«Querido Sensei.
A ti, como a muchas personas, he de darte las gracias.

Al principio, cuando nos conocimos, pensé que sería imposible un trabajo en equipo. Habíamos sido Naruto y yo desde la partida de Sasuke, y, aunque se fue, siempre fuimos el equipo siete; Kakashi-sensei, Naruto, Sasuke y yo.

Estaba muy preocupada.

Temí no poder avanzar hacia él por aquella nueva noticia.

Pero, si no fuese por ti, nada de ello habría funcionada. Yo no sería quién soy, y, Naruto no hubiese desarrollado bien tu poder.
No, me corrijo; sin ti, Naruto, Sai y yo estaríamos muertos.

Por eso lo siento.
Desprecié tus esfuerzos, ¿verdad?

Te quiero, Capitán Yamato.»

Yamato comenzó a llorar con aquella carta en la mano, mientras el poco viento que había aquel día se deslizaba por la ventana de su apartamento.

Él, desde siempre, no tuvo padres. No tuvo familia.
Pero gracias a aquella pelirrosa sintió que sí.
Por supuesto que tenía familia.
Y Sakura estaba dentro del paquete.

—Te subestimaste, Sakura—susurró como si aún estuviese viva. Como si sus palabras le llegarían—. Gracias a ti todos seguimos vivos, gracias a ti quisimos esforzarnos más, gracias a ti... Sai está con nosotros. ¡Te subestimaste! Y mucho.

Cerró sus ojos, viniéndole un gran recuerdo en mente.

—Ojalá esto sea una broma.