Capítulo 8

Capítulo 8

La abuela de Ahn Sohye, la señora Ahn Jiyu, lloraba empapada en preocupación mientras contaba como su única nieta no había vuelto a casa desde hacía 2 días, según tenían entendido ella no había regresado a casa luego de terminar su interrogatorio, tampoco había sido vista y eso era simplemente angustiante, se había esfumado, como un montón de cenizas en el viento y justo luego de salir del que se suponía el lugar más seguro de la ciudad, la mismísima comisaría. Según su familia la joven Sohye no era el tipo de chica que desaparecería así como así, ante la posibilidad de que tal vez se había ido de casa la señora negó renuente solo a considerar esa posibilidad.

—Sohye no se fue, alguien se la llevó—afirmó, apretando los puños de sus manos arrugadas y con lágrimas gruesas bajándole por él rostro—no hubiera huido cuando no tiene a nadie en el mundo aparte de mi, su madre murió y su padre está en la cárcel.

La detective Kim asintió, tomando notas apresuradas en forma de garabatos en su pequeño cuadernillo con cubierta de cuero oscuro.

—¿Sabe si Sohye tenía algún novio, mejor amiga o alguien lo suficientemente cercano como para ayudarla a ocultarse?.

La anciana negó con tristeza, con cada pregunta parecía que avanzaban más hacia las posibilidades de un secuestro y la señora Jiyu parecía lo suficientemente aterrada como para no dormir esa noche pensando en su nieta siendo dañada por alguien.

—¿Ha revisado su habitación?—volvió a las preguntas Kim y la mujer asintió está vez—¿Está todo como siempre, nada faltante?.

—Está exactamente como la ha tenido los últimos años, nada faltante y nada extra.

Yong-sun volvió a escribir antes de soltar un suspiro.

—Pondremos una orden de búsqueda a Ahn Sohye a nuestras unidades y a varias comisarías de ciudades cercanas a las que pudo haber ido o ser llevada, nos comunicaremos con la prensa también para que lo hagan público, optaremos por toda la ayuda disponible. Necesitamos una foto de Sohye lo más reciente posible señora, ¿tiene alguna?.

La mujer se levantó del viejo sofá en el que había estado sentada y se acercó a la estantería de la esquina, estuvo buscando con la mirada antes de sacar un grueso libro con una tapa azul cielo, comenzando a rebuscar entre sus páginas hasta dejarlo de nuevo en su sitio y caminar hacia ellos con una fotografía de 10×15 que le extendió a la detective. Jungkook junto a Yong-sun miraron el contenido, era Ahn Sohye, con toga y el birrete en su mano mientras sonría tan amplio que seguramente debían dolerle las mejillas, parecía estar en el campus de lo que Jungkook asumía una secundaria mientras posaba orgullosa con su vestuario de graduación. Tenía el cabello rubio suelto y alborotado por el viento, pareciendo salvaje y vivo con el rubio encandecente de sus hebras contrastando con el sol y el verde del fondo de la imagen.

Jungkook dirigió una mirada a la anciana, que observaba la foto en las manos de la detective con una mezcla de emociones en su rostro, tristeza y nostalgia destilando de más y un nudo se formó en su estómago, esa mujer puede que halla perdido a su nieta, su única familia y si era así seguramente él tendría su parte en eso. La policía tenía una sospecha, en realidad, Yong-sun la tenía y él lo veía muy posible, ojalá estuvieran equivocados o un desastre se avecinaba sobre sus cabezas.

—Le traeremos a su nieta señora Jiyu—le dijo al despedirse, estaba siendo cruel, dándole esperanzas a esa pobre mujer sin saber algo del futuro, tal vez nunca la encontrarían pero su propia culpa habló por sí sola, si podía mantenerla con esperanzas por más crueles que fueran lo haría, era preferible la esperanza al sufrimiento, con esperanzas al menos tienes una pizca de alegría que puede que logres cultivar, en el sufrimiento no había absolutamente nada aparte de el inminente dolor mismo.

—No debiste decir eso Jeon—lo regañó Kim cuando habían salido de la casa y se dirigían al auto oscuro de la mujer aparcado junto a la acera—no podemos hacer promesas que no sabemos si podemos cumplir.

Agregó cuando entraron al auto y Jungkook la miró de costado, sabía que ella tenía razón a pesar de todo.

—Sólo intentaba darle un poco de luz a su dolor—confesó, sintiéndose estúpido y como un niño regañado.

—Eres un buen tipo Jungkook, con un corazón demasiado grande pero tampoco eres nuevo en esto, la esperanza puede matarte lentamente también.

No respondió ni volvió a hablar en minutos, meditando esas palabras, perdiéndose en sus pensamientos a medida que el auto avanzaba por las calles y los ruidos de la ciudad de fondo, el no podía afirmar con una experiencia propio las palabras de la mujer, había tenido—tenía—una buena vida, sin embargo, no es un ignorante, sabe que ha corrido con una suerte que pocos tienen, las matices que se deslizaron en la voz de Yong-sun era un recordatorio que su mundo real era colorido en comparación del de muchos.

—Es raro verte sin Min, seguramente se queje conmigo por robarme a su compañero —comentó al cabo de los minutos Yong-sun, rompiendo el inminente  silencio y haciéndolo sonreír en pequeñito, el ambiente volviéndose ligero—son como el amo y su gato gruñón.

Jungkook soltó una escandalosa carcajada ante el comentario.

—Que Yoongi no te escuche diciendo eso o estarás en problemas Sun.

Fue el turno de la mujer de reír, asintiendo de acuerdo.

—Seguramente.

____

Había pasado las últimas dos horas buscando a Park Jimin, no sabía exactamente de donde había surgido la idea pero ahí estaba, dando todo de su esfuerzo para encontrar a ese chico, era momento de aceptarlo, lo desaparición de Ahn Sohye lo tenía con los nervios a flor de piel y los pelos de punta, ciertamente si era una persona un tanto paranoica ante situaciones difíciles y si su desbaratada paranoica no era tan desbaratada como le gustaría creer Park Jimin estaba en el centro de la diana, junto con su propio trasero, por supuesto.

El sol estaba ocultándose en el horizonte cuando finalmente encontró al hombre, estaba saliendo de una tienda de tatuajes a unas calles de donde se ubicaba el Ozone, misma tienda en la que trabajaba Park Jaebeom según tenía entendido, de mera casualidad había recordado las palabras que Jimin había dicho en el interrogatorio sobre una cita con su tatuador, de casualidad había tenido un estallido de suerte y lo había encontrado. Lo vió salir de la tienda y comenzar a alejarse por la acera, Jungkook se apresuró a cruzar la calle y alcanzarlo, llamándolo repetidas veces hasta que finalmente el hombre se detuvo.

Una vez frente a Park Jimin lo recibió su característica expresión estoica y su oreja izquierda sonrosada, causado que su mirada se dirigiera ahí, notando algunos piercings que se veían recientes, se había hecho una perforación en el tragus de la oreja donde llevaba un arete sencillo y otro par en el hélix donde llevaba un par de argollas plateadas a combinación con las de mayor tamaño que portaba en el lóbulo desde que lo había conocido.

—Yo realmente pensé que no nos volveríamos a ver Jeon Jungkook—mencionó cruzándose de brazos.

Jungkook resopló por su esperada actitud.

—Oficial—gruñó, Jimin no se corrigió y Jeon prefirió ignorarlo, si caía en su juego definitivamente perdería la paciencia y era lo suficientemente adulto como para no permitírselo —la vida está llena de casualidades Park, aunque desgraciadamente yo no estoy aquí hablando con usted por casualidad—cuando la pregunta brilló en el rostro ajeno suspiró antes de continuar—una chica directamente relacionada con su caso ha desaparecido, pensamos que ha sido secuestrada y puede que vengan por usted también.

Soltó, no sabía que esperaba revelando una información así a un civil en medio de la calle pero definitivamente la reacción que recibió no estaba dentro de lo que se había imaginado dentro de su mente ni en las ideas más descabelladas.

—Vuelva a casa oficial Jeon, pierde su tiempo.

—¿Qué está diciendo?—susurró incrédulo, apenas se abstuvo de quedarse con la boca abierta como un imbécil, se sentía sobrecogido y había recibido una buena sacudida.

—Le estoy diciendo que vuelva a su casa—repitió, con la voz tan calma que ponía de los nervios a Jungkook—no pierda su tiempo conmigo Jeon, use ese tiempo para encontrar a esa chica.

Y con eso él estaba por irse, dispuesto a dar media vuelta y seguir con su vida como si absolutamente nada hubiera pasado. Lo tomó de los hombros con ambas manos, volviéndolo a su sitio y sacudiéndolo debido a lo brusquedad que había usado, eso no le importó.

Sus fosas nasales se ampliado mientras respiraba errático, como un toro furioso apunto de embestir al torero que lo fastidia sin parar.

—¿¡Te estoy diciendo que la puta Tríada viene por ti y me mandas a mi casa!?, ¡¿cuál es tú jodido problema!?—su voz se había elevado paulatinamente con cada palabra dicha, articulándolas con toda la rabia y  frustración que alimentaban su sistema.

Sus gritos habían llamado la atención de varios transeúntes que pasaban por ahí, no podía importarle menos de todas formas, con su vista fija en el rostro contrario que apenas y pestañeaba con parsimonia.

—Ya se lo he dicho—habló Jimin, tan bajo que parecía un susurro. Su delgado cuerpo temblaba bajo sus manos aferradas a sus hombros y aún así seguía con su expresión de piedra a pesar de la tormenta que se apreciaba en sus ojos—váyase a su casa.

Jungkook lo soltó, dejándolo ir esta vez sin chistar, sin agregar una palabra más que sabía no haría la diferencia y viendo su silueta alejarse con el pasar del tiempo y el aumento de la distancia. Jimin no había titubeado de su decisión ni una sola vez, tampoco lo había visto dudar al marcharse ni por un segundo, se había ido a paso firme y seguro y no había volteado ni una sola vez a mirar atrás.

Park Jimin no entraba en los estándares de lo esperado en lo absoluto y esa había sido una gran sacudida.

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