Capítulo 4
Capítulo 4
La patrulla de Choi iba detrás de la suya, siguiéndolo de cerca, ambos autos con las sirenas y las luces azul y rojo prendidas, creando esa mezcla de rojo y azul que podía ser tan alarmante, el típico suceso que les daba pase libre en las carreteras en casos de emergencias; en ese momento la situación no era precisamente positiva, estaban contra reloj y con la tensión picando en sus entrañas con la presión constante del pie sobre el acelerador.
El bar Ozone en su momento había sido exitoso pero su dueño no había resultado muy bueno con las finanzas así que luego de 1 año de su inauguración se había ido a la bancarrota y apenas se mantenía en pie gracias a la clientela que lo visitaba para darle uso como punto de reunión para negocios ilícitos, había sido una buena estrategia, el dueño andaba con una mano al frente y otra detrás y los oportunistas se aprovecharon de eso, usando el Ozone como punto de venta de algunas sustancias de bajo perfil y algún que otro negocio que no pudiera hacerse en lugares bajo el ojo público por su carácter no precisamente legal.
En el siglo XXI y con la juventud sedienta de experimentar el Ozone se ganó su reputación, que no era la mejor pero les funcionaba para mantenerlo a flote, si deseabas conseguir droga fácil ibas al Ozone, si querías colarte en un bar siendo menor de edad también ibas al Ozone, si deseabas comprar algo ilegal seguramente encontrarías un vendedor en el Ozone, e igualmente si lo vendías, la clientela de ese bar era como un nido de serpientes la mayoría del tiempo, si te acercas demasiado, podían morderte.
El jefe Kim había mandado un par de operativos sorpresivos en el pasado y no habían conseguido mucho, como tampoco habían conseguido que se aprobara el cierre del lugar, aparentemente el dueño estaba limpio, la clientela parecía ser el problema y no podían exigirle al dueño que no dejara entrar a “esas” personas porque eran básicamente su fuente de ingresos, así que la situación con el Ozone era delicada, además el abogado del señor Park Minyul—dueño del local— era un dolor de trasero.
Ahora mismo su patrulla y la de Choi se dirigían a otra de sus intervenciones en ese bar, esta vez por una extraña llamada que una chica había hecho, había dicho algo sobre un arma y que se apresuraran. Seguramente era un broma más de adolescentes borrachos—y seguramente drogados—pero su deber era ir a investigar—un arma en las calles, en el Ozone precisamente, no era lo mejor para la Policía Nacional.
En el mejor de lo casos, sería tal cual piensan, una broma.
La llegada de las patrullas fue atropelladora, con frenazos y chirridos de neumáticos, el olor de la goma derretida en el asfalto picando en las narices de los oficiales que abandonaron los autos con fuerza y a paso rápido irrumpían en el bar.
El fuerte olor a alcohol con un toque de cigarros picó en sus narices, tan fuerte que parecía que habían vertido barriles del mismo en el suelo debido a lo penetrante que era. Una cortina de humo los recibió, cubriendo bajo su manto a un tumulto de personas bailando y bebiendo, mientras otras iban de aquí para allá, cada cual en su propio mundo. Había una mesa en la que un grupo de chicos gritaban repetidas veces “fondo, fondo” mientras otro se bebía hasta terminar un gran vaso de cerveza, no parecían tener más allá de 18.
—Jeon esto es un desastre—habló su compañero—Yoongi—a su lado, restregando su nariz contra la manga de la camisa manga larga azul oscura que llevaba y mostrando una ligera expresión asqueada en su rostro—Si en el peor de los casos tuviéramos un arma de fuego aquí estamos en un lío gordo—materializó y podía apostar, que los cuatro agentes presentes pensaban lo mismo.
—Choi vuelve al auto e informa a la central de la situación, que estén preparados por si la situación se sale de nuestro control.
—Eres un paranoico Jeon—soltó Choi pero se había apresurado a su patrulla para cumplir con su trabajo como si lo estuvieran persiguiendo. A pesar de las bromas el hombre no era precisamente un inconsciente.
—Min quédate con Kang—le pidió a su compañero. Yoongi lo observó por unos segundos y luego a Kang—quien era compañero de Choi— que estaba detrás de ellos con una mirada apenada, Min Yoongi no era un hombre de recibir órdenes, su expresión lo mostraba, sin embargo no refutó en cuanto a quedarse con el chico.
Kang Taehyun era nuevo, recién graduado de la academia y le quedaba un extenso camino por recorrer, Choi solía molestarlo llamándolo polluelo y ciertamente era como uno. Había sido asignado como compañero de Choi Soobin porque era con el que menor diferencia de edad tenía, Jeon suponía que el jefe Kim lo había hecho con el propósito de que Kang se sintiera más cómodo y se hiciera cercano con alguien del departamento, debido a la edad tenía mejores probabilidades con Choi y Jungkook sabe por experiencia propia que necesitas un compañero en el que confíes ciegamente hasta el punto de confiarle tu vida, dejándola en sus manos y esperando por ser capaz de apreciar lo que el destino ha deparado. Ser agente de policía es un riego y muchas veces debes comprometer tú espalda confiándosela a alguien más para que la vele por ti.
—Bien—aceptó Yoongi unos segundos después—no te separes de mi novato—le espetó al otro chico que algo cohibido asintió, Yoongi era intimidante si no lo conocías. Min le clavó su mirada gatuna entonces—No hagas locuras rubio, que te conozco bien—advirtió, dirigiéndole una dura mirada acusadora.
—Te mantendré informado Min—aseguró—iré a hablar con el jefe para que colabore con nosotros, no somos los favoritos aquí.
Y entonces se había ido, rumbo a la barra, cruzando entre las personas. La chica que atendía tenía números piercings en el rostro y cargada sombra oscura en sus ojos que le dirigieron una mirada afilada apenas lo vió.
No le agradaba ni un poco, eso era obvio.
—¿Qué quieres tomar?—le había gritado por sobre la música sin quitar esa mirada entre cautelosa e irritada de su expresión
—¿Dónde está el jefe?, necesito hablar con él.
—El señor Park no está—espetó, mientras se giraba y escupía sobre el hombro las palabras—vuelvan otro día.
Su mano se precipitó hacia delante y la tomó del hombro, sin lastimarla pero con la presión para hacerle saber que no estaba cediendo en eso, ella se detuvo con su acción, sin voltear a mirarlo, podía sentir lo tensos que estaban sus músculos.
—No podemos perder el tiempo, tenemos informes de un arma en este local, no podemos arriesgarnos a que alguien salga herido, no lo haga más complicado de lo que ya es señorita—pidió, matices suplicante se filtraron en su voz aunque pareció ser lo indicado.
La chica lo miró fijamente con una expresión pensativa, estaba indecisa, eso era notable y Jungkook se ponía más ansioso con cada segundo, estaba tardando demasiado y eso le preocupaba, efectivamente era un paranoico como Choi decía.
—El jefe no está—reiteró, apretando la mandíbula y endureciendo la expresión—su hijo es quien está a cargo está noche, hable con él.
Jungkook asintió, con el corazón martillándole en el pecho. La mujer le dió un asentimiento y salió de la barra por una pequeña puerta, moviéndose por el local, la vio acercarse a un chico pelinegro que estaba sentado en una mesa con otro par bebiendo cerveza. La mujer la susurró algo al oído y ambos habían mirado hacia él antes de volver a hablar en el oído del otro y que el se levantara, ambos dirigiéndose en su dirección.
—Lamento los inconvenientes oficial— había dicho el hombre al estar frente a él, era alto y fornido, con numerosos trazos de tinta en la piel—Mi bartender es un poco grosera a veces—dijo, dándole una mirada a la chica que regresaba a la barra y que como si hubiera escuchado le devolvió la mirada irritada—Park Jaebeom—se presentó, extendiéndole la mano que Jungkook tomó con firmeza.
El tipo lo estudió por unos segundos, antes de soltar su mano.
—¿Qué le trae por aquí, oficial?.
—Recibimos una llamada de su local—comenzó—una chica llamó informando que había un arma de fuego en el Ozone y por sus palabras nos dió a entender que se sentía amenazada. Estoy solicitado su colaboración para comprobar la veracidad de esta llamada.
—Oficial observe a su alrededor—habló despreocupado, haciendo un ademan con sus brazos de que observara el lugar—este bar está lleno de adolescentes borrachos, es normal que llamaran para cachondear un poco a la policía.
—Puede ser—condescendió—pero si hay un arma ilegal en su local y alguno de estos adolescentes sale herido no se salvará de la orden para cerrar su bar, señor Park.
El tipo tensó la mandíbula, manteniéndose en silencio y muy serio, como si estudiara la situación y se encontrara en dilema, hasta que asintió, rígido pero comprendiendo, daba la impresión de que ayudar a la policía iba contra sus principios—posiblemente los principios de la mayoría en ese local—sin embargo, Jaebeom entendía las magnitudes de las posibles consecuencias.
—Dígame que hacer, ayudaremos—aceptó, lanzándole una mirada a la chica punk de la barra que se la devolvió.
Parecían más allá de la relación jefe-empleada.
—Por favor evite que alguien entre o salga del bar y detenga la música, haremos una revisión por el lugar e intentaremos irnos lo más pronto posible.
El hombre hizo un gesto mostrando su conformidad y se dirigió a una pequeña cabina en un rincón de la pista de baile, debía ser donde estaba el Dj o lo que sea que usaran para la música.
Cuando el sonido de la canción fue bajando paulatinamente su volumen hasta detenerse algunos gritos de protesta se hicieron presentes, con murmullos quejumbrosos propagándose, también su radio sonó poco después de eso.
—Jeon—Yoongi sonó a través del intercomunicador.
—Aquí Jeon.
—Los refuerzos de la central estarán aquí en 20 minutos—informó.
Una oleada de malestar se instaló en el estómago de Jungkook.
—Es demasiado tiempo—siseó, pegando la radio a su boca y escuchando un gruñido por parte de su compañero de vuelta—En esos 20 minutos pueden pasar muchas cosas, lo sabes, ya hemos perdido mucho tiempo y además estamos llamando mucho la atención.
—Lo sé—espetó Yoongi, escuchándose frustrado y soltando un par de maldiciones mal contenidas—Solo no hagas nada peligroso Jungkook, espera a que lleguen los refuerzos, no te pongas en riesgo.
Puede que Yoongi pareciera exagerado pero Jungkook lo entendía, tenía sus razones, se conocían desde la academia y nadie sabía mejor que Yoongi lo imprudente que podía llegar a ser o lo idiota que actuaba en determinadas situaciones, de ahí sus reiteradas advertencias.
Que desgraciadamente ignoraba la mayoría de las veces, esa vez, no sería diferente y ambos lo sabían.
—Sabes que no puedo esperar aquí Yoongi, no podemos correr el riesgo de que uno de estos chicos no llegue a casa esta noche—su voz fue como un gruñido, deslizándose entre la frustración y la preocupación, los nervios estaban instalados en él.
No hubo respuesta durante varios segundos, solo se escuchaban las quejas continuas de la multitud a sus espaldas.
—¡Joder!—gruñó Min, su grito sonando demasiado alto a través del parlante—Bien, bien, lo haremos, pero a mi manera, aseguraremos el lugar y la pista de baile para evitar alguna sorpresa, los individuos será cuando lleguen los refuerzos, te juro que si haces algo más te patearé el culo Jeon.
—Entendido.
Lo primero que hizo fue moverse, atento a los movimientos de las personas a su alrededor que parecían notarlo recién, como un ciervo encandilado por los faros. Muchos le daban miradas de desagrado, otros por lo contrario parecían asustados. Comenzó por revisar una pequeña puerta de madera oscura que parecía ser una pequeña bodega. El lugar tenía numerosas estanterías con diversos productos, era pequeño y estrecho, sin muchos lugares para ocultarse y caluroso en demasía así que lo descartó, era de las peores opciones de escondite posibles, serias atrapado fácilmente por la falta de opciones donde buscar y el calor te agotaría.
Los baños fueron su siguiente destino, el de las mujeres para ser precisos, la chica que había llamado estaba en un lugar suficientemente alejado de la música como para que se le escuchara y que el sonido de la música estuviera de fondo, el baño de mujeres parecía una buena opción cuando se le cruzó el pensamiento de que tal vez aún estaba ahí, puede que oculta y esperando a que las autoridades acudieran a su llamado de auxilio.
El interior estaba aparentemente vacío, con el sonido de un salidero de agua de una de las llaves llenando el ambiente y rompiendo el silencio, se movió cauteloso, haciendo sus pasos lo más inaudibles posible y con su mano sobre su arma en el cinturón, con el broche de la funda abierto y lista para ser usada de ser necesario.
El primer cubículo estaba vacío. El segundo también, el tercero tenía un cartel que decía en grandes letras rojas “Fuera de Servicio”, sus ojos se desviaron a un pene dibujado con lo que suponía que era labial en una esquina del escrito.
La puerta del último cubículo se abrió estrepitosamente, haciéndolo dar un respingo y moverse rápidamente hacia atrás, alejándose del repentino sonido a su costado y poniéndose alerta al peligro. Su pistola estaba en su mano.
Una mujer con maquillaje en exceso en los ojos y que comenzaba a chorrear por su rostro por el sudor salió del cubículo, mirándolo directamente al rostro y dándole una mirada asqueada sin disimulo alguno.
—Pervertido—gruñó, precipitándose a pasar junto a él, escupiendo en el suelo demasiado cerca de sus botas.
Jungkook suspiró cuando la mujer salió azotando la puerta. Su arma que se habia mantenido oculta tras su espalda volvió a la funda mientras salía.
Debía informar por la radio a Min y preguntarle por los refuerzos, miró el reloj en su muñeca notando que aún faltaban algunos minutos, eso lo hizo suspirar, la radio estaba en su mano cuando un ruido lo detuvo.
Provenía del baño de hombres. Él no había revisado ahí aún.
Sus pies se movieron, cautelosos como habían sido entrenados, adentrándose por la puerta como un gato grande, con los sentidos alerta y el corazón martillándole el pecho, había alguien ahí, él lo sabía, la respiración agitada que escuchaba era prueba innegable de eso.
Había un tipo en el lavado, eso pudo ver cuando su rostro se asomó desde la entrada, escaneando el interior, aunque, había un tipo sobre el lavado, para ser exactos y le resultaba demasiado conocido.
Su arma volvió a su lugar mientras salía de su escondite y caminaba hacia el tipo ruidoso—Jimin—que estaba desparramado sobre el espacio de mármol disponible junto al lavamanos.
—El jodido uniforme es azul—lo escuchó balbucear con una extraña sonrisa mientras sus ojos distraídamente escaneaban a sus alrededor.
—¿Jimin?—preguntó, expectante a su reacción.
El chico volvió a enfocar los ojos en él y sin borrar la extraña sonrisa que tenía.
—Ese soy yo—dijo, soltando una risotada rasposa después de las palabras—¿Te acercarías por favor?, estoy un poco mareado y no puedo bajarme de aquí solo.
Jungkook asintió, eliminando con un par de pasos la distancia que los separaba y dispuesto a sostenerlo para que bajara de ahí.
Jimin se movió sorpresivamente.
Jungkook sintió sus propios músculos tensarse.
El chico se había aferrado a él repentinamente, como un koala, encerrando su cintura con sus piernas y con las manos haciendo palanca hacia adelante colocadas detrás de su cuello para que no se alejara.
¿Qué carajos?.
Algo cálido y húmedo se paseo por su cuello, el tipo estaba jodidamente lamiéndole cuello, ¿qué carajos?, ¿acaso estaba loco?. Su cuerpo dió un fuerte tirón hacia atrás, intentando alejarse y quitárselo de encima, sin embargo la fuerte red de miembros enrollada alrededor de su cuerpo evitó que se alejara y debido a la fuerza aplicada hacia atrás con el afán de liberarse había terminando embistiendo hacia adelante debido al impulso.
Escuchó el sonar de la espalda de Jimin contra la pared y también, escuchó un jadeo.
Se paralizó por el sonido.
Eso no parecía un sonido no era de dolor, era un gemido, la polla dura y caliente que podía sentir el calor a través de su ropa lo comprobaba, Jimin estaba caliente, disfrutando de la fricción de sus cuerpos y jadeando en su cuello, podía sentir su aliento caliente y errático crispado los bellos de su piel.
El sonido de su radio lo hizo dar un respingo, la voz de Yoongi salía de ella.
—Jeon hemos encontrado algo, ven a la pista de baile.
La transmisión se corto luego de eso y recién su atolondrada cabeza comenzó a aclararse.
Con zarandeos un poco bruscos luchó contra Jimin que parecía reacio a separarse y gemía cada que en el forcejeo rozaba accidentalmente su polla. Su fuerza de voluntad fue necesaria pera separar al chico que una vez fuera del refugio de su cuello le devolvía una mirada vidriosa y opaca, con el rostro rojo.
Estaba jodidamente drogado.
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