficiente de ustedes dos, lo mejor será tenerlos alejados a ambos antes que se maten entre los dos de nuevo. -Empujando a cada uno de un lado, antes de irse cada uno para su respetiva dirección alzaron el dedo de en medio con fuerza. Kakucho miró a Izana y dijo.- ── Creo que será mejor para todos que tengamos a estos dos lejos del otro.
── Estoy de acuerdo. En ese caso, lo mejor será para todos que Ma-Chan se quede con nosotros un poco más, hay algunas cosas que es mejor que tenga en cuenta.
Kakucho y Masao miraron a Izana cómo preguntando si lo estaba diciendo en serio, el chico no podía haber sido más claro con sus órdenes, y cómo el había dicho, su palabra era absoluta y no había porque poner peros a ellas.
──¿Tienes algún problema con eso, Ma-Chan?.
Tuvo que apretar los dientes y apoyarse en la idea de que no podía desperdiciar este chance. Por lo que asintió levemente, pero Izana tuvo que decir que fuera más clara, obligándola a mirarlo y decir que si con firmeza, escondiendo el rechazó de este.
── No, Kurokawa-San.
── No tienes que ser tan formal, ven aquí un momento.
Sería un interrogatorio, eso lo tenía asegurado y las preguntas si no le fallaba la intuición serían respecto a sus aficiones y el porque su deseo de aniquilar a la ToMan, si bien lo último no era una mentira por completo la palabra aniquilar sólo era una fachada, mientras se alejaban del resto, Masao ya tenía las respuestas a cualquier pregunta que tuviera ese chico.
Cuándo estuvieron a fuera Izana le había dado la espalda con los brazos por detrás, una pose que significa que escondía o tramaba algo, sus ojos se posaron discretamente en el cabello blanco del chico, tan brillante y fascinante. Quería tocarlo, no iba a discutirlo.
La mano de Kakucho palmeó su hombro, él tampoco le miraba, siempre parecía tener los ojos en Izana.
── Sé sincera en todo lo que Izana te pregunte, no intentes engañarlo. Nosotros no somos tan ingenuos, a la menor mentira será tu fin, justo aquí y ahora.
Masao tragó duro. Más no cambiaba la cara o mostraba algún tipo de culpa que delatara su mentira.
── Ma-Chan.
──¿Si?.
Los labios de Izana dejaron de curvarse, un aura menos amenazante se desplazo por los aires, mientras ambos se miraban fijamente.
──¿Recuerdas a Shinichiro?.
De pronto, el aire que se sentía tan ligero en su rostro se había trasformado en una tormenta golpeando cada nervio suyo, la calma que alguna vez sus ojos tuvieron un lugar especial fue derribada con simples palabras, perdiendo la postura recta y perfecta que siempre se jactó de tener por tanto tiempo, pudo ser derribada por este chico.
── Tú...¿Qué es lo que sabes de él?. -Ni su voz sonaba indiferente, eso era, el maldito buscaba delatarla, lo consiguió.- ──¿¡Qué sabes tu de él!?. -Respondió alterada.
Era un punto delante.
── Lo que sé no es importante, pero lo que tu sepas lo es para mi. No respondiste mi pregunta, dije; Si recuerdas a Shinichiro. -Su tono era monótono, hablando cómo un robot tratando de ser lo más neutral en la conversación.
── Algo así. -No fue su mejor momento, pero quién podría culparla de perder su semblante serio y sin sentimientos, aun sino mostraba su propia vulnerabilidad cuál flor expuesta a la lluvia siendo golpeada por la ventisca, su tallo no era el mismo, se sentía un poco chueco. Igual que Masao, no fue la mejor respuesta y se dio cuenta de ello cuándo la mirada de Izana se contrajo por la impaciencia.- ── Lo conocí. Recordarlo es otra cosa.
── Masao, estás jugando severamente con mi paciencia. -A este punto, Izana había tomado del cuello de su ropa a Masao, alzarla a su altura apretando los dientes.
Realmente no quería compartir nada de Shinichiro con otra persona, y menos con un lunático cómo ese que era cómo una candela, fácil de encender cómo un niño mimado a sus ojos.
── Shin-Chan fue mi modelo a seguir, él fue mi todo. Fue mi risa, fue mi consuelo en mi tristeza al venir sola a un país extranjero donde todos parecían repudiarme sólo por ser una "Gaiji" "Halfu" o lo que sea, fue el único que no me miro cómo un estorbo y me brindo una calidez similar a mi hogar.
Por la cara que había puesto ahora, dijo las palabras adecuadas otra vez, palabras convincentes que no eran más que la verdad, no le daba pena decir lo que ese tipo fue para ella, y lo gritaría una y otra vez, porque para Masao fue un orgullo haberlo conocido. Fue un honor cómo diría su lado japonés. Sabía que había acertado cuándo Izana la soltó y quedo casi viendo a la nada, Masao sabía que este chico seguro lo conocía de algo, y decir verdad, ahora estaba más interesada en él que por simple interés. Masao sujeto las manos de Izana con la suya, mirando al suelo igual que él.
De otro modo, porque sacaría ese tema al azar.
──¿Él alguna vez te ha hablado de Mikey?.
── A veces.
──¿No era molesto para ti cuándo él hacía eso? Sólo hablar de Mikey...
── Lo odiaba.
── ...
──¿Izana?.
── ...¿Alguna vez te habló de otro chico?.
── No.
Silencio absoluto.
No tenía idea porque seguía doliendo hasta ese día. La llama del resentimiento en él era cada vez más fuerte.
¿Por qué Mikey? ¿Por qué sólo él?.
¿Por qué Mikey tuvo que encontrarla primero? ¿Por qué Mikey lo tuvo para él? ¿Por qué siempre era Mikey el centro de todo?¿Por qué Shinichiro le dejaría los Black Dragons a Mikey y no a él?.
Mikey, Mikey, Mikey, Mikey.
¡Todo siempre era de ese maldito!.
Oh pero no esta vez. Haría todo lo que estuviera en sus manos para ver a ese maldito enano caer.
Sumergido en su mente, Izana pensaba en todas las cosas que él tuvo que pasar de ella, él cómo se alejo de su hermana, cómo todo a su entorno se volvía desconocido y oscuro y solo quedaba las calles y su violencias expuestas a la mente de un niño que antes era gentil, de cómo el único rayo de luz entre la maldad parecía ser opacado por otra persona, una persona que no sabía de él y que incluso le quito a la única hermana que tenía.
Izana se sentía traicionado por todos.
De pronto, unos fríos nudillos tocaron su mejilla, no fue una caricia tierna o reconfortante, sino más por la intención de despertarlo del trance en el que el mismo se había metido, los nudillos eran de la persona delante suya.
──¿Y ahora porque tan callado?.
El niño que nunca ha sido abrazado por nadie, se aferrara a la primera persona que lo toque con amabilidad.
Sin embargo, también se aferraría a cualquiera que le mostrará la mínima preocupación.
── Izana ya es suficiente. -Expresó su amigo viendo a su capitán aparentemente perdido, preocupado Kakucho se acercó también para intentar apartarlo de Masao, antes que la víbora lograra clavar los dientes en su cuello. Tan tarde.
El moreno pareció aceptarla, en el momento que puso su mano en la de ella, en el instante que dejó caer su rostro, cuándo cerró los ojos por un momento. Se vio desnudo en alma. Tan impresionante que Masao no evitó que sus ojos se abrieran con sorpresa.
Dios, era un chico tan extraño.
Cuándo finalmente se dio cuenta de lo que estaba haciendo, Izana se apartó de golpe intentando no verse consternado por lo que acababa de suceder, mirando a Kakucho y este regresándole una mirada de desaprobación. Pero Izana, nuevamente no compartía el sentir. Aunque apreciaba que se preocupara por él, sabía que estaba haciendo.
── Creo que ya deberías irte. -Le dijo caminando de nuevo a su escondite.- ── Cuándo tu amigo logré su objetivo, a partir de ese momento deberá volverse tu enemigo si quieres mantenerte a mi lado. Hasta entonces Ma-Chan, te estaré observando.
Ya habían pasado tres horas, tres malditas horas sin rastro alguna de la pequeña rata que se le había escapado, y Shiba Taiju decir que estaba enojado era lo mínimo para decir y absolutamente nadie en ese momento quería provocar al jefe lo que realmente estaba siendo una tarea imposible de realizar.
Literalmente, Taiju arrasaba a diestra y siniestra a cualquiera en ese momento, no estaba precisamente enojado por el gran problema que se había metido, porque el era Shiba Taiju, no había nadie que pudiera vencerlo tan fácilmente a él o a sus hombre en general, lo que en realidad lo mantenía tan pero tan cabreada que todo su rostro estaba a poco de transformarse en la máscara de un Oni total, era el hecho que tal pulga.
Alguien pequeño, insignificante sin fuerza alguna se le haya escabullido por mero gusto, porque si, Taiju tenía en claro que la única razón para haberlo hecho pasar tantos dolores de cabeza fue precisamente para molestarlo.
¿Pero saben que era lo que peor lo tenía?.
No podía matarla con sus manos.
No podía golpearla, no podía ni patearla ni sacudirla, ni jalonearla, ¡ni siquiera podía tocarla!. Y él sabía, ¡sabía!, que eso le había dado un exceso de confianza increíblemente estúpida para hacer lo que se le diera su maldita gana. ¡Esa maldita mocosa!. Todo eso tenía escrito en la cara. Maldiciones e injurias dirigidas a Masao.
──¡Koko, esto es tu maldita culpa! ¿¡Cómo aceptaste un trato tan desfavorable para nosotros!?. ¡No somos malditas niñeras de una mocosa caprichosa y menos de esa pequeña rata!. -Taiju se dirigió al pelinegro con ojos rojos llenos de furia, Koko dio unos pasos atrás intentando sonar calmado.
── La encontraremos eventualmente, no pudo ir tan lejos. -El sudor en su frente bien podría clasificar cómo hielo puro, incluso el se había arrepentido de haber aceptado el trato, pero el maldito viejo lo hizo ver tan simple y sencillo que era exagerado la cantidad que ofrecían.- ──¡Ustedes que no han buscado por el este!. -Dijo Koko gritandole a los otros de su división, uno de ellos respondió con excusas nuevamente. Excusas que Taiju callo de un golpe certero. Mientras volvía a gruñir y se subía a de nuevo al auto para buscarla.
Pero ya no fue necesario.
──¡Jefe, la encontramos!.
Eso fue música para los oídos de Taiju, cómo si todas las molestias hubieran abandonado su cuerpo en segundos antes de voltearse y ver a ese pequeño monstruo, los ojos se le abrieron en par, luego se hicieron pequeños mientras las venas de su cuello y frente resaltaban hasta casi reventar.
──¿Oh, es así?. -Cerró con fuerza la puerta que hasta los vidrios en ella se habían sacudido por el impacto dado.- ── Tú...¡Tú!. ¿Tienes alguna puta idea de todas las jodidas molestias que tuve que pasar por tu culpa?. -Masao podía jurar que podía escuchar los dientes del tipo golpearse entre si, haciendo un horrible sonido cómo el de cuchillas golpeándose.- ──¿Quién demonios te crees...? ¿¡QUIÉN DEMONIOS TE CREES PARA HACERME GASTAR MI MALDITO TIEMPO!?.
El corpulento hombre había levantado su puño a lo alto con cada palabra que salía, usando el cero autocontrol que tenía para no darle directamente, peor él, nunca fue un hombre paciente. Y no iba a empezar a serlo ahora.
Koko intento, verbalmente, hacer que Taiju entrara en razón aunque sabía lo inútil que eso sería, cerró los ojos entonces, ya se había hecho una idea de todo lo que tendría que decir a ese anciano del porque ahora su hija seguramente llegaría con el ojo morado o peor, pero viéndolo de otra perspectiva, Taiju no lo haría y solo le provocaría miedo a la chica. En el mejor de los casos, esperaba que pudieran librarse de esa.
Y estaba más preocupado de ver que ese golpe no cayó. O por lo menos no había oído que lo hiciera. Pero cuándo abrió los ojos vio que había sucedido.
Primero, estaba su jefe aquella bestia de dos metros con el puño directo en el rostro de uno de sus subordinados, y luego, estaba la chica que se supone que debían proteger y mantener alejada de la violencia, irónicamente, usando a ese mismo subordinado cómo su propio escudo humano, dejándolo caer cómo si nada una vez que la irá de Taiju se vio en otro rostro. Sobraba decir que el tipo cayó cuál piedra al suelo.
Pero los ojos de Kokonoi casi se salían de su orbita cuándo vio el estado que Masao estaba, no por preocupación genuina, sino porque Masao era una especie de mercancía que se debía llevar con cuidado.
¿Cómo estaba ahora?.
Despeinada, la falda del kimono estaba roto, sucia, desaliñada por todos lados y abierta hasta exponerle por completo el muslo izquierdo de un lado, claramente rasgada a fuerza, la parte superior estaba abierta y mal puesta mientras que los hombros fueron claramente descolocados por manos masculinas, había polvo y tierra en toda la ropa. ¡Hasta había perdido una jodida sandalia!.
Koko estaba tan pálido cómo una hoja de papel ante cada cosa que iba encontrando.
──¿¡Qué demonios paso!?.
Taiju al oír la alteración de Koko miró con mayor detenimiento a Masao, cada una de las cosas anteriormente mencionadas fueron vistas por él, Taiju dejó un momento los puños, mirando despectivamente a Masao, y este a él.
──¿Quién te hizo eso?. -Pregunto el más alto, no cómo si le importara. Pero alguien tenía que darle una explicación al vejestorio, y si paso lo que pensaba, entonces podría matar a alguien con sus manos y sacar la ira que Masao le ha dejado en su sistema.- ── Me importa un carajo que estés asustada, sólo responde y luego te puedes largar a llorar.
Masao sólo arqueó una ceja.
── No me paso nada, vámonos. Tenemos que buscarme otra ropa antes de ir de vuelta a la Casa Familiar. -Y pasó de largo nuevamente, sin explicaciones, sin más, sólo una respuesta afirmativa. Koko por otro lado intentó insistirle que le dijera que había pasado, sólo para tener una cuartada por supuesto. Pero se encontró con otra respuesta seca diciendo lo mismo. Y los demás sin opción tuvieron que seguir lo que decía, mientras otros se iban junto a Kokonoi.
Al menos ya habían salido de un problema por el momento.
Taiju por otro lado, seguía aún conteniendo una inmensa ira, siendo de nuevo la puerta dle auto quién sufriera las consecuencias de su actitud esta vez dejándola con grietas y una que otra abolladura.
Su pierna se movía frenéticamente golpeando contra el piso del vehículo, maldiciendo una y otra vez en su cabeza, mientras tanto Masao tenía la vista completamente perdida jugando con sus dedos, Taiju lo notó, y ahora cualquier mierda que ella hiciera le parecía irritante.
Masao absorta en su mundo no dejaba de pensar en las cosas que Kurokawa le había dicho, esas preguntas fueron tan especificas que nunca las vio venir, cómo ese chico que parecía de poca reacción se había congelado y perdido por algo insignificante, pero tal vez lo más perturbador que la tenía en ansias era cómo el tipo le había preguntado por su Shinichiro, y estaba segura que era el mismo, ya que ese nombre no era tan común.
Es cómo si el universo le estuviera poniendo el pasado en la cara sólo para revivir el dolor de una perdida una y otra vez sin sentido, pero quizá, y sólo quizá, estaba enviándole una señal de que las cosas iban por el camino que deseaba, quizá aquello era la señal de que lo estaba haciendo bien. Que entrar en Tenjiku no fue un al movimiento después de todo, y así ya no tendría que seguir persiguiendo a la ToMan.
Aunque eso significara perderlos.
── Oye. -La voz profunda de Taiju demasiado cerca le hizo estremecerse, casi apartándose de inmediato por el susto, estaba tan perdida que había olvidado en que lugar estaba.
Simplemente Shinichiro le hacía perder la calma.
── No quiero preguntarlo de nuevo, así que respóndeme de una maldita vez. ¿Alguien te hizo algo?. -Otra vez era una exigencia saberlo, Masao sacó un largo suspiro. Optando por simplemente dejar el tema ya concluido.
── No me ha pasado nada, me metí en una pelea. El kimono estaba siendo una molestia. -Su vista no veía a Taiju, sino el paisaje mientras lo decía con una naturalidad convincente, Taiju también tuvo suficiente de ello. Así que ya no tocó el tema más.
Nuevamente, le importaba un comino.
Antes de bajarse, o mejor dicho que Masao se bajara, Taiju la agarro por el cuello de su traje cuál gato, Masao sintiendo el repentino cambio de altura sólo sintió cómo su cuerpo era manejado cómo el de una muñeca, Taiju gruñendo, la puso boca abajo cómo si cargará una bolsa con una mano. Poniéndola al costado de su cadera.
Igual que un bolso.
El rostro de Masao paso velozmente al dinamita nuevamente.
──¡¿Qué estás haciendo, mastodonte?! ¡Bájame, bájame ahora, quiero que me bajes ahora mismo!. -Se sacudía de un lado a otro, pero Taiju había apretado la zona de la cicatriz haciendo a Masao quedarse quieta por lapunzada.
Taiju, en una voz profunda y terriblemente enojada le dijo, no, le advirtió.
── Haz sido el peor dolor en mi culo que he tenido en toda mi vida, si te vuelves a escapar o haces algo para hacerte la graciosa, juró que te haré pedazos con mis propias manos. ¿Me has entendido, Ma-Kun?.
──¡Coma mierda!.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top