Capítulo 10

Capítulo 10

Su celular se sacudió enérgicamente en su bolsillo trasero, las vibraciones como una descarga eléctrica a su cuerpo para volver a su funcionamiento, lo sacó sin mirar quién llamaba en esos momentos y simplemente contestó llevándolo a su oído.

—Aquí Jeon—su voz había salido baja y ronca y su garganta dolió por eso.

Simplemente estaba agotado, necesitaba un respiro, un lugar tranquilo y simplemente pensar en todo y ponerlo en orden para poder volver a la acción, sin embargo, era lo suficientemente conciente de que eso no era posible por el momento.

—¿Jungkook?, ¿dónde estás?.

Era Kim Yong-sun quien llamaba, un nudo se formó en su estómago al escuchar su voz.

—Estoy en el hospital, Sun.

—¿Estás bien?, ¿qué ha pasado?—ella sonaba preocupada.

—Si, estoy bien—un suspiro salió entonces— ha sido la señora Jiyu, se ha desmayado cuando se lo he dicho así que la he traído al hospital para asegurarme de que todo estuviera bien.

Yong-sun suspiró también a través de la línea.

—Todo es un desastre Jungkook—matices desesperados se filtraron en su tono y la ansiedad lo abordó, él sabía que las cosas no iban en la definición de bien pero que Sun se permitiera quebrarse—por teléfono además—era señal de que realmente era un desastre, Kim era una mujer demasiado terca y recia como para aceptar una derrota sin luchar hasta extenuarse y ahí estaba ella, sonando exhausta, estresada en una llamada telefónica.

Algo que parecía un suceso inaudito de presenciar estaba sucediendo justo ahora, puede que él estuviera demasiado agotado de todo también pero el saber de que Sun también lo estaba había sido una buena sacudida

—El abogado de ese chico, de Xiao Xin, ha llegado a un acuerdo con la fiscalía, el chico es obviamente culpable y se ha declarado como tal sin embargo su abogado ha presentado a última hora cierta evidencia de que estaba bajo el efecto de sustancias ilícitas y que no era consciente de sus actos, por lo que le han dado la apelación al juicio y ha pagado una multa jugosa, su padre lo ha hecho por supuesto, acaba de irse.

—Joder, eso si que es un desastre—siseó, sus dedos tirando se sus cabellos rubios mientras se paseaba por el solitario pasillo del hospital de un lado a otro como una fiera enjaulada—¿qué haremos ahora?, ese chico era la única herramienta que teníamos para localizar al asesino de Ahn Sohye, estábamos esperando para hablar con él joder.

—Y-yo—su tono vaciló y garraspeó la garganta—realmente no sé que es lo que haremos, estamos en un callejón sin salida—varios segundos en silencio siguieron luego de eso—Por el momento acompaña a la señora Ahn hasta que esté a salvo en su lugar, luego ve al departamento de Park Jimin y sácalo de ahí, a rastras si es necesario pero has que salga, llévalo a algún lugar seguro, ninguno está a salvo ahora Jungkook, tenemos a la Tríada anidando sobre nuestras cabezas.

La llamada terminó un poco después con Yong-sun recalcándole que fuera cuidadoso, que nunca se era lo suficientemente cauteloso o precavido, si fuera en otro momento habría sido una buena broma decirle que parecía la versión femenina de Yoongi, posiblemente los tres se hubieran reído de eso durante semanas, desgraciadamente los tiempos de bromas y aburrimiento se visualizaban lejanos, casi irreales.

Durante la investigación, habían descubierto que Xiao Xin—el chico al que le había metido un disparo en la rotula—era el único heredero de Xiao Zedong un hombre hecho y de un estatus casi en la punta de la pirámide de la cadena alimenticia en los negocios ilícitos en China, supuestamente no era más que un hombre simple que había heredado un negocio petrolero y que lo había hecho crecer, sin embargo había sido sometido a varias investigaciones por comercialización y distribución ilegal del producto por la izquierda tanto como por estar involucrado en la mafia y numerosos negocios que esta maneja y tenían la cede en Hong Kong, en definitiva un tipo peligroso con una reputación que hablaba por sí sola con el que no debías desear encontrarte en absoluto.

Estaba perdido en sus pensamientos cuando el doctor encargado de atender a la señora Ahn llegó a hablar con él, la mujer estaba bien, solo tenía una hipertensión arterial que le habían descubierto hace algunos años y por la cual estaba bajo medicación, lo demás estaba en orden y su desmayo había sido por la conmoción causaba por la noticia de confirmar el fallecimiento de su nieta por lo que podría regresar a casa.

Había llevado a la señora Jiyu y la había dejado en su respectivo hogar, el viaje se había limitado a un silencio sepulcral, con sus pensamientos volando sobre sus cabezas y las bocas cerradas, la anciana se notaba deprimida, no era para menos y Jungkook se sentía terrible por eso.

—Cuídese mucho—dijo al acompañarla hasta la puerta de la casa, la mujer le mostró una mirada apagada y un pequeña sonrisa apretada que luchaba por ser cortés.

—Estaré bien oficial Jeon—aseguró y aún así le temblaron las palabras—cuídese usted también.

Viendo la puerta cerrarse sin soltar sonido alguno y la silueta desaparecer, estaba hecho, había sido un día desastroso que parecía no acabar jamás. Subió al auto y condujo, intentando distraer su mente mientras las luces de las ciudades pasaban a sus costados. Se detuvo frente a ese edificio, tal cual lo había hecho semanas atrás, antes de que todo se desmoronada, antes de que la situación se volvieran un desastre. Cerró la puerta de un tirón y arrastró las pesadas botas por el asfalto, el guardia que lo había recibido la última estaba ahí, su nombre, si, era Byul.

—Buenas noches oficial—saludó, con la misma cortesía de la última vez y una sonrisa amable que arrugaba las esquinas de su boca—¿hay algún problema?.

—Algo así, necesito hablar con Park Jimin—explicó—¿sabe si está en casa?.

El hombre le dió una mirada lastimera, con un deje de tristeza en el fondo de sus orbes. Asintió.

—¿Hay algo mal con el jóven Park?—preguntó, por lo que Jungkook notaba el hombre mayor tenía cierta fijación afectiva por Park Jimin—¿ha causado problemas?.

—Esas son preguntas que no puedo responderle señor—explicó, viendo como el semblante del hombre caí y tomó aire—si quiere asegurarse de que esté bien puede venir conmigo, no debería causar inconveniente.

El rostro ajeno se iluminó, asintiendo un par de veces y Jungkook no pudo evitar sonreírle, se notaba que el señor Byul era de esos ancianos que eran como un pan de Dios.

Juntos cruzaron el vestíbulo hasta el ascensor, el cual resultó estar en el último piso por lo que les tocaría esperar un poco hasta que llegara a por ellos.

—¿Acompañarme no le causará inconveniente en su trabajo?—le preguntó, cruzando los brazos y apoyándose contra la pared en lo que esperaba, hacer un poco de conversación no le vendría mal para despejarse después de ese agotador día.

—No se preocupe oficial, suelo tener quince minutos de descanso cada dos horas que no suelo tomar, por un día que lo haga no hará daño.

Jungkook rió por la expresión entre orgullosa y dulce que tenía el anciano.

—No debería trabajar tanto señor—advirtió—su edad es para tomar las cosas con calma.

—Y la suya para vivir despreocupadamente y está aquí en la noche de un domingo en vez de estar con la familia—le devolvió el señor, con una expresión de satisfacción por sus palabras—aproveche la vida oficial, en un parpadeó tendrá mi edad.

Ese anciano tenía razón, la vida se iba demasiado pronto, él lo sabía y ciertamente no la estaba viviendo, el tiempo le pasaba y el seguía con las narices enterradas en el trabajo sin voltear a vacilar si quiera, aún no se habia figura una vida, establecerse, casarse, los hijos, esas cosas no eran detalles en lo que pensara, antes de tener la oportunidad de responder un pitido sonó salvándolo de abordar el tema, advirtiendo que el ascensor había llegado a su destino, ambos enteraron y el señor Byul fue el encargado de marcar el piso en el cual vivía Jimin.

—¿Qué puede decirme de Park Jimin?—le preguntó al hombre, sintiendo la típica sensación de que el elevador estaba moviéndose hacía arriba. Byul se acomodó en la pared metálica del frente en la que estaba igualmente apoyado, su mirada se fijándose en el suelo, como rebuscando la respuesta acertada.

—El jóven Park le desagrada a la mayoría de los vecinos porque no se integra demasiado a la comunidad del edificio—comenzó—es callado, solitario y no parece interesado en absoluto en las persona, eso lo hace parecer desagradable, o eso le diría cualquier inquilino de aquí.

Jungkook lo observó evaluativamente.

—¿Y que me diría usted?.

El hombre sonrió, notándose complacido por su perspicacia.

—Yo diría que Jimin es un buen chico, no pienso que le desagraden las personas, solo no sabe acercarse a ellas.

Justo antes de que Jungkook preguntaran algo más el ascensor se detuvo, cortando sus plantas nuevamente mientras las puertas se abrían. A paso ligero atravesaron los solitarios pasillos en silencio, con el sonido de sus zapatos sobre el suelo creando un repiqueteo peculiar que acentuaba el silencio que había en el piso. A diferencia de la primera vez que había estado ahí el apartamento 44 del final del pasillo estaba en absoluto silencio.

Un chapoteo se escuchó cuando llegaron frente a la puerta, su bota sonando al dejar su pie en algún sitio húmedo, o eso supuso antes de mirar al suelo, los hilillos de agua corrían sutilmente entre la brecha que había entre el suelo y la puerta, escapándose desde el interior al pasillo.

Las alarmas sonaron estrepitosamente en su cabeza y su mirada alarmada fue hasta el anciano a su lado que había soltado un jadeo impresionado, ambas mirándose con la misma expresión de susto en los ojos. Agua salía por debajo de la puerta de Park Jimin y esa definitivamente no podía ser una buena señal. Su mano se aferró al pomo de la puerta antes de darse cuenta de lo que hacía, forzando la entrada como si su vida dependiera de ello, sacudiéndola una y otra y otra vez, sin resultado.

—¿¡Qué está pasando!?—siseó el hombre a sus espaldas, se escuchaba frenético, a punto de perder los estribos y la tensión en el cuerpo de Jungkook se aferraba más a sus espaldas haciendo sentir sus músculos tan rígidos como si le inyectaran cemento con una jeringa en el torrente sanguíneo.

—¡Busque la copia de las llaves!, ¡rápido!—Byul salió disparado, corriendo estrepitosamente por el pasillo y alejándose.

Jungkook tenía el malestar instalándose sobre si, solo esperaba que se apresurara y que todo terminara bien.

Tiró más fuerte de la puerta, la madera crujió lastimera por sus sacudidas violentas que no se detenían, tomó aire, aferrando las manos con tanta fuerza al pomo como se le hizo posible, sin resultado. Siguió forzando la entrada sin detenerse, entonces dió otro tirón, mucho más fuerte que los demás elevando la puerta, sus manos picaron doloridas pero la manilla cedió con un chasquido, seguramente la había descompuesto o ya lo estaba pero ese era el menor de sus problemas en ese momento.

Park Jimin era la prioridad.

Entró al apartamento como una fiera enjaulada, buscando frenéticamente al dueño, entró disparado, atravesando la vivienda hasta la sala donde no había nadie, en su arrebato se adentró en la primera puerta que vió, igualmente vacío, parecía ser la otra habitación, pequeña y vacía, con tanto polvo que le picó la nariz al abrir la puerta que cerró de un tirón, regresando casi corriendo sobre sus propios pasos, se sentía perdido, desorientado, con la preocupación consumiéndolo, cegándolo y sin encontrar a Park Jimin.

Entonces lo vió, el agua corría con abundancia desde la puerta abierta del baño, donde debido a la luz encendida podía ver claramente el interior, Park Jimin estaba en la bañera, desnudo, con la llave del agua fría abierta y el contenido desbordándose sobre el suelo, un frasco de medicamentos y una botella de vodka estaban tirados vacíos junto a la tina. Estaba pálido y muy quieto.

Jeon se abalanzó hacia delante, con el corazón martillándole en los oídos tomando el rostro del chico entre sus manos, alejando su cabeza que estaba por hundirse en el agua. Su piel bajo su tacto estaba tan fría como el hielo, los labios morados, con grietas y los ojos herméticamente cerrados.

Apenas respiraba cuando lo dejó sobre el suelo húmedo, las sacudidas de su pecho al subir y bajar eran lentas y débiles, casi imperceptibles y temía que en cualquier momento el débil movimiento se detuviera por el fin y el oxígeno dejara de llegar a los pulmones.

Pasos estrepitosos provocaron que apartara su atención del cuerpo de Jimin, el señor Byul veía la escena como si acabara de ver a un fantasma, él estaba pálido y sus manos le temblaban tanto que las llaves que traía habían caído al suelo, causando un estruendo sobre la madera.

—¡Llame a emergencias!—gritó tan fuerte que su garganta dolió, desesperado, frenético —¡necesitamos una ambulancia ya mismo!.

Park Jimin estaba muriendo, en sus brazos.


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