*dvukh*


El sonido del silencio es intimidador. El chirrido de las ruedas aún lo angustian. ¡Estoy vivo! ¡Vivo! Pensaba Jack. Se escucha la voz de Bruce. Jack quiere contestar. Siente unos pasos rápidos acercándose a él, pero está paralizado de miedo, tirado en la calle y apenas puede respirar. Tiembla y sus ojos se encuentran con los de Richard, el hijo de Bruce. Está en el suelo junto a él. Se miraron. Ambos respiraban con dificultad, pero estaban vivos.

— Jack, ¿estás bien? —pregunta él con un hilo de voz.

Asiente sin poder despegar los labios, pero su pregunta hace que todo regrese a mi mente. El coche acercándose a toda velocidad, el miedo, la mano de Dick tirando de él. Cómo los dos caen con brusquedad tras el coche de Slade. Un frenazo increíble y luego silencio, pero ese silencio se rompe de golpe para plagarse de gritos. Chillidos aterrorizados. Slade se agacha con gesto descompuesto e instantáneamente después la voz de Bruce llega hasta ellos diciendo:

—¡No los muevas, Slade! Llama a una ambulancia.

Pero Jack no se mueve. Este se coloca boca arriba y suelta un gemido. Le duele levemente el hombro. Sus ojos se encuentran con los de Bruce, que, con el rostro desencajado, se inclina y, sin apenas tocarlo para no moverlo, murmura desesperado.

— Jack, ¿Estás bien?

No termina de abrazarlo. Jack necesitaba su calor, su cariño, sus palabras bonitas tanto como siente que Wayne lo necesita a él, y responde para tranquilizarlo.

—Estoy bien... no te preocupes... estoy bien.

—Wow, que susto me dio. —se queja Dick, incorporándose.

—Calma, No te muevas —lo tranquiliza Slade. De repente, Jack se encuentra con la mirada de Dick y emocionado por lo que este chico ha hecho por él, musita.

—Gracias.

El hijo de Bruce lo queda mirando y sonríe. Lo acababa de salvar de morir arrollado por un coche, arriesgándose a irse él también al otro barrio. Se lo agradecería eternamente.

Bruce le toca el brazo sin querer y yo doy un gemido dolorido puesto que no dolía tanto ahora que lo pensaba Jack... Era más por la impresión que por dolor y esto preocupó al castaño. ¡Qué sucedía con su cuerpo! Lo miro asustado y, con la respiración de nuevo acelerada, susurra el caballero de la noche.

—No te muevas, Jack.

—Bruce no siento...

—Lo sé... lo sé...Tranquilo.

—No, no entiendes. No siento dolor... pero sé que algo está mal.

Insiste este con gesto preocupado. Con las lágrimas a punto de brotar como un manantial, ve que Bruce llama a un médico amigo suyo, que viene corriendo hacia ellos.

—Pide hielo en el pub. ¡Necesito hielo urgentemente!

Jack intenta moverse y vuelve a quejarse, pero una torpe risa sale de sus labios, con el ceño fruncido Jack se sorprende de sí mismo. Bruce lo mira preocupado y quitándose la chaqueta.

—Creo que te has dislocado el hombro en la caída. —Cuando aparece su amigo con una bolsa de hielo.

— Bruce, quiero que lo coloques en su lugar. No siento dolor, no te preocupes. Por favor. — La voz de Jack salió de forma sombría y una sonrisa pintada en su rostro no se borraba.

— No, Jack... —Pero es cortado por el castaño.

— Bruce, insisto. No siento dolor más solo es una molestia. Quiero que lo coloques en su lugar. —Dice este determinado.

Bruce blasfema y mirándolo, llama a su amigo.

— Necesito tu ayuda, Franco.

Colocan boca arriba a Jack en la acera manejándolo como si de un muñeco tratase y este ve que el tal Franco lo sujeta la cabeza. Bruce lo sienta en el suelo y le coloca un pie a un lado de su torso.

— Voy a tomarte la mano con fuerza y a tirar de ella hacia mí.

— Entiendo, solo hazlo. — Jack aún mantenía su sonrisa, una parte de él le decía que desde hacía mucho que había dejado de sentir dolor, Bruce vuelve a colocarse como antes y murmura.

—Tengo que recolocar el hombro.

Y sin darle tiempo ni a parpadear, Jack ve que el tal Franco y Bruce se miran entonces el mayor hace un movimiento seco que provoca que vea las estrellas del firmamento entero.

— ¡Wow! — Más gruñe Jack solo por la sorpresiva acción que por dolor.

—Ya está... ya está. — Bruce lo acerca para abrazarlo ellos se quedan así un rato, el mayor no lo suelta y el comediante se siente al fin bien al no separarse de él, sólo lo mima y le susurra maravillosas palabras de amor, mientras algunas personas pasan a su lado. Cuando ambos se tranquilizaron, se dejan de abrazar con cuidado, cubre el hielo con su chaqueta y, poniéndolo sobre el hombro de Jack murmura. — Tranquilo, la ambulancia no tardará.

Intentó calmarlo, pero Jack se sentía bien a excepción una pequeña punzada que sentía en el hombro, pero sentía más molestia que dolor. Aunque una parte de él se sentía igualmente asustado; primero, porque casi lo atropellan y segundo, porque el nerviosismo de Bruce lo pone nervioso.

—Dime que estás bien —insiste Bruce.

—Estoy bien, Brucy... —La respuesta lo calma, pero entonces se levanta del suelo hecho un ser oscuro, se aleja del castaño y lo escucha gritar con fiereza.

—¡¿Cómo has podido hacerlo?!

Jack asustado al oírlo tan furioso, se incorpora un poco a pesar de su molestia y lo ve caminar hacia el coche que ha estado a punto de atropellarlo. Dentro está Julie Madison, con la cabeza sobre el volante.

¡Perra, mala víbora!

Esto asustó a Jack ya que esa voz provenía de su cabeza, la conocía bien y esta vez se escuchaba tan clara como el agua además que hacía tiempo que no las escuchaba... Pero la furia volvió a invadirlo al mirar a Bruce y verla llorar, gemir y suplicar. El mayor, ofuscado, abre la puerta del coche con tal furia que casi la arranca. El castaño observa la escena mientras la gente se arremolina alrededor. Julie llora y Bruce gruñe y maldice. El hombre al que la acompañaba antes a Julie se acerca a ellos con gesto descompuesto al imaginarse lo ocurrido.

—Dick —susurra Napier—. Ve y tranquiliza a tu padre, por favor.

Él, tras asentir, se acerca a su Padre adoptivo con cara de enfado e intenta mediar, pero Bruce está enfurecido, muy enfurecido. Finalmente, entre Richard y Slade consiguen separarlo de Julie y los tranquilizan a los dos. Jack no dejar de mirarla a ella. Está a cinco escasos metros de él y la ve que dice entre lágrimas.

—Lo siento... lo siento.

¡Qué poca vergüenza tiene! Casi te mata y ahora te viene con lloriqueos.

Efectivamente, tenía razón lo que la voz decía. Esa mujer no tiene vergüenza. Por otra parte, Jack no sabe cómo tomarse ese «Lo siento», si será sincero o fingido. Lo ocurrido lo tiene alucinado. Una cosa es que está re loca por Bruce y otra muy diferente que llegue a los límites a los que ha llegado. Sin duda alguna no está bien de la cabeza.

Tú no eres el más indicado.

—Cállate... —Murmura Jack para sí mismo.

— Tranquilo Jack, las ambulancias ya están llegando. — Dick se veía bastante bien y Slade no dejaba que caminara solo igualmente se veía preocupado por el acróbata.

El estridente sonido de varias ambulancias y coches de policía lo llena todo. Rápidamente, acordonaron el lugar y retiran a los curiosos, mientras unos médicos los atienden a Dick y a Jack. El castaño le inmovilizaron el brazo y el cuello. Como si fuera una pluma, lo levantan y lo ponen en una camilla y este ve que lo llevan hacia una ambulancia. Jack mira a Richard, que está en su misma situación. Pobrecito pensó Napier y desde la camilla, giró la cabeza y vuelve a mirar a Julie que sigue llorando, mientras su acompañante niega con la cabeza y mira al suelo. Slade no da abasto. Corre de la camilla donde está su chico. Cuando meten al ex criminal en la ambulancia, esté escucha que el multimillonario afirma.

—Iré con él.

Los dos hombres y la mujer de la ambulancia se miran y esta última dice sonriendo.

—Ya sabe que no le vamos a decir que no, Señor Wayne, pero aquí nosotros tenemos que trabajar.

Él, molesto, cierra los ojos un momento y luego les explica lo que ha hecho para atenderlo, pero dispuesto a no interferir, finalmente asiente y las puertas se cierran. Pocos segundos después, Jack escucha cómo se cierran las puertas de delante también y, haciendo sonar su aguda sirena, la ambulancia se pone en marcha. Repentinamente Jack comienza a tener ganas de llorar haciéndolo sentir vulnerable, pero él debe ser fuerte y así se reprendió Jack, ya que él no es un niñito consentido que porque no esté cerca su novio el este así de vulnerable.

La mujer y uno de los hombres comienzan a atenderlo y ella le pregunta.

—¿Recuerdas tu nombre? Todavía aturdido, lo entiendo.

—Me llamo... me llamo Jack Napier.

La mujer asiente, agarra una jeringa, la llena de un líquido transparente y, pinchando en la vía intravenosa que segundos antes le ha puesto, sonríe.

—Tranquilo, Jack. Pronto estaremos en el Gotham General Hospital.

—¿Y Bruce? ¿Dónde está?

Este comienza a marearse cuando le escucha decir.

—Estoy aquí, Jack.

Como puede, mueve la cabeza y mira hacia arriba. Por una ventanilla puedo ver a Bruce sentado en la parte delantera de la ambulancia y sonríe.

En el hospital, tras hacerle la radiografía e inmovilizar el brazo con un cabestrillo, un enfermero empuja la silla de ruedas donde está sentado Jack. Se para ante una puerta y al abrirla el castaño se encuentra con Bruce.

—Hola, Jack. —dice al verlo. Se lo ve preocupado.

El que empuja la silla lo ayuda a sentarse en una cama y luego se va, dejándolos solos. Cariñoso, Bruce le da un rápido beso en los labios, le acaricia la mejilla y le pregunta si aún duele o si siente. Jack sigue sintiéndose frustrado porque realmente jamás sintió dolor y pareciera que Bruce pasaba por alto este dato.

— Es soportable —le contestó. Entonces, consciente de todo lo que ha pasado, añade en voz baja— ¿Y Richard cómo está?

— Tiene una luxación en una costilla y magulladuras en las piernas y en los brazos, como tú. Pero, tranquilo, sobrevivirá y le sacará a su novio tanto tiempo para que lo mime.

Ambos sonríen ya que sabían bien que Dick tenía ese apego con Slade.

— ¿Quieres que llamemos a Harley y Pamela? —Le pregunta Bruce. Jack lo piensa un momento, pero finalmente niega con la cabeza. Este sabía lo mucho que se preocuparon a tantos kilómetros de distancia desde el Hospital hasta Arkham. Prefirió que no lo sepan mientras tanto. Está bien y no quiere que sufran por él. Cierra los ojos. Jack está molido, al saber que su cuerpo está marcado en moretones.

Pero porque te parece raro, si antes no te preocupaba... tú no sientes nada.

Niega con la cabeza para quitarse esa voz de su mente intentó asimilar esto Jack como si le hubieran dado una paliza, pero aun así dice.

—¿Julie está bien?

Tras un incómodo silencio, Bruce asiente.

—Sí. —Y con un profundo suspiro, añade— Cuando se recupere, tendrá un gran problema con nosotros y con la ley. Te aseguro que lo que ha hecho no va a quedar impune. He hablado con mi abogado y él nos representará. Me encargaré de que pague lo que ha hecho. Lo que ha intentado hacer la...

—Bruce, no lo... — corto—. No puedo hacerlo.

—¿Cómo que no puedes hacerlo? Ha estado a punto de matarte, Jack.

El castaño asiento. Lo sabía. Sabía que lo que Julie quería hacer en ese instante era eso, pero continúo.

—Tranquilízate y piensa. Por favor... Si alguien odia a esa mujer con ganas, ese soy yo, pero no puedo olvidar que sufre por amor. Te quiere. Se le ha ido la cabeza, ha bebido de más y.... y, además, yo cruzaba por donde no debía. También tengo parte de culpa, ¿no lo ves?

—Jack —dice él con voz grave— Te ha podido matar. Si hubiera cumplido su propósito, tú y yo ahora no estaríamos aquí, hablando, ¿no te das cuenta?

Vuelve a asentir. Claro que se da cuenta, sin embargo, insistió.

—Pero lo estamos, Bruce. Estoy aquí contigo y voy a seguir estándolo mañana, al otro y al otro. —Sonríe y prosigue— No voy a denunciarla, Bruce. Lo siento, pero no puedo. Creo que bastantes problemas tienen ya con superar lo ocurrido.

—Eres demasiado, demasiado...

—No. He dicho que no —sentenció.

Lo mira y cuando asume que no lo va a hacer cambiar de opinión, murmura:

—Nunca pensé que Julie pudiera hacer algo así. Nunca. No sé cómo pedirte perdón por ello y...

—Bruce —lo corta— Tú no tienes que pedirme disculpas porque tú no tienes la culpa de nada, Darling. Se le soltó la pinza; ¿qué tienes tú que ver en ello?

—Me siento culpable. Debería haber sido más previsor.

—¡¿Previsor?!

Adopta una expresión compungida y explica que Madison padece depresión desde hace años. Se medica y...

—Joder... Bruce yo tengo depresión. — Jack frunce el ceño, jamás se lo dijo y pareciera que no pareciera sorprendido ante la noticia. — Y no por eso estoy arrollando gente.

— Lo sé... — Murmuró por lo bajo— lo siento.

— No te disculpes... — Jack lo miro.

— Un amigo en común me comentó el otro día que vendió su taller de arte que ya no es la dueña. Sólo Trabaja allí unas horas y yo... yo debí haber imaginado que podría pasar algo así.

— Y sabiendo la verdad, ¿por qué no has dicho nada durante la cena?

— ¿Cómo lo iba a decir, Jack? No podía ser tan cruel. Además, no sé qué le ha contado de su vida al hombre que la acompañaba y no quería meter la pata. Tampoco quería preguntarle por su enfermedad. No era el momento ni el lugar, Jack. Deseaba hablar con ella, llamarla un día para ver cómo estaba. Por eso hoy, al verla, la he invitado a cenar con nosotros sin pensarlo. Merecía ser bien recibida por nosotros dos, por la familia Wayne. Siempre ha sido una buena amiga, aunque ella pensara...

— Ella pensaba que era algo más para ti, ¿verdad? —Bruce asiente y, tras resoplar, añade.

— Siempre he sido sincero con ella. Cientos de veces le he dicho que nunca habría nada serio entre los dos, pero Julie se empeñaba en continuar a mi lado y yo, egoístamente, lo aceptaba. Lo creas o no, no sólo lo hice por mí, sino también por ella. La veía feliz, con su problema controlado, y eso me valía. Pero ahora me doy cuenta de que lo que he hecho no ha estado bien.

— No te angusties, Darling.

— Por eso digo que es mi culpa, Jack —prosigue él— Sin querer, yo he provocado lo ocurrido. Yo soy el culpable, ¿no lo ves?

Al notar la desesperación en sus ojos, Jack solo ladeo la cabeza.

— No, Brucy, tú no lo has provocado. Es cierto que has jugado con sus sentimientos sin pensar en el dolor que le podrías ocasionar a ella, pero tú no la has obligado a ponerse al volante, a apretar el acelerador y a lanzar el coche contra mí. —Bruce no responde y él continúa— Y ahora, sabiendo lo que sé, ¿cómo pretendes que la denuncie? Si antes no podía, ahora menos, somos parecidos... Supongo. —El mayor no contesta y, dispuesto a dejarlo todo claro, afirmó. —Lo que no voy a permitir es que te culpabilices de todo lo que sucede a tu alrededor. Las cosas pasan porque tienen que pasar y punto. ¿O acaso eres también responsable de mi depresión? No, Brucy... Yo estoy enfermo al igual que ella... Somos como bombas de tiempo. —Consigue que lo mire y concluye— Que te quede claro, señor Bruce Wayne, que para mí sólo serás culpable de lo que puedas hacerme directamente, ¿entendido?

—De acuerdo, caprichoso. Te he entendido y yo no tengo la culpa.

—¡Bien!

Cuando lo abraza con cuidado, escuchan que se abre la puerta de la habitación. Es Richard en una silla de ruedas, acompañado de Slade y una linda enfermera morena. Cuando llega a su lado, Dick toma la mano de Jack. En ese momento le entra la llorera tonta y dice entre sollozos.

—Dick, dime que estás bien o...

—Ay, Jack, no llores. Todo está bien, me he caido de peores formas. —bromea, con su cara de pizpireta.

—Siento mucho lo que te ha pasado.

—Tranquilo, Jack —interviene Slade— Te aseguro que mi Red Bird sacará provecho de su heroicidad una vez que salga del hospital.

—¡Slade! —se queja él divertido—. No digas eso.

Ambos ven como Bruces y Slade hacen contacto visual y pareciera que salieran chispas, Dick solo se ríe por la acción de su padre y Jack tan solo bufa a lo que esté se acerca al pelinegro.

—No sé cómo darte las gracias.

— Esta todo bien, Jack.

Después de esa noche Jack fue con Bruce a la carnicería donde el castaño trabaja y le muestra la licencia del médico sobre lo sucedido, su jefe no tiene problema alguno y le desea que se recupere pronto, con una sonrisa Napier se despide junto con su pareja.

Bruce fue a su empresa debía que debe ir a resolver unos problemas con su junta directiva así que el castaño le dijo que iría donde su médico a lo que el mayor tan solo asiente algo dudoso puesto que este no quería que el menor fuera solo, pero tranquilo le dijo que lo llamaría más tarde después de su consulta médica.

Jack debía hablar con su psiquiatra sobre lo que estaba sucediendo, escuchar esa voz nuevamente no era algo bueno y menos si los fármacos no están ayudando. Y así como le había prometido a Bruce le había llamado pero su secretaria le dijo que aún estaba en junta, Jack suspiro así que le dio un aviso de que luego llamaría.

Al atardecer Jack se dirigió a su departamento, llamando antes a Bruce, pero el mayor a un no llegaba a la mansión Wayne así que le dijo a Alfred que por favor le avisara a este que él se quedaría unos días en su departamento ya que quería algo de aire fresco.

Pasaron días donde no se veían y tan solo se llamaban por teléfono solo para saber cómo se encontraba el uno del otro. Esa noche Jack se encontraba mirando por su ventana que ligeramente caían gotas de lluvia a su alrededor pegándose al vidrio, el aire estaba brumoso y frío. Por el pasillo de los departamentos estaba oscuro, iluminada tenuemente por la luz de la luna y las pocas estrellas visibles a través del denso smog que siempre ahogaba la ciudad de Gotham. Donde estaba, oculto de las gotas de lluvia. Es una noche pacífica tan solo lo ensucia el hecho de que se escuchaban a lo lejos las sirenas de los policías y luego en el cielo se ilumina con la Batiseñal. Jack tan solo termina de beber su taza de té con leche, cuando termina el cálido líquido se dispone a irse a la cama, pero se arrepiente después de unas horas cuando comienza a tener esos recuerdos confusos, los cuales lo sumergían entre risas y sangre.

Asustado es despertado por la luz de la mañana que atraviesan las cortinas. Arrastrando los pies se dirige al baño para tomar una ducha caliente y lo primero que escucha es esa voz que lo acompañaba.

Buenos días, Jacky.

— Cállate...—Murmuró este mientras se toca la sien.

Esta molesta voz que cada día se hacía más presente en su vida, aunque esta ya no le daba órdenes y le decía más lo que había olvidado de su pasado. Esto lo hundía más en su depresión y aunque él intentará ignorarlo no podía pasar por alto el cómo había sido perder a su querida esposa y aunque él la entrañara ya no había vuelta atrás, ya pasó y él entendió que no debía culparse más por cosas que sucedieron en el pasado pero había un recuerdo que lo tenía nervioso cada vez que cerraba los ojos, y era cuando él se metió en problemas conociendo a aquellos mafioso y cayó en el estanque de químicos... y de esa manera conoció por primera vez en persona a Batman.

Niega fervientemente con su cabeza para quitarse esos recuerdos confusos, no podía ser que él haya hecho esas cosas tan terribles, ¿Cierto?

No lo sé, dime tú.

Más tarde, cuando se vistió y se colocó el cabestrillo y cuidadosamente colocando su brazo, bebió agua junto a las pastillas para ahogar esa voz molesta y aún que se tardaba un poco en reaccionar en su sistema, le ayudaba mucho, él mismo no quería vivir toda su vida drogado, pero no había de otra.

Encendió la radio de su departamento, escuchando a Ray Charles, una sonrisa surco sus labios para luego dirigirse nuevamente al baño para tomar la toalla húmeda cuando escucha la puerta principal abrirse y algunos murmullos, Jack asoma la cabeza por el umbral de la puerta del baño y ve a Harley e Ivy.

— Hola —Saluda para ambas.

Y estas al verlo con el cabestrillo se acercan a él.

—¿Qué te pasó sonrisitas? — Pregunta Pamela.

—Nada, solo tuve un accidente —Jack ve que Harley se contenía para no tirarsele encima— No pasa nada Harley, estoy bien.

— Pero... Pero señor J —Se acerca a mirar el brazo— ¿Como sucedió?

Toman asiento en la pequeña mesa que se encontraba en el departamento y este les cuenta sobre el accidente fuera del pub, Harley al principio se molesta mucho con la ex de Bruce y quiere ir a golpearla con su martillo y Jack la entiende, él igual quiso hacer lo mismo en un principio, pero a medida que explicaba más los problemas de la mujer, la rubia comprendía porque su señor no la denunció y abrazó con cuidado su exjefe.

Luego de seguir charlando entre los tres, las mujeres salieron a comprar comida China y Jack al entrar al baño encuentra el lápiz labial de Harley, el rojo se le hacía tentador y recordó que él le sacaba a escondidas el maquillaje a su madre y cuando esta lo descubrió en una ocasión su padre lo golpeo tan duro con el cinturón en la parte de los muslos que no pudo caminar por unos días, además que su cuerpo quedó marcado por semanas y aún recuerda las palabras duras que su padre le dijo.

"¡Yo no estoy criando maricones!"

Tan mal estaba en que le gustaran algunas cosas de mujeres, como el color morado... las flores o incluso el maquillaje, no lo sabía, pero desde ese momento no había tocado un labial, pero un recuerdo rápido llegó a él.

Estaba con su esposa que, igual que su padre lo descubrió pintándose los labios con uno de sus labiales, pero al contrario de su padre y su madre, ella solo sonrió y le dijo con dulce voz que se le veía muy bien ese color rojo.

Jack sonríe inconsciente cuando recuerda esa noche donde ambos se maquillaron de forma excéntricas para reírse.

A Veces se encontraba extrañando esos momentos con su mujer, pero volvía a recordar que ahora tiene a Bruce y que ya no se encuentra completamente solo, aunque Jack daba por hecho que si su mujer lo viera ahora mismo lo felicitaría por volver a ser feliz.

Jack volvió a mirar el lápiz labial rojo, lo tomó sin rodeos inspeccionado primero en el living de que aún no llegan las chicas, se volvió a mirar en el pequeño espejo se pintó con suavidad por sus finos labios dejándolos coloridos, sin percatarse que unos ojos curiosos lo miraban desde el umbral del baño, cuando Jack deja el lápiz labial y al mirarse nuevamente en el espejo ve por este a la rubia, exaltándose completamente, nervioso dice:

— Harley, yo puedo explicarlo... yo —Hablo de forma atropellada Jack.

—Señor J. —Dice emocionada ella saliendo de su escondite.

No se veía molesta ella por el contrario se veía sumamente feliz esto hizo arquear una ceja al castaño.

— Harley... yo.

—No diga nada.

—¿No estás molesta? ¿No te disgusta que un hombre se maquille? —La ve reírse y Jack siente sus mejillas arder.

— Para nada, le queda perfecto ese color. Puede quedarse con el labial rojo, además tiene sabor.

Jack no puede contenerse y sonríe, la mujer frente suyo o estaba realmente loca... o era una muy buena persona y pasa la lengua por sus labios, ella tiene razón el labial tiene sabor a fresas.

Después de semanas donde el menor evitaba a toda costa el tener que ver a Bruce a la cara, ya que se sentía ansioso. Las alucinaciones ahora lo atormentaban y los recuerdos confusos eran más frecuentes, las dosis le ayudaban, pero no para combatir con los sueños perturbadores donde él se sumergía, Jack se sentía paranoico. Haciendo que este se confinará en su hogar tan solo para salir cuando su psiquiatra lo solicitaba.

Bruce por su parte iba sin falta a sentarse en aquella banca a mirar el lago y esperar a encontrarse con Jack. Había ocasiones donde iba como Batman y miraba desde lejos esperando encontrarse con el castaño, pero nada, aún que también tenía sus razones por las cuales igual volvía a este lugar y no ir directamente a su departamento es que sabía que el menor está en algo raro... una parte de él quería saber que era, pero otra no porque sabía que le disgustaba el resultado.

La paranoia de Jack aquella que le dejaba sin aire, la cual yacía en su mente revelando sus peores miedos dando un sudor frío surcaba su cuerpo, aún no había terminado pero sentía las ganas de saliera de su departamento , se sentía intoxicado en el encierro además de sentirse realmente culpable por los peces del lago ya que quien más que él los alimentaba, estaban solos casi como él en este momento así que se dispuso en salir esa noche aún con el cabestrillo en su brazo y aunque le faltaba tan poco para poder quitárselo y así volvería con Bruce...

Jack miró el suelo donde caminaba al parque, no verlo le hacía mal... quería tan solo que el mayor lo abrazara, besara y mimara, pero no se lo permitía, esa paranoia suya lo estaba volviendo realmente loco. Aun así, él intentaba recordar cosas buenas en medio de su soledad como aquella vez jugando a las cartas había engañado con un truco de magia a Damian y Tim, cayeron fácilmente esos dos que no pudo contener reírse de ambos cuando preguntaron fervientemente cómo lo había hecho.

Ahora estaba preparado con más trucos al encontrar unos libros viejos de magia ya que estos se los había traído Harley en una caja llamada "Cosillas de Joker ¡No tocar!" el nombre le hizo tener escalofríos muy feos, pero de todas formas curiosamente encontró un traje muy lindo de color morado, cartas, una flor rociadora y zapatos igualmente elegantes.

La pequeña área lejos de la mayor parte del volumen de la ciudad tenía una presencia tranquilizadora en su mente. Sintiendo que no había nada malo en este lugar. Un lugar donde Jack no necesitaba preocuparse de nada ni de los crímenes que se cometen dentro de la ciudad ni de él mismo.

(...)

Bruce ha estado trabajando duro todas las noches y todo el día, dejándolo con tres horas de sueño cada noche. Alfred trataba de hacerlo dormir y obligarlo a comer, pero eso es poco o nada. Hoy es domingo, estaba tranquilo y esto lo disfrutaba, pero en otras ocasiones, lo odiaba. Bruce miró a su izquierda, lo cual le mostró su cama vacía haciéndolo suspirar.

Alfred entró al cuarto con el desayuno.

— Ya es hora de despertar señor.

Bruces lo miro con los ojos entre cerrados.

— ¿Por qué...? ¿Qué hora es?

Los ojos de Alfred se ensancharon y ríe suavemente.

— Uhm.... Son aproximadamente las dos de la tarde, no se preocupe. Aún no ha perdido nada — Pero los ojos de Bruce le decían algo a Alfred— ¿Qué sucede, señor?

Bruce se frotó los ojos.

— He estado pensando en... Jack.

Alfred suspiró y se sentó a su lado. Miró a su maestro y le brindo una sonrisa suave.

— ¿Quiere hablar de eso?

— No ¿Cuál sería el punto?

Alfred frotó la espalda de Bruce con una mano cálida.

— Se sentiría más aliviado.

— Es tan difícil... Solo pensar en lo que sucedió con Julie y al parecer él está recordando, Alfred no me siento preparado para volver a enfrentarme con el Joker.

Alfred suspiró. Él también estaba preocupado, sonrió y abrazó a su maestro como si de un padre se tratara. Bruce cerró los ojos.

—En ese caso no debería de pensar en el que pasará más adelante ni los problemas que aún no suceden tan solo pensar en una estrategia antes de tiempo podría resultar mal...

Bruce se separó del abrazo del mayor y se levantó, volviendo a su sereno rostro.

— Tengo que vestirme...

Alfred se levantó igual y se dirigió a la ventana para abrir las cortinas.

— Lo sé, pero necesita un abrazo de vez en cuando... Y sobre el señor Jack, no esté tan triste hoy lo podrá ver. Recuerde hoy le quitan los vendajes y el cabestrillo. Llevan ya cuatro meses sin verse...

Bruce asintió. Su corazón se rompió cuando miro el desayuno; waffles para ser exactos, su desayuno consistía en gofres con tocino y chocolate, era el desayuno favorito de Jack y el multimillonario suspiro, pero dio una sonrisa algo decaída, era verdad llevaban cuatro meses sin verse y tan solo recibiendo llamadas...

— Alfred... ¿extrañas a Jack?

La sonrisa de Alfred se esfumino.

— Oh Bruce... te extraño a ti y a él. Extraño la risa de ambos... Extraño escuchar por las mañanas... ''¡Buenos días, señor Pennyworth!'' Extraño la felicidad en esta mansión... Los chicos igual lo extrañan...

Los viejos ojos de Alfred se ven cansados y entristecidos.

— Hoy pasaré por él... y le diré que lo extrañas.

Tan orgulloso su maestro para el mismo admitir que también lo extraña.

Bruce con suerte había probado de su desayuno para dejar intacto el de Jack. Se dirige al garaje donde se encontraban todos sus coches y eligió el más elegante para pasar a buscar a Jack quien salió con su preciosa sonrisa a recibirlo. Cuando sus labios se encontraron sintieron que estos se quemaron con el tacto.

Cuando fueron al médico y le retiraron el cabestrillo, para comenzar a examinarlo.

— Comenzarás con un régimen de ejercicios para recuperar fuerza y rango de movimiento en tu hombro.

— Comprendo. — Dijo Jack tranquilo tomando la mano de Bruce.

— Una dislocación sencilla sin daño de tejido o nervios puede sanar adecuadamente así que no te preocupes solo evita no usar en movimientos bruscos para que tu hombro regrese a su condición anterior. De cualquier forma, podrás regresar a realizar pronto actividad física.

Salieron de la consulta médica y Bruce no tardó en decirle que Alfred y los niños los extrañaban a lo que Jack lo abrazo suavemente y aceptó cenar esta noche con ellos.

Todo volvía a la normalidad, Jack volvía a estar en la mansión. Era hay donde pertenecía y así se convenció el multimillonario que debía ser... el castaño pertenecía a estar a su lado, no quería volverse a sentir solitario en la inmensa mansión...

Esta noche se encontraban todos reunidos para la cena y cuando se dirigieron a la sala a sentarse en los sofás y los más jóvenes en la alfombra que rodeaban la chimenea que se encontraba encendida ya era septiembre y Gotham se cubría de un manto de lluvia... Las quimioterapias funcionaron muy bien y como había dicho el doctor ya estaba mucho mejor del brazo, esperaba ansioso poder volver a su empleo.

Jack sacó su mazo de naipes ya que Damian y Tim le pidieron que le mostrara a Dick el truco de magia de los cuatro bandidos. Sonriente el castaño colocó cuatro cartas sobre la mesa y los tres jóvenes tomaron las cartas y las inspeccionaron Slade que se encontraba al lado de su pareja igual miro la carta sin verle nada significativo también miraron si estas tenían algún truco, pero nada mientras tanto Jack revolvía las demás cartas.

— Estos ladrones se conocían por ser los mejores ladrones de Gotham y se hacían llamar como los cuatro ases. — Jack estiró las manos y los chicos entregaron las cartas, atentos de lo que decía el comediante — Ellos estaban decididos a entrar a un edificio de Gotham— Coloca las cartas sobre el mazo— ¡Entonces llega la policía y les dicen que los tienen rodeados! — Abre las manos para sorprender a los chicos— Entonces el líder les dice a sus colegas que deben salir por distintas puertas para escaparse ya que no podían salir por la misma. — Comienza a sacar de un Haz— El líder dice que él subirá hasta el tercer piso — Lo metió por debajo de mazo— Este dice que subirá al sexto piso — Repitió la acción hasta llegar al cuarto Haz y comienzo a revolver las cartas — Cuando la policía entró al edificio no los encontró... puesto que... — deja el mazo sobre la mesa— Todos se encontraban en la azotea. — tomó las cartas que estaban sobre el mazo y eran los cuatro ases— y escaparon con el botín.

Dick abrió los ojos desmesuradamente.

— ¡Qué! — Ahogó su grito —¿Como hiciste eso! —Slade tan solo disimuló su sorpresa.

Los chicos, Damian y Tim resoplaba frustrados por no entender cómo los azes realmente llegaban a la ''azotea del edificio''.

Bruce reía realmente divertido por las acciones de sus hijos, eran actos tan puramente inocentes que les sacaba ese niño interior a ellos llenando de alguna forma al multimillonario.

— Secretos de mago — Jack comenzó a guardar las cartas divertido.

— Bruce, di algo. Tú debes saber — Frunce el ceño el joven acróbata.

El mayor tan solo se encoje de hombros y recibe gustoso a su pareja que se sentó a su lado y se acomodó en su costado.

— Lo intente, pero Jack tiene esa linda boquita suya bien cerrada que ni un truco me suelta —Los más grandes se ríen a carcajadas, pero Damian hace una mueca haciéndolos reír más fuerte.

(...)

Luego de un tiempo Jack volvió a su trabajo, volviendo a poder cortar la carne y no solo atender en la caja ya que eso lo aburría mucho... esa noche iría a su departamento a descansar ya que trabajo hasta tarde. caminaba pacíficamente por la calles desoladas y frías de Gotham, estaba con su abrigo blanco bajo un suéter de lana morada y una bufanda verde que le habían regalado las chicas. Tenía un pequeño bolso donde había guardado su mp3 y un libro de magia.

Cuando alguien lo tomó del brazo y lo tiró a un callejón este trastabilló cayendo con unos tarros de basura quejándose.

— ¡Dame el bolso! —Bramo un ladrón de cuarta.

Enfrente de Jack se encontraba una amenazante navaja, el castaño con cautela se levantó del suelo para estar bien apegado de la pared y para sumarse más a su mala suerte las pastillas comenzaron a perder su efecto y la voz era un susurro.

Toma la navaja...

— No — Susurro Jack.

— ¡Dije que me la entregues bastardo!

¿Dejarás que te llame así? ¡tómala!

— Dije que ¡No!

Y por primera vez le hizo caso a lo que aquella voz decía, sin temor alguno de cortarse con aquella navaja, la empuño y con mirada severa se hizo hacia adelante de forma amenazadora.

— ¡Suelta bastardo!

Jack baja la mirada a su mano al sentir algo cálido, no sentía dolor y sus labios se curvaron en una sonrisa.

Desde su garganta comenzaron a burbujear las pequeñas risitas para luego volviéndose fuertes carcajadas, los recuerdos se agolparon en su mente; todo de todo... Recordó cómo fue que perdió la memoria, la explosión, el banco, las muertes, Batman. Él era un criminal, psicópata, que estaba completamente enloquecido con sus manos completamente manchadas con toda esa sangre que él mismo había quitado y sin poder evitarlo las lágrimas amenazaron por desbordarse por sus ojos.

El ladrón reconoció de inmediato esa risa enfermiza... y supo a quien se encontraba asaltando e intentar quitarle el bolso, el sudor frío comenzó a deslizarse por su cuerpo por miedo puesto que a quien tenía enfrente era el mismísimo Joker.

— ¡A.. Aléjate! — Dijo de forma atropellada para alejarse del lunático.

Retrocedió e intentó escapar, pero fue aturdido con solo un golpe de Batman que había llegado al oír bramidos luego esa risa que se reconocía a millas y ahí se encontraba su castaño.

Dejó amarrado al ladrón y se acercó a Jack que se encontraba con su mano izquierda temblando y fuertemente empuñando de la navaja por la hoja, su mano sangraba. Este seguía llorando y riendo débilmente mientras con la otra mano se sostenía la frente.

Batman toco su hombro para sacarlo de sus pensamientos.

— ¿Se encuentra bien? — La voz era ronca.

Esto hizo alzar de inmediato la vista de Joker de sus ojos se derramaban gruesas las lágrimas.

— Yo... Yo...

— Venga, a él lo encontrara la policía... Vayamos a su hogar para curar esa herida. — Toma la navaja y le entrega un pañuelo que sacó de su baticinturon, para envolverlo en la pequeña mano de Jack.

Batman se encontraba en su motocicleta así que le dijo que se afirmara bien de él y se lo llevó a su departamento, este le iba indicando dónde quedaba... Jack se encontraba casi desorientado, completamente confundido y con un dolor de cabeza.

Cuando llegaron Jack le indico a Batman donde se encontraban su botiquín de primeros auxilios, amablemente le vendo la mano al castaño que aún se encontraban con lágrimas secas en sus mejillas y Batman observó que este se encontraba perdido y sumergido entre sus pensamientos. Terminado su trabajo el caballero de la noche se dispuso a retirarse... y Jack al fin dijo algo después de tanto silencio.

— ¿Y mi beso de despedida, Brucy? — Le sonríe débilmente.

Con esto Batman se volteo a mirarlo de inmediato deteniéndose ante la puerta de la salida con la mano en el pomo.

— ¿Qué? — Completamente incrédulo de lo que había escuchado.

— Perdóname... Batsy, no deberías estar con alguien como yo... con un criminal — Miró sus manos.

— No sé de qué me hablas.

— Por favor, no te hagas el desentendido. Al principio me costó asimilar que eras Batman... Pero jamás le dije quién eras a nadie, nuestras peleas eran entre nosotros y de nadie más, jamás me interesó quien eras debajo de esa máscara de rata voladora. — Y con ese nombre Bruce supo que realmente había recordado todo.

Bruce se quitó la máscara y lo miro completamente serio.

— Entonces lo sabias hace mucho, Joker.

— Cuando te vi como Bruce Wayne en ese casino... Supe quien eras, no me costó demasiado, esa barbilla tuya no la tiene cualquiera, sabes... quiero dejar claro que no quiero que nos volvamos a ver Batsy no podemos estar juntos...

— ¿Por qué, no?

— ¿Y me lo preguntas, enserio? — Jack por primera vez en toda la noche lo miro a los ojos — No podemos... Yo... Bruce no quiero dañarte, eres alguien espectacular.

— Jack, pero...— Pero fue abruptamente cortado por el castaño.

— ¡Sal de mi casa...!

Me siento confundido.

Con estas últimas palabras Bruce cruzó la puerta y el llanto inundo el cuarto, Jack estaba entre la estupidez y la duda de su ser. Fragmentos de él mismo, perdidos en el miedo y ahora sus fracasos... Pasaron los días y el Joker no salía de su hogar era un pequeño manojo de lágrimas y frustración. Lo había vuelto a perder todo, había perdido antes a su amada Jeannie y ahora a su amado Bruce... Pequeñas sincronías con la nostalgia de ''aquella noche'' Como deseaba no haber recordado, así viviría una vida tranquila y plena, él realmente quería no volver a aquella vida que dejó atrás; robar, matar esas cosas perdieron el sentido cuando conoció nuevamente la calidez de que alguien que lo ame de forma natural y normal. Sentimientos vagos, con decisiones incoherentes.

El sol parece desvanecer sus fuerzas mientras los sentimientos exigen una respuesta. Errores, errores y más errores, ansiedad expuesta a la tristeza mientras las estrellas le recuerdan su pobre miseria...

Tuvo que pasar un mes para que el Joker saliera de su hogar, lo intentó superar... Y aunque no lo logro supuso que ya no quería seguir como una pobre margarita triste, seguiría adelante y pidió disculpa por la ausencia en la carnicería y su jefe entendió cuando le dijo que había ''terminado'' con su pareja, el hombre era muy comprensivo, esto hacía que el Joker se dijera a sí mismo que a los único que apuñalaría de hoy en adelante sería a la carne que tenía enfrente y esto lo hizo reír bobamente.

Solo a veces tomaba sus pastillas, pero tomaba las antiguas para no estar tan drogado, iba igual con su Psiquiatra y este le confesó que había recordado todo ya que le tenía mucha confianza al doctor... Este igual se asustó, pero inmediatamente Jack lo tranquilizó diciéndole que quería seguir con su vida ordinaria y la curiosidad de su doc. le ganó.

¿A qué se debe esto?

La vida hogareña... la había olvidado, mi locura llego a mi tan joven... que no lo disfrute. Perdí a mi amada y todo lo demás, pero hoy... hoy en día tengo empleo uno honrado... tengo los peces del lago que necesitan de mí y aunque no tengo a mi pareja porque sé que le haré mal... puedo sobrevivir así y quiero quedarme así. Su doctor comprendió que lo que decía era realmente la verdad.

Paso tiempo cuando se encontró nuevamente con Bruce, Jack se encontraba comprando regalos de navidad. El joker ya se sentía más como él después de todo ese tiempo y noto que Bruce volvió a tener esa bonita barba, su ropa formal se veía irresistible, pero Jack intentaba no sentir ese magnetismo que sentía por aquel hombre. Entonces el mayor se acercó a él y Jack no supo qué hacer, se quedó quieto en medio de todas las tiendas, el multimillonario lo tomó de su cadera y lo acerco para besarlo, era una dulce besó.

— ¿Qué haces? — preguntó con voz tímida.

— No sabes cuánto tiempo llevo buscándote —afirmó Bruce cuando sus labios se separaron.

—¿Para qué? —con un hilo de voz tras aquel beso.

No esperaba verlo en aquel momento y la sorpresa le gustó muchísimo cuando él dijo:

— Para continuar con lo que dejamos a medias en aquella ocasión, pero no me digas que no quieres estar conmigo.

— ¿Estás loco?

— Sí e igual que tú, algo excitado también.

— Apenas son las nueve de la mañana, Bruce no podemos... Pero el mayor lo corto.

— Estupenda hora para meterte en mi cama o en la tuya —repuso.

— ¡Suéltame, Bruce! Lo hago por tu bien.

— Mi casa o la tuya. Tú decides —insistió, ignorándolo completamente.

Ni lo sueñes.

— Vamos, no te resistas, Jack. Me deseas, acéptalo. Además, ten por seguro que, si supiera que no puedo estar contigo, desistiría, pero la sensación que tengo es que puedo y no voy a cejar en mi empeño. Sólo abandonó cuando lo tengo claro al cien por cien.

Incrédulo por lo que le estaba ocurriendo, Jack protestó:

— Tú, como siempre, tan prepotente y creído.

Dispuesto a conseguir lo que deseaba, acercó de nuevo su boca a la de él y susurró:

— Escucha, cabezotas, me deseas tanto como yo a ti. Tú me dijiste que podía hacerlo siempre que quiera y ahora vengo a cobrar esas palabras tuyas. Quiero volver a hacer lo que hicimos y no voy a cesar de pedirlo hasta que me digas que sí. ¿Y sabes por qué? —Él negó con la cabeza y Bruce prosiguió— Porque vi en ti a un hombre que hasta el momento nunca había visto. Además de loco, malhablado en ocasiones y ardiente, me demostraste que eres dulce, cariñoso y, sobre todo, que sabes sonreír normal, y eso me gustó.

Las personas se acumulaban a su alrededor a mirarlos y Jack, al ser consciente de ello, comentó:

—Tenemos que salir de aquí. ¿No ves la que estamos haciendo?

Bruce lo volvió a besar. Esta vez la apretó más contra su cuerpo para que sintiera su dura erección y sobre su boca, murmuró:

—A los demás curiosos que les den...

—Pero ¿tú estás tonto?

Con una sonrisa que le calentó el alma, él respondió:

— Tonto estaría si no quisiera meter en mi cama al payaso más buscado. —Y al ver que él levantaba las cejas, agregó—Por muy chulo que te pongas hoy, te aseguro que no vas a escapar de mí tan fácilmente. Puedo ser tan chulo como tú.

Su insistencia finalmente lo hizo sonreír, mientras más personas se acumulaban, Jack aceptó ir con él. Seguir contra la marea solo sería peor... Bruce asió su mano para llevarlo rápidamente a su coche y no se había dado cuenta que había extrañado el aroma del cuero, pino y demás.

—Reconozco que tu coche es una pasada.

—¿Te gusta? —preguntó él. Jack, mirando los carísimos acabados de aquel vehículo, asintió.

—Sí, Batsy, me gusta tu Aston Martin es una barbaridad. Cuando quieras, me puedes regalar uno del color que prefieras.

Bruce sonrió y cuando metió la llave en el contacto, la suave música Jazz comenzó a sonar. Sin demora, Jack la apagó. Él se sorprendió, pero no dijo nada. Sólo deseaba llegar a su mansión, desnudarlo y disfrutar de él, como lo hacían en el pasado. Cuando entraron en el garaje de la mansión y aparcaron, Bruce bajó del coche y, antes de que le pudiera abrir la puerta con caballerosidad, el Joker ya estaba fuera. Cuando cerró la puerta, él le asió de nuevo la mano con autoridad y caminó hacia las escaleras. Una vez llegaron a la planta alta, entre besos y toqueteos, entraron al cuarto del multimillonario, cerró la puerta y, aprisionando contra él, murmuró:

—En otro momento te hablaremos seriamente. Ahora me muero por desnudarte.

Jack no habló. No podía, deseaba profundamente disfrutar de todo esto. Sus escarceos sexuales siempre habían sido en bares o en hoteles, pero desde que Bruce entró en su vida no había podido tener nada desde entonces. Pero allí estaba, en la mansión de él nuevamente. El cuerpo de Bruce lo aplastaba contra la puerta mientras las manos de ambos volaban por sus cuerpos, deseosos de encontrar lo que buscaban. Prenda a prenda se fueron desnudando el uno al otro hasta quedarse sin nada.

—Me encanta tu olor...

Él sonrió. Por primera vez en mucho tiempo, Jack deseaba volver a ser el ordinario ciudadano para convertirse en aquel hombre cariñoso que deseaba amar y ser amado. Cuando vio que él tenía un preservativo en la mano, Napier, con una sensual sonrisa, se lo quitó, lo abrió y, agachándose, se lo comenzó a poner. A Bruce sus movimientos lo estaban volviendo loco. Mientras Jack se ayudaba de los dientes para bajar el preservativo por el duro pene de él, con las manos le apretaba sus muslos duros, mirándolo a los ojos, murmuró mientras se levantaba:

—Veamos qué eres capaz de hacer, Brucy.

Él sonrió y lo levantó por los hombros y apretándolo de nuevo contra la puerta, murmuró:

—Te aseguro que soy capaz de hacer muchas... muchas cosas.

Ambos sonrieron y él le dio la vuelta y lo puso mirando hacia la puerta.

—Separa las piernas, echa tu precioso trasero hacia atrás y muévete cuando yo esté dentro, para que vea cómo se mueve tu bonito culo.

Él obedeció y cuando sintió cómo desde atrás él le metía sus dedos húmedos, Bruce había lamido antes sus dedos para penetrarlo con ellos, pegó su boca a la puerta y jadeó, Los movió con maestría y no tardo tanto en dilatar su interior ya que Jack siempre se masturbaba recordando las veces que había tenido sexo con Bruce. Cuando metió su pene. Sentirlo tan duro, tan potente dentro de él, lo activó. Lo avivó. Lo hizo sentir vivo y cuando él dio el primer empujón para profundizar más, chilló. Sus gritos placenteros cargados de erotismo a Bruce le supieron a gloria y, parándose, murmuró con voz ronca, de nuevo en su oído:

—Me encanta cómo se mueve tu culo cuando tú te mueves.

—Genial... Continúa.

Metiéndole un dedo en la boca para que se lo chupara, Bruce lo penetró una y otra vez, mientras su cuerpo disfrutaba de aquel ataque asolador. Jack estaba dejándose hacer. Moviendo sus caderas de adelante hacia atrás, el juego continuó, mientras su pene era absorbido por él y Wayne observaba cómo el joven castaño jadeaba y gemía su nombre.

Calor... el calor era tremendo. Bruce soltó la mano con que le agarraba la cadera y tras darle una nalgada que sonó seco en la estancia, dejó caer su cuerpo sobre el del menor y, agarrándolo con fuerza por la cintura, murmuró mientras incrementa el ritmo.

—Así..., vamos..., gime... Quiero oírte.

Pero los gemidos duraron poco. Un asolador orgasmo les alcanzó a ambos y juntos lo disfrutaron mientras sus respiraciones desacompasadas les hacían saber que aquel juego debía continuar. Pasados unos minutos en los que sus respiraciones se relajaron, él salió de Jack y se quitó el preservativo. A Continuación, le dio la vuelta para besarlo y el Joker suspiró.

—Estupendo.

Bruce sonrió sobre su boca y murmuró:

—Ya te he dicho, precioso, que sé hacer muchas cosas.

—Prepotente —rio divertido.

—Muy prepotente y con los chulitos como tú, más.

Ambos rieron. Jack movió la mano a modo de abanico para darse aire y Bruce le planteó:

—Por cierto, ¿Porque tan empedernido con alejarme? ¿A qué le temes tanto, Joker?

Incapaz de sincerarse, él murmuró:

—Intentó alejar a los fantasmas, pero ya ves, aquí estoy, con el fundador de su especie. Bruce... No está bien que estamos juntos, pero veo que eres realmente incorruptible, ¿verdad? —Bruce soltó una carcajada y Jack, agarrándose a su cuello, dio un salto hasta quedar sobre él y preguntó:

—¿La ducha está por allí? En donde quedaba... Ya no recuerdo.

Sorprendido Bruce por la naturalidad de él en ese momento, tan diferente a como era antes, respondió:

—No. Por ahí está mi Closet. —Al ver que él lo miraba, aclaró— Soy multimillonario, tengo de todo.

Joker negó divertido y asintió, sin preguntar nada más, dijo:

—Llévame a una ducha, lo necesito.

—La necesitamos —rio él.

Bruce caminó con él en brazos hasta el baño. Jack se fijó en la enorme cama y sonrió. Cuando llegaron al elegante y espacioso baño, Bruce lo dejó en el suelo.

—Voy por más toallas.

Jack asintió. Cuando quedó solo, miró la enorme estancia. Aquel cuarto de baño era espectacular; encimera con dos lavabos, jacuzzi, ducha de hidromasaje. Era un cuarto de baño de anuncio. Nada que ver con el minúsculo de su casa. Secándose el sudor que le perlaba la frente, se miró en el espejo y, sonrió como aquella vez en el bar. El recuerdo de Julie volaba sobre él y sacudió la cabeza para ahuyentarlo. Ella no tenía que estar allí y cuando Bruce entró y lo vio de pie, mirándose en el espejo, preguntó:

—¿Qué ocurre?

Desconectando sus pensamientos, él respondió:

—Te estaba esperando.

Bruce sonrió y, tras dejar las toallas sobre un moderno taburete, lo cogió de la cintura y, entrando en la enorme ducha, dijo:

—Pues ya estoy aquí. Duchémonos.

El deseo los atrapó de nuevo. Jack llevaba más de siete años sin sentir que otras manos le enjabonaban la espalda y, cerrando los ojos, disfrutó. Y cuando los labios de él se posaron en su cuello, mimoso, sonrió. Bruce, totalmente sorprendido por lo que estaba ocurriendo, disfrutó tanto o más que el joven castaño. Jack, aquel peligroso ex criminal que siempre lo sacaba de sus casillas, en la intimidad estaba resultando ser una hombre dulce, sensual y mimoso. Eso lo volvió loco y cuando el castaño se agachó ante él, cogió su pene y se lo metió en la boca, se tuvo que agarrar a los mandos de la ducha para no caerse de la excitación. Jack lo chupó con mimo. La presión de sus manos en su escroto y de su boca en su pene lo hizo jadear y cuando sintió que se iba a correr, él paró.

—Si sigues, no voy a poder parar.

—Pues no pares —replicó él, capturando de nuevo entre sus labios aquel ancho y duro pene. Bruce se apoyó en la pared y decidió seguir su consejo. Jack, deseoso de él, le agarró las duras nalgas del culo y disfrutó. Abrió la boca todo lo que pudo para darle cabida al pene y lo obligó a introducirse una y otra vez en él. El latido de Bruce, cómo temblaban sus piernas y cómo jadeaba le hicieron saber que el clímax estaba cerca y cuando él soltó un gruñido varonil acompañado de espasmos y apretó las caderas contra su cara, supo que había conseguido su propósito:

lo había hecho suyo.

Instantes después, se levantó del suelo de la ducha y, mojándose la cara con el agua, se limpió los restos de semen. Después, acercó su cuerpo al de él, que seguía con los ojos cerrados, y murmuró:

—Muñequito, me debes un orgasmo.

Bruce asintió, todavía en una nube. Lo que el Joker acababa de hacerle había sido algo colosal, diferente. Su manera de tocarlo, de poseerlo, de exigirle, lo había dejado sin voluntad ni aliento, y cuando por fin pudo abrir los ojos, musitó:

—Te debo lo que tú quieras, Jack.

Veinte minutos después, cuando salieron de la ducha y entraron desnudos a la habitación, Napier se paró al oír música jazz. Llevaba casi siete años sin permitirse escuchar ese tipo de música que tanto le había gustado en otra época. Cuando Jeannie murió, esa música murió con ella y decidió no escuchar nada que le rompiera el corazón, por eso se centró en el soul y la música clásica o en el punk. Ésa era su particular forma de intentar que los recuerdos no la volvieran loco.

—¿Bailas? —Él negó rápidamente con la cabeza. Bruce, desconcertado, lo miró y al recordar que tan solo una vez lo vio bailar si es que se le llamaba de esa forma, interrogó. —¿Por qué?

Mirándolo a los ojos, Jack respondió con sinceridad:

—No he vuelto a bailar música de este estilo desde que Jeannie murió.

La franqueza de él en momentos como aquél, tan aplastante, lo sorprendió y, acercando su boca a la frente del castaño, con mimo lo besó.

—Lo siento mucho. Siento lo de Jeannie.

—No te preocupes.

Tras un tenso silencio, Bruce preguntó:

—¿Cuánto hace que murió? —Jamás le había preguntado...

—Casi siete años —contestó él con un hilo de voz.

Bruce cogió una camisa limpia de su armario, y se la puso al castaño por encima. Después lo abrazó, lo sacó del cuarto del baño y lo llevó su dormitorio. Allí lo sentó y, en silencio, vio la angustia en su mirada. Una mirada que de pronto adoró. Cuando se sentó a un lado de él, sin saber por qué, Jack se abrió a Bruce. Le contó su dolor. Su desesperación cuando supo de la muerte de Jeannie. Le contó que en ese momento él era Red Hood, que se metió en problemas con mafiosos por dinero... Que cayó en los estanques químicos, esa historia le hizo tener un recuerdo a Bruce que lo escucho sobrecogido a aquel hombre vulnerable tan poco natural que de pronto estaba ante él abriéndole su corazón era lo más genuino que había conocido en toda su vida. Así estuvieron cerca de una hora. Él no se quejó cuando Jack se lo agradeció.

—Vaya rollazo que te he soltado —se mofó. — Ahora, además de insoportable y chulito, pensarás que soy un molesto e inútil. Venimos aquí a pasarlo bien y me tiro una hora hablando de mi vida y de mis desgracias.

Intentando facilitarle el momento, Bruce sonrió y, tocándole la quijada con mimo, preguntó:

—¿Cuántos años tienes?

—Treinta y dos, pero puedo quitarme unos años como lo hace Selina, te diré que veinticinco y me quedo como Dios.

Bruce soltó una carcajada y, Jack curioso, él le preguntó a su vez:

—¿Y tú qué edad tienes?

—Treinta y nueve.

—Vaya... eres mayor que yo y me estás pervirtiendo. ¡Qué escándalo! —se burló él. Cuando ambos pararon de reír.

—De acuerdo, que gracioso. —Con una cálida sonrisa, Bruce divertido con el detalle— ¿Desde cuándo practicas este tipo de sexo?

— Hace unos catorce años más o menos, en mi época de zorra punk...

—¿Zorra punk? —rio Bruce.

El joker divertido por la cara de él y lo que había dicho, añadió:

—Tuve una época en la que di más problemas en mi casa que otra cosa. Pobrecitos, mis padres o no tanto. Me desaté. Aun si mi madre me odiaba por la partida de mi padre, ya que él le hecha toda la culpa a mi madre por criar a un maricon... Fui un desastre, viví la vida en fiestas, fumé hierba y probé todo tipo de sexo al principio no me lo creía, pero como me gustó la experiencia, volví a repetirlo. Luego, por circunstancias de la vida, mi entorno social cambió y después conocía Jeannie. Ella era ajena a todo esto y fue ella quien me cambio.

—¿Has practicado el sado?

—Sí, pero light. Que me tengan que pegar para sentir placer no es lo mío, ya que después de caer en los químicos mi cuerpo dejo de sentir dolor. Pero reconozco que ciertos jueguitos sado con las esposas y los látigos de seda, ¡me ponen!

Bruce asintió. Le gustaba que él fuera claro y experimentado. Siguió interrogando:

—¿Qué te gusta de los hombres?

—Me apasiona sentirme entre ellos. Me excita dejarles jugar conmigo y a mí jugar con ellos. Cuando quiero, soy yo el que se ofrece. Soy yo el que pide, o soy yo el que exige.

—Y de las mujeres ¿qué te gusta?

Jack sonrió.

—Ellas saben muy bien dónde localizar el placer. Cuando estoy con una mujer, procuro disfrutarlo y dejarme llevar, pero ya te digo que a mí lo que más me pone es el ímpetu varonil. ¿Tú has estado con otro hombre?

Bruce soltó una carcajada y respondió:

—Estar... estar... sólo una vez y lo hice en un baño público de un bar.

Esto sorprendió a Jack, saber que él fue su primera vez, lo enterneció de sobremanera.

—¡Oh! Me imagino que lo disfrutaste si no, no lo repetirías. —aclaró Jack con una sonrisa. Esa sinceridad a Bruce lo excitó y volvió a preguntar:

—¿Por qué no quieres que estemos juntos...? Tú sabes todo de mí y yo todo de ti...

—No sabes todo Bruce... y siento miedo. —lo cortó Jack sin dejarlo acabar. Al oírlo, él, divertido, musitó:

—¿Miedoso?, ¿tú eres miedoso?

—Un poco sí —rio él— Tengo miedo de hacerte daño Bruce... no podré soportarlo si te hago algo.

Bruce asintió. En cierto modo lo entendía. Él tampoco estaba preparado para soportar algo de esa magnitud, si el Joker volvió a las calles él no podría detenerlo como antes.

—Pero recuerda Jack... yo soy Batman y nada malo le sucede a Batman. —Este alzó la mirada, esos hermosos ojos verdes lo observaron y el menor se mordió suavemente el labio. Al ver el gesto infantil con que lo miraba, murmuró— Por cierto, me tienes alucinado...

—¿Por qué? —Su voz era un susurro.

Retirándose el pelo de la cara con un gesto íntimo, él respondió:

—Poder hablar contigo con normalidad y mantener una interesante conversación, es más de lo que nunca pensé conseguir de ti.

Él sonrió, y su sonrisa aniñada emocionó a Bruce.

—Bésame —pidió él.

—¿Qué?

—Bésame —insistió. Jack lo pensó.

Aquello no era una sugerencia, era una exigencia y, así, hizo lo que le apetecía y acercando su boca, rozó su nariz contra la de él y finalmente metió su lengua y lo devoró. Cuando sus labios se separaron, Bruce, mirándole los preciosos ojos verdes, dijo:

—¿Puedo preguntarte cosas que me rondan por la cabeza?

— Depende. Tú pregunta y, si no me apetece, no te contestaré.

— ¿Ha vuelto el Joker chulito? —comentó sonriendo.

— Sí.

— ¿volverás a las calles? —rio Bruce.

— No, Brucy no volveré a las calles...

— ¿Cuál sería el motivo?

— Estoy cómodo con mi vida actual, es tranquila, cálida y era todo lo que necesitaba.

— ¿Por qué eres tan lindo a veces?

— Porque puedo... y quiero, y ahora, ¡cállate!

Divertido por su tono de voz autoritario, murmuró:

— No des órdenes.

— Pero si dejaras de hablar.

Bruce asintió y preguntó:

—¿Cómo era Jeannie?

Jack suspiró.

—Una buena mujer, comprensiva, amorosa, Una amiga divertida, demasiado generosa e ingenua y una pésima pareja... Así era Jeannie, pero yo la quería tal como era, a pesar de que no podíamos tener nada y ella se conformaba con eso.

—¿Por qué dices que era una pésima pareja? Yo escucho a una mujer muy buena...

Levantando las cejas, el Joker contestó:

— Yo no podía darle todo lo que una pareja necesita... se puede considerar que era un desempleado, debía renta y además de que vivíamos en la miseria, pero ella seguía a mi lado... aun con mis crisis, ella venía me acunaba en su regazo y me acariciaba la cabeza de forma dulce diciéndome ''Todo estará bien, cariño'' Ella era pésima para decirme que estaba mal.

— ¿Para ti eso es ser pésima?

Jack sonrió.

—Si... ella era muy dulce para un patán como yo, aun me pregunto cómo aceptó ser mi esposa.

— Entonces eres viudo — No era una pregunta era una afirmación de parte de Bruce.

— Exacto, entonces estarías con un viudo.

—No le veo nada de malo

Jack sonrió y, no respondió y preguntó a su vez:

—¿Por qué tanto interés ahora por mi esposa?

Bruce negó con la cabeza.

—Solo tenía algo de curiosidad, yo te había hablado de Julie y tu solo dijiste algo casto de ella.

—Pero vamos a ver, ¿porque tanta curiosidad?

—Supongo que así comprendería tu relación antigua, porque lo que tenías con Harley no era una relación.

—Para nada. —respondió él, pero al ver cómo lo miraba, sonrió y añadió— Siempre intente serle fiel al recuerdo de Jeannie.

—¿Por qué?

—Porque ella fue mi todo, ella me tolero por tanto tiempo y cuando ella falleció en ese accidente lo perdí todo y esto me enloqueció, toque bajo en aquella noche. —Comenzó a sentirse incómodo.

—¿Es también por Jeannie por quien no querías besar?

Jack asintió.

—Desde su muerte no había besado a ningún hombre y mujeres solo fue a Harley... pero esos besos no significaban nada. Tú has sido el primero, el primero que significo algo realmente.

Bruce le puso una mano en el muslo y se lo apretó.

—Mmmm... me gusta saberlo.

Sin miedo, lo volvió a besar y cuando se separó, el Joker murmuró:

—Demasiadas cosas en mi vida tienen que ver con Jeannie.

—¿Incluida la música? —Sorprendido por la pregunta, fue a contestar cuando Bruce añadió. — ¿A que a Jeannie le gustaba Ray Charles?

—¡Para ella Ray Charles era todo!

Bruce asintió. Cada contestación suya explicaba mejor su comportamiento y esa última revelación le hacía comprender por qué él escuchaba siempre a ese cantante cuando se encontraba en su hogar. Eso lo acercaba a ella. A Jeannie. Pero una parte de él entendía que Jeannie estaría feliz de verlo volver a sonreír como un hombre cuerdo y de que rehiciera su vida con alguien más, como él.

—Jack, la vida continúa para los vivos. Debes bailar, cantar, besar, vivir, sonreír, gozar. No tienes que privarte de nada que te guste, porque Jeannie estaría contenta de solo verte feliz. ¿no crees?

Él cerró los ojos. ¿Cuántas veces había pensado eso? Asintió. Recordó las ocasiones en que, abrazada a Jeannie, había bailado con ella. Pero él no había muerto y recordando la carta que tantas veces había leído en soledad, se levantó y, dispuesto a dar un paso adelante gracias al hombre que tenía ante él, habló decidido:

—Tienes razón. Esto ya no tiene vuelta atrás y lo siento, pero tú vas a ser mi primera víctima.

—¿Víctima?

Jack asintió y, cogiéndolo de la mano, inquirió:

—¿Cuál es tu apellido?

— Wayne. Bruce Wayne.

Sonriendo, él clavó sus impresionantes ojos verdes en él y dijo:

—Señor Wayne, ¿quieres ser el primero en bailar conmigo alguna bonita canción de amor?

—¿Cuál es tu apellido? —preguntó Bruce, sabía cuál era, pero le siguió el juego. Jack estuvo observando a aquel bello hombre que tenía en frente suyo y con una suave sonrisa dice.

—Napier. Jack Napier.

—Señor Napier, estaré encantado de bailar contigo la canción que tú quieras—afirmó sonriendo con caballerosidad al tiempo que le cogía la mano. Tras soltar ambos una carcajada, Bruce lo cogió en brazos para alejarlos de la cama y llevarlo más en medio del cuarto. —Son las once de la mañana y siendo éste un momento especial en tu vida, en el que estoy encantado de ser tu víctima, dime qué canción quieres bailar y la pondré.

Bloqueado por los sentimientos que pugnaban por salir de él, Jack lo miró.

—No sé. ¿Qué tal la próxima canción que suene en tu CD?

De pronto una nueva canción se reprodujo, sonaron los primeros acordes de una guitarra. Sin dudarlo, se acercó a Bruce y, pasándole los brazos por el cuello, murmuró:

— Ésta puede ser una buena canción.

Él lo abrazó. No dijo nada, pero Melendi y en especial aquella canción le gustaban mucho.

Hoy sabemos que el amor no escribe recto,

que se transforma con el tiempo y con los gestos,

y en el aire, se transmite, si hay espacio para un beso,

imparable, penetrante, tan certero.

Bruce lo besó en el cuello mientras se movía al compás de la música y sentía como Jack temblaba.

Por eso dime, que hago con mi alma,

si cuando estas, todo permanece en calma, si al fin encuentro reflejado en tu mirada, la otra mitad, de esta vida que se escapa.

La canción era de tonos altos y bien movida. Bruce comenzó a preguntarse porque no lo había mimado como él se merecía y sólo pedía que con el tiempo pudiera hacerlo feliz como él se lo merecía, como lo hizo Jeannie.

Te pertenezco más allá de espacio y tiempo, es imposible arrancarte de mi pecho, si un mismo ser, habita en dos cuerpos, volarán de nuevo.

Sin imaginarlo, en ese instante Jeannie estuvo más cerca de Jack que nunca y eso le atenazó el corazón.

Hoy sabemos, de distancias de silencios,

de la ausencia, de nostalgia, de recuerdos,

y de un corazón que grita, más allá de nuestros miedos,

para siempre, no te marches, yo te quiero.

Preocupado por los vidriosos ojos de él y sin soltarlo, Bruce acercó su boca a su oído y preguntó:

—¿Te encuentras bien?

Jack asintió y tragó el nudo de emociones que aquella canción le estaba provocando. Era como si Jeannie se estuviera despidiendo de él a través de esa canción y le exigiera que rehiciera su vida como le había pedido en su última carta. Mientras bailaban, Bruce no podía parar de mirarlo.

— Quiero que sepas que esta canción me encanta y a partir de ahora, siempre que la escuche seguramente me acordaré de ti —le susurró al oído. —¿Qué canción es? —preguntó él con un hilo de voz.

Más allá de nuestros recuerdos, de Melendi.

Durante el tiempo que duró la canción, él no lo soltó. Bailó con él y cuando la música terminó, Jack lo miró y exclamó:

—Qué canción más bonita.

—Quizá la letra sea ligeramente triste, ¿no crees?

Jack asintió.

—Con lo que te voy a contar, creerás que estoy todavía más loco, pero soy una persona que cree mucho en las señales y esta canción, en este momento y con esa letra, me hace pensar que Jeannie la ha puesto en mi camino para decirme adiós.

Se hizo un tenso silencio en el que Bruce no supo qué decir. Finalmente, para hacerlo sonreír, susurró algo que decía la canción:

—No podemos volar como las aves, pero tengo un jet.

Divertido, Jack sonrió.

—No hace falta lo del jet.

Encantado al sentirlo tan receptivo, lo besó en la punta de la nariz.

—¿No te gusta volar? ¿Y qué tal flores? —se extrañó Bruce mientras comenzaba a sonar otra canción.

—Nunca me las han regalado, solo Ivy una vez.

Lo miró sorprendido y preguntó:

—¿Nunca te han regalado flores?

—No, no soy una chica, Bruce. Soy un hombre y no soy del tipo al que le puedan regalar flores ni cosas delicadas —bromeó—. Aunque en mi época de zorra punk me regalaban cañamones para plantar marí. Si a eso se le puede considerar flores... ¡pues vale!

Alucinado, se separó de él y Jack, soltando una carcajada, pidió:

—Deja de mirarme así.

—¿Cultivas marihuana?

—Nooooooooooo. —La cara de Bruce era un poema y dijo con voz de mando dijo Jack—¡Dame un beso ya!

—A sus órdenes —se mofó él, antes de devorarle los labios con pasión.

Una vez sus bocas se separaron, él, atontado, murmuró:

—Gracias.

—¿Por?

—Por no ser el estúpido capullo guaperas e insoportable que yo pensaba que eras... Antes pensaba que eras un niño mimado, pero conocerte de nuevo cambió todo.

—Vaya... entonces gracias a ti también. —Y al ver cómo lo miraba, añadió— Por no ser el loco psicópata que ataca Gotham que yo pensaba que eras. Aunque ahora que me he enterado de que fuiste una zorra punk, no sé qué pensar de ti.

—Oye, todos tenemos un pasado —se burló divertido. Ambos soltaron una carcajada. Jack miró el reloj del mayor y dijo— Nunca había tenido un escarceo juguetón con Batman por estas horas de la mañana.

—Alégrate de tener a Batman al pendiente de ti, payaso.

Ambos rieron de nuevo y al ver que él volvía a mirar el reloj, él preguntó:

—¿Qué miras?

—Dentro de tres horas y treinta minutos tengo que ir al trabajo.

—Tranquilo..., allí estarás.

—¿Me lo prometes?

Bruce, consciente del magnetismo de su sonrisa, lo miró desde su altura y añadió con voz ronca:

—Te lo prometo.

Besos...Morbo...Toqueteos...Todo comenzó de nuevo y Jack, deseoso de pasarlo bien, decidió variar el rumbo del momento y preguntó:

—¿Te importa si cambio de música?

Él sonrió y lo retó con la mirada.

—¡Ray Charles no! —aclaró.

Jack asintió. Con lo que le había confesado, entendía perfectamente que él se negara a escuchar esa música.

—Te lo prometo —murmuró él guiñándole un ojo.

— Punk tampoco.

Llevándose la mano al corazón, Jack dijo:

—Pero si los Sex Pistols y Los Ramones son buenísimos.

—No para este momento conmigo.

—Vale —convino Joker divertido.

Y al ver que él se dirigía al baño, Bruce preguntó:

—Pero ¿de dónde vas a sacar la música?

—Llevo en mi mochila un mp3, ¿puedo ponerlo?

—Claro, Jack, pero ya sabes...

—Ni punk, ni Ray... ¡Lo sé, pesadito!

Él soltó una carcajada. Jack salió del baño y luego a la cama de la habitación. Allí localizó su bolso, junto a los regalos sobre una cómoda, lo abrió y sacó lo que buscaba. Luego regresó donde se encontraba Bruce y, tras conectarlo al equipo de música, dijo, poniéndose los calzoncillos y abrochándose los botones de la camisa que él le había puesto:

—Siéntate en la cama y ponte un preservativo.

—¿Cómo?

—Que te sientes en la cama y te pongas un preservativo.

—No.... no.... no.... yo no funcionó así, lindo. Túmbate en la cama y quítate lo que te has puesto. Pero ¿adónde vas?

Levantando la voz como hacía con sus matones, Jack replicó:

—Eh... eh... eh..., cierra el pico, amiguito.

—No me hables así o...

Pero no pudo decir más. De un empujón lo sentó donde él quería y mirándole con superioridad, añadió, mientras cogía una corbata del armario abierto:

—¡Ponte un preservativo ya!

—Mira que eres mandón.

—Me gusta mandar —se mofó—. Ah, por cierto, ahora mira, observa y disfruta. No me toques y espero que te guste tu regalo.

—¿Mi regalo?

—¿Te gustan los stripteases?

Bruce soltó una carcajada y, mirándolo, preguntó:

—¿En serio me vas a regalar uno?

—Tras mi época de zorra punk, luego tuve otra época en la que fui a clases de striptease. —Y al ver cómo lo miraba, aclaró— Aprendí en una academia, mal pensado.

—Vaya... no paras de sorprenderme, pero eso explica lo flexible que llegas a ser en ocasiones.

Jack soltó una carcajada. Llevaba mucho tiempo sin hacerlo, pero estaba seguro de que sería capaz y, mirándolo, susurró mimoso:

—¿Sabes que la palabra strip quiere decir «desvestir» y tease « excitar» ? —Él asintió y él añadió— Ahora sé bueno y no me toques a no ser que yo te lo pida. Ésa es una parte importante del espectáculo, ¿vale?

—Prometo ser muy bueno, pero una vez termines, muy... muy malo.

Guau, ¡esto promete!

Bruce, encantado al verlo tan entregado, hizo lo que él pedía y cuando el preservativo estuvo colocado donde debía, lo miró y con sensualidad lo retó:

— ¡Sorpréndeme!

Acto seguido, Jack dio al mando del equipo de música y de pronto la canción Bad to the bone, de los ZZ Top comenzó a sonar mientras él cogía una silla y la arrastraba hasta dejarla delante de él.

Bruce aplaudió encantado y silbó poniendo cara de malote. Aquello le iba a encantar. Con una sensualidad que le resecó la boca en décimas de segundo, él comenzó a moverse al compás de la música. Alucinado... Asombrado... Y enloquecido... lo veía contonearse mientras sonaba la canción. No podía apartar los ojos de él. Vestido sólo con la camisa y la corbata, le estaba haciendo el mejor striptease que había visto en su vida. No dejó de mirarlo a los ojos ni un segundo, mientras le lanzaba ardientes mensajes sin abrir la boca. Los movimientos de Jack eran lentos, precisos y sensuales, y el pene de Bruce temblaba y le exigía estar dentro de él. Como un verdadero profesional, él se tocó, paseó sus manos por las zonas del cuerpo que Jack quería que él mirara y lo consiguió. No había más que ver la entrega total de él y su gesto morboso.

Pasados unos minutos, Joker comenzó a desanudarse la corbata y una vez se la quitó. Prosiguió su sensual baile sobre la silla. Se sentó. Se levantó. Movió las caderas y comenzó a desabrocharse la camisa. Como un chico malo, se la levantó para enseñarle con descaro la tentadora erección que tenía bajo su calzoncillo. Una vez se bajó la camisa, se desabrochó los últimos botones mientras jugaba con el placer que eso le ocasiona a él y prolongaba el momento.

Cuando la prenda se escurre por sus hombros, Bruce sonrió y como un lobo hambriento lo miró mientras Jack bailaba para él y mientras con sensualidad, Napier se tocó la boca, se chupó un dedo, se quitó los calzoncillos y se los tiró a Bruce.

Cuando volvió a tomar la corbata se la paso por los muslos, el pecho y el cuello para después, acercándose con sensualidad, se la pasa a él por el cuello mientras susurraba con un descaro que lo volvió loco:

—Te voy a follar como nadie te ha follado, My Sugar Daddy.

—Eso espero, nene...

Alejándose unos pasos, cerró los ojos y continuó bailando, dispuesto a tentarlo al máximo. Bruce no podía apartar los ojos de él. Caliente. Así se sentía a cada segundo que pasaba. Las tetillas de Jack ya estaban completamente rosadas y erectas al ver cómo él se los miraba con fogosidad, se tocó.

Bruce tragó saliva. Él y su bailecito lo estaban poniendo a cien. Le encantaba la sensualidad de sus marcados movimientos y cuando la música acabó, Jack sonrió, se sentó en sus piernas.

— ¿Sorprendido? —Él asintió y Napier, agarrándolo del pelo, tiró de éste hacia atrás y murmuró, besando su mejilla antes de meter la lengua en su boca. — Me alegra. Y ahora te voy a hacer mío, ¿entendido?

Un beso cargado de erotismo les puso a los dos el vello de punta y cuando sus bocas se separaron, Bruce murmuró:

—Me pones un montón cuando estás tan malote.

—Ah, ¿sí?

—Sí... pero déjame decirte que...

Pero no pudo decir más.

—He cambiado de opinión. —Jack se tumbó a su lado—. Hazme con tu lengua lo te hice en el baño —dijo Jack con exigencia—. Me muero por volver a sentirlo.

Bruce sonrió. Estaba dispuesto a hacer todo, absolutamente todo lo que Jack le pidiera. Y colocándose sobre él, siseó:

— Luego no llores.

Jack sonrió y Bruce posó su ardiente boca sobre su erección. Mordisqueó la punta y lamió; le encantaba el sabor salado de su carne, se retiró para mirar el pene de Jack, era menudo, pero no menos varonil, de color pálido y rosado. Se mordió el labio y luego se metí en la boca su precioso pene. Jack se agarró a las sabanas y Bruce empujó hasta el fondo de su garganta. Hizo un movimiento rápido con la lengua sobre la vena que alimentaba su erección y lo escucho gimotear. No aminoro el ritmo ni se detuvo. Iba a llegar hasta la línea de meta y pensaba salirse con la suya. Incrementó el ritmo y cuando sus testículos se tensaron y supo que estaba a punto, lo agarro de las caderas con fuerza para que no pudiese apartarse. Lamió de arriba abajo, en círculos, y le dio ligeros golpecitos con la lengua que a él la hicieron gritar de placer.

—Tienes un pene muy... muy juguetón.

—Sigue... sigue... me encanta que juegues con el. No pares —suplicó Jack.

Tras arrancarle varios escandalosos gemidos y ver cómo él se retorcía de gozo sobre la cama, Bruce le tocó el ano con el dedo.

— Me encantas.

— No hablas con mi pene en tu... boca —jadeó él, casi sin lograr hablar coherentemente.

— Perfecto.

—¡Bruce! —grito enloquecido.

Verlo tan entregado y con la respiración entrecortada lo hizo sonreír y musitó, dispuesto a hacer lo que él deseaba:

— A la orden.

La boca de Bruce se volvió a posar sobre este le exigía y Jack se arqueó gustoso. Abierto de piernas para él, jadeó cuando sintió que le mordía la cara interna de los muslos y, tras unos sensuales besos, llegaba de nuevo hasta su miembro.

—Sí... Oh, sí... Más... más...

Le dio varios toques con la punta de la lengua en el hinchado y húmedo pene después se lo succionó. Él gritó, agarrándose a las sábanas, mientras las piernas le temblaban y levantaba la pelvis al sentir un maravilloso orgasmo. Encantado con su reacción, preguntó:

— Vamos Jack grita más. —Bruce no tuvo problema en tragar el semen.

Y tomando aire tras el estupendo orgasmo, Jack se mofó divertido:

— Como no vuelvas a meter tu lengua donde la tenías y hacer lo que hacías, te juro que te voy a matar.

Bruce soltó una carcajada e hizo lo que él pedía. Le separó con los dedos su ano y jugando con el comenzó a meter y sacar sus dedos. Lo chupó por encima. Lo lamió, arrancándole oleadas de placer. Jack se estremeció, se convulsionó ya estaba completamente dilatado. Bruce se tumbó sobre él y lo penetró.

—Sí... nene... Así quiero tenerte.

Jack jadeó. Bruce era un excelente amante. La había llevado al clímax como nunca en los últimos minutos sólo poseyéndolo con la boca. Por ello, cogió fuerzas y musitó:

—No... Darling... Así quiero tenerte yo. —Un movimiento seco de él le hizo perder a Bruce el equilibrio y segundos después, Jack estaba encima y, acercando su boca a la suya, murmuró tras besarlo—Sabes a sexo... —Y al ver que Bruce quería protestar, añadió— No, Batsy, no... Ahora seré yo quien ordene, mande y te arranque jadeos de placer. —y moviendo las caderas hacia adelante, musitó— Abre la boca y dame tu lengua.

Él, excitado por lo que decía, lo hizo y cuando Jack se la tomó y dio un empellón con las caderas, Bruce jadeó y tembló mientras con delicadeza Jack lo mordía. Sorprendido por lo que él había hecho, fue a moverse cuando Napier, apretando los muslos, lo inmovilizó, movió las caderas con contundencia y él jadeó de nuevo enloquecido. Esta vez más fuerte. Más ronco. Al oírlo, el joven sonrió y, mirándolo, preguntó:

—¿Te gusta?

—Sí...

—Te dije que era bueno.

Excitado como un loco, asintió.

—Sí, nene... lo eres.

Jack sonrió y, tentándolo, inquirió:

—¿Quieres más?

—Sí —suplicó él, mientras imaginaba cómo se movía ese precioso culo.

—¿Cuánto más?

—Todo lo que tú me quieras dar —musitó en un tono bajo, tremendamente excitado.

Jack asintió. Y controlando la situación, paseó su boca por el cuello de él y pidió:

—No te muevas. Tienes prohibido moverte.

—No sé si podré.

—Podrás —contestó y mirándolo a los ojos como un felino, susurró— Sólo me moveré yo y si tú lo haces, pararé. —Bruce sonrió y él le pidió— Dame las manos. Te las pondré sobre la cabeza. Quiero que tus jadeos me hagan saber cuánto disfrutas con lo que te hago. ¿Entendido?

—Sí...

Excitado, se dejó llevar por el momento y se abandonó a aquel joven mientras una música lenta que no conocía sonaba a todo volumen. Jack le agarró las manos y como un Dios se movió sobre él, estaba cabalgando sobre Bruce, primero de arriba abajo y después de adelante hacia atrás, con movimientos sinuosos y perturbadores.

Bruce, enloquecido por la situación, suplicó que no parara. Quiso moverse, pero cada vez que lo intentaba el castaño se detenía, enloqueciéndolo. ¿De dónde sacaba aquella fuerza?

—Sigue, Jack..., sigue.

El joven sonrió y, tras morderle el labio inferior, susurró:

—No te muevas y córrete para mí.

Los movimientos de él y su exigencia le hacían perder la razón. Nunca una mujer le había pedido así que se corriera menos un hombrecito como Jack. Y por primera vez en mucho tiempo, Bruce disfrutó del sexo, sin moverse, sin azotes, ni nada. Sólo con un increíble hombre sobre él volviéndolo loco. Cerró los ojos y cuando ya no pudo más y tuvo un maravilloso orgasmo que lo hizo temblar sobre la cama, mientras el ano de Jack lo succionaba y el castaño se arqueaba sobre él y se dejaba llevar por la pasión, el semen del Joker había manchado algo el pecho de Bruce.

Agotado por el esfuerzo, pero feliz por el resultado, se dejó caer sobre el fibroso cuerpo de Bruce. Sintió que sus brazos la apretaban contra él y sonrió al oír:

—Dios, nene..., eres fantástico.

Su ataque había sido colosal. Increíble y deseó más de él... mucho más. Bruce salió de su interior y tomo el condón para anudarlo y tirarlo. Jack asintió y, tras darle un beso en la cabeza, se quedó dormido sobre el pecho del mayor.

Más tarde Jack se levantó de la cama, salió de la cama para dirigirse al baño, tomo un baño rápido en la ducha, envuelto con una toalla volvió hasta la habitación donde estaba Bruce. Al entrar, éste lo miró y sonrió.

—Hola, nene. Pensé que aun dormías... —Dijo con pereza.

Se acercándose a él, Jack bromeó:

— Venía a asfixiarte con la almohada, pero al estar despierto has frustrado mi plan.

Bruce sonrió y, tendiendo los brazos, le indicó:

—Ven aquí debemos hablar.

— ¿Aún más?

Jack comenzó a recoger su ropa para comenzar a vestirse.

— Si, aún más. No quiero estar separado otra vez de ti, Joker.

Esto lo hizo detenerse mientras se colocaba los pantalones. Lo miró y supo que realmente el hombre frente suyo estaba completamente decidido por él.

— Te entiendo... y yo tampoco quiero estar lejos de ti. No podrás deshacerte tan fácilmente de mí, Brucy.

Esto los hizo reír a ambos.

— Eso lo sé perfectamente.

Bruce se levantó de la cama y se acercó a su medio vestido amante. Tomo su rostro entre sus manos para que se miraran a los ojos y sonriendo suavemente ambos se besaron.

— Te amo, Bruce Wayne y prometo no volver alejarme de ti. — murmuró Jack contra los labios de aquel hombre.

— Yo también te amo, Jack y no dejare que te alejes de mí.

End.

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