Capítulo 5

Capítulo 5

Había cargado con él, ¿por qué lo había hecho?, esa respuesta podía ser muy variada, su lado profesional podía decir que por qué podía lastimarse estando solo en ese estado—drogado hasta el culo—, sin embargo, su lado personal diría que simplemente no podía dejarlo ahí, medio consciente en el baño de un bar, era una conspiración de si mismo, porque por ningún motivo lo dejaría ahí abandonado como un perro al que su dueño no quiere más.

Había colocado el brazo contrario sobre sus hombros y su propio brazo lo mantenía estable sosteniéndolo por un costado, sosteniendo al tal Jimin que apenas podía atinar un paso delante del otro sin caer mientras soltaba risotadas e incoherencias. Por suerte el chico no tenía una sobredosis, eso hubiera sido demasiado problemático, el tipo solo estaba feliz, muy feliz y caliente, por supuesto que eso también—lo había sentido— además de que su piel del rostro estaba enrojecida, gotas de sudor le pegaban los cabellos oscuros a la frente dándole una expresión acentuada a sus ojos negros brillosos y con pupilas dilatadas.

Sus incesantes balbuceos eran poco entendibles y bajos mientras lo conducía de vuelta a la pista del baile donde debía estar todos reunidos, su voz baja era como un canto de palabras en otro idioma que no tenía fin, acompañándolo en cada paso que daba. Era un eufemismo porque estaba en una misión con un nivel de riesgo intermitente y estaba cargando con en civil que no atinaba absolutamente nada de la situación, definitivamente a Jeon le gustaba buscarse problemas.

Tal cual, sus compañeros estaban ahí.

Min estaba junto con Choi, su compañero y los demás oficiales que habían llegado reuniendo a las personas y explicando lo que se haría, mientras intentaban lo mejor posible que el público mantuviera la calma con su repentina presencia en el lugar. Las condiciones ciertamente no eran las más óptimas y esa definitivamente era una rutina poco convencional pero no tenían muchas opciones, bien se dice que en momentos desesperados se toman medidas desesperadas. Ser oficial de policía, esa experiencia, le abría mostrado que no siempre se apegarían a la ley o a las soluciones más convencionales, mucho menos a las mas seguras, tenían que actuar en el momento y luego lidiar con las posibles consecuencias.

Como en ese momento que allanaban un bar sin una orden, únicamente guiados pro una llamaba telefónica que bien podría ser con el fin de molestar y no solo eso, procedería a revisar a un grupo de individuos alcoholizados y con grandes posibilidades de estar dopados, bien podría ser un desastre en esas circunstancias.

La persona que cargaba seguía balbuceando y Min que se encontraba hablando con uno de los demás oficiales giró hacia ellos, mirando al chico apenas sostenido por su agarre elevando una de sus cejas de manera interrogantes, su mirada chocó con la suya mostrándole una mueca confundida, dándole una mirada de desconcierto antes de recomponerse y volver a su expresión seria de siempre dándole pasos apresurados para acercarse  a ellos.

—Jeon—formuló, quedando estático frente a él, clavándose una mirada fija e ignorando todo lo demás—te necesitamos con nosotros—manifestó, sus ojos gatunos se desviaron a la cabellera negra húmeda ajena y al rostro sonrosado, escaneándolo, su ceño se frunció e hizo una mueca cuando Jimin volvió a balbucear y mostraba los dientes en un intento de sonrisa que lo hizo ver definitivamente raro—¿Está drogado?.

—Si—confesó—lo encontré en el baño de hombres a punto de caer del lavamanos donde estaba sentado.

Esa no era una mentira, era información a medias, había sido de esa manera antes de que el tipo se pegara a él como un koala y le restregara la polla, por supuesto eso no lo diría, su orgullo no era tan frágil como para ofenderse por los actos de un tipo drogado que apenas podía mantenerse en pie por si mismo, además Jungkook no era particularmente heterosexual para hacer un escándalo por su orgullo de macho lastimado y lo menos óptimo era que Jimin recibiera algún tipo de demanda por su comportamiento con un oficial de policía cuando estaba en ese estado.

Min asintió, dándole otra larga mirada. Jungkook suspiró suavemente, sabe que vendrán las preguntas después, conoce a su compañero y sabe que Yoongi lo conoce de vuelta como para saber que hay más aparte de lo que acaba de decir, sin embargo es lo suficientemente perceptivo para mantenerse callado y charlar después.

—¿Lo has revisado?—Jungkook asintió—Bien, déjalo en algún lugar para que se le vaya bajando el subidón en lo que nosotros revisamos el resto.

—¿Lo conoces?.

La pregunta simplemente salió, aunque era una posibilidad si Jimin le había dicho que conocía a los de su departamento y si el chico era tan problemático como el pensaba seguramente Yoongi sabría de él. No fue sorprendente que Min respondiera elevando y dejando caer sus hombros con un simple:

—Tal vez—musitó escueto y fue el turno de Jungkook para asentir, ya preguntaría en el interrogatorio que se avecinaba.

Nuevamente, soportando el peso de Jimin, Jungkook se las arregló para moverlo por la instancia rumbo a la barra, donde el dueño,  Jaebeom para ser exactos colocaba una silla y le hacía una seña para que fuera hacía ahí, seguramente conocía al chico medio inconsciente que llevaba puesto que el rostro del hombre destilaba preocupación.

La voz elevada y eufórica de alguien lo detuvo en el recorrido, su cabeza se giró hacia la derecha, hacia donde un bulto de personas estaba, sus ojos estudiaron la situación rápidamente y los vellos de su nuca se crisparon ante la señal de alerta, la adrenalina encargándose de tensarlo, dejándolo rígido y alerta tanto como era posible.

Había un grupo de tipos, entre ellos divisó a un pelirrojo que era sostenido por otros dos, no fue capaz de divisar sus rasgos debido a su cabeza gacha. Los dos hombres que lo sostenían se notaban altos y corpulentos, uno de ellos tenía una cicatriz en la ceja izquierda y el otro tenía el cabello rapado, ambos exudaban peligro, sin embargo su atención estaba fijada en alguien junto al trío, un chico que parecía de nacionalidad china le daba directamente una mirada mordaz mientras mantenía una conversación desordenada con los otros dos, despotricando y dándole una mirada feroz a él y al cuerpo que cargaba.

Jungkook tragó saliva.

Los dos grandotes le dijeron algo y eso pareció ponerlo colérico.

—¡Ese pedazo de mierda nos ha vendido por culpa de este imbécil!–sus ojos destilaban furia, cruda y voraz y las palabras habían salido como un gruñido, con un marcado acento presente.

Esa no era una buena señal, un tipo potencialmente agresivo destapándose en plena revisión en un bar considerado un nido de criminales y además lleno hasta el tope de civiles mientras buscan un arma ilegal que circula por las calles, esa era la receta para el desastre.

En un parpadeo el tipo comenzaba a sacar algo de la parte trasera de sus pantalones, como un mal sueño en el que los temores y preocupaciones de Jungkook estaban destinadas a materializarse para perseguirlo. Los gritos de los civiles no se hicieron esperar cuando una pistola estaba entre las manos del hombre, el cuerpo policial presente se tensó al límite, como una cuerda siendo tensada al máximo por cada extremo en plena competencia de un tira y afloja. Jungkook se tensó con ellos, sus músculos contrayéndose tan fuerte que dolían y su mandíbula apretada con sus dientes presionándose entre si. Ellos tenían las manos sobre sus armas antes de que la misma voz volviera a vociferrar, tan fuerte y cargaba que resultaba aún más exasperante.

—¡Que nadie se mueva o les vuelo la puta cabeza!—rugió y no era una advertencia vacía, ellos lo sabían.

Para fortalecer sus palabras el tipo se movió apuntando con el arma a la multitud paralizada por el pánico y la impresión, que soltó varios gritos atemorizados. Cuando el cañón de la pistola estuvo apuntando a una chica que se veía pálida y temblorosa ella rompió en un llanto desgarrador que sacudía su delgado cuerpo con los sollozos.

El tipo podría no tenía un rehén en específico pero si la policía no actuaba correctamente cualquiera de esos adolescentes que sollozaban o temblaban cada que la calibre 22 semiautomática los tenía en la mira el Ozone podía ser una masacre con todas las de la ley y de manera literal.

Los latidos acelerados de su corazón resonaban con fuerza, aturdiéndolo y haciéndolo respirar con fuerza, el tipo lo miró por segundos que parecieron eternos, dándole una mirada dura en lo que en sus labios se formaba una sonrisa, su mano se mantuvo firme sosteniendo la pistola y sus ojos brillaban con un destello salvaje.

Entonces Jungkook lo entendió, la comprensión abordándolo como una ráfaga de viento devastadora y sacudiéndolo de pies a cabeza. Ese pelirrojo casi inconsciente estaba en un estado muy parecido al de Jimin, Jungkook intuía que podía haber sido su camello o que se habían drogado juntos, el tipo del arma debía haber intuido al ver a Jungkook cargando con el cuerpo del otro chico que había sido él que los había lanzado a los perros—la policía nacional— esa sería una explicación razonable teniendo en cuenta la hostilidad sin reparos que habría mostrado en su dirección casi de manera automática.

Fue en cuestión de segundos, el tipo sin dejar de mirarlo movió rápidamente su brazo, apuntando el arma en su dirección y la de Jimin, sus labios modularon sin hacer sonido lo que pudo leer como “jódanse hijos de puta”. El dispararía, sin importarle que la policía podía volarle la cabeza, apretaría el gatillo, Jungkook sabía que lo haría, le volaría la cabeza a Jimin o puede que la suya propia sin vacilar por un segundo, entonces se movió por instinto, por la distancia no podía precisar la trayectoria exacta en la que apuntaba ese tipo pero debía hacer algo. Lanzó el cuerpo de Jimin al suelo, que cayó con un golpe seco y alaridos quejumbroso; el ruido se quedó en sus oídos, en su mente, repitiéndose como una playlist en modo repetición y usó ese enfoque para mantenerse sereno y simplemente hacerlo saliendo vivo de esa. Quitando su propia arma del cinturón de su cadera, su brazo se levantó igualmente, el fuerte tirón que sintió su extremidad por su acción brusca lo sacudió, como una descarga eléctrica, recordándole que estaba ahí, que estaba vivo y que podía que fuera la última vez.

Ambos apuntándose el uno al otro, las puntas de las pistolas brillando bajo las luces amarillentas del bar, los cañones de las pistolas con las pequeñas piezas de muerte listas pata salir disparadas al cuerpo ajeno; sus miradas se conectaron y el tipo volvió a sonreír. Por primera vez en mucho tiempo Jungkook temió.

El disparo sonó y los gritos llegaron.

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