•Seis

Acompañé a Jungkook en todo, hasta el día del entierro. Sus padres lucieron muy afectados, sobre todo su madre pero ella casi ni habló con su hijo, lo cual me dio mucha rabia porque perdió uno, pero aún tenía otro que la necesitaba de alguna manera. Ni siquiera en esas circunstancias trató de acercarse a él.

Ya habían pasado un par de días y Jungkook volvió a trabajar, era obvio que estaba mal pero quería distraerse y mantener su mente ocupada. En estos días hemos hablado poco, porque yo estaba cumpliendo los turnos que falté y llegaba muy cansada.

Hoy Leo no abriría y yo podría descansar, pero también quería ver si Jungkook estaba bien, minutos antes escuché su puerta, indicando su llegada. Quería llevarle comida, sé que quizás ni tenía las suficientes ganas de cocinar algo decente.

Hice bibimbap, era mi plato favorito aunque no solía prepararlo tan a menudo, prefería pedirlo a domicilio. Aunque hoy tuve el tiempo de cocinar algo más elaborado, no era la mejor cocinera pero me defendía.

Salí de mi apartamento llegando hasta el suyo y toqué, a los pocos segundos abrió, no pude evitar fijarme en sus ojeras.

–Te traje comida. –Alcé el bol con la comida.

–Gracias. –Me dio una sonrisa que no llegó a sus ojos. Después de todo aún estaba lidiando con lo que había pasado.

Me dejó pasar y ambos nos dirigimos a su cocina.

–Iba a preparar algo de ramen justo ahora. –Dijo, mientras tomaba el bol y se daba la vuelta para buscar unos palillos.

–¿Es lo que has comido en estos días? –Quise saber.

–Si, no he tenido las ganas de preparar otra cosa, sólo salgo del trabajo y vengo a dormir.

–Sabes que no es muy sano ¿no?

–Lo sé. –Sacó una botella de agua del refrigerador.

Me fijé que tenía unos pantalones deportivos y una camiseta blanca, parte de su cabello estaba recogido en una coleta ya que lo tenía algo más largo de lo que alguna vez vi. Era raro no verlo vestido todo de negro o con sus chaquetas, pantalones rotos y sus botas.

Él y yo no habíamos hablado de nosotros, en realidad estábamos actuando como si él no se hubiese confesado y no nos hubiésemos estado ignorando debido a mi rechazo.

Lo acompañé mientras comía en silencio, aún así no se sintió incómodo. Cuando vi que terminó, me levanté.

–Te dejaré para que descanses.

–¿Puedes quedarte? –me miró desde abajo– no quiero estar solo hoy.

Me mordí el labio pensando en si sería una buena idea. Aunque él me miraba con esos ojos suplicantes y algo dentro de mi, decía que aceptara, que él estaba mal y necesitaba algo de compañía. Yo siempre era la que lo buscaba cuando tenía algún problema. Jungkook prefería guardarse las cosas, supongo que toda la situación era mucho para él.

–Está bien.






Nos encontrábamos en su cama, después de que aceptara quedarme y que fuera por mi pijama, ambos entramos a su habitación y nos habíamos mantenido los últimos dos minutos en silencio, uno al lado del otro mirando hacia el techo. El lugar estaba iluminado gracias a la tenue luz amarillenta de la lámpara en su mesa de noche.

–Gracias, Woonie –habló y giré mi cabeza para mirarlo– no te había agradecido por lo que has hecho por mi.

–No es nada.

–Lo extraño mucho... la última vez que hablamos lo que hicimos fue discutir y nunca pensé que sería la última vez que lo vería con vida –suspiró con pesar y mi corazón dolió– Es una mierda... si él no se hubiese dejado llevar por las personas a su alrededor aún estuviese aquí, si yo hubiese insistido más en que dejara de consumir alcohol, quizás las cosas hubiesen sido distintas.

–No puedes ayudar a quien no quiere ser ayudado, no te culpes por eso.

–Debí insistir. –Repitió. Se hizo un silencio entre ambos de nuevo hasta que hablo. –De niños, él y yo éramos inseparables, lo seguía a todos lados nos metíamos en problemas juntos, pero él me cuidaba y siempre se llevaba la peor parte de los regaños por mi –sonrió con nostalgia y vi como su nariz se tornó roja, parpadeó para evitar las lágrimas pero fue imposible– con el paso del tiempo eso fue cambiando y ni me di cuenta, hasta llegar a un punto en qué no sabíamos nada de él por semanas, se iba con sus amigos y yo dejé de importarle.

Me reincorporé un poco posando mi mano en su mejilla, fue entonces que sus ojos me observaron.

–No creas que él se fue molesto contigo –dije, mientras secaba sus lágrimas– te prometo que no es así, eras su hermanito y pasara lo que pasara él te quería, y dónde sea que esté ahora va a seguir cuidándote así como cuando eran niños.

Él asintió, quizás mis palabras lo habían ayudado un poco en acallar esos pensamientos dolorosos. Sus ojos brillantes no se despegaban de mi, luego sentí su mano acariciar mi mejilla y llevar un mechón de cabello detrás de mi oreja, concentró su mirada en mis labios indicio de lo que venía pero aún así no quería alejarme.

Al fin alzó un poco su cabeza, para rozar sus labios con los míos y luego ejercer una presión suave, era como si también él estuviese dudando de hacer lo que, quizás, su mente y su corazón querían. De pronto entreabrió los labios iniciando así un beso lento, yo le seguí de la misma manera. Me besaba con delicadeza, buscando que el momento durara.

El beso se volvió más exigente con el pasar de lo segundos y su agarre en mi nuca se hizo más firme, nuestras lenguas se encontraron así iniciando una guerra que ya no daría vuelta atrás. Hizo que me acostara quedando su cuerpo casi sobre el mío, se separó respirando de forma agitada así como yo, los mechones de su cabello, ahora sin la coleta, casi tapaban sus ojos. Sus labios suaves ahora estaban rojizos e hinchados, pasó la lengua por éstos sin dejar de mirarme y yo sentía que estaba algo así como en un trance.

Era como si nos estuviésemos comunicando a través de nuestras miradas, diciéndonos cosas que probablemente no nos atreveríamos a decir en voz alta.

Pasó una pierna al otro lado de mi cuerpo, quedando sobre mi pero sin recargar todo su cuerpo, su entrepierna casi rozando con la mía. Se quitó la camisa en un movimiento rápido y volvió a atacar mis labios, mis manos fueron desde su pecho hasta terminar en su espalda.

Nuestra situación era jodida, pero ambos nos necesitábamos, en estos momentos no estábamos considerando las consecuencias de nuestras acciones.

Una de sus manos fue bajando, acariciando sobre mi camisa, apretó uno de mis senos y no pude evitar que se me escapara un gemido, moviéndome contra él haciendo que gruñera. Su mano llegó a la cinturilla de mis pantalones, sus besos húmedos pasaron a mi cuello, y no dudó en tocar sobre la tela de mis bragas las cuales ya estaban mojadas, debido a esto sentí sus dientes rozar con la piel de mi cuello, jadeé, atrayéndolo a mi nuevamente para besar su boca. Uno de sus dedos hizo un poco de presión en mi aún con la tela de por medio y me moví buscando más profundidad pero quitó su mano subiéndola hasta llegar a mi brasier, metió la mano por debajo de éste jugando con mi pezón.

Mordió mi labio, mis manos recorrían sus hombros, me encantaba como se sentía su piel, era muy suave y me encantaba aún más cuando hacía contacto con la mía.

Me quitó los pantalones junto con las bragas de una vez, con mi ayuda, y mi camisa también, desabrochó con maestría mi brasier lanzándolo a un lado, besó mi clavícula y bajó, volviendo a torturar uno de mis pezones y solté un gritito cuando sentí su lengua caliente rodear el otro a la vez que rozaba sus dientes en éste. Me estaba volviendo loca de placer y sentí la humedad aumentar entre mis piernas, intenté restregarme contra él pero no era suficiente. Se dio cuenta de mi desesperación y bajó su mano a mi intimidad acariciando mis pliegues para luego meter un dedo. Mi espalda se arqueó, necesitaba más pero a él le gustaba jugar conmigo y con las sensaciones. Calló mis gemidos con un beso, mientras metía otro dedo al mismo tiempo que estimulaba mi punto sensible, haciendo que mi mente se nublara y sólo pudiera concentrarme en lo bien que se sentía.

Sus besos fueron desde mi cuello, hasta llegar a mi mejilla. Mis gemidos se hicieron repetitivos y podía escuchar los suyos provenir de su garganta, el ritmo que marcaba sus dedos era muy placentero y no sabía si iba a aguantar por mucho rato más. Sacó sus dedos de mi, al sentir como me contraía y quizás no quería que llegara a menos que él estuviese dentro.

Se quitó el pantalón junto con sus bóxers, su miembro se alzó pegando de su vientre y yo estaba desesperada por sentirlo. Sacó un condón de la gaveta a un lado de la cama y se lo puso, me acomodó en la cama tomándome de los muslos y abriéndome para él, jugó con su glande en mi entrada.

–Mierda... Jeon, hazlo. –Me quejé en un gemido.

Me tomó de las caderas y entró de una sola embestida, no pude retener el grito que salió de mi garganta y él echó su cabeza hacia atrás. Siseé al sentirlo llenarme de una vez, no se movió por unos segundos para que me adaptara a él y luego comenzó un vaivén lento que poco a poco fue subiendo de intensidad.

Ver sus brazos tensos y sus venas que podían notarse fácilmente, siempre hacía que me excitara de sobremanera. Sentí como comencé a apretarme a su alrededor y un cosquilleo en mi vientre, mi orgasmo se avecinaba, tratábamos de mantener el contacto visual pero a este punto era casi imposible.

Me dejé ir entre gemidos y pequeños gritos, apretaba las sábanas entre mis dedos. Jungkook dejó de moverse esperando a que mis espamos pasaran. Acarició mi cabello, dejando pequeños besitos en mis labios.

Él aún no había llegado así que esto no había terminado.

Gemí por la sensación de él saliendo de mi. Cambiamos de posición, yo quedando de rodillas dándole la espalda, pasó una mano por ésta para que me inclinara justo como él quería, metió dos sus dedos dentro de mi, los movió un poco y los sacó, solté una maldición tomando una respiración profunda. Al segundo siguiente su mano se posó en mi cadera y sentí su miembro entrando lentamente en mi, salió, pero no completamente para luego empezar con rápidas estocadas, yo hundía la cara en el colchón debido a como se sentía, estaba aún sensible por el orgasmo anterior y era una combinación de placer con un poco de dolor. Era muy mínimo por lo que lo estaba disfrutando, el sonido de nuestras pieles al chocar retumbaba en la habitación.

No pasó mucho rato para que el orgasmo se comenzara a construir en mi y supe que él estaba a punto también, porque ejerció presión en mis caderas y sus embestidas fueron más rápidas, si es que eso era posible.

–Joder... Woonie. –Gruñó alto.

Llegamos al orgasmo casi al mismo tiempo, nuestras respiraciones estaban muy agitadas. Dejó un beso en mi espalda antes de salir de mi con delicadeza, quedé acostada en la cama boca abajo, no quería moverme y tampoco podía por el momento. Un rato después sentí su cuerpo junto al mío, me volteé para mirarlo y noté que tenía sus boxers puestos, me atrajo hacia él abrazándome y yo pasé una mano por su abdomen.

No dijimos nada.

Cerré los ojos cuando sus dedos se colaron por los mechones de mi cabello, y de un momento a otro, me sumí en un sueño profundo.



Desperté y aún estaba oscuro, Jungkook estaba dormido profundamente a mi lado y su mano seguía a mi alrededor. Me levanté con cuidado, recogiendo mi ropa con un poco de dificultad por la poca luz que se dejaba entrever desde la ventana. Me vestí con rapidez y me arrodillé junto a él admirando su rostro tan pacifico al dormir, dejé un beso en su mejilla y salí de la habitación.

Era normal que cuando nos acostábamos alguno se fuera a mitad de la noche o antes de que el otro despertara, pero esta vez lo estaba haciendo porque no quería enfrentar lo que vendría después cuando despertara y lo viera a la cara, porque ambos sabíamos que fue un error haber hecho lo que hicimos.
















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*se retira lentamente*

Espero les haya gustado, gracias por leer💜

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